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Actualidad

1 de Noviembre de 2019

Lenny Montanare, la historia del joven que recibió 18 perdigones por la espalda en Plaza Italia

El pasado jueves, Lenny fue encajonado por Carabineros y no se dio cuenta del daño que había recibido hasta que vio su mano. "Me había golpeado uno de los balines en una arteria. Me empecé a asustar, veía mucha sangre y me fui a blanco", relata. Tras ser atendido, le dejaron cinco perdigones incrustados en su cuerpo. Cinco días después tuvo que volver porque de su mano comenzó a salir pus y sangre de color negro. En entrevista con The Clinic cuenta que salió a marchar ese día por las pensiones indignas que reciben sus abuelos, por la educación de sus hermanos chicos y reclama por el abuso policial: "Nosotros no vamos a una guerra, no vamos armados a una marcha".

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Ese jueves 24 de octubre no fue un día normal para Lenny Montanare (18 años). Asistió a la concentración en Plaza Italia junto a su polola y unos amigos cuando Carabineros le hizo “una encerrona” entre la torre de Movistar y el Teatro de la Universidad de Chile.

“Por un lado, el guanaco empezó a tirar agua y, por el otro, empezaron a disparar. Yo salí en contra de ellos y me llegaron los balines por la espalda. En ese momento, sólo sentí un ardor y con la adrenalina no me había dado cuenta de la condición en la que estaba, hasta que me vi la mano. Me había golpeado uno de los balines en una arteria. Me empecé a asustar, veía salir mucha sangre y me fui a blanco“, relata.

En ese momento, fue atendido por personal de la Cruz Roja y trasladado hasta la ex Posta Central. Ahí le detectaron heridas producidas por 18 perdigones. Le sacaron los que se veían superficialmente, luego le tomaron radiografías y los médicos decidieron sacarle uno más antes de darlo de alta esa misma noche.

Lenny volvió a su casa con cinco balines aún alojados en su cuerpo, repartidos entre su mano izquierda, la muñeca y la pierna. Sin embargo, cinco días después tuvo que volver a ser atendido, esta vez en el Hospital Salvador, por un fuerte dolor en la mano.

“Al desvendarme, me estaba saliendo pus de una de las tres heridas de la mano. De otra de las heridas salía una sangre muy negra“, cuenta.

LOS PERDIGONES

El exsenador Fulvio Rossi, alejado de la vida parlamentaria y dedicado enteramente a su profesión, fue quien lo recibió en el Hospital Salvador. Él asegura que “no es lo habitual, pero puede ocurrir que en la zona donde impacta el perdigón se genera una infección“.

Explica que durante el procedimiento, a Lenny se le retiró el balín de la mano, se le hizo “aseo quirúrgico” por la presencia de material purulento y quedó hospitalizado. Advierte que “tuvo suerte” ya que el balín quedó alojado al lado del nervio cubital, muy importante para la movilidad de la mano. “Si se hubiese corrido unos milímetros, el cuadro sería mucho más complicado”, subraya.

¿Quedará con secuelas? “Hasta el minuto no. Hay que seguir vigilando el tratamiento con antibióticos”, puntualiza el facultativo.

Sobre el resto de los balines que quedan en el cuerpo de Lenny, Rossi precisa que su extracción está en evaluación, ya que “hay muchos perdigones en algunas zonas que es preferible dejarlos ahí, si es que no hay ninguna complicación”.

Su opinión concuerda con el dr. Owen Korn, médico cirujano del Hospital Clínico de la Univerisidad de Chile. “Depende de donde estén ubicados si está la necesidad de sacarlos o no. Entiendo que estos proyectiles no tienen gran penetración. Llegan a la piel, bajo la piel, al tejido subcutáneo o eventualmente al músculo. Eso puede permanecer ahí si es que no está cerca de un órgano vital o un vaso sanguíneo importante, que pudiera eventualmente comprometerse”, explica.

Para el especialista, los perdigones quedan ahí porque “puede resultar más traumático para el cuerpo sacarlos todos. Pasa también con las balas o cuerpos extraños metálicos que se meten al cuerpo en accidentes de trabajo (…) En las películas sale eso de que hay que sacar la bala para que el tipo se mejore, pero eso es en las películas. En la vida real no es así“.

El material parece que tampoco es un factor relevante. Carabineros utiliza dos tipos de perdigones: los de goma y los llamados “super sock”. Ambos son calibre 12 mm. pero su diferencia está en el material. Mientras el primero está compuesto íntegramente de goma endurecida, el segundo tiene un saquete o bolso, una tapa de cartón del plano de boca y una vaina con un alcance efectivo es de 25 metros que contiene plomo envuelto en una malla balística de kevlar, una fibra de poliamida muy ligera y resistente.

Korn establece que este tipo de materiales “son metálicos e inertes. Como las prótesis, no producen una reacción importante (…) La cantidad de perdigones no tiene que ver tampoco. Uno solo bien puesto puede ser más grave que siete puestos en cualquier parte”.

LAS RAZONES DE LENNY

Lenny está ahora sentado en su camilla con la mano completamente vendada. Ha estado recibiendo mensajes de sus amigos por Instagram, llamados telefónicos de su abuela y visitas de su madre y su polola. A sus tres hermanos chicos no los dejan entrar, porque son menores de 12 años.

También recuerda con enojo esa noche que salió de la ex Posta Central y el periodista de Chilevisión, Julio Sánchez, “quería que me prestara para su show”. En un video que se viralizó en redes sociales se ve cómo le pide “caminar para la cámara”, cuando él recién se había parado de su silla de ruedas para entrar al auto de la madre de su pareja.

https://twitter.com/rvfradiopopular/status/1188578016852676610

“Ha sido estresante -cuenta- En un momento estaba chato, pero igual me di cuenta que es necesario que esto se sepa”. Este año ha sido particularmente difícil. Tras egresar del colegio San Viator en Macul, se tomó este año para rendir la PSU y paralelamente trabajar. Quiere estudiar ecoturismo, turismo aventura o psicología. “Es que soy scout”, cuenta riendo. Con su polola suelen hacer trekking juntos, ir al gimnasio o hacer barras.

“Me da rabia y lata. Aunque sé que es legal que Carabineros dispare perdigones, igual es un abuso de poder impresionante. Nosotros no vamos a una guerra, no vamos armados. Vamos con ropa normal y esos perdigones penetran la ropa, penetran todo. Disparan a quemarropa, no les importa dónde. En cualquier momento te llega en la cabeza o en los ojos, y les da lo mismo. Y ellos están blindados hasta por si acaso. Con casco, chaleco antibalas, rodilleras, bototos gigantes. No vamos a medir la fuerza de Carabineros con la fuerza de puros jóvenes”, reclama.

¿Por qué saliste a marchar ese día? “Por las AFP. Mi abuelo recibe una pensión indigna. Tiene problemas a la cadera, aún así tiene que seguir trabajando para poder mantenerse. Mi abuela nunca impuso, tiene una pensión solidaria que es un asco. Además, tengo tres hermanos chicos y no me gustaría que tuvieran una educación pésima. En este país, para poder educarte, tienes que tener plata”.

Lenny señala que hasta ahora sólo le duele el perdigón incrustado en su gemelo izquierdo. “Me cuesta mucho caminar. Quiero saber si me lo pueden sacar. Me dicen que es por la hinchazón, pero yo no quiero quedar cojo para siempre“, dice.

El dr. Rossi asegura que el resto de los perdigones están en evaluación y que él mismo se encargará de controlarlo en el policlínico. Por otro lado, Korn es enfático: “A menos que produzca molestia, dolor, o que se inflame o que se infecte, en ese caso el perdigón hay que sacarlo”.

De momento, su madre asegura que todos los antecedentes del caso los maneja el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), quienes están evaluando una querella.

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