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Opinión

30 de Julio de 2019

Columna de Pedro Pablo Achondo: No es no, señores Statkraft

"La empresa estatal noruega Statkraft, que dicho sea de paso simboliza el universo del pensamiento capitalista verde, impregnado muchas veces de la artimaña del greenwashing (...) En la página sobre Chile afirman que “por iniciativa propia” han decidido aplazar el proyecto (a pesar de contar con la Resolución de Calificación Ambiental del año 2009) de la Central Hidroeléctrica Los Lagos. Respecto de su proyecto vecino (Central Hidroeléctrica Osorno, a solo 12 kms de distancia, en el mismo río Pilmaikén), el cual también se encuentra detenido, no se especifica ninguna información. Vale recordar, que -también en el mismo río- la empresa ya cuenta con la Central Hidroeléctrica Rucatayo, operativa desde el 2012. Y que, si no fuera por la resistencia y perseverancia de las comunidades, muchas veces pequeñas y disminuidas, las hidroeléctricas ya estarían construidas y los territorios inundados". Escribe el teólogo y poeta, Pedro Pablo Achondo.

Pedro Achondo Moya, sscc
Pedro Achondo Moya, sscc
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Sigue pasando el tiempo y con ello se nos va la vida. En este caso la vida se va defendiendo un territorio, el territorio sagrado donde habita el Ngen Mapu Kintuante. Un paraje hermoso y lleno de sentido y significado a orillas del río Pilmaikén. En estas pocas líneas ya se encuentra todo el problema que está en juego aquí: visiones de mundo distintas, maneras de habitar diversas, percepciones variadas que subyacen dicho habitar. Pasa el tiempo, y parece que no pasa nada (remito a mi columna “¡Kintuante resiste, por favor!” y, antes, “Pilmaikén y el monstruo humano”; ambas en este mismo pasquín). El problema continúa en el mismo nivel y los pequeños pasos que se dan son siempre para tratar de convencer a la comunidad mapuche huilliche de Carimallín. La empresa estatal noruega Statkraft, que dicho sea de paso simboliza el universo del pensamiento capitalista verde, impregnado muchas veces de la artimaña del greenwashing; persiste en su postura. Vamos un poco más atrás. Statkraft es una empresa cuya visión tiene que ver con la generación de energías limpias, con el cuidado del medio ambiente. El grupo Statkraft está presente en 16 países europeos trabajando energía hidroeléctrica, eólica y gas natural; como explican en su página web. En América Latina están en Perú, Brasil y Chile. Una de sus marcas al parecer es la responsabilidad socio-ambiental, la búsqueda de energías renovables, “el respeto por las personas, su cultura y el medio ambiente”. Todo muy green. En la página sobre Chile afirman que “por iniciativa propia” han decidido aplazar el proyecto (a pesar de contar con la Resolución de Calificación Ambiental del año 2009) de la Central Hidroeléctrica Los Lagos. Respecto de su proyecto vecino (Central Hidroeléctrica Osorno, a solo 12 kms de distancia, en el mismo río Pilmaikén), el cual también se encuentra detenido, no se especifica ninguna información. Vale recordar, que -también en el mismo río- la empresa ya cuenta con la Central Hidroeléctrica Rucatayo, operativa desde el 2012. Y que, si no fuera por la resistencia y perseverancia de las comunidades, muchas veces pequeñas y disminuidas, las hidroeléctricas ya estarían construidas y los territorios inundados.

Suele pasar que las buenas intenciones generan malos proyectos. Los amigos de Statkraft han pasado a llevar sucesivamente los derechos de las comunidades ribereñas, son palabras de la autoridad espiritual y comunitaria del territorio, la machi Millaray Huichalaf. Han usado tácticas tan burdas como ir convenciendo a los vecinos de que el proyecto vale la pena, pagando subsidios y ofreciendo insumos agrícolas. Todo ello muy green. ¿Por qué tanta persistencia de parte de Statkraft? ¿Cuáles son los intereses que hay detrás en dicho territorio? ¿Por qué intervenir tanto una zona conocida por su maravilla territorial, su riqueza natural y su impacto turístico (lago Puyehue, complejo del Volcán, lago Ranco, Río Bueno)? Ahí es donde hay que pensar.

El conflicto entre los tres actores (Statkraft, Estado de Chile y comunidades huilliche) es paradigmático de una serie de problemas a lo largo del país y en nuestra América Latina, en lo que respecta al vínculo con el medioambiente, los canales de resolución políticos y policiales, la preeminencia de lo económico por sobre lo humano y la desvalorización de lo indígena y de los pobres.

Finalmente, quisiéramos referirnos a dos temas que chocan de frente con estos coletazos “verdes” del imperio económico: la crisis eco-social y la espiritualidad de los pueblos. En tiempos en que por todos lados se nos advierte de la importancia de la preservación, mitigación, conservación y respeto por el medio ambiente y sus comunidades; las grandes empresas insisten en lo mismo. Tanto el Cambio Climático como la coyuntura de la COP25, son escenarios propicios para actuar y pensar de otro modo. La comunidad mapuche defiende su derecho al territorio, defiende su memoria y su permanencia; más aún, defiende una forma de habitar muy distinta a la de Statkraft y el Estado. La crisis socio-ambiental nos recuerda que justamente esas formas occidentales, capitalistas y patriarcales nos tienen como humanidad al borde del despeñadero. Muchos piensan que esto es exagerado. En fin. Ojalá así sea. Nosotros creemos que no. Admitiendo la pluralidad de visiones de mundo y las mil maneras en que podemos cohabitar; la actual nos grita que es suficiente, que de este modo no da para más. De ahí que la lucha y resistencia en la defensa del Ngen Mapu Kintuante, simbolice y signifique mucho más. Es una lucha por otro habitar. Un habitar sin intervenciones a gran escala. No al menos en territorios sagrados. Y esto nos da el pie para el segundo aspecto: la espiritualidad. Podríamos aventurar que la crisis planetaria es también una crisis de espiritualidad, no diremos que es causa de ella; sería ir muy lejos. Pero sin duda, la ausencia de espiritualidad nos lleva a vivir una vida carente de sentido, de orientación, va diluyendo visiones de mundo en donde nos tratamos y entendemos como iguales (hermanos), va carcomiendo una solidaridad intrínseca, una bondad necesaria. Una vida sin espíritu, es una vida sin fuego, sin pasión, sin sueños, en definitiva, sin amor. No caigamos en caricaturas: la espiritualidad rompe las barreras de la religión. De ahí que los DDHH puedan constituirse en la manifestación normativa de una espiritualidad. Y es que lo son. El pueblo Mapuche posee una rica espiritualidad: olvidada, menospreciada, castigada; y, en nuestros días, vuelta -de a poco, al menos por los wingkas– a valorar. Esa espiritualidad, cuyas raíces están en la Mapu y en una comprensión particular del itrofillmongen (todas las cosas vivientes) merece ser respetada y conocida. Nos enseña de amor y respeto, de cuidado y protección. Todos valores actuales que permean las reflexiones sociales y filosóficas sobre el cuidado del planeta. Menospreciar e incluso ignorar una espiritualidad es signo de estupidez. Y allí no hay nada de “green”. Si las comunidades en defensa del territorio dicen que no, hay que escucharlos, atenderlos, comprenderlos y, por justicia y reconocimiento de su saber, acoger su demanda. Si realmente Statkraft se jacta de ser una empresa que dialoga y posee conciencia ecológica, la única vía es acoger el no y retirarse del territorio. Es el camino esperado para la industria del siglo XXI. Es lo que se necesita en vistas de una vida con futuro. No es no. No basta con simplemente esperar, pues mientras tanto se agrede a las comunidades y familias, se deteriora la vida de las personas, se vive en estado de amenaza y no se respeta el derecho al territorio de los pueblos indígenas. Mientras tanto Statkraft hace estudios, interviene el territorio e ¡incluso no respeta hallazgos prehispánicos encontrados a orillas del Pilmaikén! ¿Acaso 10 años no es suficiente? ¿Acaso quieren llevar a cabo los proyectos a toda costa? ¿Qué dirán respecto del aumento de efectivos policiales en la zona? ¡No es no! ¿Se harán responsables del daño a las familias y de posibles acusaciones a los líderes comunitarios? ¿Se harán responsables de los perjuicios tras una década de resistencia y lucha por la conservación del territorio y el cuidado del medioambiente y la cultura local?

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