Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

11 de Septiembre de 2019

11 de septiembre de 1973… La tragedia como Acontecimiento que nos ideologiza…

Contexto | Agencia Uno

En Chile nos cuesta una enormidad poder cambiar una pequeña práctica; la más mínima, y, ni qué decir tiene, trata de cambiar las lógicas que están detrás de las Isapres, de la Universidades Privadas, de las AFP, del sistema de Impuestos, etc. El Capitalismo está instalado en el tuétano de cada uno, en nuestros “huesos”, en todas partes: sindicatos, equipos deportivos, universidades, asambleas, juntas de vecinos, familias, partidos políticos de “izquierda”, carabineros, colegios, parlamento, tribunales, diócesis, etc. Así no es posible diseñar ningún tipo de cambio que fructifique; estamos deviniendo en un pueblo envejecido, despotenciado, gris.

Ricardo Espinoza Lolas
Ricardo Espinoza Lolas
Por

Todo lo que se hizo para destituir y desprestigiar a Allende y a su Gobierno, a nivel nacional como internacional, desde comienzos de los 70, y que finalmente terminó con su propia muerte y la muerte de tantos chilenos (y el fin abrupto de un modo de ser republicano); es por excelencia, el acontecimiento del Golpe de Estado, y se dio un 11 de septiembre de 1973. Incluso todo el apoyo de la Democracia Cristiana para el Golpe de Estado, apoyo que podemos expresar en la figura de Patricio Aylwin, es solamente la punta del iceberg del magnicidio contra la República de Chile. Con la muerte de Allende y el derrocamiento de su Gobierno por medio de la violencia radical se murió en el mismo momento la República de Chile; se murieron los valores republicanos que se había dado la sociedad chilena a lo largo de mucho tiempo; décadas de construcción de tejido socio-histórico que hoy ya no tenemos y debemos reconstruir. Un magnicidio político, porque fue un asunto político, que usó a las propias Fuerzas Armadas para que realizaran el trabajo sucio.

Ya es un valor en USA el magnicidio como forma radical (un Acontecimiento) para cambiar los hechos y con ellos la historia de su propio pueblo (y a veces cambiar la historia de todo este Planeta). Ya han asesinado a cuatro presidentes (no solamente a dos como se piensa comúnmente): Abraham Lincoln (1865), asesinado por John Wilkes Booth; James A. Garfield (1881), asesinado por Charles Julius Guiteau; William Mckinley (1901), asesinado por Leon Frank Csolgosz y, el caso más reciente, John F. Kennedy (1963), “asesinado” por Lee Harvey Oswald; en todo caso, sabemos que estos asesinatos no fueron tramados por sus autores directos; incluso respecto de Kennedy es claro que no fue Harvey (JFK, Stone, 1991); es evidente que los cuatro presidentes fueron asesinados por una ideología que conspiró contra ellos; así como en el caso del asesinato de Julio César (Bruto y Casio son solamente la punta del iceberg del magnicidio realizado por la República romana).  

Y por esto mismo tampoco es menor la tesis cada día más probada del asesinato de Eduardo Frei Montalva por parte de los secuaces de Pinochet (ya se vuelve cada día más evidente el asesinato de Frei, lo reconocen muchos, así como el Ministro en visita Alejandro Madrid que mandó a procesar a 6 sospechosos). Sería gravísimo el asesinato de Frei (aunque ya no era presidente en ejercicio), porque es un magnicidio que funcionaría como un valor posible que hay que tomar por el “bien” del país tal como se hizo el 11 de septiembre de 1973 para “salvar” a Chile de los “cubanos, marxistas, leninistas” (hoy se diría de los “chavistas” o de los “populistas”). Y además debiéramos añadir el posible asesinato de nuestro Premio Nobel de Literatura el Poeta Pablo Neruda. Ya es casi un hecho; también el poeta se constituyó en un “peligro” para la Dictadura. El “arma” del poeta, sus Poemas, era demasiada peligrosa para la ideología que llegaba para quedarse y a construir la subjetividad del chileno capitalista actual. En el magnicidio se usaban “armas químicas” por parte de la Dictadura y así se asesinaron a personas notables que eran fundamentales en el tejido socio-histórico de Chile; y, además, eran esenciales en la visión del país, en su apertura a un futuro distinto al que tenemos.

En Chile nos cuesta una enormidad poder cambiar una pequeña práctica; la más mínima, y, ni qué decir tiene, trata de cambiar las lógicas que están detrás de las Isapres, de la Universidades Privadas, de las AFP, del sistema de Impuestos, etc. El Capitalismo está instalado en el tuétano de cada uno, en nuestros “huesos”, en todas partes: sindicatos, equipos deportivos, universidades, asambleas, juntas de vecinos, familias, partidos políticos de “izquierda”, carabineros, colegios, parlamento, tribunales, diócesis, etc. Así no es posible diseñar ningún tipo de cambio que fructifique; estamos deviniendo en un pueblo envejecido, despotenciado, gris. Estamos atrapados en el diario vivir en la nueva Hacienda militarizada chapuza. Y es en esa repetición donde trabaja de forma mejor la herramienta capitalista de construcción de subjetividad narcisa; es como un “¡Sálvate sólo y vencerás!”. Hasta los amigos, e incluso a quienes queremos, se les ha extraído su subjetividad; nuestra subjetividad, como diría Žižek, se vuelve en “subjetividad cero”; muertos en vida, zombis, humanos sin vida que vivendentro del Capitalismo hacendal. Creo que Bachelet fracasó en varias de sus medidas, independiente de las razones técnicas (problemas de conformación de sus equipos, cantidad excesiva de las reformas, escritura erráticas de las mismas, diseño económico defectuoso de ellas, etc.), sino simplemente por no saber lo que estamos señalando. Su diagnóstico era errado de Chile. El país no era el de los 70, el de la época de Allende que luego fue interrumpido por la brutal represión de Pinochet. No se podía volver a ese punto cero, a ese Acontecimiento.

El chileno, muchos de ellos, es fiel al acontecimiento dictatorial capitalista, lo tiene muy fidelizado dentro de sí (ironizando con Badiou); se ha reagrupado y legalizado desde él. Ya no era posible de ninguna manera volver al inicio (todo inicio es un “¡Ya pasó!”); no hay un antes del 11 de septiembre de 1973, no hay un 10 de septiembre originario, “en sí”, para Chile, ni un 9 de septiembre. En realidad, no se puede viajar en el futuro o en el pasado como en el clásico film Volver al futuro (Back to the Future, Zemeckis, 1985). No es posible viajar en el DeLorean DMC-12 al 10 de septiembre de 1973 (tampoco al 11 de septiembre). La historia hace lo que hace y es radicalmente salvaje; y la vamos haciendo entre todos los que apoyaron el Golpe o los que guardaron silencio o los que se vendieron al sistema o a los que les da lo mismo; es algo único en el Planeta. No es posible volver a escuchar la gran oratoria de Allende en un discurso como tampoco la de Luther King (otro asesinando en USA el 68 como también Robert F. Kennedy).

Allende es parte de lo que fue Chile; un Chile que “no fue”. Una Idea de Chile se acaba con el Golpe de Estado y con la muerte de Salvador Allende. Y en ese preciso momento nace otra Idea de Chile, la cual es la dominante hoy. En ese otro Chile fue posible nacionalizar el cobre y gracias a esa medida “populista” Chile es viable como país en el presente: ya administrada por la izquierda (socialdemócrata) o por la derecha; este Chile le debe parte de su modelo de financiamiento a una medida de nacionalización del cobre. Una medida que fue tomada en el Chile de la Idea de Allende: Idea realmente Revolucionaria. ¿Cómo habría sido un Chile sin Golpe? ¿Un Chile con Allende? ¿Sin la Dictadura de Pinochet? ¿Sin la Concertación liderada por Aylwin? ¿Sin el modelo capitalista hacendal chapuza chileno? ¿Sin la presencia permanente de Piñera?

Es muy difícil hacer historia política ficción, pero está claro que no tendría AFP, Isapre, universidades privadas, etc. Tampoco sería Cuba (no somos isla, ni tenemos ese clima, ni Bahía Cochinos, ni a Silvio Rodríguez, ni a Batista, ni los Castro, ni Guerra Fría, ni su música, ni esas playas, ni playa Girón, etc.), ni Venezuela. Un Chile más pobre en índices capitalistas, pero republicano y socialista. Un país rico en “tejido socio-histórico” de Arica a Punta Arenas; ¿más cercano a Uruguay y más liberal en lo valórico? Un Chile de Allende ya no es posible; hasta cuesta pensarlo, pero igual pervive en cierta toma de decisiones y en ciertos valores republicanos que se resistieron a desaparecer del todo de nuestro inconsciente, valores como “lo público”; aunque hoy no se entienda mucho lo que quiere decir “público”, igual quedó algo en la memoria colectiva republicana del chileno y reaparece por todas partes; en especial, en los jóvenes.

Pero hoy Chile es producto de un experimento teórico ideológico de USA y permitido por el propio Chile; y esto porque USA estaba coludida con la Dictadura de Pinochet; esta Dictadura lo permitía. En el fondo, es un gran acto de traición. Fue un experimento “en medio de” la Hacienda chilena. Y allí se han subjetivado muchos; nos hemos subjetivado todos y millones de personas han nacido post esa subjetivación; no conocen otro Chile. Es el Acontecimiento del Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.

*Ricardo Espinoza Lolas, Catedrático de Historia de la Filosofía Contemporánea, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

Notas relacionadas