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13 de Noviembre de 2019

María Música Sepúlveda: “Lo único que nos va a salvar de la rabia es la acción directa”

Alejandro Olivares

Hace 11 años María Música Sepúlveda alcanzó notoriedad nacional por lanzarle un jarro de agua a la ministra de Educación, Mónica Jiménez. “No es la forma”, se dijo y la polémica hizo arder los medios. María Música era una alumna del colegio Darío Salas que en ese minuto fue llamada a dialogar con la autoridad. Lo cierto es que las nulas respuestas sobre la violencia y represión que día a día vivían ella y sus compañeros de liceo, la impulsaron a cometer un acto que fue calificado por la entonces Presidenta Michelle Bachelet como “profundamente antidemocrático”. Hoy, en medio del estallido social que partió el 18 de octubre, María Música Sepúlveda Cavieres analiza junto a The Clinic los problemas de organización de esta movilización y su pesimismo frente a una posible Asamblea Constituyente.

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“Yo no siento ningún grado de arrepentimiento (…) Resulta que la gran falta de respeto que yo ocasioné, elevémosla a diez y con todos los estudiantes de Chile que salen a las calles. Esa es una falta mucho más grave a los Derechos del Niño, ¿por qué a ella no se le dice nada y a mí sí?”. Esas palabras corresponden a María Música Sepúlveda, la entonces dirigente pingüina del colegio Darío Salas después del incidente con la ministra Jiménez. Tenía sólo 14 años cuando con total tranquilidad le respondió al periodista Iván Núñez que no se arrepentía de haber hecho lo que hizo. Eso tuvo consecuencias para ella: su matrícula fue cancelada a los pocos días.

De ese hito en la vida de María Música han pasado 11 años. Estudió ingeniería de alimentos, pero no se tituló. A medio andar en la carrera y con un hijo, supo que no quería dedicarle su vida a trabajar en grandes empresas de alimentos. De a poco, comenzó a aprender sobre alimentación saludable y cultivo de cannabis, lo que la impulsó a fabricar aceites medicinales.  “El primer aceite se lo pasé a unos vecinos y les gustó, dejaron las pastillas del consultorio. Ahí entendí que lo que estaba haciendo era más importante que trabajar para cualquier empresa del rubro de los alimentos. Ahí fue cuando dije: ‘no, esto no lo puedo dejar, este es mi aporte’”. Y siguió aprendiendo. Tomó talleres de instalación de paneles solares, electricidad y energías renovables. Allí conoció a su pareja, con quien hace talleres que mezclan conocimiento de cultivo de cannabis, salud y energía. 

En pleno estallido social motivado por la precarización de la vida y un modelo económico que atentó contra los ciudadanos, María Música Sepúlveda, de 25 años, le contesta el teléfono a The Clinic para exponer su visión sobre la violencia y el modelo que debe imponerse una vez que pasen las revueltas sociales.

Hace varios días que se está viralizando el video en donde te piden explicaciones por el jarro de agua que le tiraste a la ministra Jiménez en 2008. Con la perspectiva del tiempo, ¿qué reflexiones tienes sobre lo que está pasando? ¿Cómo has visto todo este estallido social?

-Me han mostrado caleta ese video en estas últimas tres semanas, creo que me he visto más en la pantalla que en el espejo. A cada rato me lo comparten y me mandan saludos. Es lindo eso igual, me da cosa, pero aparte del sentimiento igual hay un análisis crítico al respecto.

¿En qué consiste ese análisis crítico? ¿Cómo interpretas esto?

-Cuando partió todo, lo primero que sentí es que era falso. Porque yo conozco a la gente, con suerte hay juntas de vecinos. Hay re poca organización y la organización que hay es súper periférica, los que hacen su actividades por aquí, por allá, pero creo que no hay una organización sólida que sea capaz de levantar una revolución. Entonces, yo altiro dije: “no, alguien está moviendo los hilos por detrás”. Y claro con los días empezamos a ver, que nadie está convocando, en las propagandas no hay logos de organizaciones, pero lo único que coincidía era esta idea de  Asamblea Constituyente. Mi visión personal es que el Estado a nivel nacional no es representativo.

¿A qué te refieres cuando dices: “no es representativo”, si fue elegido democráticamente?

-Mi visión es que con 200 años de colonización, 500 años de guerra, el Estado para mí no tiene mucha representatividad. Más allá de que no ande con el trarilonco pa todos lados ni mi piel sea morena, yo tengo claras mis raíces, y me he preocupado de conocer la cultura de mis ancestros. Entonces, respeto caleta la cosmovisión indígena. Me toca el corazón el tema mapuche. 

¿Esa discusión es la que te convoca en esta pasada?

-Sí, en realidad, creo que el micrófono deberíamos pasárselo a ellos. Nosotros de alguna manera nos sentimos como: “oh, bacán. Podemos salir a la calle a desatar nuestra rabia con un cartel, con una olla…”. Y eso es porque de alguna forma ellos no han dejado de luchar en todo este tiempo. Entonces yo no veo madurez política de la población para hacer esa reflexión y decir: “bueno, en realidad nosotros qué pito vamos a tocar en escribir una nueva Constitución si ni las antiguas fueron ideadas acá, con conciencia de la población que siempre habitó estas tierras”. Es incoherente pensar en una nueva Constitución, porque la base es incoherente. Puede que tenga una visión crítica pero yo veo lejana una transformación real. Tengo la impresión de que esto va a parar con algo, no sé con qué, pero con algo lo van a parar y que se va a levantar algo nuevo y más poderoso en diez años más. Porque los hijos de los que hoy día perdieron un ojo o perdieron la vida, van a ser adolescentes y esos hueones sí que no le van a tener miedo a nada. Y lo peor, van a tener la experiencia de que “mira, mi familia no se organizó, ellos no hicieron una guerrilla para ir a tomarse La Moneda o el Congreso” y ellos sí que lo van a hacer.  Ahora siento que no hay mucha reflexión sobre cómo organizarse.

Igual tengo la sensación de que a diferencia del movimiento de los pingüinos, movilización universitaria o incluso en No + AFP, esto alcanzó una transversalidad enorme. ¿No será un poco pesimista decir que en este contexto no va a pasar nada?

-No es que mi visión sea pesimista, al contrario, esta sensación que tengo me asegura que lo que viene en el futuro será una hueá totalmente nueva y que no se ha visto nunca. Y creo que la Asamblea Constituyente no es el camino. Se hizo en Bolivia, en Venezuela y, claro, podemos rescatar cosas valiosas como los temas de derechos humanos, la educación gratuita, pero, acá ya han llegado venezolanos que no son de derecha necesariamente y que te dicen: “sí, tenemos educación gratuita, pero sigue siendo del Gobierno, que sigue robando plata, no es de la mejor calidad”. Entonces espero que esa generación nueva va a buscar hacer algo totalmente transformador, esa es mi esperanza. Yo sería negativa si dijera “se va a hacer una Asamblea Constituyente y vamos a transformar la que ya está”, porque significaría que no va a cambiar nada.

¿Cuál crees tú que es la gran falencia de este movimiento?

-Es que yo digo chuta, no hay ni siquiera un aparato de seguridad del pueblo. O sea, si hoy día en la tarde balean a alguien no hay nadie que pueda impedirlo, no hay nadie que pueda prevenirlo, no hay organización para algo tan vital. Entonces, eso me da miedo, me da pena, me da un poco de rabia porque pucha ¿quién está moviendo los hilos detrás que es capaz de hacer un afiche para llamar a una marcha, pero no es capaz de hacer un afiche para que la gente se sepa organizar?

¿Cómo han cambiado las cosas desde ese 2008, cuando te hiciste famosa?

-Lo que me encanta es que ahora los cabros no necesitan ni de partidos, ni de líderes. Es algo que ni siquiera se discute, viene súper incorporado en ellos y eso es bacán. Y creo que, desde el 2000 hasta ahora, han madurado. Ahora, también hay muchos que se dieron cuenta y dijeron: “pucha, yo perdí mi tiempo tirando piedras en la Alameda, ahora estoy trabajando, seguí estudiando para ser alguien en la vida”. Y ese es el punto fundamental de todo porque ¿qué es ser alguien en la vida? Esa es una pregunta elemental que la gente que está marchando no se ha hecho.

Es que parece una pregunta difícil de responder…

-Sí po. ¿Quién soy? ¿Para dónde voy? ¿Por qué existo? ¿Cuál es el sentido del ser humano en la Tierra? Nadie se lo ha preguntado. Por eso ninguno sabe qué lugar ocupa en el universo. Y de ahí viene todo el tema porque nos alejaron de nuestro ser consciente, estamos perdidos y nuestro cuerpo está automatizado todos los días para servirle a un sistema que no nos retribuye nada y nos despoja de todo. 

¿Te has hecho esas preguntas tú? ¿Qué has resuelto?

-Yo me he visto enfrentada muchas veces a ese tema. ¿Para qué voy a estudiar tanto? No sé po, mejor trabajo no más. Yo todos los días veo a gente que quiere ser alguien en la vida. Gente que se mata y endeuda estudiando y no llega a ninguna parte. Todos quieren llegar a ser alguien y en serio po: ¿Qué es ser alguien? ¿Tener plata? ¿Tener casa? ¿Tener auto? Y no, no es eso. Justamente la visión indígena dice que tú perteneces a esta Tierra y tienes que cuidarla, administrarla y hacer un aporte en ella. Siempre nos vamos a sentir deprimidos si somos una mierda con ella, porque la consciencia no nos deja y nuestros cuerpos nos delatan. Si quieres sentirte bien, tienes que hacer algo que valga la pena. De verdad yo creo que uno llegó al mundo para hacerle un aporte a la vida en la Tierra y aunque no hayas ganado plata, te vas a dar por pagado porque sea lo que sea, dejaste algo. Y esa hueá es la que no quieren que los cabros reflexionen. Porque o si no los cabros ya habrían dejado la cagá.

¿Por qué crees que ahora no es el momento de esa reflexión? 

-Por la maduración, porque si bien están marchando hacia el Costanera y todo, no hay trabajo comunitario. O sea, después de la marcha cada uno pa su casa, nadie deja de trabajar, los niños siguen yendo al colegio. No hay organización, no estamos haciendo clases populares, no estamos organizando ollas comunes, nada. 

¿Has participado de esta movilización?

-Sí, he participado, he ido con mi hijo que tiene siete años. Él también está encandilado con todo, quiere ir a cacerolear cuando puede, ir a protestar, me dice: “me tomo una lechecita y vamos a protestar”. Entonces, yo veo cualquier power en ellos.

En él tienes la fe puesta.

-Sí, totalmente. Veo su conciencia ingenua, limpia, que quiere cuidar las plantitas, los animalitos. Estos niños son cabros bien sanos y son hijos de cabros que ya no le compran a este sistema, entonces vienen más libres de conciencia. Aparte, hemos participado en un par de cabildos. Yo lo que más quiero es tratar de aportar en algo y ahora mismo, tú me escribiste y yo también lo dudé porque me da cosita. Cuando era chica estuve en la portada del Clinic y yo también me cuestionaba aparecer de nuevo. Pero creo que ahora tengo que aprovechar el momento para ser un aporte y si mi opinión sirve de algo, démosle.

Oye y volviendo al tema de las movilizaciones ¿has visto a alguien de la clase política que rescates de todo esto? ¿O estás totalmente descreída de las autoridades?

-Sí, totalmente, todos tienen cara de que quieren dinero. Porque en verdad, yo digo, si yo tuviera plata lo primero que haría sería organizar las hueás, ayudar a encausar a la ciudadanía, apoyar lo que está pasando y estos no han organizado ni una olla común. 

Pero igual hay políticos que han puesto el ojo en la gente con iniciativas populares. ¿Cómo has visto esas maneras de hacer política que nuestra generación al menos, no había visto antes?

-Jadue es un súper buen administrador de las comunas, por eso Lavín le copia en todo. Pero creo que tiene buenas ideas para administrar el capitalismo y yo no comparto la visión de sociedad que tiene él. Yo comparto una visión de sociedad mucho más comunitaria, mucho más desgobernada por decirlo de alguna forma. Él cree en las leyes, él cree en el Estado y yo no. Igual creo que incluso puede que salga presidente Jadue. 

Uno de los temas que me interesa abordar contigo es la violencia por parte del Estado y la respuesta, por otra parte, de la ciudadanía. Primero, ¿te trajo algunos recuerdos? De alguna forma tú fuiste súper cuestionada en su momento por lo que hiciste, sin embargo ahora, con el paso del tiempo uno escucha los argumentos que expusiste en esos años y dices: pucha sí, tenía razón igual. ¿Cómo has visto toda esta violencia?

-La violencia policial siempre ha existido y en esos años también te sacaban la cresta los pacos. Me acuerdo que en ese tiempo estrenaron las lumas retráctiles y los pacos entraban a las tomas a sacar la chucha no más. Y yo recuerdo que eso me daba rabia. Y es una rabia que se guarda en la guata, que acumulas. Yo de verdad creo que si no hubiese botado mi rabia ese día -cuando lanzó el jarro a la ministra- yo creo que, ahora, me habría inmolado en La Moneda y la hubiera hecho explotar. O una hueá así. Es que era mucha la rabia que sentía. Y tenía mucha pena además, mucha rabia a una edad en la que uno es vulnerable. Entonces, si yo no hubiese canalizado esa rabia de esa manera, no sé qué podría haber pasado conmigo. Creo que lo mejor que puede pasarle a la gente en este minuto es botar la rabia. Háganlo, inténtenlo. Yo antes no lo decía, porque tenía miedo de que me criticaran. Ahora, estoy más segura que nunca de que en esa época tendría que haberlo dicho. Lo único que nos va a salvar de la rabia es eso, la acción directa. Si la gente no se sienta en el sillón presidencial y dice: “se acabó Chile, se acabó el Estado”, está hueá va a seguir como está. Quizás suena demasiado radical, ese es el problema, pero yo les digo: con una marcha pacífica la violencia no se va acabar. 

¿Y cuál es el camino entonces?

-La gente no quiere tomar las armas, no sabe usarlas, no hay entrenamiento y capaz que se maten entre ellos mismos. Entonces, no sé cómo se va a terminar el tema de la violencia. 

¿Cuál es la respuesta?

-Es que si nos seguimos exponiendo así inocentemente yendo a las marchas, con los ojos descubiertos, nos van hacer cualquier cosa. Lo que quiero decir es que si yo estuviera en primera línea, estaría con armadura de hierro. La  finalidad, y eso es lo que encuentro tonto de todo esto, cómo va a ser ir a pelear con los pacos, si esos hueones tienen menos conciencia que nadie. Aquí necesitas llegar al poder, a la cúspide. Yo no sé por qué nadie ha llamado a hacer eso, habiendo tanto profe de historia dando vueltas: ¿no se acuerdan de Pancho Villa?, ¿no se acuerdan cómo llegó al sillón y se sentó?

Dices que crees que esto fue organizado. ¿No ves posible la idea de que los ciudadanos se hayan cansado de toda la violencia y desigualdad que viven a diario?

-Sí, pero es una efervescencia. ¿Esto por qué no pasó cuando mataron a Catrillanca? ¿Por qué no pasó cuando mataron a Macarena Valdes? ¿Por qué pasó cuando subieron $30? Es una efervescencia. Si yo empiezo a gritar acá en la calle, más de alguno me va a seguir, y es porque hay una efervescencia. 

Pero a esa efervescencia, ¿no le ves futuro si no se organiza?

-Si no se organiza estamos cagados, nos van a aplastar, nos van a matar, como ya lo han hecho. Acá no tienen miedo de apretar el gatillo y poner la bota. Imagínate, sacaron a los milicos al toque. En este momento somos un bebé que llora por comida, un bebé que llora porque le cambien el pañal, un bebé que está frente a otros bebés y no se da cuenta de que se tiene que sacar el pañal él mismo y que tiene que ir a conseguir su alimento, porque o si no lo van a matar para que deje de llorar o se va a morir de hambre. Si ya nos están matando. Nos vamos a morir de cáncer. Los cabros en Quinteros se van a morir llenos de tumores, eso es lo que va a pasar. Si oye, nos están matando día a día, no es necesario que nos apunten al globo ocular. Nos están matando a través de la comida, a través del aire, a través del agua y es menos directo, entonces, no es tan impactante. 

¿Qué le dirías a esa cabra de 14 años ahora en perspectiva? 

-Que tuviera fe en esa energía que me invocó en ese minuto. Para mí fue un episodio súper místico. Justo ese año comencé a meditar y me fui en una volá de angustia, de decir: “conchesumadre, está la cagá”. Yo tenía 13 años y decía “conchesumadre está la cagá y estos hueones no van a soltar el poder y la gente no tiene la capacidad para botar esta rabia”. En ese tiempo los compañeros decían: “¿y qué pasa si salimos a la calle con fuerza?”, “no hueón, estos hueones pueden sacar a los milicos y ahí la gente va a quedar para la cagá”. Me acuerdo que lo conversábamos: ¿qué pasa si radicalizamos la lucha? Y la respuesta siempre era: van a sacar los milicos, y hasta ahí llegaba la conversación. Entonces, yo sentía mucha impotencia. Yo dejé de creer en el Dios cristiano hace rato, pero sí creo que en el universo hay una energía que nos trajo a la Tierra y que tenemos una misión en la Tierra. Y que todos tenemos un aporte que hacerle a la Tierra y hay que descubrirlo no más. Entonces cuando hice lo que hice con la ministra sentí como una liberación. Fue re loco porque de ahí en adelante no tuve miedo, sentí que la vida me protegía y hasta el día de hoy yo confío en la vida y en el propósito que me tiene. No sé cuál es pero, me ha enseñado como quiere que actue. Entonces, yo le diría esto a esa niña: “Confía en la vida, confía no más que llegaste hasta aquí por hablarle a la vida, por tener esa conciencia”.

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