Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Cultura

4 de Octubre de 2019

Crítica literaria: Desahogo constante

"Liquidar al adversario (2019) es la segunda obra de Gerardo Soto (Santiago, 1982). En él, ofrece diez cuentos que desarrollan padecimientos en las relaciones de parejas que conviven en lugares gentrificados de Santiago. No por nada, en este trabajo, cualquier regreso nostálgico está asolado por agravios cuando se aborda la madurez", escribe Gonzalo Schwenke.

Por

Gonzalo Schwenke es profesor y crítico literario.

Liquidar al adversario. Gerardo Soto. Libros de mentira Ediciones, 2019, 153 páginas.

Los cuestionamientos que los personajes sostienen están interconectados como el gran vecindario que es Santiago, y esa familiaridad literaria se distingue en el autor. Desde la novela Fractura (2012), las relaciones masculinas (el camionero Manu y Juan Carlos Ibáñez) y en menor medida, las femeninas (Susana Hermosilla y Catalina) están determinadas por la tragedia, más allá de las diferencias sociales. Es por eso, que este tópico, sigue progresando normativamente en la senda del perdedor: las alegrías son efímeras y cualquier acto de felicidad está castrado.

Liquidar al adversario (2019) es la segunda obra de Gerardo Soto (Santiago, 1982). En él, ofrece diez cuentos que desarrollan padecimientos en las relaciones de parejas que conviven en lugares gentrificados de Santiago. No por nada, en este trabajo, cualquier regreso nostálgico está asolado por agravios cuando se aborda la madurez.

Tanto en “canción de dos” como en “año viejo”, se desenvuelven en preocupaciones y atraviesan de la monotonía hacia las derrotas cotidianas. Justamente, en el primero la protagonista debe lidiar con las inseguridades de encontrarse con el exmarido, y que no se aparece en una figura precisa, sino que está dotada de la sombra misma lo genera psicosis. A continuación, en “año viejo”, el matrimonio no reconoce que ha finalizado y no sucederá hasta que la tragedia se anuncie, así lo afirma Danilo en su terquedad: “Si quieres que nos divorciemos, al menos será después de fracasar realmente” (19). En “¿será él?”, estamos ante un relato de realismo social que destaca por sobre el resto. Una anciana curcuncha vive en condiciones materiales, tales como la puerta quejumbrosa o la casa deteriorada representan el estado de salud. Ella está a la espera de una figura adulta-masculina que la pueda sacar por momentos de su estado de invisibilidad social. En estas historias transitan los silencios asfixiantes, pero vinculados a las omisiones comprometidas. Estas que no afloran de un día para otro, sino por una consecución de peleas, agresiones y violaciones sexuales, porque es mejor acallarlas para sobrevivir a la ultraviolencia masculina, que engrosar la lista de femicidios. Sin embargo, este no es ejemplar que se dedique a este tema, porque el autor no tiene los focos en este volumen, más bien, presenta estas características mediante ambientes y narradores, los que transitan con fluidez.

La obra recalca el desencanto de las atmósferas que las cruzan, lo que suele ser cómodo y alienante en las relaciones como en “El adversario”: William se encuentra con su vecino escritor, para ajustar cuentas pendientes debido a lo verosímil del vecindario publicado en el último libro. Así pues, las persistentes incomodidades, las angustias que rondan y el ajetreo de una enorme comunidad que no se reconocen, ni se relacionan, son temas recurrentes en autores de la literatura local.

En el desarrollo de la lectura se reconocen autores canónicos que son implementados de manera técnica para sacar adelante liquidar al adversario. Es así que, posee relatos considerables y una estructura equilibrada en su conjunto. La misma que transmite la desilusión del milagro económico que perfecciona, pero que sus habitantes están imposibilitados de sacudirse de esta situación, pues este, es el momento más comedido.

Notas relacionadas