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Entrevistas

26 de Septiembre de 2019

Nona Fernández: “Si desconocemos nuestra historia, ¿cómo chucha vamos a saber quiénes somos?”

Nona Fernández. Foto: Sergio López Isla

La actriz y escritora chilena acaba de reeditar su fundamental primera novela, Mapocho. Un cruce entre la historia de Chile y la vida de dos hermanos. Sobre su realización, pero también sobre literatura, actualidad y el feminismo habló una tarde con The Clinic.

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Viviendo un año sabático en Barcelona, a principios de la década del 2000, Nona Fernández se levantaba al alba y tras desayunar, se sentaba en su escritorio a escribir. Solo paraba para almorzar, luego seguía escribiendo hasta media tarde. Así era su rutina, “como si fuese una escritora profesional”, asegura. Curiosamente, lo que estaba escribiendo no tenía nada que ver con la ciudad condal, sino con su ciudad de origen, Santiago de Chile.

Pero todo había comenzado antes, un día extraviado a fines de los 90. Con su quijotesca figura, Nona fue a visitar a su vecina. Ahí, vio en una revista una foto que la impactó. Eran unos cuerpos arrojados al río Mapocho días después del golpe militar de 1973. “Fue súper reveladora y fuerte -cuenta sentada en un café de Plaza Ñuñoa-, estaba partiendo la escritura de un cuento, que pensé que iba a ser cuento, y se coló esta fotografía, y quise seguir la hebra de estos cuerpos, investigar, descubrir quiénes eran”.

Nona no logró descubrir quiénes eran los fallecidos de la imagen, pero sí le quedó dando vueltas la idea de escribir sobre el río Mapocho. “Empecé a cachar que el río tenía un historial de recoger muertos desde que Santiago es Santiago”. Así, comenzó a escribir la novela Mapocho. Publicada en 2002 por Planeta, y reeditada recientemente por Alquimia Ediciones.

“Fue un impulso y entusiasmo de mi editor Guido Arroyo”, cuenta Nona. “Según él, fue una de sus lecturas escolares importantes que lo vinculó a la literatura. Entonces, cuando empezamos a trabajar juntos él me dijo ‘me gustaría tener Mapocho en mi casa editorial, y yo le dije ‘ya po, hagámoslo'”.

Arroyo propuso meter fotos de los cuadernos de anotaciones que Nona usó para la novela, para sumar material a la edición, en el espíritu de que sea una “edición definitiva”. Además, la autora de Space invaders hizo un nuevo prólogo y pidió realizar una corrección de estilo. “Encontré comas que estaban de más, cacofonías, de pronto alguna frase que la encontré como majadera. Hicimos una limpieza”.

Mapocho cruza la historia de Chile, la historia de Santiago, con la historia de la Rucia y el Indio, hermanos que tienen una especial e incestuosa relación. Para su autora, es una trama que no ha perdido vigencia veinte años después. “Sigue teniendo relevancia hablar de esto ahora, de estos muertos cíclicos, que se van por el río una y otra vez. Es triste, ¿no? Por eso nos pareció importante lanzarlo. Me hace mucho sentido”.

https://www.instagram.com/p/BquwescDC1j/

-En el prólogo mencionas el asesinato de Catrillanca, no ha cambiado mucho la cosa parece…

Estaba pasando mientras escribía el prólogo. Así, tal cual. Cuando partí escribiendo Mapocho, una de las razones era un malestar con relación a lo que había pasado en la dictadura, pero más aún por lo que estaba pasando en democracia. Esta continuidad extraña con la dictadura, algo que no comprendí cuando llegó la democracia. Yo pensé que iba a ser un corte brutal entre el ayer y el ahora, pero luego diez años después, cuando partí escribiendo este libro, me di cuenta que no era así, que había una continuidad sospechosa y escalofriante entre lo que había ocurrido y lo que era mi presente en ese momento. Ahora veinte años después, sigo pensando lo mismo. Es feroz pensar que estamos con la Constitución de los milicos, estamos en un sistema económico que trazó en ese momento, y que las grandes problemáticas que estamos viviendo en el ahora tienen que ver con lo pactado en ese momento. ¿Cómo salimos de ese lugar? Siempre he pensado que somos como esos ratoncitos de experimento que se dan vuelta en la jaula, no se dan cuenta de que están en una jaula, y son capaces incluso de defender esa jaula de mierda, porque están mareados. 

Escribir el mismo libro

– ¿Consideras Mapocho un momento fundamental en tu carrera literaria?

Sabes que sí, es súper loco porque pienso que los primeros libros -es una idea mía, puedo estar equivocada y seguramente lo estoy- que son donde uno está balbuceando un poco, entrando al sitio, encontrándose. Pero a mí me pasa con Mapocho, ahora que lo pude observar, que para mí es un libro fundamental. Con Mapocho marqué un territorio y no me he salido de ese territorio. Con el tiempo, lo único que he hecho, con ese libro y con el siguiente, es tomar una hebra que se inició ahí, y lo voy explorando mejor, narrando mejor seguramente con los años, con más oficio. Pero nunca he salido de Mapocho

-Bolaño decía que uno siempre está escribiendo el mismo libro…

-¡Claro! Uno no lo sabe, eso es lo más loco. Tiene que ver con ciertas interrogantes en los autores y autoras que nunca respondemos y siempre creemos o intentamos responder.

https://www.instagram.com/p/BqPSN8xjZwp/

-¿Qué fue lo que más te costó al escribir esta novela?

(Piensa un momento) Mmm, para mí los libros tienen algunos más dificultades que otros, pero son procesos súper gozosos, lo paso muy bien escribiendo aunque a veces los materiales sean duros, pero no diría que fue un libro que me haya costado. Creo que quizás podría ser que había tanto material en mi cabeza que organizarlo tuvo cierta dificultad. Quería poner mucho, era un libro que tenía una impronta muy ambiciosa, en querer contar la historia de una ciudad a partir de sus muertos y a la vez cruzarla con una historia familiar, organizar eso implicó poner mucha cabeza. Pensar en cómo estructurar el libro, cómo hacerlo para que se narrara bien. Era chica, no pensaba nada, iba para adelante, me dejaba llevar por el ímpetu por el gozo. Hoy que estoy más vieja me observo más.

-Llama la atención la mezcla de narrador en tercera persona con primera, sin uso de marcas. ¿Por qué decidiste usar ese recurso?

La escritura, para mí, nunca tiene plan. Yo nunca se lo que voy a escribir, ni cuál es el formato, ni el mecanismo. No tengo idea, me tiro a poto pelado a la piscina. Me encanta ese vértigo. Ahora que estoy hablando contigo pienso en esas primeras sensaciones de que uno no sabe lo que está haciendo, me gusta mucho que el material me vaya orientando. Siempre aparece una voz y una imagen, y esa voz de pronto va pidiendo mantenerse, o va pidiendo cambiarla. Y en este caso, claro, era un libro que va contando una historia, pero es un libro coral. Yo no sé bien quiénes son los narradores. Sé que es el Indio, hablándole a la Rucia, sé que es la Rucia en el presente, que observa a la Rucia del pasado, y también hay un “Dicen”, que no sé quiénes son. Es una voz colectiva que los trasciende a ellos dos como protagonistas. 

“Era un libro que tenía una impronta muy ambiciosa, en querer contar la historia de una ciudad a partir de sus muertos

-Un ejercicio de ir caminando, entonces…

De ir investigando. Es una investigación en términos súper reales, de ir investigando materiales, de ir investigando cómo fue la fundación de Santiago, quiénes han sido los muertos. Investigación de archivo, de historia, de libros, de biblioteca. Pero también la escritura es una investigación en sí misma como artefacto artístico, como artefacto de estética. Te vai sorprendiendo, vai viendo lo que necesitas. De pronto no sabes qué es lo que viene, te detienes porque no tienes la respuesta, y después te llega porque leíste algo, porque algún referente te lo da, porque algún consejo de alguien te ilumina. Todo es un mecanismo azaroso, y eso a mí es lo que más me gusta.

La importancia de la historia

Mencionaste la historia, y en varias partes del libro está metida la historia. Hablas de Lautaro, hablas de la construcción del Puente de Cal y Canto. ¿Qué relación tienes con la historia?

A mí la historia me encanta. Siempre me gustó mucho. Nunca pensé estudiarla así como formalmente, ni ser profe, ni nada. Pero tengo como una especie de obsesión por el pasado, por comprender el presente a partir del pasado, y ahí la historia es fundamental. En las investigaciones literarias que he hecho me he dado cuenta que existe una historia, que es la historia oficial, pero que es bien dudosa, ¿no? Finalmente, ¿qué es la historia?, ¿qué es lo que responde finalmente la pregunta de quiénes somos? Y no es necesariamente la historia oficial, eso es algo que empecé a darme cuenta en Mapocho. Yo quería encontrar los muertos del río, iba encontrándome con ciertos episodios que iban tirando muertos al río, que iban tirando muertos al río. Y la historia que me ofrecía la historia oficial, empezó a parecerme dudosa, y ahí apareció esta línea que tiene el libro de ir poniendo en jaque las historias oficiales e ir modificándola, ir apropiándosela, y es algo que aparece en este libro, la idea de que la historia nos pertenece, es nuestra, hay que apropiársela. Que no hay nada oficial, la memoria colectiva se arma a partir de millones de versiones, y no son unívocas en ningún caso, ¡en ningún caso! Y uno tiene mucho que ofrecer a eso, como ciudadano, más allá de lo literario, y evidentemente dentro de lo literario. La posibilidad de escribir una historia desde mi punto de vista, que no va a ser, en ningún caso, oficial, sino un punto de vista.

Y hablando de historia, ¿Qué opinas de la medida adoptada por el Consejo Nacional de Educación de poner Historia como optativo en tercero y cuarto medio?

A mí me parece tremendamente sospechosa la idea de dejar Historia y Filosofía fuera de los programas base, porque evidentemente ahí hay una seña de querer dejarnos, en el caso de Filosofía, sin la posibilidad de pensar, de reflexionar sobre las cosas, y la Historia… yo tengo una teoría que no es nada brillante, es muy obvia, finalmente somos la suma de nuestro pasado. En términos sociales, en términos país y en términos personales. Lo que nos define como personas es lo que hemos hecho, y lo que recordamos lo que hemos hecho. Si desconocemos nuestra historia, ¿cómo chucha vamos a saber quiénes somos?, ¿y cómo vamos a saber qué queremos para el futuro? Quitar la historia de los programas es marearnos, es confundirnos y es hacernos una lobotomía, borrarnos un pedazo de nosotros mismos. Lo encuentro feroz.

Feminismo y literatura

-Nona, ¿qué piensas del auge del feminismo en los últimos tiempos?

– Me parece súper relevante y súper importante, creo que vivimos el año pasado el mayo feminista con todo, fue estremecedor para todos, para hombre y mujeres. Creo que lo interesante de la resaca de eso, porque los decibeles han bajado, es ver que quedó súper instalado el tema. Lo que yo espero que ocurra es que el tema se regule, que nos vayamos regulando, y que esto no quede como una ola que entra y sale, sino como un escenario nuevo, en el que nos podamos replantear las cosas. Yo he visto con mucho gusto que se han replanteado cosas incluso a nivel doméstico. Eso me parece súper bien, es lo que esperamos. En términos prácticos, por supuesto, visibilidad, paridad, equidad. Es necesario. Y la relevancia de lo que ocurrió tiene que seguir súper enfocada, ¿cachai? para hombres y mujeres, para no bajar la guardia y entender que tenemos que tener un sistema en que hombres y mujeres estemos en el mismo lugar. En un lugar equidistante en términos de sueldos, en términos de derechos, en términos de visibilidad, de paridad. Y es bonito constatar para mí cómo las mujeres se han organizado, se siguen organizando y seguimos organizadas para pelear por eso. 

Sobre la visibilidad, no sé si estás de acuerdo conmigo en que ahora en el mundo literario es mucho más fácil recordar nombres de escritoras. Cuando yo era chico en el colegio solo te mencionaban a la Mistral…

Sí, es que hay dos cosas. A partir del mayo feminista, en términos literarios, hay una cosa que tiene que ver con las modas. El mercado lo agarra todo, incluso este tipo de cosas. Empieza a darle relevancia a figuras de la tradición y empieza a darle relevancia a las mujeres también. Eso me parece estupendo. Pero además, las autoras nos hemos empezado a organizar, desde la literatura hasta la academia, todas las mujeres que tienen que ver con el mundo del libro. De hecho, me gustaría decir que tenemos un colectivo, uno de varios colectivos que existen en este minuto de mujeres relacionadas con la cultura y con el libro, que se llama Auch (Autoras chilenas), que estamos trabajando juntas para visibilizarnos, para lograr paridad, para celebrar la escritura femenina también y eso que dices tiene que ver con eso. Todas estamos movilizadas para que eso ocurra: editoras, autoras, académicas, todo el mundo. En el Auch, a lo menos firmantes, hay unas 70-80 mujeres, hay reuniones que son de patio porque son millones, hemos tenido otras reuniones hasta ahora. El deseo de juntarnos fue a partir de la marcha del 8M, ahora, y dijimos “si marchamos juntas, organicémonos, que no quede solo en un día”. Es un colectivo autoconvocado, no tenemos líderes, es un caos, pero un caos maravilloso. Muy transversal, hay mujeres muy distintas, de lugares estéticos muy distintos, pero que nos une de una u otra manera la idea de relevar, de visibilizar la escritura femenina.

-¿Crees que sea posible que en algún minuto el canon literario chileno tenga más mujeres?

-Yo creo que sí, esa es la pelea que estamos dando. Hace poco hicimos algo súper bonito. Para el 8M hicimos una campaña, por redes, que se llamaba algo así como “actualiza tu canon” y empezamos todas así poniendo nombres que no eran conocidas. Fue idea de la Alia Trabucco. Y empezaron a salir nombres de escritoras que ni nosotras mismas conocíamos, de distintas áreas. Fue súper interesante. 

*

¿Y ahora qué cosas vienen? Nona está trabajando para un ensayo que lanzará a fin de año por Random House, sobre la memoria. Además, en noviembre estrenará una obra en el Teatro Nacional Chileno. Asimismo, en diciembre habrá una nueva temporada de su obra “El taller”, en el Teatro La Memoria. Para 2020, con su compañía La Pieza Oscura montará una adaptación teatral de su novela Space Invaders.  

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