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Reportajes

28 de Diciembre de 2019

Pablo Mackenna: “Este país podía cambiar y no se hizo porque estos huevones viven en otro planeta”

El comunicador analiza la actualidad apuntando contra el presidente, la aplicación del modelo neoliberal en Chile y la clase política. En la conversación, repasa los mediáticos encontrones que tuvo con Natalia Compagnon y Pamela Jiles en el programa Llegó tu Hora de TVN. “La tele es una pega bastante vulgar”.

Por

A dos meses del estallido, ¿qué sensaciones has tenido en estos más de sesenta días?

El estallido me da pena. Uno tiende a romantizar las revoluciones, porque hay revoluciones que han tenido su dosis de romanticismo en cuanto a la consecución de sueños, de grandes esperanzas. Acá es como alguien persiguiendo al ladrón. No hay nada bonito en eso. La gente fue enajenada de sus derechos, de cosas básicas que no le fueron entregadas y las merecía. Entonces es un necesario ajuste de cuentas y no hay nada bonito en eso, en cómo se manifestó, en la destrucción de la ciudad, de los bienes públicos que la gente sentía que ya no eran públicos, porque se habían mangueado el estado completo, donde los políticos y el poder económico habían hecho lo que habían querido. La gente se sentía desafectada de los bienes públicos.

Lo único bonito de todo esto, es que quizás vamos a lograr un país mejor. El costo es altísimo, los tiempos van a ser mucho mayores a los que debieran haber sido, porque la destrucción y el clima no colaboran para que se logre lo que se quiere en el corto plazo. Para mi la sensación es de mucha rabia.

Me lo ha dicho gente de derecha, me lo dijo Allamand de hecho, casi con lágrimas en los ojos, que prácticamente todas las demandas sociales se podían cubrir y satisfacer. Chile tenía todas las posibilidades del mundo para dar el salto y convertirse en un referente real de un país chico, pero con justicia social, desarrollado, peleando en las grandes ligas. Todo se podía hasta el día antes del estallido social. Hoy hay gente que dice que el país vale un cuarto menos. Los números son cabrones, porque también por mirar números equivocados caímos en lo que caímos, pero hay un costo en el estallido. La teoría de Allamand dice que todo se podía antes, sin embargo hoy no se puede ni siquiera lo que están prometiendo, porque para lo mismo que daba antes, hoy no da. Es una visión críptica y también amañada por sus propios intereses.

¿Y qué faltaba? ¿Voluntad política?

¿Qué faltaba? Faltaba una política comprometida y conectada. Es absolutamente vergonzoso cómo se hace la política en Chile. Hay señales que se pudieron dar desde el principio y todavía no las vemos. La relación entre el poder económico y la política es demasiado potente y demasiado vergonzosa.

Se habló mucho del modelo neoliberal como un ejemplo para el mundo, que en muchos sentidos, puede haberlo sido. Así como Chile fue el ejemplo de la instauración del modelo, en Chile se echaron el modelo. Nadie le ha hecho un favor más flaco al modelo neoliberal que Chile, porque no lo controlaron. Es una bestia que domada puede funcionar bien o relativamente bien, pero no tiene corazón y tiene un corcoveo desbocado. Entonces, por un lado tienes que aplicarle corazón, cortándole las patas un poco y regulándolo. Nos echamos un sistema completo.

Muchos países que aplicaron bien este sistema que miran con temor, hoy día dicen: puta, estos conchesumadre nos cagaron. Ahora aparece el modelo cuestionado completo. Yo no creo que el modelo sea perfecto ni esté cercano a eso, básicamente porque no tiene corazón. Es un modelo al que hay que aplicarle una base social. O sea, la teoría del chorreo: ¡Pico! ¡No existe! Por ahí no va la cosa. Tú tienes que asegurar un piso social porque el mercado no lo va a solucionar. Y luego para que en sus propias reglas y leyes funcione, tienes que ponerle control, multas a aquellos que abusen del sistema. Eso no se hizo en Chile… Todos los cánceres que podía tener el sistema, se dieron en Chile.

Ahora que están esos temas en la mesa, ¿eres optimista de que pueda pasar?

Es que no soy optimista de la clase política. Creo que el sistema representativo tiene problemas estructurales y casi filosóficos. La representación se pierde en el minuto en que representas. Este un cuestionamiento a la democracia en sí. Puede ser el mejor sistema, pero tiene este problema. O sea, si yo soy líder de los pescadores y tenemos problemas, los represento y llego al Congreso. Luego estoy lejos, tengo que pensar y legislar para todo el país y no solo para los míos. Además vivo distinto, ya no tengo hambre, ya no tengo los mismos problemas que mis pares, entonces desde el minuto en que me vuelvo representante dejo de representar. Y viven en una burbuja, en un mundo muy expuesto a ser corrompido y terminan corrompidos. Entonces creo que hay que aplicar estándares éticos y morales y de exigencia, mucho más potentes. En los países en que esto realmente funciona, los representantes son tipos que realmente tienen una vocación y una austeridad que nosotros no le exigimos a nuestras autoridades.

¿Has ido a marchar?

No. He observado marchas.

Los rayados…

Siempre aparecen cosas bonitas pero a mi no me gusta la ciudad rayada. Y creo que sí ha habido mucha delincuencia. Creo que hay grupos que se han aprovechado del desmadre.

¿Alguna noticia o caso que te haya impactado particularmente en este tiempo?

En términos generales, la cantidad de metáforas que hay detrás del asunto de los ojos, de la gente quedando ciega o tuerta, es muy potente, es muy gráfica. La imagen de la zona cero, la destrucción total, donde estalla todo, donde todo explota, donde todo cambia. Yo creo que esto va a redundar en cosas buenas. Era necesario que nos detuviéramos a repensar el modelo y arreglarlo. Ahora, la mejor versión no era repensarlo en un estallido tan violento.

Lo que pasa es que hemos estado mirando los números equivocados. No importa que el número sea bonito, lo que importa es cómo está repartido.

La política de la administración del miedo ajeno, es la peor versión de la política y la más común. Este modelo metió miedo a que si lo interveníamos íbamos a terminar en cualquier parte, no había que tocarlo. No miramos las cosas más básicas. A mi los mea culpa de los políticos me parecen bastante chantas porque no hicieron la pega y porque se coludieron con los poderes económicos, pero hay una culpa que tiene que ver con todos nosotros, tú, yo, y una buena mayoría de los chilenos. Dormíamos tranquilos siendo que había un viejo que con 100 mil pesos tenía que vivir y se gastaba 70 mil en remedios. Dormíamos tranquilos porque no lo veíamos. ¿Cómo? Si son cientos de miles. Eso es una verguenza.

¿Por qué crees que le estalló a este gobierno?

Porque no daba más. La última gota que rebalsa el vaso nunca es la más importante. Lo que importa es lo que hay abajo. Es la rabia acumulada. Claramente no era por 30 pesos. Además hemos ido viendo sobre la marcha las demandas. El tema de la Constitución aparece un poco después y la gente realmente cree que cambiando el sistema vamos a tener acceso a los cambios que se quieren hacer. Yo creo que no se hicieron con la fuerza suficiente. Es importante porque esa Constitución está escrita con sangre. No creo que vamos a tener una Constitución tan distinta, pero hay señales que son importantes. La pega no se hizo cuando se tenía que hacer. Este país podía cambiar, las lucas estaban y no se hizo porque estos huevones viven en otro planeta y porque no tienen la autoexigencia necesaria para la clase política.

¿Te han tentado con entrar a la política?

A mi no me interesa la política y me dicen a veces, ¿por qué no te metís? Porque yo creo que no cumplo con los estándares que yo le exijo a la política. Estoy seguro que cumplo con muchos más estándares que ellos, pero realmente creo que la política es de santo, es de personas notables que tienen un compromiso social y tienen el compromiso consigo mismo y con sus vidas de ser incorruptibles. Yo soy corruptible. No sé si soy corruptible pero no tengo la certeza de que me voy a levantar todos los días a las seis de la mañana. Y el día que la tenga, quizás lo haga. Pero yo le pongo exigencias mayores. La verdad es que no han entendido bien de qué se trata la política y nosotros como sociedad no les hemos exigido.

¿Cual es tu opinión de la derecha?

Ambos sectores deberían estar abocados a lo mismo y debería haber una discusión respecto de los mecanismos. Hay una derecha que está asociada al horror de la dictadura, que todavía está presente. Han pasado demasiados años y todavía no se limpia de eso, porque no ha sido clara y eso le hace mucho daño a su sector. En el tema valórico estoy lejos de estar con la derecha. Hay mucho lastre, hay personajes que están bien intencionados. Bellolio (Jaime) por ejemplo, pero Bellolio sigue siendo UDI y su presidenta es la Jacqueline Van Rysselberghe, entonces yo no sé cómo convive esa gente. Creo que son gran parte del problema, porque han administrado el miedo a la intervención del modelo. En Chile está mal pelado el chancho, está mal repartida la riqueza.

En este tiempo se ha polarizado mucho todo. ¿Te has distanciado de gente? o ¿Te has salido de grupos de WhatsApp?

Está muy polarizado. Hay mucha rabia. Los extremos son importantes para mostrarte la periferia de las ideas y cuando esa periferia puede devenir en horror, para cualquiera de los dos lados. Encuentro muy peligrosos los extremos. Me ha pasado que hay gente que ya no te habla, gente que se distancia y veo el resurgimiento de cosas feas. Hay gente que en esta pasada cree que puede volver a sacar sus títeres que le hicieron mucho daño al país. Por ejemplo, el otro día me pasó en una comida que una persona decía: mi papá era de Patria y Libertad. Un mes antes nunca lo habría dicho. Ya cuando la gente vuelve a ser orgullosa del horror se está yendo todo al carajo.

Un hito del estallido fue la performance creada por Las Tesis. ¿Cómo te impactó ese fenómeno?

Dentro de las cosas interesantes está todo lo que ha sucedido con las mujeres. Cómo se apropiaron del debate, con mucha inteligencia, con creatividad. Si hay algo para irse de tesis son Las Tesis. Concentraron en un par de líneas, mucha potencia. Ese texto da para horas y horas de tesis. Cómo se logró en un par de frases mostrar todo lo que muestra y que la gente lo sintiera propio y que sucediera lo que pasó en el mundo. Este movimiento tenía mucha fuerza, se dieron miles de manifestaciones en el mundo, se empezó a apaciguar un poquito y de repente aparece esto con una fuerza que se tomó el debate. Además entró con mucha fuerza al debate constitucional y hoy día vemos que tendremos paridad de género en la constituyente. Desde el arte y la palabra, es de lo más rescatable.

¿Tienes algún juicio sobre la televisión en el estallido?

La televisión, los matinales, eran cualquier cosa. Hoy en día tenemos los matinales ciudadanos, bienvenidos sean, que la gente participe y opine. Insisto, creo que los extremos son peligrosos, las Camila Flores son peligrosas, hasta la Van Rysselberghe es peligrosa. Creo que la ley Hermógenes es necesaria. Chile tiene que regular hasta cierto punto lo que se puede y no se puede decir. No se puede seguir defendiendo a Pinochet y probablemente tampoco se va a poder seguir defendiendo las dictaduras de izquierda. Creo en la libertad de expresión, pero hay límites… Cuando niegas el genocidio en Chile, estás ofendiendo a las familias de aquellos que no han logrado darle sepultura a los suyos.

En general, encuentro peligrosa la pérdida del sentido del humor. Lo encuentro gravísimo. El humor es necesario, es una herramienta política, el humor no es hueveo, el humor es metáfora, se genera el mismo lugar de la cabeza desde donde se genera la poesía. Es la relación entre el mundo real y el mundo aparente y da cuenta de la sociedad. Es súper importante y no se puede perder. Nos pusimos demasiado serios… Se están tomando todos muy en serio en la tele. Hay temas que deben ser tomados en serio, pero yo siempre he dicho, la gente que trabaja en la tele no tiene que tomarse tan en serio, si es una pega bastante vulgar.

Ahora estabas en un programa serio como Llegó tu Hora, donde estuvo el Presidente antes del estallido. Si estuviera ahora, ¿qué te gustaría preguntarle?

-¿Por qué? ¿Por qué cree que puede hacer política? Él es un empresario, es un tipo que tiene que ser regulado por el Estado. Tiene que ser permanentemente controlado. Es un personaje demasiado humano, las tentaciones están a la orden del día con él. No cumple con los estándares de humanidad, de empatía, de solidaridad. Está bien, es empresario, pero el Estado completo no tiene que ser dirigido por él sino hacia él. El Estado tiene que controlar a personajes como él. No puede estar allá arriba. Que me explique por qué el cree que sí.

En el programa encaraste a Natalia Compagnon. ¿Qué sensación te dejó ese episodio?

-Más que la sensación del episodio mismo, me producen cosas extrañas cómo la gente los lee. Como el fachito, el compañero facho del colegio te llama por teléfono y te dice: ¡bien compadre! Como si se tratara o de género o de posición política. La Compagnon me parece impresentable, sea de derecha o de izquierda, y de hecho, todos los chanchullos los hizo con gente de derecha. La encuentro bastante delincuencial… Nunca entendí qué pretendió yendo al programa. Yo creo que este estallido le ha hecho bien a Natalia Compagnon, porque se venía la verdad de la segunda pata de su caso, que es su relación con Vial y ahí las que hizo son todas impresentables. Este estallido la tiene lejos. Ella quería dar una buena impresión antes de que se vinieran muy malas impresiones y se la estaba llevando pelada en el programa. Yo sabía que no me iba a contestar, pero no podía hacer que saliera a dar un paseo por la Virgen del Carmen.

Otro episodio fue el de Pamela Jiles…

La gente cree que estoy obsesionado con Pamela Jiles y puede que sí. Pero no por lo que me pasó a mi con Pamela Jiles. De hecho, no quería hablar de mi tema personal el día que fue al programa. Ahí me insistió el conductor, hizo su pega y llevó la conversación hacia allá. Yo encuentro inteligente a la Pamela Jiles, encuentro importante lo que hace, no me gusta la forma y creo que la forma es importante. Todo el mundo cree que detesto a la Pamela Jiles y no la detesto. Lo que no me gusta es su viaje egótico, no me gusta que trate a la gente de “nietitos” y tenga este permanente show de su persona. La política no se trata de eso, uno tiene que restarse por la gente. Realmente no sé que pretende. ¿Que Andrew Lloyd Webber le haga un musical? ¿Cree que es Evita? ¿Qué cree? Es un viaje egótico con delirios místicos pero podría pasarle a cualquiera, porque creo que muchas de sus ideas y de la agenda que ha planteado, es importante. Me parece que la forma es equivocada y finalmente se pierde el mensaje porque es más importante ella. Cuando tú hablas de “mis nietitos” hay un ninguneo a las bases, un ninguneo a la gente.

Si pudieras elegir, ¿a quién te gustaría tener de frente en Llegó tu Hora?

Me gustaría tener al Piñera post estallido. Me gustaría tener a Blumel, a cualquiera de los que están en el gobierno, pero también me gustaría tener a la Jacqueline van Rysselberghe. Porque decirte la Camila Flores, si la Camila Flores yo espero que sea un error del sistema, es como un error de la genética, algo falló que con un tres o cuatro por ciento apareció este personaje impresentable. Supongo que eso se va a ajustar y Camila Flores va a desaparecer del mundo político y va a volver al mundo que pertenece, que no sé cuál sea.

Pero Jacqueline van Rysselberghe representa un pensamiento reaccionario que no me gusta pero que defiende mucha gente, entonces me parece que es un actor importante dentro de la política. Ahora si es para tener personajes curiosos que dan material, me encantaría tener a la Cathy Barriga. Si a ella la votaron. Uno tiene que entender que este mundo lo creamos entre todos. Uno dice, ¿qué pasó que está Florcita Motuda en el Congreso? Bueno, lo votamos. Ese monstruo lo creamos nosotros. A la Cathy Barriga también. Hay gente que la apoya. Cuando uno pregunta, estás tratando de entender cómo, el mundo que habitaste, que permitiste que se desarrollara como se desarrolló, generó esa persona que tienes al frente. Cómo el sistema y la administración del miedo, lograron que pasaran todas estas cosas.

¿Estás escribiendo en este tiempo?

Sí, estaba escribiendo un texto que se llamaba Cartas a Greta. Era entre poesía y prosa. Básicamente estaba esta niñita con esta vida terrible que le tocó vivir. La encuentro muy especial, tan carente de humor pero al mismo tiempo, representante de grandes sueños y tan necesarios. Entonces yo la interpelaba, hasta que empezó el estallido y le empecé a contar a Greta. Entonces ahora ella es testigo de mi mundo. Ya no sé para dónde van las Cartas a Gretha pero sobre todo era una mirada de lo triste que era el mundo que le tocó vivir, de cómo la manipulaban, cómo tenía ideas tan bonitas pero que finalmente habían sido consumidas y le habían arrebatado su capacidad de amar. Se fueron al carajo las Cartas a Gretha, porque estaba preocupado del planeta y ahora estoy preocupado por Chile.

¿Vas a seguir publicando?

Sí, voy a seguir. Soy flojo, me cuesta escribir pero sigo. Tengo un libro de cuentos y una novela a medio andar pero que van a salir. Con la poesía giro harto, voy mucho a provincias, voy a lecturas, voy a encuentros de poesía. En estas situaciones me sumo a grupos que a través de la poesía intentan aunar esfuerzos por hacer un mundo un poco mejor. El mundo de la poesía tiene la capacidad de parapetarse un poco a distancia, desde la vereda y eso te da perspectiva… La poesía es mi cable al cielo, no sé si es un gran cielo el mío en particular. Es algo que hago desde los 12 años, es lo que me define o creo que más me define. Lo otro es pega. La poesía está en todos lados y trato de encontrar las señales poéticas en el horror. Igual hay poesía en la calle, igual hay poesía en todo esto. Lo que pasa que en términos generales, no ha sido muy bonito todo este estallido. Ha sido necesario sí.

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