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Reportajes

12 de Noviembre de 2019

Caos y violencia policial en población Lo Hermida de Peñalolén: “A los pobres nos pegan y nos matan”

Estefanía Labrín.

Durante la mañana del lunes, varios vecinos de la población Lo Hermida de Peñalolén denunciaron a través de registros difundidos en redes sociales, que carabineros golpearon a patadas y lumazos a un joven de 22 años. Durante la noche, la violencia se agudizó en la zona y terminó con barricadas y enfrentamientos en las afueras de la subcomisaría de la comuna. The Clinic conversó con la madre del joven agredido y caminó por el lugar junto a los vecinos del sector para reconstruir una jornada fatídica que, pese a todo, entrega algunas luces en medio del estallido social: una comunidad más unida que nunca.

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Hoy, martes en la mañana, en Lo Hermida los niños estaban en las calles recogiendo perdigones, cartuchos de lacrimógenas y balines. “Se lo toman como un juego, pero están ayudando a juntar evidencia para que se sepa lo que pasó”, comenta María, una de las vecinas de Peñalolén que vive en la esquina de Los Presidentes con el pasaje Santa María. Su casa parece un campo de batalla: hay balines y perdigones en el suelo de su jardín y su living está con todos los muebles hacia la pared. “Fueron tantos heridos en un momento, que habilité una especie de hospital acá. Había 20 personas aquí adentro”, cuenta. María tiene poco más de 50 años, su casa, decorada con varios bustos de Salvador Allende y una pared completa de libros, fue el centro de operaciones de una de las noches más violentas que ha vivido la población desde que comenzaron las movilizaciones sociales. Este lunes se hizo viral un video en el que Carabineros apaleó a un joven en las calles de Lo Hermida, a plena luz del día mientras la gente gritaba “¡No hizo nada!”. Para entender su historia, hay que retroceder a la madrugada de este lunes.

LA VIÑA DE LA DISCORDIA

“Mira, esto comenzó con las promesas de los concejales”, comenta uno de los vecinos. Dicen los pobladores, que varios fueron a una reunión de las juntas vecinales, y dijeron que un pedazo de los terrenos que la Viña Cousiño Macul podría destinarse al Serviu para hacer viviendas sociales. “Pero al final no pasó nada, y quedaron como privados esos terrenos, entonces la gente se enojó y se lo fue a tomar en la madrugada”. Eran cerca de 300 familias que llegaron temprano a instalarse con carpas desde distintos sectores de Lo Hermida y Peñalolén. Insistían que se les había prometido desde la Municipalidad, que 40, de las 120 hectáreas de la Viña, iban a utilizarse como terrenos para construir viviendas sociales. Sin embargo, desde la calle Los Presidentes ya se ven a lo lejos las grúas de constructoras privadas. “Esas son las casas para ricos, ¿y nosotros cuándo?”, dicen los vecinos.

Fue en este contexto que Gianfranco Cabello, de 22 años se levantó a trabajar en la mañana del lunes 11 de noviembre. Se desempeña como jornal en la Viña Cousiño Macul y vive en Lo Hermida. “Se levantó temprano como siempre”, nos dice Mary, su madre, que quiso omitir su apellido porque dice que ahí todos tienen miedo a que los identifiquen los Carabineros de la subcomisaría ubicada a unas cuantas cuadras en Los Presidentes. “Salió temprano y cuando llegó allá, y vieron la toma, lo mandaron de vuelta para su casa. Yo creo que los Carabineros lo vieron saliendo de ahí, y pensaron que él era parte de la toma, porque cuando venía caminando para acá lo agarraron a palos y golpes”. Estos golpes quedaron registrados en un video que rápidamente comenzó a ser difundido en redes sociales. “Yo lo vi, pero solamente pude verlo una vez, no pude más. Me dolió…”, dice con la voz quebrada, haciendo una pausa.

Mientras habla, en la televisión aparecen las imágenes de la 43° Subcomisaría de Carabineros en la que se refieren a los ocho funcionarios heridos en un incendio. Un incendio que se inició algunas horas después de la golpiza que sufrió su hijo. “Yo fui a la comisaría a buscarlo, estuve desde las 11 de la mañana hasta las 9 de la noche ahí parada, y no me decían nada, no me decían por qué tenían detenido a mi hijo. Después, cuando lo soltaron, no me entregaron nada, ni un papel ni nada, él tuvo que ir a la mutual hoy en la mañana para atenderse por accidente de trayecto, porque Carabineros no le dieron por último un papel que dijera que le pegaron, para poder justificar lo que le pasó”, relata.

Hoy frente a la subcomisaría, y en las tres calles aledañas que llegan a ella, había barricadas, rocas en el suelo y muchos perdigones. La subcomisaría se veía con algunas manchas negras, características de un incendio, pero sin daños más allá de la fachada. El capitán Luis Hernández habló con la prensa durante la mañana, y emitió declaraciones en vivo en los noticieros, afirmando que hubo disparos contra el cuartel. Dice que de los ocho uniformados heridos, dos fueron lesionados por pedradas, cuatro con impacto de perdigones, y dos por “elementos corrosivos”. No entregó registro de los civiles heridos, pero un cuaderno que circulaba entre los mismos vecinos, con nombres anotados a mano. Se registraban en total 16 personas.

RECUADRO: A la fecha, se registra una medida de protección decretada por el 13° Juzgado de Garantía el 23 de octubre, que prohíbe a Carabineros de la 43° comisaría acercarse a tres adultos y un adolescente de la comuna de Peñalolén. En paralelo, el INDH interpuso dos querellas por delito de tortura durante los primeros días de movilización social.

“ENTRARON A MI CASA ASÍ COMO SI NADA”

Paulina Martínez es madre de dos hijos, “el más chico llegó de cartonear a la hora de once, y sentimos un golpe en el vidrio, y vimos, y era una bomba lacrimógena que había caído en la cama, salía mucho humo. Entonces mi hija, Aylin, la tomó rápido y la tiró hacia afuera”, relata, tiene un pañuelo amarrado con el cual se sostiene el brazo desde el cuello. Tiene una marca morada muy evidente a la altura de su codo, y la cara con algunos moretones. Su casa tiene tres puertas rotas. La de entrada, sin chapa, la de su dormitorio, con un agujero profundo, como si alguien le hubiese atravesado un puño, y la de su hija, rasgada en la parte de arriba. “Nos encerramos rápido y veíamos por la ventana que un chiquillo entró corriendo al block y subió al tercer piso, pero el paco dijo ‘no, si se fue pal segundo’, y aquí estábamos nosotros. Y ahí fue que sentí cómo, entre varios pacos, golpeaban y trataban de botar la puerta”. Dice que intentó afirmarla, y que cuando finalmente entraron le decían “sale de acá vieja conchetumadre”. Poco después le empezaron a pegar patadas a mis hijos: “Yo no sabía que mi hija Aylin estaba embarazada, me enteré ahí, tenía dos meses casi me da un infarto cuando me dijo porque la agarraron a patadas en el suelo, y le pegaron con el bototo directo en el ojo, mírela ahí”. Aylin está abajo, desde la ventana se ve su ojo derecho teñido de rojo y morado.

“Mi mamá tenía caído el codo, una vecina se lo encajó”, dice Aylin y agrega: “A mí me pescaron del pelo y al tiro al suelo, ahí solo recuerdo la patada en el ojo, y me cubrí la cara, yo no le había dicho a nadie que estaba embarazada todavía, yo me enteré hace dos semanas”. Nos cuenta que su mamá y su hermano tienen problemas: “no es fácil para ellos, mi mamá tiene depresión, y mi hermano se ha intentado tirar varias veces a la zanja para matarse”.

En el mismo grupo de blocks, vive José Campos junto a su mamá, la pareja de ella y sus dos hermanas, la más pequeña tiene 20 días de nacida. “Estas 15 horas de guerra no se las doy a nadie, fue campal”, dice parado al lado de la recolección de perdigones, balines y lacrimógenas que juntan los vecinos. “A mí me dispararon desde mi casa, yo estaba resistiendo, agarrando la reja cerrada para que no entraran las lacrimógenas y no afectaran a mis hermanas. A mí me llegó un poco en la cara y otro poco en el ojo”, dice. En sus manos tiene el diagnóstico médico que le dieron en el consultorio.

En el recinto de salud en tanto, no emitieron declaraciones oficiales, pero según la información que dieron trabajadores que prefirieron no identificarse, hubo más de 100 heridos durante la noche. Ellos decidieron atenderlos a pesar del paro nacional convocado para hoy.

LA ETERNA LUCHA DE LO HERMIDA

María, la vecina que inició toda la búsqueda, y quien nos recibió en su hogar, el centro de operaciones en Los Presidentes, vive en la población Lo Hermida de Peñalolén hace 40 años. “Llegué cuando tenía 17 años acá, en dictadura. Los cabros de ahora a veces se enojan porque nosotros los viejos no participamos tanto como ellos, pero tienen que entender que a nosotros ya nos tocó estar ahí, en primera línea, ya fuimos de los que estaban defendiendo a los de atrás, ahora ellos tienen que ser la barrera de nosotros, si todo en esta vida es un ciclo pues”, dice ella mientras caminamos hacia la Junta de Vecinos N°19, donde un equipo de estudiantes de medicina ofreció voluntarios para atender a los heridos.

Ella siente que todo esto que pasa es más o menos lo mismo que ocurría en dictadura.  “Los helicópteros, los militares y carabineros metiéndose a las casa. A una le da angustia, no sabemos qué va a pasar. Pero igual vi el otro lado, era como lo mismo que antes, cuando están en peligro las casa de los vecinos son de todos, en mi casa entró tanta gente y confiábamos tanto entre nosotros, era como unirse, si tenemos al mismo enemigo”, dice.

Este martes, las dos juntas de vecinos más organizadas del sector, ya estaban preparando ollas comunes; sus sedes se llenaban de personas que llevaban insumos, comida, verduras (justo hoy martes es día de feria), y bebidas. En la junta de vecinos N°19 estaban instalados Renzo, Paula y Sebastián, miembros de un grupo de estudiantes de medicina, paramedicina, incluso psicología que ayudan de manera voluntaria en las manifestaciones. Nosotros nos enteramos por el grupo de coordinación que tenemos que estaba pasando esto aquí, dice Renzo: “Llegamos acá a las 12 de la noche y había muchos cortes de calle, gente que veíamos muy afectada por las lacrimógenas”. Todos están tomando desayuno, pasaron la noche en la Junta de Vecinos y están a la espera de lo que pasará hoy. “No sabemos si iremos a Plaza Italia, o nos quedaremos acá a ayudar. Probablemente nos quedemos acá porque en Plaza Italia hay harta gente, pero en las poblaciones no hay tanta ayuda y los están hiriendo mucho”, dice Sebastián, que vive en Quilicura.

“Es impresionante, en mi comuna nunca en la vida había pasado nada, y ahora están todos despiertos”, dice Paula. Ella es de Brasil, estudia psicología en Chile y dice “vine para ayudar con apoyo psicológico porque la gente lo necesita mucho”.

En la junta de vecinos N°18, a unas cuadras de la zona de conflicto ya estaban calentando el agua para la olla común. “A mí me gasearon en la cara y no estaba haciendo nada”, dice una de sus miembros, todo mientras llenan una olla profunda y discuten si harán lentejas, porotos o fideos. “La olla común es una de las cosas más lindas que tiene la historia de Lo Hermida y es bueno recuperarlo”, dicen mientras cocinan. Se iban a instalar a la hora de almuerzo para colaborar con los vecinos.

María recorrió todas las calles de Lo Hermida en busca de estas historias con The Clinic; a la vuelta de su casa, después de casi cuatro horas buscando a los protagonistas de la historia de Lo Hermida, dice “lo que yo sé y lo que está claro, es que éstos ya no van a seguir gobernando aquí, que no se pasen rollos con eso. No va a pasar. Más encima quieren hacer una Constitución nueva ellos mismos… ¡no! Eso no lo vamos a aceptar, nadie acá lo va a aceptar, tú hablaste con ellos y la tienen súper clara, muchos de ellos no tienen ni cuarto medio, pero algo que sí saben identificar es cuándo los están cagando”.

Cuando volvimos a la esquina de Santa María con Los Presidentes, se encontró con su compañero, como le dice ella. Ya habían llegado los periodistas televisivos al lugar y dirigían la cámara a la montaña de perdigones, bombas lacrimógenas y balines que había crecido considerablemente desde la mañana cuando los niños recién empezaban a recogerlas. María se despide y dice: “Yo lo único que espero es que esto pueda cambiar, y que no tengamos que vivir lo mismo de nuevo, la gente acá en Lo Hermida ya lo pasó mal la primera vez (en Dictadura), ahora le toca a los jóvenes evitar que pase de nuevo”.

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