Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

23 de Octubre de 2019

[Columna de Oscar Landerretche] Cambio de rumbo: Desde lo urgente a lo constituyente

Agencia UNO

La historia de los procesos sociales de cambio nos enseña que un proceso de movilización constante constituyente es difícil que sea sostenible si no se expresa en algo concreto: si no se manifiesta en una acción política o ciudadana concreta, palpable. Y un sentido de realidad mínimo nos obliga a constatar que un cambio constitucional y un nuevo pacto social no se discute ni se pacta de la noche a la mañana.

Oscar Landerretche
Oscar Landerretche
Por

Respecto del gobierno:

El cambio de tono del Presidente Piñera es algo a ser valorado, pero debe ratificarlo con las acciones y declaraciones suyas y de su gabinete en las siguientes horas y días. Lo primero que hemos escuchado de sus ministros de hacienda y el interior, no ayudan, ni en la forma, ni en el fondo.

El Presidente pidió perdón y comenzó un proceso de rectificación  de su programa económico consistente en dejar de lado su agenda pro-empresarial (rebaja de impuestos, desregulación laboral y ambiental) y empezar a reemplazarla con una agenda social. Ese proceso comienza, no está completo, pero debe ser apoyado y  profundizado, no resistido y ninguneado.

El Presidente debe sentir que continuar por el camino que inició ayer le rinde frutos. Si eso no ocurre, va a retroceder hacia las posiciones más militaristas, autoritarias y ortodoxas que siguen manifestándose en su entorno y le demandan satisfacción.

El hecho de que haya segmentos del gabinete que aún se aferren a las reformas pro-empresariales de antes, particularmente en el caso de la reforma tributaria, y pretendan proponer que un paquete de medidas que cuesta muy por sobre los 1000 millones se vaya a financiar mayoritariamente con déficit mientras se bajan los impuestos a los ricos, da luces de los siguientes pasos que deben seguir.

El hecho de que no se haya anunciado un plan de desmilitarización del país y no se le haya dado a la población la certezas de un camino, hitos y calendario para el restablecimiento de la normalidad constitucional (con los plazos prudentes para que se resguarde la seguridad que demandan vecinos y ciudadanos) revela la influencia de una mirada militarista en el entorno del presidente y en su gabinete, lo que da luces de los siguientes pasos a seguir.

La manera de ratificar el cambio de tono y de confirmar el nuevo rumbo es refrendarlo con un cambio de gabinete. Ese cambio de gabinete no es importante solamente por el principio de responsabilidad política de quienes atizaron esta hoguera con su arrogancia, frivolidad, indolencia e incompetencia. Eso es casi lo de menos. Su importancia mayor radica en la posibilidad de enmendar el rumbo en política económica, de normalización democrática y de seguridad pública introduciendo voces frescas que puedan brindar credibilidad al cambio de tono, políticas y política.

Respecto de la oposición:

Es importante reconocer y celebrar lo que observamos en la tarde de ayer: la manifestación masiva, alegre, familiar y pacífica de una ciudadanía que se resiste a que sus demandas sean secuestradas por el discurso militarista y represivo o por la violencia y el saqueo. Ayer observamos imágenes conmovedoras y hermosas: la ciudadanía disputando la calle a la violencia y el autoritarismo, en Santiago, en Concepción, Antofagasta y en muchas otras partes del país. Fueron ensombrecidas en la noche por el resurgimiento del conflicto, pero muestran una ciudadanía democrática que no está dispuesta a que se le coarte su derecho a manifestarse por quienes adhieren al culto de la violencia y la represión.

Es importante reconocer que el cambio de rumbo del gobierno (si es que se ratifica y mantiene) es una victoria de la ciudadanía. No hay nada más torpe en política que lograr una victoria y declarar una derrota. En este caso, entre otras cosas, porque de instalarse el discurso de que “no se ha logrado nada” con las manifestaciones pacíficas se le da espacio a quienes validan la estrategia más violenta y autodestructiva.

Las manifestaciones pacíficas, ciudadanas, alegres deben continuar porque no es el instinto de este gobierno ni de su coalición la profundización de las reformas sociales y menos habilitar la discusión constituyente de un nuevo pacto social económico, político y constitucional.

Sin embargo, la historia de los procesos sociales de cambio nos enseña que un proceso de movilización constante constituyente es difícil que sea sostenible si no se expresa en algo concreto: si no se manifiesta en una acción política o ciudadana concreta, palpable. Y un sentido de realidad mínimo nos obliga a constatar que un cambio constitucional y un nuevo pacto social no se discute ni se pacta de la noche a la mañana.

Por eso mi sugerencia es que el siguiente paso es que la ciudadanía, al mismo tiempo que se moviliza (por ejemplo antes o después de la movilización), se organice en Cabildos Auto-convocados por un Nuevo Pacto Social. La metodología existe y fue practicada por muchos en el incompleto y abortado proceso constituyente pasado. Es cosa de desempolvarla y activarla. Podrían incluso reconvocarse algunos de los mismos grupos de esa vez.

La movilización es ciudadana y esta castigará cualquier intento o incluso la apariencia de quienes intentes apropiarse de ella desde los partidos políticos (tradicionales y nuevos). Ya algunos se han quemado los dedos en operaciones mediáticas. Lo que los partidos políticos de oposición deben hacer es su trabajo de deliberación y parlamento para tomar la nueva agenda y rumbo del gobierno, asegurar que se sostenga, exigir profundizarla y ampliar su espectro hacia lo político y constitucional.

Lo otro que pueden hacer los partidos políticos de oposición es apoyar la constitución y el trabajo de estos Cabildos Auto-convocados (si es que aparecieran) con infraestructura, recursos y logística. Con generosidad y respeto hacia la soberanía y legitimidad de la ciudadanía constituyente.

Es hora de proteger, reforzar y profundizar el cambio de rumbo.

Es hora de conducir al país desde lo urgente a lo constituyente.

Notas relacionadas