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Opinión

22 de Octubre de 2019

COLUMNA | Evasión masiva: la gota que rebalsó la paciencia de los ciudadanos y unió a un pueblo abusado

Daniela Campos Letelier
Daniela Campos Letelier
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Por Daniela Campos Letelier (Magíster en Ciencia Política U. de Chile)

Nadie pensó que un llamado, a través de redes sociales el martes pasado, para realizar una evasión masiva en el Metro de Santiago, por el alza en el pasaje, iba a despertar un movimiento ciudadano que estaba dormido y agotado de tanta injusticia social. Lo que comenzó con una acción específica de estudiantes, terminó concitando a la mayoría de la sociedad civil, no pagando el Metro, y levantando demandas sociales que se arrastran hace años.

El presidente Sebastián Piñera y el gobierno pensó y siguen pensando que al sacar a Carabineros y tomar presos a los evasores, que en su mayoría eran menores de edad, solucionarían el problema. Sin embargo, la acción tuvo el apoyo irrestricto de los ciudadanos, los cuales comenzaron a exigir no sólo la baja del pasaje, sino que también a reclamar demandas que llevan resonando por años: jornadas de trabajo y sueldos justos, educación y salud gratis, viviendas dignas, nacionalización del agua, pensiones que alcancen para vivir, en definitiva, un nuevo pacto social que mejore las condiciones de vida de un país, que sólo ve como algunos se privilegian de un modelo elitista y que perpetúa la inequidad y el statu quo para unos pocos.

Esa es la verdadera razón por las que la sociedad civil se levantó y ha salido a las calles todos estos días haciendo cacerolazos y enfrentándose con un gobierno que no quiere oír razones. Fue un acto espontáneo que levantó a un grupo inorgánico que tiene sed de justicia social y de ser escuchado. Sin embargo, esto ha sido imposible, ya que el presidente Sebastián Piñera y su gobierno, en vez de sentarse a dialogar con los ciudadanos y crear un paquete de reformas para solucionar los problemas de fondo, prefirió concentrase en los hechos vandálicos –que todos condenamos- y decretar después de 30 años Estado de Emergencia por alteración al orden público y toque de queda en casi todo el país, demostrando así que el gobierno no es capaz de controlar la situación y entregándole el poder a las Fuerzas Armadas.

A pesar de que hay militares y carabineros en las calles resguardando el país, los hechos de violencia no han parado, y tampoco los actos pacíficos contra la presencia de las Fuerzas Armadas. Esto tiene dos lecturas: las personas que están detrás de algunos actos vandálicos sienten que no tiene nada que perder, porque ya lo han perdido todo y viven en una desolación social, donde no ven salida alguna; o porque las nuevas generaciones que se están enfrentando a los militares nunca han estado frente a frente con estos, ya que no vivieron la dictadura y no les pesan los fantasmas que cargan sus padres y abuelos, es decir, no les tienen miedo.

Por lo mismo, el llamado es que el gobierno y la clase política no se quede en la forma de la protesta social violenta, y vea más allá de su horizonte, y comprenda que lo que hay detrás de estos actos -tan incomprensible para algunos-, no son más que una vida de groseras injusticias, deudas infinitas y sueños rotos gracias un modelo cruel y competitivo impuesto en dictadura. Y es, por esa razón, que Piñera tiene la oportunidad única de generar cambios estructurales y fecundos en la vida de todos los chilenos. Esa es una gran prueba de fuego que va definir su gobierno. Él verá si la toma o la deja.

Del mismo modo, el llamado también es a que la sociedad civil siga unida en esta cruzada para crear un nuevo pacto social y no se deje amedrentar ni dividir, ya que hoy, más que nunca, necesita la unidad y la convicción para exigir los cambios que merece para tener una vida y una sociedad mejor. Son muchos los años que Chile estuvo dormido aguantando inequidades para desperdiciar esta oportunidad de tener un país más justo. Finalmente sería bueno recordar que no estamos en guerra -un juicio peligroso- solo se está luchando por mejores condiciones de vida.

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