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Entrevistas

3 de Febrero de 2020

Sergio Marchi, escritor argentino de rock: “Kurt Cobain fue un feminista adelantado”

Andy Ruiz

Sergio Marchi, uno de los escritores argentinos más relevantes de latinoamérica en materia de rock, estuvo de paso en Chile disfrutando de sus vacaciones en nuestra costa, sin embargo, aprovechó de quedarse unos días en Santiago para promocionar su último trabajo: “Ruido de magia” la biografía de Luis Alberto Spinetta.

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Sergio no visitaba Chile desde hace 20 años. Lleva un par de días en Santiago y aprovechamos la instancia para invitarlo a conversar sobre música y contingencia. El lugar escogido reúne a ambos países en un contexto musical: el mural de Gustavo Cerati que está frente al Parque Almagro, en la comuna de Santiago, inaugurado el año pasado a días del aniversario del natalicio número 60 del músico argentino. 

A eso de las 11:30 de la mañana nos reunimos con el escritor en su hotel. Trae puesta una polera roja con la imagen de David Bowie de la época del álbum Aladdin Sane. Se sube a nuestro auto y emprendemos camino hasta el mural, pasando intencionalmente por la renombrada ‘Plaza de la Dignidad’. Marchi observa el panorama desde la ventana y prefiere no opinar demasiado sobre lo que ocurre en nuestro país. Antes prefiere entender: “¿qué significa ‘guatón’?” -pregunta al ver un afiche con una leyenda haciendo referencia al ex Ministro del Interior Andrés Chadwick, donde se lee “Guatón Sándwich” con una caricatura del político-.  Mientras avanzamos, cuenta que el día anterior caminó desde Plaza de la Dignidad hasta el hotel donde se hospeda, y que sacó fotos a situaciones que le llamaron la atención. 

No le hemos dicho donde vamos, pero intuimos que le gustará. Apenas llegamos al mural, saca su celular y le hace un par de capturas, que poco tiempo después sube a su Instagram con la leyenda “No hay sitio en donde no estés”. 

Foto: Andy Ruiz

SERGIO Y LA MÚSICA

¿Qué te parece que haya un mural de Gustavo Cerati en Chile?

-Como argentino me da mucho orgullo que hayan murales de Gustavo, él vivió acá mucho tiempo, sus hijos son chilenos si no me equivoco, es bueno que lo consideren como uno de los suyos. Realmente la partida de Gustavo fue terrible para la música, me alegra que lo recuerden bien, como nosotros…chilenos y argentinos estamos hermanados por Gustavo en un punto. 

¿Cuál es tu primer recuerdo de infancia relacionado con la música?

-Yo supongo que debe ser una vieja canción de un cantante llamado Donald, que se llamaba “Tiritando” acá debe haber sido conocida en su momento: “Tiritando, caminando por la playa, veo la espuma de tu amor desvanecer y es por eso que he jurado no amarte hasta tanto me devuelvas tu querer”, lo cual es una letra ridícula.

¿Qué edad tenías?

-Yo tenía seis años ahí. Me acuerdo de ese disco, eso me llevó a pedir una guitarra, consigo una guitarra criolla (acústica) muy mala, que después, como no sabía tocarla, salté encima y la destruí de bronca. Mi instrumento era más golpear cosas que la batería. Eso fue en el año 1969. Después, me iba gustando la música comercial hasta que a los 11 descubro a los Beatles y ahí la cabeza hace un giro total y entro a sintonizar otras frecuencias.

¿Qué fue primero, la música o escribir?

Primero la música, después escribí sobre ella. Cuando comencé con esto en serio, dije: ‘voy a crecer, voy tener una batería y voy a ser un músico famoso’. Luego empecé con la batería queriendo imitar a Ringo (Starr) y tuve bandas de todo tipo: una banda de rock pesado, otra de rock más elaborado tipo Rush, una que le robábamos todo a Invisible de Spinetta…era un robo descarado. Una banda más tipo The Police, otra banda de rock sinfónico, música flamenca, de todo tipo … toqué en miles de bandas.

Tocaste con Charly García también…

-Sí, lo de Charly fue un accidente, faltó el baterista y nos turnamos en sacar adelante dos shows que hubo aquel día. Todo esto que te conté es lo que me preparó para poder estar listo para cuando hubiera que tocar con Charly. Yo tenía bastante experiencia de tocar, no me estaba dedicando a la música, pero podía hacer frente a esos conciertos.

¿Cómo pasas de músico a escritor de música?

-No fue una decisión donde abandono una cosa y abordo la otra. Lo que hago son como dos caminos que van juntos pero no paralelos, que en algún momento se juntan. Sigo un largo trecho entre el 83’ y el 95’, tocando y escribiendo: la música me da placer y el periodismo me da de comer. En el 97` dije ‘bueno, ya pasó mucho tiempo’, estaba completamente volcado al periodismo, me costaba el hecho de tener una banda, ir, ensayar…a mí me gusta ensayar para salir a tocar, no ensayar hasta buscar la perfección. En un momento dije: ‘para mí es suficiente’. Coincidió también que me casé, y bueno, una vida tiene posibilidades finitas, no puedes seguir todas las vidas, tenés que elegir alguna. Me dediqué más al periodismo y justo ahí comienzan los libros.

Foto: Andy Ruiz

SERGIO Y LOS LIBROS

Tu primer libro fue escrito en 1997, es una biografía de Charly García.

-Sí, “No digas nada”. Hubo uno anterior sobre los Ramones, “Ramones Manía”, que no fue firmado. La editorial me lo pidió como encargo, que justamente acepté porque con la plata de ese libro me podía comprar una batería. No figura mi nombre, algún día haré un libro de Los Ramones, pero bien.

Sacas el “No digas nada” y pasas de ser un periodista “normal” a posicionarte en otra categoría del medio cultural argentino.

-Y comienzo a ser un periodista “anormal”, escribiendo una biografía de Charly García, que además, me permite cambiar de categoría, me hace pasar de pantalla, esas cosas que te dan los libros, que le dan prestigio adicional al periodismo. El periodista es más bien un trabajador, un tipo que hace una nota tras otra, el tipo que escribe un libro ya se tomó un buen tiempo en escribir algo que quedará. El libro de Charly tiene 22 años y la gente sigue leyéndolo, mucha gente lo lee hasta por primera vez.

Es probablemente un libro que no va a envejecer nunca ¿no?

-No sé, yo supongo que en algún momento voy a escribir otro libro de Charly que va a ser mejor.

¿Por qué?

-Porque ahora tengo más experiencia, más conocimiento, ya sé cómo es escribir un libro. Ese libro de Charly es irrepetible porque es el encuentro entre Charly y yo en el mismo momento: son cuatro años de vivir cosas juntos. Mi cabeza ahora está en otro lado, yo creo que le daría un enfoque completamente distinto, con más distancia necesariamente, un lente que no tiene que ver con la distancia con el objeto, sino que con la perspectiva que uno toma. Pero todavía no es el momento de volver a escribir sobre Charly, de hecho, estoy bastante alejado de él.

¿Qué opinas de la gestión que hizo Palito Ortega para su recuperación?

-Fue algo que nadie podía hacer y Palito lo hizo, la verdad es que como amigo de Charly le estoy agradecido, Palito tomó una responsabilidad muy grande, en un momento muy difícil y tuvo los huevos para hacerlo. Y no sólo eso, se lo llevó a la casa, lo cuidó, ayudó a que se recuperara. Yo creo que sin Palito, hoy no tendríamos a Charly.

¿Cómo es tu relación actual con Charly?

-En un freezer, estamos distantes, él está en un mundo que yo no habito. Yo estoy en un mundo donde él está presente, me siguen gustando sus canciones, le sigo teniendo mucho cariño, me preocupa lo que le pase, pero no hago ningún esfuerzo en acercarme a él.

Charly en otra época era muy humano, pero con el tiempo perdió la cotidianeidad. Cuando perdés eso de la humanidad  y te refugiás en una cápsula de cristal, estás perdiendo la vida. Yo con Nito (Mestre) me encuentro por el barrio, somos vecinos, no necesitamos una ceremonia. 

¿Crees que su distancia es por decisión de él o de su entorno?

-Yo creo que es él que deja hacer a los demás, porque si él dice: ‘quiero ver a mis amigos a solas’, todos se van. En el fondo es Charly, todo lo que pasa tiene que ver con él, por acción o por omisión. 

Debe ser difícil ser él, lidiar con lo que le ha pasado en torno a su salud, su envejecimiento prematuro…

-Pero uno es el artífice del destino, Charly eligió, no fue nada que él no haya querido ni nada que no haya elegido. Yo mismo que estuve con él, traté de cuidarlo todo el tiempo, llevarlo por el mejor sendero posible, evitarle problemas, y decirle que ‘no’ cuando era ‘no’. A Charly es muy difícil decirle que no, el dice ‘a mi nadie me dice que no’, bueno, yo le he dicho que no varias veces, tal vez por eso no nos vemos. Un verdadero amigo te tiene que decir la verdad, la verdadera amistad es esa.

¿Te gustaría recuperar esa amistad?

-No depende de mí, depende de él. Recuperarla para ir a ‘servir al señor’, no. De hecho, cuando él volvió, yo le dije que quería trabajar con él, pero iba a ser como una especie de consejero, como alguien que lo ayude con el arte, no para ser un esclavo y decirle a todo que si. En “No digas nada” cuento que fui su manager por cuatro minutos: Charly me deja un mensaje en el contestador automático a las ocho de la mañana, escucho un ruido raro, me pide que vaya, hace tres días que no dormía, ya veía conspiraciones por todos lados, que se lo estaban cagando y que necesitaba a alguien de extrema confianza para ser su manager, y ese era yo. Yo no tengo talento para eso, puedo ser una persona responsable pero no tengo la viveza del que sabe hacer negocios, pero le dije que sí. Me dijo ´bueno ¿cuáles son tus planes?’ le digo: ´mirá Charly, vos este fin de semana tenés show de La hija de la lágrima en el Ópera, necesitás descansar. Vamos a hacer lo siguiente: yo me encargo, voy a levantar los shows, vos vas a descansar, y después de dormir bien tres días seguidos, el lunes, nos juntamos y hacemos los planes juntos’ ¿y cuál fue su respuesta?: ’Despedido’, duré cuatro minutos siendo su manager. Fue un mal “managerazo” el mío pero me dio material para un buen libro. 

EL FLACO

Hablemos ahora de tu último trabajo: “Ruido de magia” la  biografía de Spinetta. 

-Sí, bueno, podría escribir otro libro sobre Spinetta en algún momento, la verdad no quedó nada afuera, pero lo que yo tengo ganas de hacer es más bien personal. El libro es la biografía de Luis, pero también en algún momento puedo escribir un ensayo. Spinetta es un personaje muy grande, te da muchas posibilidades de escritura, de verlo, de analizarlo.

¿Desde dónde está analizado en “Ruido de magia”?

-Desde el punto de vista biográfico. Trato de contar su historia, explicar las cosas que pasaron con el mayor grado de exactitud posible, tratando de acercarme a los hechos lo más que pueda. Eso obviamente te abre un montón de otras puertas: cuando dilucidas un enigma aprendes más, y vas armando una trama. Él es un personaje muy amplio, su música extraordinaria, te ofrece montones de posibilidades.

¿Qué es lo que diferencia a tu libro de los otros trabajos sobre Spinetta?

-No sé, yo no me fijo mucho en el trabajo de los demás, me concentro en el mío, pero básicamente, creo que este libro de algún modo continúa la primera biografía de Eduardo Berti Crónica e Iluminaciones, una biografía charlada, o el libro de conversaciones de Juan Carlos Diez Martropía. Este libro es una biografía completa que va desde antes que Luis naciera hasta después que Luis muriera. Hay un montón de entrevistas a gente que nunca habló, fue un trabajo muy largo, tres años y medio, es muy intenso.

¿Sobre quién te gustaría escribir en un próximo libro?

-No lo tengo pensado, todavía tengo mucho Spinetta en la cabeza. Yo vine acá a Chile para vaciar la cabeza, entrar en otra sintonía, cambiar de aire, tomarme vacaciones. Aproveché el viaje de Ximena (su novia) para venirme yo también y desconectar, después cuando reiniciemos las máquinas veremos qué es lo que aparece en la pantalla.

MÚSICA EN TIEMPOS DE CRISIS

¿Qué importancia tienen para tí las letras en la música?

-Las letras son casi tan importantes como la música, tienen que estar bien ensambladas sonoramente y tener algún sentido. No importa si es un sentido disparatado… hay muy buenos letristas dentro del rock que hablan de distintas clases de situaciones, de emociones, de pensamientos que son importantes, pero la música siempre es lo primero.

¿Y la relevancia de las letras de la música en momentos de crisis?

-Mirá, si las letras agregan algo, alguna reflexión, alguna idea, si echan luz, son válidas. Si  simplemente describen lo que pasa, son un medio de comunicación, son el diario, esas letras panfletarias que van por una línea política, por lo general son carentes de poesía, de imaginación. Son letras para hacer política desde otros medios, utilizando la música como herramienta. Pero la música es arte, entonces, una letra te puede iluminar el camino, pero cuando son pancartas políticas, a mí no me interesan.

¿Piensas que la música debería tener un rol en contextos como los que estamos viviendo en Chile y Latinoamérica? 

-Yo no sé si tiene que tener un rol. La música es música, está en el aire aunque no la escuchamos, la música acompaña, te dice cosas, la misma letra te va a decir a vos algo diferente de lo que me va a decir a mí, está en vos lo que quieres que esa música te signifique. La música no tiene que cumplir ningún rol, el rol lo cumple uno como ser pensante. Charly dijo una vez: “vos tenés voz y tenés vida”, la música te puede servir como un motor, pero no es la encargada de arreglarte la vida. En Chile hay una conmoción social, pero se le pide demasiado a la música pidiéndole que cumpla algún rol. La música es, la música está, la música dice algo. La música tiene tantos prismas como oyentes hay y maneras de pensar existen, como dice un tema de Bob Dylan: no es lo mismo lo que te dice a vos que lo que me dice a mí. Hay un tema muy claro de John Lennon, Revolution que dice decís que quieres una Revolución, está bien, todos queremos cambiar el mundo, hablas de qué son las instituciones, mejor libera tu mente -el cambio comienza por uno mismo- pero si quieres dinero para gente con odio, lo que te digo, hermano, vas a tener que esperar, si vas con pancartas de Mao no vas a ir a ningún lado… pero todo va a estar bien”. Me parece que cuando la música se transforma en una herramienta política, deja de ser música y pasa a ser política. Muchas veces la política quiere cooptar la música porque es un elemento muy poderoso de penetración, eso yo lo veo como una violación del arte.

Foto: Andy Ruiz

Durante el estallido social, dos canciones han sido iconos del momento: “El derecho de vivir en paz” de Víctor Jara y “El baile de los que sobran” de Los Prisioneros. Esta última es una canción escrita hace 30 años donde se habla sobre la desigualdad en la educación ¿En Argentina ocurre el mismo fenómeno con canciones escritas hace muchos años? 

-Absolútamente, hay montones, por ejemplo “Hombres de hierro” de León Gieco:

 Hombres de hierro que no escuchan la voz

Hombres de hierro que no escuchan el grito

Hombres de hierro que no escuchan el llanto

Gente que avanza se puede matar

Pero los pensamientos quedarán

Hombres de hierro” es una canción que habla de los hombres que tratan de sacar todo para su provecho, cagándose en los demás. Pero me parece que lo más importante en todo esto, es que ustedes no se disparen en los pies. Que no destruyan todo y digan “¿no ven? hay que matarlos a todos”. Entiendo que también están huérfanos de líder… bueno, ya en un año voy a estar acá y voy a arreglar todo. Viva Chile, carajo. }

Foto: Andy Ruiz

MÚSICA Y FEMINISMO

Otro de los temas que ha estado en la palestra a nivel mundial es el feminismo. 

¿cómo perspectivas la participación de las mujeres en la industria de la música? 

-La mujer siempre estuvo muy presente en la música, hay grandes cantantes… La primera persona que me dio un disco de prensa fue una mujer, te estoy hablando de Argentina en el año 1983. Lo que sí me preocupa es el tema de los femicidios, eso me preocupa más que la presencia o el rol de la mujer en la música -que yo creo que está muy presente siempre-. Siempre se lucha por más, porque la lucha trae cierto movimiento. Hay mucha gente que hace de la lucha un negocio. Yo soy una persona que se crió en otro tiempo, y en mi tiempo siempre dijimos: ‘a la mujer, ni con el pétalo de una rosa’, por lo tanto, yo siempre he cuidado a las mujeres: mi madre, mi novia, mi hija. Me cuesta entender por qué un hombre puede agredir a una mujer, eso no lo concibo. Me interesa más el “Ni una menos” que el “todas juntas en algo”.

La mujer le aporta muchísimo el mundo, yo creo que la mujer es mucho más capaz que el hombre, de hecho las mujeres sobreviven al hombre, están genéticamente mejor constituidas, son más sabias, más inteligentes, algunas pueden ser más dañinas también. Por eso me cuesta un poco engancharme con el feminismo ¿no se dan cuenta que son superiores?

La lucha también tiene que ver con las diferencias entre los salarios de hombres y mujeres, por ejemplo.

-Estoy completamente de acuerdo, eso me parece una estupidez, que sea mujer o sea hombre, lo importante es la capacidad, pero esas son interrogantes que el rock ya pasó, la sociedad está atrasada, el rock estuvo adelantado en eso. Yo veo mujeres en la industria musical desde hace mucho tiempo, te digo desde el principio de mi carrera, que van a ser 37 años. Obviamente estoy a favor de la igualdad de género, pero no estoy a favor cuando empiezan a hablar de patriarcado o matriarcado, si queremos una sociedad de iguales, vamos a hacerla igual, pero no busquemos la ventaja ni de los hombres ni de las mujeres. Marchemos juntos, no hay nada mejor, como decía Pappo: “Juntos a la par” ¿hay algo mejor que eso?

SERGIO PERIODISTA 

Entrevistaste a Kurt Cobain en 1993  ¿cómo fue esa experiencia para ti, qué sensación te quedó de él?

-Fue una entrevista muy normal, yo obviamente lo admiraba, me gustaba mucho Nirvana. Había un peligro para la entrevista: él se había llevado muy mal con el público argentino…

…porque no tocaron Smells Like Teen Spirit

-No la tocó porque la gente le tiró cosas al grupo soporte de chicas que él había traído…-hablando de feministas, Kurt Cobain, primer adelantado-. Se llamaban Calamity Jane, no eran una buena banda, pero no merecían ser agredidas por el público. Por eso Kurt Cobain no tocó Smells Like Teen Spirit y obviamente yo le tenía que preguntar por eso…cuando la pregunta es difícil, es mejor dejarla para más adelante, tenés la entrevista hecha, y si el tipo se enoja y te dice ‘terminamos acá’, vos ya por lo menos podés hacer el trabajo. Pero vi que tenía tan buena onda que el camino sólo nos condujo a eso y él me lo dijo: “La gente estuvo muy mal, por eso no tocamos la canción e hicimos un show medio de mierda”. Fue muy honesto él. Obviamente la entrevista -que apareció en Clarín- cobró más dimensión cuando murió y se convirtió en una leyenda, pero era una entrevista que tenía ganas de hacer, no la esperaba porque Kurt no iba a dar notas supuestamente, pero después aceptó. 

Nirvana no tocó en Chile, pero fue a Argentina Jorge Aedo, periodista que tenía un programa de videoclips acá. A esa entrevista accedieron Dave Grohl y Krist Novoselic, pero fue poco seria y llena de ironías.

-Hay que saber encararlos a estos tipos. Hay que tratarlos normal, como estoy hablando con vos ahora. Es la manera para poder escribir, hacerlo naturalmente, si vas sin tratar de pasarte de listo, te va bien. Tenés que saber por dónde entrarle…la sensatez es un buen consejero. 

¿A quiénes más has entrevistado?

-Un día me dijeron: ‘Ronnie James Dio en una hora acá en la radio ¿lo hacemos?’. Fue una entrevista extraordinaria, no por mí, él era extraordinario. También entrevisté a Keith Richards de los Rolling Stones, Jimmy Page y Robert Plant. James Brown, Michael Hutchence de INXS, Steven Tyler, montones…Joe Cocker, Elton John... me ha tocado de todo. 

¿Y cuál ha sido la más emocionante para ti?

-Spinetta. Es algo muy mágico, es muy importante en mi vida. Crecí escuchándolo a él, a Charly, a Pappo. Tuve charlas con Luis que fueron realmente muy lindas y que hoy son parte del libro. Cuando murió mi padre, dos personas me pusieron una mano en el hombro: Charly García y Luis Alberto Spinetta.

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