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Opinión

6 de Noviembre de 2019

Columna de Carlos Chávez: El mundo paralelo de los eventos deportivos

Agencia Uno

"Las autoridades, las organizaciones y la Conmebol deben entender la lucha de la sociedad, deben entender que esa figura que nos hemos dedicado a mostrar al exterior no es tal, que tenemos problemas, algunos profundos y que requieren soluciones rápidas con toda nuestra energía puesta en ello. No es tiempo de festejar con dos equipos que no representan a los hinchas chilenos", escribe Carlos Chávez.

Carlos Chávez
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Semana uno: El pueblo chileno explota tras la falta de oportunidades, aumento del costo de la vida, problemas en las pensiones, sueldos, salud y educación insuficiente, una calidad de vida que va de mal en peor… Semana 2: Las calles siguen siendo la más firme representación de la desigualdad, la gente sigue manifestándose y el gobierno se da cuenta que esto no para, que esto sigue. Llegó Noviembre y con él varios eventos deportivos que sus organizadores no estaban dispuestos a dejar ir. 23 de Noviembre era la fecha escogida para el más importante de todos: La Copa Libertadores de América que enfrentará a River Plate de Argentina ante el Flamengo de Brasil. Mis preguntas y las de varios son las siguientes: ¿Es tiempo de festejar? ¿Debemos seguir adelante? ¿Es tiempo de volver a la normalidad? ¿Se pueden hacer eventos sociales masivos?

No sólo uno de los trofeos más importantes de Sudamérica estaba en juego, también la visita de Roger Federer y el ATP 250, que volvería a Santiago después de 6 años. La última vez que se jugó fue en Viña el 2014. Por mucho tiempo algunos  pensaron que Chile era el país más estable de la región y eso cambió. Quisimos jugar en las grandes ligas económicas y sociales, pero nos hemos dado cuenta que estamos lejos de alcanzar la perfección. Disputar el torneo local sin garantías de seguridad, jugar  a ser una gran sede en medio de las disputas de la gente, del respeto a los derechos mínimos de la sociedad, simplemente se convierte en lo contrario de lo que estamos buscando. Es darse vuelta la chaqueta, es no entender nada de lo que está pasando, es pasar por alto el clamor popular.

Dos posturas claras ante el gran evento por el que se peleó hasta el final, pero en el que privó la cordura de parte del hermano menor de la FIFA, la Conmebol. Finalmente la Copa Libertadores se jugará fuera de nuestras tierras, en Lima dejando atrás la insistente idea de parte de la nueva ministra del deporte Cecilia Pérez. “Es una de las tantas fiestas que le hace bien al país, y vamos a estar trabajando, para llevar a cabo esta final de Copa Libertadores”, dijo recién, hace un par de días.

Prevaleció la convicción que reflejaba uno de los protagonistas, que no vive nuestra realidad, Marcelo Gallardo (DT de River). “Aunque sea la final de la Libertadores, hay cosas más importantes”, dijo el Muñeco. ¿Distinto, no? Ante un mismo problema, dos opiniones. Las autoridades, las organizaciones y la Conmebol deben entender la lucha de la sociedad, deben entender que esa figura que nos hemos dedicado a mostrar al exterior no es tal, que tenemos problemas, algunos profundos y que requieren soluciones rápidas con toda nuestra energía puesta en ello. No es tiempo de festejar con dos equipos que no representan a los hinchas chilenos.

Es momento de reflexionar, de buscar mejores condiciones para el futuro. Para muchos, el prestigio de tener una competencia como la Libertadores subía el nivel de Chile que hace rato quiere demostrar que puede organizar grandes competencias. Queríamos mostrar que somos desarrollados, que podemos alcanzar la eficacia de otras naciones que han aprendido, hace rato, que la ciudadanía es lo más importante, que a partir de una sociedad se forma una visión país que nos hace evolucionar. Hay costos asociados, no solo en la Copa, también en la visita de Roger Federer y en el ATP 250 que Cristian Garín y Nicolás Jarry ayudaron a lograr.

Al final del día esto se transforma en una lucha de consciencias, del deber ser, de qué es lo correcto y qué no, de los negocios de uno u otro, del compromiso como país. En la ANFP quieren retomar el campeonato cuanto antes, en los equipos la opinión es distinta. No debemos perder el objetivo y al final hay algunos que han entendido cuál es el mensaje, los grandes estamos aprendiendo de los pequeños, de esos que decidieron mostrarnos una realidad que no estaba oculta, que no queríamos ver. Jorge Valdivia quiere terminar el campeonato y dar por ganador a Universidad Católica, es opuesto a la Libertadores. Esteban Paredes opta por no jugar hasta que se resuelva la situación del país. Según él ha conversado con compañeros, con otros colegas. Todos piensan lo mismo. Hay convenios, contratos firmados, auspiciadores que quieren estar disponibles para una final, para el torneo nacional, dineros que van más allá de la simple transmisión.

Sin ir más lejos el ATP 250 tendrá un costo de 500 mil dólares para el gobierno. Hoy en duda, es uno de los eventos deportivos que de acá a fin de año se puso inmediatamente en tela de juicio. Su costo salió rápidamente a la luz, ante un deporte que no alcanza la masividad del fútbol y que por ende tiene frentes más débiles que el resto. ¿Con Roger Federer? Un amistoso que servirá para que los fanáticos puedan ver a uno de los más grandes tenistas de todos los tiempos en acción y en suelo nacional. El costo de realizarlo no debe ser mayor, el prestigio de nuestras canchas no se ve afectado si al rey se le dice que la situación no da para que venga a jugar.

Lo más probable es que los empresarios que organizaron la llegada del tenista pierdan un poco de dinero, pero recuperen lo invertido en un par de meses. Acá lo importante, más allá del dinero que puedan hacer algunos, es la capacidad de sensibilizar con la realidad nacional y buscar soluciones para llegar a una pronta recuperación sin tener que tapar el hoyo con eventos que sirven de espejo a lo que ocurre realmente. Chile no tiene que mostrarse como el país fuerte, el que no tiene problemas, al que nada le pasa. Eso cambió, la idea de cumplir la agenda programada me parece perfecta, siempre y cuando seamos capaces de amenizar con lo que ocurre.

Si se hubiese jugado la Copa Libertadores, hubiese sido como decirle al resto… acá estamos, no pasa nada, esto es solo una explosión de unos cuantos que tenemos controlada y que no afectará nuestro negocio. La Conmebol tenía la idea de presentar dos alternativas. Aplazar la final una semana más o realizarla en otro país. Dos alternativas que le permitirían a nuestro gobierno tomar una decisión acorde a los tiempos que vivimos. Finalmente y evaluando el escenario, se optó por la mejor postura posible, sacarla de Chile, llevarla a Perú, que puede disfrutar tranquilamente de un evento de tales características, que no le importa que dos de las hinchadas más grandes del mundo puedan festejar en sus calles. Nuestro país perdió una gran oportunidad, perdió su gran deseo: Demostrar que si podemos organizar una final de carácter mundial asegurando la seguridad y el buen show. Quedamos expuestos ante la opinión del mundo, pero ¿Qué tiene de malo? Todos nos caemos, pero al final del día más fuerte nos levantaremos.

Acá pasa lo mismo. Aprenderemos de nuestros errores, creceremos y tarde o temprano tendremos la oportunidad de demostrar que si podemos hacer un gran espectáculo, que si podemos ser un país que promueve lo mismo que busca el fútbol: Respeto, unidad, equidad, compañerismo, solo por nombrar algunos.  En cuanto al torneo nacional… si están las condiciones ¿Por qué no? siempre y cuando exista la posibilidad de querer brindar un espectáculo para solidarizar con la gente, por ejemplo, repartiendo los ingresos de los partidos para ir en ayuda de los dueños de negocios pequeños que lo perdieron todo por saqueos no me parece mal. Amenizar, concientizar, de eso se trata. Seamos uno, ayudémonos a salir adelante.

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