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Entrevistas

7 de Diciembre de 2019

Miau Astral: “El miedo a ser persona después de que te violentan es muy duro”

Emilia Rothen

Esta entrevista se hizo cuando Chile era otro, cuando Consuelo Ulloa apenas lanzaba “Astrología para tiempos difíciles”, su primer libro. La entrevista la realizamos en un café por Vicuña Mackenna, al lado del hoy desaparecido bar La Terraza, a solo metros de la Plaza de la Dignidad, ex Plaza Italia. No había muertos conocidos, con rostro. No habían cifras demoledoras de mutilados por fuerzas policiales, ni sospechábamos la posibilidad de ser parte de un toque de queda. No conocíamos a los primera línea, no hablábamos con los vecinos, no participábamos de Cabildos. Desconfiábamos tibiamente de los políticos y quienes nos gobiernan. Teníamos metro después de las 21 horas. No cantábamos al unísono que la culpa no era nuestra. Eran tiempos difíciles, como dice el nombre del libro, pero no lo sabíamos tanto como ahora. En esta conversación con Miau Astral, la astróloga más aguda de redes sociales, cuenta la historia de violencia machista que la marcó para siempre y deja testimonio de una vida que conocimos y que ya no existe más.

Por

“Gracias por tu presencia en mi vida. Y espero, ojalá más temprano que tarde, que el karma te encuentre y te devuelva con creces todo lo que me hiciste, porque la justicia de este mundo no ha hecho nada por restituir tanto dolor. La culpa nunca fue mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía”. Con la letra de LasTesis, Consuelo Ulloa, más conocida como Miau Astral en redes sociales, relató en parte la experiencia de abuso que vivió a manos de una ex pareja. 

Por que sí, la performance que ha tenido eco en todo el mundo y que nació en medio del estallido social, apunta a una experiencia que todas las mujeres, de una u otra forma, han vivido. Desde la viralización de ese mensaje, cientos de mujeres han decidido contar públicamente sus relatos de abuso, violación y maltrato por parte de familiares, amigos, compañeros de trabajo, ex parejas y desconocidos. En esta entrevista, ocurrida previa al despertar chileno, la astróloga y socióloga desentraña el punto de partida de su propia transformación y cómo, asumir la violencia de la que fue víctima, le permite hoy entregar herramientas a otros para el autoconocimiento.

¿A qué querías apuntar con el nombre del libro: Astrología para tiempos difíciles? ¿Era para hablar de los tiempos que están ocurriendo o que fuera una guía para recurrir cuando nos sentimos sobrepasados?

-Tiene esa doble lectura. Astrológicamente hablando esta es la conjunción Plutón – Saturno -cada 35 años Plutón y Saturno se juntan- donde inician un proceso de transformación que dura dos años. Es un proceso plutoniano que significa abrir y sacar mierda, y a la vez un proceso saturnino que apunta a la disciplina, la responsabilidad y el hacerse cargo del karma. La última vez que se juntaron estos dos planetas fue en 1982: crisis del petróleo, inicio del proceso que inicia el fin de  dictadura, crisis en Medio Oriente. Ahora, esto mismo ocurre en Capricornio que tiene que ver mucho con la estructura del deber ser, con hacerse cargo de las responsabilidades, la relación con tradición, con la autoridad.

¿De qué se trató el cielo este año?

-Toda esta energía está pasando con el nodo sur de la evolución del Karma. El nodo sur es algo que tiene que ver con los eclipses y que tiene que ver con la limpieza de las energías. Este año para varios ha sido un año muy difícil, un año de mierda, un año lleno de cosas extrañas, de transformaciones, de dolores. Ha sido un año de perder el sentido, de perdernos completamente.

¿Y cuándo se acaba toda esta sacudida?

-Los eclipses grandes que hubieron en julio que fueron una antesala importante de la conjunción Plutón – Saturno, porque el eclipse que se dio el 16 de julio fue en el mismo grado que se va a dar la conjunción Plutón – Saturno el 12 de enero del 2020. Ya pasamos un umbral. Además, estamos con la presencia de Urano en Tauro, que habla de las revoluciones, de las transformaciones súbitas, de los cambios muy rápidos e intensos en Tauro. Y Tauro por su parte, habla de la estructura material, de lo estable, del dinero, de la relación la Tierra y la relación con lo femenino.

¿Hay esperanza o no?

-Con la mano en el corazón siento esperanza y a la vez, también siento desesperanza. Por un lado siento que los cambios que son necesarios para que el mundo se haga cargo de lo que implica el cambio climático, tiene que ver con destruir el capitalismo, tiene que ver con destruir la estructura económica desde la cual nosotros estamos explotando a la Tierra hace mucho tiempo, tiene que ver con cambiar la estructura de consumo, tiene que ver con cambiar las expectativas de vida, tiene que ver con cambiar todo. Cosa que es súper difícil porque implica sacar una cosa que está demasiado metida en nosotros y hacer algo de nuevo. Y como humanidad tenemos la posibilidad de hacer ese cambio. Para poder hacer ese cambio, las personas que están en el poder, tienen que soltarlo. Igual tengo muchas esperanzas en que nos peguemos la cachá en algún momento y que todo lo que está pasando en el cielo se transformara en un cambio real. 

GENERACIÓN PERDIDA

Tengo la sensación de que este ánimo de sentirse perdido es muy de esta generación. ¿Cómo observas esto a partir del conocimiento astrológico que tienes?

-Creo que nosotros somos una generación heredera de las frustraciones de nuestros viejos. Somos herederos de las faltas de posibilidades que, tanto a nivel laboral como a nivel de realización personal, no tenían nuestros viejos, principalmente, por estar en la dictadura. Las expectativas de nuestros padres eran que nosotros lográramos cierta bonanza económica y siento que eso caló muy hondo en nosotros.

Claro, después chocamos de frente con la realidad y vimos que esa bonanza no era tan cierta.

-Claro, porque nosotros estudiamos, salimos de la universidad y nos damos cuenta de que tenemos que trabajar de nueve a seis en una pega y que tenemos los mismos problemas que nuestros viejos. Que no tenemos paciencia para poder para generar procesos de crecimiento y además, las pegas no nos permiten realizarnos profesionalmente, porque en la mayoría tienes que hacer trabajo de perkin, sobretodo al principio. Tienes que estar mucho rato peléandola para lograr algo. Todos los millennials, en general, queremos buscarle un sentido a lo que estamos haciendo. Los que nacimos entre el 1984 y el año 1995, tenemos a Plutón en Escorpión. Plutón habla de transformación, de las pulsiones que nosotros podemos hacer conscientes, que nos permiten depurar ciertas cosas que están más obsoletas. Escorpión, que es el signo regente, habla de encontrar la sombra. Entonces somos una generación que estamos en constante búsqueda de sentido. Las personas que nacimos entre marzo del 88 hasta febrero del 91, tenemos tres planetas en Capricornio. Tenemos a Saturno, Urano y Neptuno en Capricornio, y la mayoría de los que nacimos entre los 80 y los 90, tenemos a Urano y a Neptuno en Capricornio, entonces esa energía igual es fuerte. Con esto te quiero decir que nosotros tenemos el poder de la manifestación, de liberarnos de lo que consideramos deber ser.

¿Entonces no está tan mal que nos sintamos perdidos?

-Creo que estamos empezando a encontrar la posibilidad de hacer cosas de una vereda distinta. Romper con este esquema del laboral tan tradicional: “tengo que casarme, tengo que tener hijos, tengo que hacer esto, tengo hacer lo otro”. Estamos empezando a encontrar una vía, y desde ahí, siento que la cultura está empezando a crecer. Entonces claro, no es tan malo que nosotros estemos tan perdidos. Siento que también somos una generación que está en el medio porque nos tocó bailar con la fea muchas veces y eso es porque somos los hijos de la dictadura. Los cabros chicos de ahora son más acuarianos y tienen a Neptuno en Acuario, tienen a Urano en Acuario, tienen a Plutón en Sagitario que es una energía súper distinta: energía de liberación, energía de activismo, de mandar a la mierda, pienso que ellos la tienen mucho más clara. Nosotros, hijos de la transición, estamos en este proceso de liberación.

Claro, nos toca ver ambas cosas.

-Tenemos el rigor y, a la vez, tenemos el deseo de hacer algo. Nos provoca mucha neurosis y angustia no saber para dónde va la micro. Creo que la vida, y sobre todo después de lo que me pasó, es una y se te puede ir de un día para otro. Si no te gusta algo, mándalo a la chucha. No hay que sentirse atado con las cosas, con los proyectos, los amores. Si no te sientes bien, manda todo a la mierda y empieza a inventar otra cosa. 

¿Qué le tenemos que agradecer a la generación de nuestros padres?

-Una de las cosas que les envidio mucho a mis padres es esa posibilidad de estar tranquilos todo un fin de semana y sentirse tranquilos con eso. De repente no estoy trabajando, no estoy haciendo nada y me siento intranquila. Siento que todas las generaciones que vinieron están en una angustia constante de pertenecer, de mostrarnos, de estar en el mundo.

De acuerdo a lo que decías respecto al proceso de liberación. ¿De qué trancas crees que nos estamos liberando hoy?

-Primero, creo que estamos haciéndonos conscientes de las trancas emocionales que tienen que ver con crecer en una generación con crianzas súper duras y exigentes. Te mueres la cantidad de personas que viven angustiadas porque los papás le exigieron ser los mejores porque era la única forma de salir de la pobreza. Mis papás toda la vida me dijeron que tenía que ser independiente, que tenía que estudiar en un colegio emblemático y en una universidad bacán. Y después, llegué al mundo laboral donde, supuestamente, iba utilizar toda mi genialidad e inteligencia, y mandaba un informe una vez a la semana de cuántas reuniones se hicieron en las sucursales. Entonces son golpes al ego, es un zarpazo de realidad. 

Claro, pero eso tiene que ver con el modelo también, más allá de los astros.

-Es que claro, nos vendieron una pomada neoliberal, nos prometieron que íbamos a ser alguien y eso no pasó. Entonces estamos buscando formas alternativas que pueden ser, no sé, la proliferación de los podcast o conformación de colectivos culturales, colectivos feministas, de las mujeres que están buscando la sanación, los equipos de fútbol mixtos. Gente que está buscando su realización por otro lado. 

TIEMPOS DIFÍCILES

¿Cómo has vivido en lo personal este 2019?

Ha sido un año de mucha pega emocional. De mucho cambio, de intentar armar cosas, de cosas que se caen, de charchazos y, por otro lado, ha sido uno de los años en que más le he puesto pino a la terapia. He estado muy metida con psicólogo por un trastorno de estrés postraumático que me dio, entonces también ha sido un año de mucho conocimiento. Llevo harto tiempo en terapia, pero este año realmente tuve que hacerme cargo de reconocer mis emociones. El estrés postraumático lo que más te genera es disociación, entonces, uno no entiende qué es lo que está sintiendo. De repente estaba todo normal en mi vida y la única sensación a la que podía acceder era de desesperanza súper grande. Entonces, volver a educarme para poder sentir ha sido la pega más intensa de este 2019. 

¿Qué detonó ese estrés y todo este proceso que estás viviendo?

-Yo viví un pololeo donde hubo violencia de género bien grande. Conocí a este personaje después de que me echaron de un trabajo, el año 2016, justo para unos eclipses y a mi mamá le habían diagnosticado cáncer recién. Entonces, como que el gallo me pilló volando bajo y me dijo todo lo que yo quería escuchar. Me dijo que se quería casar conmigo, que era el amor de su vida, que quería ser mi familia. Todo muy rápido, muy intenso. Como estaba muy vulnerable acepté todo ese amor, porque necesitaba mucho cariño y al rato, cuando él ya estaba instalado viviendo en mi casa, empezó a llegar curado y jalado. Era barman, entonces trabajaba de noche, y cuando llegaba hacía escándalo. Se quedaba dormido en los ascensores, se agarraba a combos con gente, muchas veces lo tenía que ir a buscar. 

Mucha carga…

-Claro, paulatinamente eso fue generando mucha tensión emocional entre nosotros: peleábamos por nada, después perdí el trabajo porque me acosaba en la pega, me llamaba 50 veces mientras estaba allá para ver si tenía hombres alrededor. Le molestaba que yo tuviera amigos, que hubiera gente alrededor mío. Por ejemplo, cuando me iban a ver a la casa a mis amigos, él hueón andaba con mala cara y después eran peleas, gritos, empujones. Después se puso más violento y empezaron los combos. Una vez, por ejemplo, me agarró a patadas y me dejó inconsciente.

¿Cómo asimilabas toda esa experiencia? 

-Eso me lo fui comiendo emocionalmente sola, porque no le conté a mi familia que estaba pasando por eso, no le conté a prácticamente a nadie. Aunque habían muchas personas que cachaban que estaba quedando la cagá. Particularmente a mis papás no les conté que me habían echado de la pega porque no quería preocupar a mi mamá enferma. Entonces, me estaba comiendo como cinco cosas en paralelo. La cosa es que lo terminé echando de la casa, y después llegó a mi titulación, haciéndose el galán y diciéndome que me amaba.

Al día siguiente, yo le dije que no quería vivir con él y al día siguiente llegó a mi casa, curado, me sacó la chucha, me obligó a salir a la calle en pijama para ir a un bar a tomar cerveza, para interrogarme de todas las cosas que había hecho durante el rato que no estaba viviendo con él. Él hueón creía que me lo cagaba con todo el mundo y, la verdad, es que no tengo tiempo para andarme cagando a mis parejas. Era un desgaste emocional estar constantemente peleándonos, gritándonos, viendo cómo se gastaba la plata. Una vez se tomó y compró cocaína con toda la plata del arriendo.

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¿Cómo funcionaban las redes familiares? ¿Tenías algún apoyo?

-Sus papás me responsabilizaban, me decían todo el rato “¿¡pero por qué lo dejaste tomar!? ¿¡por qué lo dejaste hacer esta hueá!?”. Me vi envuelta en una relación, donde no llevaba tanto tiempo y donde no conocía tanto a la persona con la que estaba. De pronto me vi haciéndome cargo de todo. 

¿Cuándo colapsó todo para ti?

-Empecé a faltar muchas veces a la pega y él en un minuto me obligó a renunciar a mi trabajo. Fue al trabajo a decir que mi mamá se había muerto, me obligó a decir que mi mamá se había muerto. Después me fui a vivir con él a Puente Alto, porque yo no tenía cómo pagar las cosas, porque no tenía cabeza para poder hacerme cargo de ni una hueá. Fue una pesadilla que no paró. Después me llevó a trabajar a la playa y casi me mató en la playa. La noche de año nuevo del 2017 fue la noche más terrible que pasé en mi vida. Me escondí de él en un roquerío para que no me pegara. Después de eso, los papás se hicieron cargo de nosotros y yo la hueona, creyendo que era como una fase, pensé que él hueón iba cambiar. Y no po. Una noche él se enojó conmigo. Peleamos, me intentó ahorcar y me azotó contra las paredes. Ahí lo denuncié. 

¿Cuánto tiempo duraron? 

-Seis meses. Fueron como tres años condensados. Una relación de violencia de género lo que hace es que te chupa la energía y te chupa la voluntad. Estás todo el rato como tirante entre, “esto que siento que está mal ¿está mal que lo sienta?” y por otro lado él tirándote toda la culpa. Súmale que de por sí uno tiene problemas de autoestima y siente que es culpable de las cosas. Además con esta idea que porque tú le das amor al otro, lo vas a poder cambiar. Al final, era un círculo de nunca acabar.

¿Cómo fue tu vida después de todo ese proceso?

-Cuando terminé con él, volví a vivir con mi familia y no tenía nada. No tenía trabajo, no tenía cosas, perdí todo. Pero tuve suerte y a los cuatro días encontré trabajo. Fue heavy, sentí que, energéticamente, él me estaba bloqueando. A los días él empezó a llegar curao a fuera de mi trabajo. Tuve que pedirle a compañeros de la pega que me fueran a dejar al metro, porque tenía miedo. Más encima, los pacos no ayudaban porque tú haces la denuncia y los pacos no tienen en su registro la medida cautelar, él quedó con orden de alejamiento. Un día que estaba molestándome en la calle, le dije a los pacos: “pero oye, a este hueón yo lo tengo con una orden de alejamiento”, y ellos no tenían la orden de alejamiento, me dijeron pero es que “usted tiene que andar con la medida cautelar”. Fue un trauma terrible, en la noche me despertaba cagá de susto: lo veía parado en la pieza y sentía que me estaba buscando. Todo el 2017 trabajé en mi última pega como socióloga y el 2018 lo dejé. Fue ahí donde me empecé a dedicar a hacer la carta astral, era lo único que me hacía sentir bien.

¿Identificas los puntos en donde dijiste “ya no quiero esto en mi vida”?

-Fueron dos momentos. Uno, cuando lo metieron a rehabilitación por sus problemas de alcoholismo. Cuando llevaba un mes en rehabilitación, se escapó a la playa con un amigo y lo tuvimos que ir a buscar. Estuvimos toda la noche buscándolo. Llegamos a Pichilemu a las seis de la mañana y lo encontramos durmiendo en la calle: el hueón estaba como si nada, cagado de la risa, mostrándonos fotos, como si hubiera hecho lo más bacán del año. Ahí me dí cuenta, en un estado inicial, de que estas conductas no iban cambiar. Otro momento fue cuando me intentó matar, estaba lleno de ira. Yo lo agarraba de las muñecas y le decía: “hueón, cálmate”. Y ahí pensé, “la vida es la única hueá que tengo, no voy a arriesgar la hueá más importante que tengo por este loco de mierda”. Fue difícil ese alcachofazo. 

Con el paso del tiempo, ¿cuáles fueron las lecciones que aprendiste de todo este proceso?

-Primero, que son súper encantadores estos hueones. Después de esta relación, estudié mucho el tema del narcisismo y codependencia. Me dije voy a investigar y voy a estudiar todo lo que pueda aunque no tenga plata para ir al psicólogo, para poder sacarme esta hueá de encima. Entendí el tema del narcisismo y de la codependencia como caras de una misma moneda. La codependencia habla de las personas que cuidan demasiado a una persona que tiene una adicción, para que no sea adicta, pero al final hacen que la otra persona no se haga responsable. Un narcisista, es una persona que tiene características muy parecidas a las de un depresivo o de un adicto porque, al final, como está todo el rato sintiendo dolor y lo único que hace es chupar energías del resto y generar situaciones de drama. Un codependiente, por el otro lado, es una persona que se siente validada por cuidar y por hacerse cargo de los demás. Yo estoy muy acostumbrada a hacerme cargo de todo el mundo, entonces claro, enganché al tiro con esa estructura y súmale que estaba frágil por la enfermedad de mi vieja: él hueón me hizo cagar.

¿Qué consecuencias a nivel físico y emocional te dejó este episodio?

-Hubo un antes y un después de esa experiencia. Recién ahora, no sé, octubre del 2019, me estoy empezando a sentir como la Consuelo de antes del 2016. Estuve mucho tiempo muerta en vida y lo único que me daba vida era la carta astral. Fue así como me dediqué a trabajar, porque no podía ir a carretear, desarrollé esta sensación de que, si salgo a carretear o si salgo a juntarme con alguien estoy haciendo algo malo. Sacarme esa sensación fue una de las cosas más terribles que he tenido que hacer. El miedo a ser persona después de que te violentan es muy duro.

¿Qué rol empieza a cumplir la astrología luego de ese episodio? 

-Estudio astrología desde el 2015 y, en verdad, al momento en que pasó esto, como que en lo único que pude encontrar respuestas fue en la astrología y entender lo que estaba pasando en el cielo en el momento, y cómo eso estaba afectando mi vida. Yo necesitaba entender cómo pude caer en una relación así. Igual no soy ingenua, no le puedo echar la culpa al cielo, pero sí siento que aunque lo que me pasó fue muy terrible, también fue transformador pues me encausó y pude encontrar el camino que yo quería. La astrología empezó a ayudarme a entender que cosas tenía que hacer en la vida para poder moverme. Y todas esas cosas tenían que ver con la empatía, con el autoconocimiento, con el trabajo personal, con la evolución a nivel espiritual, con entender las cosas desde una perspectiva más profunda, y evidentemente, el feminismo. Y muchas de esas cosas las estoy haciendo ahora como la Miau Astral. Entonces chucha, parece que perderme me sirvió completamente. Lo pagué súper caro, y tengo mucha suerte de poder estar viva y poder decirte esto porque, en verdad, estuve a nada de estar en un cartel.

¿Cómo se hermana tu trabajo con el feminismo y de qué forma has podido canalizarlo?

-Es que yo siento que el feminismo tiene que ver con amor. Tiene que ver con entender que uno como ser humano tiene privilegios y esos privilegios hacen que otros seres lo pasen mal. Es entender que las mujeres vivimos en un estructura donde somos violentadas, en donde hay micromachismos todos los días, en donde por todo el aparataje social somos vulneradas, somos pasadas a llevar, no somos escuchadas, y entenderlo desde la empatía te da la posibilidad de poder aceptarlo. Yo creo que el feminismo y la astrología se hermanan en la posibilidad de generar que las personas tengan empatía y puedan, también, ayudar a mejorar un poco el mundo.

*Escucha los consejos de amor con perspectiva feminista de Miau Astral y Brako en Amor en Visto #TheClinicPodcast.

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