Voyerismo, morbo y abuso: La historia secreta de la Casa de Vidrio a 20 años de su instalación

Cuando la actriz Daniella Tobar vivió en una caja transparente en el centro de Santiago, para el verano del año 2000, se desató un acalorado e inédito debate en el país. El proyecto Nautilus quería cuestionar la modernidad de la sociedad chilena de la época y lo que obtuvo fue su lado más bestial: mientras unos defendían la performance y otros la acusaban de exhibicionismo puro, 200 hombres se instalaban solo para ver a la joven ducharse, grupos conservadores predicaban con los ojos en blanco, el Fondart tuvo que justificar fondos asignados y hasta hubo querellas y amenazas a los autores. Era otro Chile, coinciden varios de sus protagonistas. El nuevo contexto y la posibilidad de rehacer la obra hoy, en cambio, los dividen.