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Entrevistas

30 de Enero de 2020

Miguel Lawner: “La mala calidad de la vivienda es un factor fundamental en el levantamiento popular que estamos viviendo ahora”

https://youtu.be/NiVFe8ODgKk

Estuvo en el origen de la toma de La Victoria, participó en hitos como el edificio de la UNCTAD III y desarrolló proyectos como la Villa San Luis. También fue designado por el propio Salvador Allende para dirigir la Corporación de Mejoramiento Urbano (Cormu). Pero también ha vivido la desintegración del Estado como ente regulador de la vivienda y el triunfo de la especulación inmobiliaria que lo ha hecho apoyar al Partido por la Dignidad. La única alternativa, dice, para cambiar este mal vivir de los chilenos, es la constitución donde la propiedad vale incluso más que la vida.

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“Me da vergüenza decir la palabra líder. Pero desde cabro joven, cuando ingresé a la universidad debo admitir que tenía cierta condición…”, dice Miguel Lawner Steiman, 90 años, Premio Nacional de Arquitectura 2019 y responsable de proyectos tan trascendentales como la Unctad III, la toma de la Victoria o la Villa San Luis, sentándose en su escritorio con vista al San Cristóbal y a ese “horror”, como dice, del Costanera Center. De hecho ha tenido varias invitaciones a cargos políticos que ha desestimado. “Nunca he dejado de ser un arquitecto y profesor. No te puedes imaginar cómo he disfrutado esta profesión. No podía ser otra cosa”, dice. La semana pasada circuló una carta apoyando al Partido Por la Dignidad —cuyo presidente era James Hamilton, quien hoy miércoles presentó su renuncia — del grupo “No sin los independientes” con su firma —junto a la de Sonia Montecino, José Maza, Patricio Guzmán, Ruth Olate y Alejandro Goic, entre otros— donde se habla de un verano de “contrarrevolución” donde el gobierno ha perdido el temor a la movilización y acusa que finalmente no se consideraron en el famoso “acuerdo” por la Nueva Constitución a los movimientos sociales que desde el 18 de octubre han transformado a Chile, llamando a los parlamentarios —del oficialismo y la oposición— a ser responsables “frente al momento histórico magnífico que se nos abre por delante”.

Lawner es un hombre de convicciones claras. Estuvo en las campañas de Salvador Allende, resistió el destierro, regresó a Chile en 1983 y desde allí no ha dejado de defender la etapa de la UP, de quien se siente involucrado profundamente. En 2018 obtuvo la medalla Luis Emilio Recabarren, máxima distinción del PC. Por eso, dice con cierto pudor, que no quiere verse con doble militancia y ha profundizado sobre esta carta de los independientes con algunos cercanos por e-mail.  

Miguel Lawner. Foto: Emilia Rothen

—¿Pero por qué da explicaciones?

–Son las mismas que te estoy diciendo a ti: que haré lo imposible porque esta iniciativa tenga éxito. Valorizo esta iniciativa de frentón, aunque ya está claro que no le darán el paso a los independientes. Me acechan las tentativas de llevarme más claramente al cuadro político. Sobre todo, en este último tiempo de deserciones lamentables y corrupciones. Parece que encontrar un pájaro que por lo menos sea ética y moralmente intachable no es muy en común en el planeta o por lo menos en Chile. Pero no quiero abusar. Es un conflicto particular el que se me produjo con esta incorporación al Partido por la Dignidad que respaldo plenamente y haré lo imposible porque tenga éxito, pero sin asumir un rol protagónico, porque hay muchas organizaciones de base, pobladores, que estarían desconcertados si me ven con doble camiseta.

***

En una pared de su escritorio hay una foto enmarcada donde aparece junto a Salvador Allende, quien lo designó como director ejecutivo de la Corporación de Mejoramiento Urbano (Cormu). También hay una hoja con un plano de unos juegos infantiles propuestos a un militar con quien trabó cierta amistad cuando estuvo detenido en Dawson tras el Golpe y que resumen las etapas de la historia de la arquitectura. Desde este verano pueden verse tal como él los ideó en la Plaza Pública de la calle Placer en Franklin, gracias al trabajo de alumnos de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la U de Chile. También hay fotos junto a la arquitecta y activista por los Derechos Humanos, Ana María Barrenechea Grünwald fallecida en 2017. Se habían casado desde 1951 y habían sido socios también.

—¿Cree que está directamente relacionado el cambio de la forma de habitar Santiago durante la Dictadura y el llamado estallido social?

—¡No tengo la menor duda! Es uno de los factores más influyentes en el cuadro de desigualdad que nos toca vivir ahora. Es una insatisfacción e ira incluso por ser sometidos a vivir en condiciones indignantes y en muchos casos de haber sido engañados. Mira, desde los últimos años de Dictadura, desde 1986 hasta el año 2000, estuvo en auge la política que implementaron los discípulos de Chicago Boys que vinieron a establecer en el ministerio de Vivienda los cambios trascendentales que desplomaron todo lo que fue el Minvu en su historia.

—¿Cómo fue ese proceso destructivo?

—Desde la Primera Ley de Habitaciones Obreras en 1906 hasta que llegó la Dictadura, el Estado fue el conducto de todas las políticas de vivienda y desarrollo humano. El Estado fue el que compró todos los terrenos donde se hicieron obras públicas de vivienda. Técnicos del Estado proyectaron los conjuntos habitacionales, en general con todos los principios de las unidades vecinales y la arquitectura moderna que inspiraron los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM). Claro, podía haber unos mejores que otros… ¡Jamás antes de la Dictadura alguien podría haber dicho que la vivienda pública era desechable! Todas fueron bien construidas y si eran más pequeñas, eran viviendas unifamiliares en un terreno donde el usuario podrá ampliarlo por su cuenta. Fuera el gobierno que fuera siempre era igual. La Corvi (Corporación de la Vivienda) fue una institución muy prestigiosa los mejores conjuntos habitacionales que se han hecho en la historia de Chile pertenecen a esta institución: la Villa Frei, que se llama así porque la inauguró pero fue construida durante el gobierno de Alessandri, la Villa Olímpica, La Abate Molina que hicimos nosotros en Talca, Salar del Carmen en Antofagasta, Fitz Roy en Punta Arenas gozan hoy de espléndida salud.

Miguel Lawner. Foto: Colegio de Arquitectos

—Un pasado donde la vivienda cumplía una función social que parece imposible de traer el presente.  

—Las políticas de vivienda quedaron en manos de la iniciativa privada. El propio Ministerio de la Vivienda durante la primera administración de Piñera hizo un excelente catastro de lo que llamaron “condominios sociales” construidos en Chile durante los últimos años de la Dictadura hasta ese gobierno: 200 mil unidades habitacionales. En general construidas en ese perverso modelo de block de tres pisos de altura con las escaleras, lo que llamo arquitectura penitenciaria, que son desechables. Muchas ya se han demolido en medio del silencio y otras han requerido modificaciones y reparaciones significativas y fueron construidas no solo de mala calidad sino ignorando todas las condiciones urbanas. Esos espacios dejaron de ser ciudad, sin espacios comunes, sin áreas verdes, lejos de los medios de locomoción, sin equipamiento escolar, de salud, comercial. ¡Sin nada! Muchas de las familias que fueron trasladadas de campamentos a estos conjuntos objetivamente vivían mejor en campamentos.

—¿Usted dice que la calidad de vida es incluso mejor en campamentos que en esta arquitectura penitenciaria de los blocks?

— Ahí la vida social era posible. Había una estructura de la propia organización de propietarios, por las circunstancias duras, garantizaban algo fundamental: seguridad. Los niños de las callampas jugaban tranquilamente En Bajos de Mena, deben estar encerrados en el departamento, sujetos a las peores calamidades. Esa es una vergüenza. La mala calidad de la vivienda es un factor fundamental en el levantamiento popular que estamos viviendo ahora. El derecho de una vivienda con el mínimo de dignidad es legítimo. Y para las nuevas generaciones es inconcebible vivir así. Antes era un tema menos sensible, porque ocurría con familias que eran primera o segunda generación del cambio de campo a la ciudad, en consecuencia no resultaba tan difícil vivir en condiciones tan precarias, pero ahora hablamos de la generación con educación completa, universitaria y, caramba, no puede aceptar vivir en esas condiciones. En todos los procesos hay una chispa que enciende la hoguera, el cañonazo de la aurora 1917 o la estampida del año 68 en París. Y eso ha pasado desde el 18 de octubre en una magnitud colosal. Yo que tengo harta experiencia en movilizaciones sociales, desde cabro, nunca he presenciado un cuadro igual.

“La construcción de esto es el negocio más lucrativo en Chile, más que la mina o el pescado”

Lawner conoce de primera fuente la evolución de la vivienda social en Chile. Participó activamente en la toma de La Victoria que tras un incendio terrible que arrasó con 200 mediaguas en 1957 obtuvo la autorización para, junto a un grupo de arquitectos, realizar un proyecto donde todos sus principios de unidad vecinal estaban contenidos: gran parque central, equipamiento educacional y deportivo, iglesia y sitios de 10×20 como se estilaba. Incluso el acuerdo de personajes como Juanito Costa, guitarrista y cantor de boleros, el alcalde Tito Palestro, la regidora “Negra” Figueroa y el arquitecto Rony Ramírez, todos metidos en un cabildo para decidir los cambios. Sin embargo, hubo una toma donde llegaron más de 3.200 familias, con enfrentamientos con la policía incluida. La estrategia no le gustó mucho: llevaron a las mamás con niños chicos a enfrentarlos, mientras los pobladores lanzaban piedras. Todo en la entonces llamaba Avenida La Feria, hoy Clotario Blest. “Nunca sentí un olor más repugnante. Era una mezcla entre el incendio y la mierda que venía por el canal. Terrrible”, recuerda. Tuvieron que cambiar todos los planes y los terrenos pasaron a 8 x 16.

—La realidad superó la planificación arquitectónica parece.

—Absolutamente. Se acabó nuestro proyecto de ciudad ideal. La realidad siempre supera toda la imaginación y expectativa y tú tienes la obligación de ser consecuente con esto. No sollozar sino que asumir nomás, y tienes la obligación de estar consciente de esto. No sollozar, gemir o lamentar. Pero resolvimos el problema porque los pobladores se instalaron en forma correcta.

Miguel Lawner. Foto: Emilia Rothen

—¿Qué piensa del modelo de mediaguas del Techo para Chile y las viviendas de emergencia que empezaron a construir a mediados de los noventa en zonas como Curanilahue?

—Mira en la historia de Chile a fines del siglo XIX y comienzos del XX la filantropía jugó un rol importante mediante un gobierno que no hacía nada. Se hicieron obras de esta naturaleza de sentido caritativa. Pero no porque fuera un derecho al cual con toda legitimidad la familia podía aspirar, sino por “eso” de ayudar a los pobres. En muchos casos para lavar sus conciencias. Pero eso a partir del año 30 del siglo pasado se acabó, cuando se precipitó el paso del campo a la ciudad y comenzó la industrialización tras el gobierno de Pedro Aguirre Cerda que creó Corfo y Huachipato. Esa generación ya era de otra naturaleza: No aspiraba a recibir un mendrugo de misericordia, sino a luchar por un derecho. Y rápidamente los partidos como el PC primero y el PS entraron a jugar un rol importante en la organización de estas familias sin casa, que luchaban por un derecho absolutamente legítimo. Entonces, el nivel de conciencia política y social que tuvieron los campamentos, durante los años 40 y 50 fue muy significativo y efectivamente lucharon por un derecho y muy pronto, en el caso del PC entendió que era un factor efectivamente revolucionario y que era un espacio que nadie estaba cubriendo. Pienso en los Comités de los Sin Casa, en el zanjón de la Aguada, el principal lugar donde llegaban familias migrantes del campo, que cubría desde Av. Matta hasta más allá de la carretera Norte Sur, unos 10 km. Era un gigantesco campamento de familias.

—¿No le parece que las inmobiliarias quieren manipular esa realidad? Lo que para ustedes en los setenta era realidad, ahora es una utopía.

—Tú puedes aceptar que ha cambiado la composición familiar y que las unidades habitacionales pueden ser de una superficie inferior a cómo se construían antes. Pero todo tiene un límite. No puedes aceptar nanodepartamentos de 17 m2 que los cabros de arquitecturas tizaron en plaza Italia, demostrando que no se puede vivir así. Eso es producto de un fenómeno nuevo en Chile que son los fondos de inversión. O sea en materia de políticas de vivienda, siempre se construyó hasta unos cinco, ocho años atrás, bien o mal, más o menos, de menor tamaño para satisfacer una demanda habitacional. Los fondos de inversión no están constituidos con esa finalidad. Tal como su nombre lo indica están hechos para ganar plata. Tú construyes edificios como los ghettos verticales de Estación Central, donde el edificio entero se entrega en arriendo. O compran cinco o seis departamentos por persona como inversión. No para resolver una necesidad habitacional, sino como inversión. Porque con la desigualdad social hay un grupo que es el uno por ciento, ponte tú que tiene recursos demás para comprarse, supe que alguien compró ¡226! porque la plata les sobra, adquieren crédito bancario para financiar eso, pero con los valores especulativos del arriendo se cancela el empréstito bancario y gana plata. Negocio redondo.

—Usted dice que se construye también para disimular el desempleo.

—La construcción de esto es el negocio más lucrativo en Chile, más que la mina o el pescado, nada semejante a esto. La construcción siempre ha sido una actividad productiva altamente captadora del empleo, de mano de obra y de situaciones, con la economía con inestabilidad, poner los huevos en la canasta de poner en construcciones de vivienda es importante incentivarla porque capta mucho empleo y ayuda a disimular las crisis de desempleo, bajan las tasas, pero no estás resolviendo la demanda habitacional, por el contrario. Al mismo tiempo aumentan campamento de forma gigantesca.

Lawner saca una copia de un catastro del MInvu del año pasado.

—Mira, acá está: ¿ves tú? El 2011 había 27.378 familias en campamentos, ahora 47.050. Se ha duplicado. Los campamentos han subido de 657 a 802. Es una estadística que estoy seguro de que encubre la realidad. Y entonces esto es insólito: aumenta el número de viviendas pero no están destinadas a los sectores sin casas. Además, aumenta la vulnerabilidad. Hay “emprendedores” inescrupulosos en Independencia o Estación Central que se apropian o arriendan un edifico antiguo, que está semi abandonado, un viejo galpón industrial, subdividen con planchas OSB en diferentes habitaciones con un baño común. Es decir, son conventillos siglo XXI.  

“La revolución femenina que ha habido en este país ha sido gigantesca”

—¿Qué es lo más le llama la atención de estas movilizaciones comparadas con las que vivió en la UP o contra la Dictadura?

–Que carece de conducción política. Todo el movimiento de los sesenta que culminó con la victoria de Allende, tuvo una clara conducción de la alianza de partidos socialista y comunista, una organización sindical poderosa como la CUT poderosa y un movimiento de pobladores muy vigorosos. Hoy no tienen nada de eso, pero sin embargo, la movilización es infinitamente mayor. Yo he sido invitado a cabildos, conversatorios, y en todas partes percibo que quienes aparecen conduciendo no tienen ninguna militancia política o excepcionalmente la han tenido, tampoco ninguna experiencia anterior de movilización social y sin embargo están comprometidos hasta la camisa. Y fíjate que la creatividad, eso solo se da en procesos de una gran profundidad social. Esto de LasTesis era inconcebible, olvídate. Salió producto de este estallido y mira la influencia que ha tenido en el mundo entero eso de “el violador eres tú”. Este es otro sello de la movilización. Los murales, en algunos casos bellísimos, están las paredes inundadas de lo que tú quieras, pero mezclado con un grado no menor de auténtica creatividad, lo que sienten en su mente, en su corazón. Yo que soy viejo, este es un caso que nunca he conocido por su magnitud.

Lawner se queda brevemente en silencio. Su voz es fuerte y segura. Tan imponente como él mismo, a pesar de su amabilidad. Piensa en lo que ha dicho. Mira a los ojos y dice:

—Cualquier gobierno con un mínimo sentido autocrítico habría renunciado.

—¿No cree que el mismo negocio de la educación al estar obligada a formar intelectualmente a sus alumnos, le entregó herramientas para hackear al propio sistema que las sostiene?

—Claro. No me cabe la menor duda. La gran diferencia es que acá no hay conducción clara. No sé cómo se va a encauzar. Alguien tiene que entablar diálogo con el gobierno y el parlamento de alguna manera para lograr acuerdos o perspectivas. No veo que se pueda vivir una movilización infinita. Va a desembocar en una primera etapa en el plebiscito en abril. Y a  pesar de todos los obstáculos del gobierno y parlamento con el control de los medios de comunicación el triunfo va a ser avasallador. No tengo la menor duda. Piensa que no hay ningún estadio donde no se ha coreado, bueno eso, tú sabes…

—Lo de Piñera, ¿no?

—Sí (asiente con cara de niño maldadoso). Y espérate el Festival de Viña. Pero Piñera tiene un orgullo tal que no puede concebir que este asunto sea real. Piensa en esto que dice que está instigado por el extranjero, por venezolanos, cubanos…

Miguel Lawner. Foto: Emilia Rothen

Usted regresó a Chile en 1984 ¿Cree que ahora no hay miedo o es de otro tipo?

Hay menos temor, de eso no hay duda. O tal vez un grado mayor de inconsciencia. Es que en el año ochenta estaba presente la horrible represión, la gente andaba por la calle y desaparecía. Después de los informes Valech o Rettig sabíamos que los tiraban al mar o la cordillera. Es cierto que las movilizaciones eran fuertes, severas, pero teniendo presente un mínimo de precaución. No había familia que no tuviera desaparecido o víctima de la tortura. Y ahora son cabros que tú puedes decir, con un grado mayor de inconsciencia, es más juventud y hasta escolares. Antes predominaba objetivamente la clase obrera, trabajadores, pobladores. No había la irrupción del movimiento femenino. Cuando retomé el trabajo con pobladores en talleres de vivienda social, la sorpresa fue que cuando comencé a contactarme con organizaciones de pobladores todas eran dirigidas y constituidas por mujeres. Antes del exilio las organizaciones eran abrumadoramente dominadas por varones. Y tras el terremoto del `85 iba por las casas tomando observaciones y los hombres me decían: “¿Me podría esperar, que mi señora está en la feria comprando, prefiero que conteste ella”. En todas partes contestaban mujeres. Era increíble. En general los varones estaban en la cama mirando televisión o las golpeaban. La revolución femenina que ha habido en este país ha sido gigantesca, abrumadora. Un poco la empujó la Dictadura y la horrible represión que castigó a los varones. Las mujeres tuvieron que asumir el rol de cuidar a la familia, sobrevivir, trabajar y denunciar en vicaría. Esa fue la escuela donde empezó todo este cuadro a mi juicio, admirable de desarrollo del movimiento femenino.

—¿Cree que hay una salida a esta forma de vivir especulativa en que tenemos no solo en Santiago, sino en las capitales regionales?

 —Solo con el cambio total. La constitución es de tal naturaleza regresiva en el campo nuestro que, por ejemplo, el derecho de propiedad está más valorado que el derecho a la vida. El Estado solo puede comprar un terreno mediante ley aprobada en el parlamento. Sino, tiene las manos amarradas. En consecuencia no hay posibilidad real de cambiar las cosas sin cambio de constitución, porque las disposiciones son draconianos.

Lo nuestro tuvo un sello muy importante: un sello colectivo. No soy el único El lote es muy grande, Había cuatro corporaciones en el Minvu, Corporación Obra Urbana, Corvi, CORMU, CorhabIt, todas en el gobierno de Allende, todas sus juntas directivas estuvieron dirigidas por arquitectos y la caja central de ahorro y préstamos, que jugaba un rol importante en materia de construcción de viviendas con rol principal de mi mujer Anita María, Yo soy el que más ha hociconeado, es verdad -risas-. No sé si vas a poder repetir esa palabra. O sea, He escrito mucho, es verdad. Y le he salido al paso a tantos desertores, mistificadores, tergiversadores porque la Dictadura escribió una historia de barbarie de nuestro periodo, los primeros dos años del gobierno de Allende y  hasta un poco más fueron los días más hermosos que ha tenido el pueblo de Chile en su historia en que los trabajadores pudieran por una vez saber de lo que es dignidad, que sus remuneraciones eran justas, que no eran engañados sistemáticamente, que tenían derecho a una vivienda honorable, que en el hospital los iban a recibir como tales y que participaron en ese proceso tan creativo.   

El misterio del MUSEO SALVADOR ALLENDE

Lawner estaba trabajando en las dependencias del actual Museo Salvador Allende cuando encontró en el entretecho una serie de pliegos de 80 x 110 que contenían presupuestos y estructuras de la CNI de los años 82 al 83. Incluyendo una obra teatral donde dos países se enfrentaban, posiblemente una especie de juego de guerra que involucra a Bolivia y Perú. Isabel Allende, alertada del tema,  llama a Osvaldo Puccio, en ese entonces secretario de gobierno de Lagos, quien a su vez llamó a la policía. Todo esto fue en septiembre de 2005. “Llegó la policía en tres vehículos. Fue todo fulminante. Me arrepiento de no haberles dicho que era dueño de esto y permitir que se llevaran todo”, cuenta.

Afortunadamente se les quedó un directorio telefónico. “Eran números telefónicos de Arica a Magallanes, de cuanta institución se te ocurra, supermercados, cines, escuelas, universidades. En todas partes había nombres en clave y un número telefónico. Un tesoro de información. Puccio me dijo que todo había sido entregado al juez Hugo Dolmestch que concentraba todos los juicios contra la CNI. Hace un par de años hicimos una gestión vía Londres 38 y el juez por primera vez admitió que sí había recibido esa documentación, se negó a decir dónde está. Es inverosímil que en esta democracia tengamos información reservada cuidando el prestigio de la Dictadura. Seguimos peleando. Pero no tiró la esponja hasta que podamos averiguar de esa información riquísima”.

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