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Reportajes

10 de Febrero de 2020

78 días en el Sename: El caso de dos adolescentes imputados durante el estallido social

En Buin, dos jóvenes fueron acusados de provocar un incendio en la municipalidad de esa comuna. Tras el hecho, fueron enviados al Sename para cumplir 100 días de arresto. Aquí, el caso de dos dirigentes estudiantiles que arriesgan hasta diez años de cárcel.

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Es sábado 18 de enero, y a pesar de las altas temperaturas, una multitud vestida de negro se desplaza por Alameda, en dirección a La Moneda. Han pasado tres meses desde el estallido social y un centenar de banderas, lienzos y carteles colorean la denominada “Marcha del Silencio”, que tiene como objetivo protestar por las víctimas de violación a los derechos humanos.

Entre la gente, se abre paso un llamativo pendón blancucho de un metro 70 de altura, con una ilustración de dos adolescentes y sus respectivos nombres. En él se puede leer la frase “Exigimos libertad para S.A(*) y J.C(*)”. Un hombre y una mujer lo portan. Su caminar es firme, aunque sus rostros demuestran agotamiento y preocupación. 

Desde hace 78 días, J.C y S.A, dos jóvenes provenientes de la comuna de Buin, están privados de libertad en el Servicio Nacional de Menores

4 DE NOVIEMBRE

Durante los días posteriores al 18 de octubre, S y J, ambos de 17 años, realizaron actividades comunitarias en la Plaza de Armas de Buin. Organizaron cabildos, asambleas, espacios de conversación, entre otros. “De todas las cosas que ha hecho S, lo más importante ha sido ser coordinadora y estar presente en este estallido social. Me decía que hay tanta injusticia, que había que hacer algo. Y yo le di permiso para participar de esa forma”, relata Elisa, madre de S. Con respecto a J, Karla, su madrastra, cuenta que él es dirigente estudiantil, y que junto a S, se juntaban después de clases, para ir a marchar por el centro de la comuna, antes de que iniciaran los disturbios. 

El lunes 4 de noviembre, que sería otro día más de protesta y conversatorio, J y S realizaron su rutina diaria, y por la tarde se reunieron en la plaza de Buin, para dar el vamos a las manifestaciones que tenían contempladas para esa jornada. Todo avanzaba con tranquilidad hasta las 18:30 horas, cuando comenzaron diversos disturbios por las calles aledañas a la plaza. A pesar del ajetreo, estos dos adolescentes decidieron continuar en el lugar, presenciando lo que sucedía a su alrededor, según lo relatado por sus familias. 

A las 19 horas, el escenario se volvió aún más complejo. Así lo relata Karla, madrastra de J: “Ese día, justo hubo una barricada al frente de la municipalidad, y los chiquillos empezaron a protestar en la puerta. Lo que hizo J fue tomar una bolsa negra de basura, la tiró a la puerta, y la dejo ahí. S solo lo estaba acompañando, en ningún momento tocó algo”. En las imágenes de las cámaras de seguridad del edificio municipal a las que tuvo acceso The Clinic, se observa paso a paso lo narrado por Karla. 

Luego de un rato, ambos jóvenes decidieron emprender rumbo a casa, ya que vivían en la misma dirección. Cuando apenas faltaban unas cuadras para llegar a destino,  vehículos policiales irrumpieron su paso. En ese momento no entendieron lo que sucedía y los motivos. Ambos fueron detenidos sin mayor resistencia y trasladados a la comisaría de la comuna. 

Mientras cocinaba en su casa, Elisa, madre de S, presentía que algo extraño estaba pasando. “Le dije a Cristóbal, que llamara a su hermana porque ya era tarde y no había llegado, y yo le había dicho que llegara temprano. Y en eso me dice que S me está llamando. Ahí me cuenta que la tomaron detenida y estaba en la comisaría. Desesperada me dice: ‘Me tienes que venir a buscar”. Primero dudé, pensaba que era una broma pero no. Pensé que me traería a S a casa, pero no que los iban a formalizar”, confiesa.  

ADOLESCENCIA TRANQUILA

S nació el 23 de febrero del 2002. Gran parte de su niñez y adolescencia la vivió en la comuna de Ñuñoa, y desde hace tres años habita en Buin. Es la segunda hermana de cuatro en total e hija de padres separados. “S dibuja, pinta, canta, baila, actúa, habla inglés, lee por gusto, estudia meticulosamente, cuida de sus hermanos, ayuda a su madre, colabora en lo que se le pide. Ayuda a quienes lo necesiten”, relata Katherine, ex profesora jefe, por medio de un escrito que publicó en redes sociales. En su colegio, impartió un taller de tipografía para niñas, creaba distintas coreografías en actividades extraprogramáticas, y nunca tuvo anotaciones negativas. La adolescente de 17 años, salió de cuarto medio días antes de ser detenida; estaba preparándose para rendir la PSU y, ojalá, lograr estudiar pedagogía en alemán. 

J nació el 1 de junio del 2002, y siempre ha vivido en Buin. Sus padres se separaron cuando él era muy pequeño. Vive con su padre y su madre reside en Curicó, a quien visita durante las vacaciones, o cada vez que puede. “Su papá lo pasaba a dejar todos los días al colegio, lo pasaba a ver, tomaban once juntos. Son muy cercanos”, explica Karla, su madrastra, con quien también dice tener una muy buena relación con él. Es fanático del del trap, de los ñoquis y practica boxeo en sus tiempos libres. En el último tiempo organizó actividades ligadas a la política estudiantil. Durante el 2019, cursó tercero medio con mención en contabilidad, en un liceo técnico. Fue detenido antes de finalizar su año escolar, razón por la que el establecimiento decidió cerrar su promedio y promoverlo con el 97% de asistencia. 

 MEDIDA CAUTELAR: SENAME

Elisa tomó sus cosas, y se dirigió lo más rápido que pudo a la comisaría de Buin. Al llegar, no estaba ni S ni J en el lugar, según efectivos policiales, ambos estaban constatando lesiones en el Hospital de Buin. Luego, le informaron que no se podría llevar a S ya que a la mañana siguiente pasaría a control de detención en el Juzgado de Garantía de San Bernardo. Elisa no lo podía creer. Al llegar a casa, llamó a su madre, quien vive en Los Ángeles y le contó lo que estaba sucediendo. Algo muy parecido vivieron los padres de J, que al igual que Elisa, no entendían la gravedad del asunto y el por qué de la formalización.

Era la mañana del martes 5 de noviembre, y en el Juzgado de Garantía de San Bernardo, se estaba llevando a cabo el control de detención de los dos adolescentes. Ambos entraron a la sala engrillados de pies y manos. “Los tenían con cadenas, ni siquiera con esposas, los trataron como si fueran los peores criminales”, recuerda Elisa con pena. Estaban siendo acusados con el cargo incendio con peligro para las personas. “Arrojaron cartones y una bolsa grande con contenido desconocido, agregando un líquido transparente para luego encender fuego a esos cartones y la bolsa, y huyeron hacia la plaza de Buin quedándose en dicho lugar observando cómo se incendiaba”, afirma un extracto de los antecedentes recabados por Fiscalía. En dicha formalización les informaron que arriesgaban una condena de hasta diez años de cárcel. 

Tanto J como S, aseguran ser inocentes del incendio que se les acusa. La joven rompió en llanto en la formalización, y aseguró que no había hecho nada, al igual que su compañero J, quien trató de contenerse. Finalmente el juez dictaminó una medida cautelar de internación provisoria por 100 días en un centro del Sename, mientras dure la investigación. Los adolescentes no pudieron despedirse de sus padres. “Cuando escuché el cargo y que estaban pidiendo diez años, casi me morí. Escuchaba que hablaba el fiscal, y sentía que estaba hablando de otra persona. Además, imagínate, una internación provisoria en el Sename por ser un riesgo para la sociedad, es lo peor que he vivido. Me puse a llorar, y lo peor es no poder decirle que todo va a estar bien”, relata Elisa. 

Tras la instancia, fueron llevados a sus respectivos recintos: J al Centro de Internación Provisoria de San Joaquín, y S al Centro de Internación Provisoria de Santiago. 

78 DÍAS

Durante la tarde del martes 5 de noviembre, S y J llegaron a sus centros de internación. Aún no entendían lo que sucedía. Estar en un centro del Sename, era una experiencia que veían ajena a sus vidas; pero por 100 días, la vivirían en carne propia. 

Para S, los primeros días fueron bastantes complicados, pues no dejaba de pensar en su familia y cómo esta situación afectó a su madre, con quien tiene una relación muy estrecha. Comió las comidas del centro, a pesar de ser vegetariana, y trató de compartir con sus compañeras, quienes se encontraban en dicho lugar por otros delitos. Comenzó a asistir a talleres, en donde aprendió a hacer manualidades y distintas recetas. Debido a su excelente comportamiento, le permitieron realizar una llamada de nueve minutos, una vez por semana. Cada vez que su familia la visitaba, demostraba estar tranquila y optimista. “Cuando pude ir a visitarla, me esperaba con cocadas y un hermoso corazón de peluche con mi nombre estampado. Me contaba contenta como había aprendido a hacer ambas cosas en los talleres”, relata Katherine, ex profesora jefe, en un comunicado. Estando en el centro, le enseñó a una joven a leer y a otra inglés.

Sin embargo, una situación la afectó notoriamente. Un día, mientras iba a declarar a San Bernardo, la hicieron bajar del furgón esposada, en vista de otras personas, quienes observaban la escena. Sintió tanta vergüenza y pena, que bajó la mirada, y siguió su camino. “Exponerla de esa forma, no es lo que quieres para tu hijo”, confiesa Elisa, visiblemente quebrada. Finalmente rindió la PSU. Lo hizo dentro del centro junto a siete jóvenes.

Para J sus primeros días fueron muy complejos, al punto de tener pesadillas con fuerzas policiales. Trató de mantener la calma,  siempre informándose sobre las novedades respecto a su caso. Reconoce que sus compañeros lo apoyaron durante la reclusión, mientras él los ayudaba con sus tareas escolares. Para navidad, su ánimo decayó. La soledad y el estar lejos de sus seres amados le pesó. El miércoles 25 de diciembre, recibió la visita de sus padres, quienes le llevaron pollo asado con papas fritas, la única comida que podían ingresar al centro. “Me dijo en broma que por qué no le había llevado una fuente de ceviche, que le gusta tanto”, cuenta Karla. 

Dentro del centro de internación provisoria, forjó una estrecha amistad con B.S(*), un joven que está siendo investigado por un delito similar al de J cometido durante estallido social. “Decía que quería su cama, pegarse una ducha. Y yo le pregunte que si se bañaba en el hogar, y me dijo que sí, todos lo días; entonces no entendía a qué iba eso. Me dice que quiere pegarse una ducha larga, tranquilo, para poder pensar todo lo que estaba ocurriendo, y para sacarse todo ese enorme peso que tenía”, relata Karla.

Pero, el pasado lunes 13 de enero, se determinaba si continuaba o no la medida cautelar de internación provisoria en el Sename. La defensa alegó que estos jóvenes podían estar en libertad mientras finaliza la investigación (bajo ciertas condiciones). Sin embargo, el Juzgado de Garantía de San Bernardo decidió que la reclusión debía continuar, por lo que J y S siguieron recluidos. 

JUSTICIA Y NEGLIGENCIAS

Durante la transmisión de un noticiero nacional, se mostraron imágenes del incendio, mientras Miguel Araya, alcalde de Buin, declaraba que siempre va a condenar al grupo menor que produzca actos vandálicos, y que principalmente dañan el patrimonio público. Además, añadió que tomará todas las acciones legales que sean necesarias para detener vándalos o delincuentes y que sean sancionados. Ante la postura del edil de la comuna, Karla, madrastra de J, afirma: “Nos hemos reunido con él una sola vez, nosotros y los padres de S. Fue déspota, muy altanero, nos cuestionó a nosotros y trató a nuestros niños de delincuentes. Nos dijo que dónde estaban los papás, porque él tenía a su hijo en la casa y bien cuidado. Nos tuvimos que aguantar las ganas de decirle algo para ver si retiraba la denuncia. No lo hizo, sólo no firmó la querella”. También Elisa, madre de S, comenta sobre esta reunión, y asegura que al consultarle al alcalde si haría algo por S y J, su respuesta fue nula.  

En vista al proceso de investigación, Marlen Quintanilla, abogada de J, asegura que “Claramente hay una injusticia. El Ministerio Público procesó a dos personas que a mi parecer no son autores del delito de incendio, porque los verdaderos culpables y responsables, si se les puede imputar algún delito, están en libertad y ellos saben quienes son, pero no pueden llegar a ellos”. 

También, la diputada Marisela Santibáñez, quien apoyó a las familias de S y J durante la apelación, dice estar comprometida con este caso porque hay una medida cautelar “absolutamente desmedida” de 100 días de arresto en las dependencias del Sename, para dos adolescentes sin antecedentes previos y que son dirigentes estudiantiles. 

Marisela Santibáñez. Foto: Agencia UNO

Sin embargo, un nuevo antecedente marca la investigación. El día martes cinco de noviembre, en los calabozos del Juzgado de Garantía de San Bernardo, J fue desnudado y obligado a hacer sentadillas por gendarmería, siendo a la vez agredido verbalmente por su personal. También acusa haber sido tratado de terrorista y  que le negaron el consumo de agua. A S por su parte, no le brindaron papel higiénico, pese a que los encargados del centro sabían que estaba menstruando

Para revocar la medida cautelar frente a la Corte de Apelaciones, la Defensoría de la Niñez, presentó un informe Amicus. En cuanto a esto, la defensora Patricia Muñoz, afirma: “Lo que planteamos a la Corte, son los estándares de derechos humanos (…) Nosotros presentamos en el Amicus, los estándares internacionales de la Convención sobre los Derechos del Niño, y las reglas de Beijing que regulan el tratamiento de los adolescentes privados de libertad”. Según Marlen Quintanilla, abogada de J, “las reglas de Beijing constituyen una orientación para los Estados al momento de determinar o imponer ciertas penas, ya sean privativas o no de libertad (para adolescentes)”. Además, Marlen explica que la regla 13.1 establece que “sólo se aplicará la prisión preventiva como último recurso y durante el plazo más breve posible”. Dicha regla fue vulnerada durante este caso.

El pasado miércoles 22 de enero, se acogieron los recursos de apelación presentados por las abogadas de J y S, y fue revocada la medida cautelar de internación provisoria en el Sename. 

UNA VEZ AFUERA

S al salir de su centro, fue despedida cariñosamente por sus compañeras, quienes le decían que estaban feliz por ella porque se iba a casa, a pesar de que ellas siguieran recluidas. “Algunas niñas no saben leer o escribir. Estas niñas merecen una segunda oportunidad. Son niñas que nadie ve. No puede ser que niñas de mi edad vivan así”, le dijo S a su madre, una vez fuera del C.I.P de Santiago. La adolescente de 17 años, espera obtener un buen resultado en su PSU. 

Tras lo vivido al interior del Sename, ya no quiere estudiar pedagogía en alemán. Hoy sueña con trabajo social. 

J en tanto planea terminar su cuarto medio. Está feliz de estar en casa con su familia. “Ahora valoró mucho más mi libertad y estar con mi familia”, le dijo J a Karla, su madrastra. 

Al cierre de este reportaje, el adolescente se contactó con The Clinic, y entregó un mensaje desde su arresto domiciliario total: “Hay que seguir luchando, no hay que bajar los brazos”.

Actualmente, ambos adolescentes se encuentran en sus casas cumpliendo arresto domiciliario total,  hasta que culminen los 100 días de investigación. “Una vez que se cumplan los 100 días, lo más probable es que el Ministerio Público solicite ampliación del plazo de la investigación, o la de por cerrada. No se les mandará a otro centro, pues están con arresto domiciliario total”, explica Marlén, abogada de J. 

En febrero finalizan los 100 días de investigación. 

***

(*) Se resguardaron sus nombres, puesto que son menores de edad involucrados en un supuesto delito.

En este reportaje es mencionado un proceso judicial que sigue en curso.

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