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Entrevistas

18 de Febrero de 2020

Cromantis y la revolución femenina dentro del freestyle: “Respondo con lógica y hago que la ovación sea mayor al machismo que ellos me tiran”

Valentina Manzano

Valentina Bustos tiene 18 años, es freestyler y cantante. Dio la PSU en medio del boicot en Ñuñoa, pero la cambiaron de sede a último minuto. Aunque está indecisa entre estudiar ingeniería en biotecnología o licenciatura en letras, dice que no le interesa mucho una carrera universitaria y que por lo mismo se va a tomar el año: quiere dedicarse a la música. En la escena del freestyle alcanzó a conocer a Romario Veloz, uno de los manifestantes asesinados por un militar durante el Estado de Emergencia en La Serena. Ha sido amenazada en redes sociales, fue denigrada e insultada por ser mujer en un mundo de hombres y para contrarrestarlo, creó Inmuba Free, un colectivo de inclusión de la mujer en las batallas de freestyle. En enero pasado firmó con Warner Music Chile y entre sus variados proyectos, sigue decidida a motivar a más mujeres a meterse en el mundo de las batallas. Ella es Cromantis.

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Valentina tenía solo 15 años cuando se lanzó a batallar en las plazas de Santiago. Llevaba cerca de cuatro años improvisando con amigos y haciendo canciones con un vecino, y dos meses asistiendo a las batallas acompañando a su pololo. Aún así, la vergüenza era más grande y no confiaba en su talento. Pero había algo más potente que la frenaba. El ambiente hipermasculinizado, sexista y machista de las batallas callejeras. No había una sola mujer por esos años y las únicas que se veían en los círculos eran las pololas de los freestylers. Valentina se transformó en la primera inscrita y nació Cromantis la batallera. 

Para crear su nombre mezcló el concepto de la rosa cromática, con todos sus matices, y la Mantis Religiosa, que tiene un órgano similar al oído en el centro del pecho “y yo lo interpreté como escuchar con el alma”, dice Valentina.

“Me gustaba mucho hacer decasílabos para el colegio. A mis profes de lenguaje les gustaba cómo escribía. Nos hacían hacer poemas y a mis compañeras les daba paja así que yo les pedía $500 y le hacía el trabajo a casi todo el curso”. Escribiendo las tareas de sus compañeras se dio cuenta de su habilidad para las rimas y comenzó a escribir regularmente. “Todos los días hacía poemas distintos, los releía y ahí fue que en mi cabeza se fueron inculcando las rimas, asociando”.

Acostumbrada a escribir poesía, las primeras rimas que le lanzaron a Cromantis en los enfrentamientos le chocaron: “Perra maraca culia, anda a lavar la loza”, “las mujeres no sirven para el freestyle”, “te voy a violar”, fueron solo algunas de las frases que le tocó recibir. “Todos me tildaron de exagerada porque yo decía ‘cabros tengan consideración con sus rimas’ porque hablaban mucho de la violación, de ‘te voy a violar’ y eso a mi me chocaba”, cuenta la joven.

Foto: Valentina Manzano

Comenzó a hacerse viral en YouTube y los videos de sus rimas acumulaban miles de visitas. Pero “ahí está el arma de doble filo del reconocimiento”, dice Valentina. Con la fama vino una profunda depresión, ansiedad y angustia cuando le comenzaron a llegar fuertes amenazas en comentarios y mensajes. “Caí en una depresión horrible y tuve que empezar un tratamiento. Todos los días me llegaban mensajes de ‘te voy a matar, te voy a violar’. En los comentarios de YouTube un 50% era malo, el 10% era bueno y otro 40% era horrible. Estaba súper deprimida, cuestionándome por qué había entrado a un mundo de hombres”.

“Sentía que el mundo se me caía encima con tanto ciberacoso. En un momento llegué a culparme, qué paja haber nacido mujer en este mundo tan machista”, reconoce.

¿Qué sentías las primeras veces que te lanzaban estos comentarios machistas en las batallas?

-No me cohibía ni nada porque en ese tiempo estaba tan normalizado. Obviamente no me parecía correcto, no encontraba que estuviera bien pero tampoco iba a salir a decirlo porque yo era nueva. Este era un nicho de hombres, tampoco iba a llegar y decir ‘oye ¿cómo me decís eso?’ en la batalla. Me gané el odio de mucha gente, me distancié de muchas personas porque no logran comprender tu punto de vista cuando te están faltando el respeto porque están tan interiorizados en su nicho que muchas veces pasa eso.

¿Sientes que es un acto político enfrentarte a hombres en las batallas y reivindicar este espacio dominado por ellos?

-En un principio no lo veía así, lo veía como ocio, diversión, sin ningún trasfondo. En ese momento estaba estudiando en el Liceo Carmela Carvajal y ahí estábamos en un contexto súper feminista, de paros feministas. Escuchaba a mis compañeras y me di cuenta que en realidad ellas también se tomaban algunos espacios en que no las querían. Ahí me dije ‘yo igual recibo caleta de odio por parte de los hombres a través de los comentarios, no puede ser así’. Al mismo tiempo recibía muchos mensajes de cabras diciendome que me admiraban por el hecho de haberme atrevido y me di cuenta que hace cuatro años yo tampoco me hubiera atrevido, por lo mismo, porque no se ven mujeres. Ahí me di cuenta que se podía hacer una revolución dentro del ambiente con el mero hecho de que mujeres compitieran y ahí cree un colectivo (Inmuba Free) para incluir mujeres en las batallas, en el freestyle. El hecho de ir a una batalla y ver que hay dos mujeres inscritas para mi es un orgullo total.

¿Desde que empezaste sientes que ha cambiado el machismo dentro de las batallas?

-Sí, demasiado. Yo antes llegaba al círculo y me decían ‘perra maraca culia, anda a lavar la loza, no sé qué, no se cuánto’ y yo respondía. Me acuerdo una vez que me dijeron anda a lavar la loza y yo le respondí, ‘en el parlante no te discrimino por machista porque sé que detrás de cada machista hay una familia de ignorantes’. Si me empezaban a decir cosas machistas, yo respondía con lógica y hacía que la ovación fuera mayor al machismo que ellos me tiraban. En ese momento se dieron cuenta que no les convenía tirarme machismo porque yo podía responderles algo que los aterrizaba.

¿Por qué crees que caen en eso?

-La euforia del momento. Yo no te niego que en un momento también caí. Un  niño me dijo una vez ‘oye tenís hambre’ y me apuntó sus testículos, su pene y yo quedé como ‘qué mierda, qué digo’ y le dije ‘si tú decís que tengo hambre, yo no me metería con un niño con el pico de alambre’. Igual me dio vergüenza pero fue lo único que se me ocurrió en ese momento. Y eso es lo que le gusta a la gente, la euforia de un combate. Igual hay batallas que son mucho más poéticas, mucho más analiticas, pero sí hay otras mucho más básicas en donde se cae en el ‘tu mamá es weona’ o cosas así.

¿Te genera algún conflicto interno, feminista, cuando caes en eso mismo?

-Sí, obvio, me sentía como sucia cuando decía esas cosas. Después igual me di cuenta de que al ser freestyle no es algo que te salga de la mente, sino que es algo muy visceral, al menos en las batallas porque es mucha la euforia. Uno cae en el juego del público, que te griten, de sentirte aceptada por el ambiente, entonces yo caí en eso y claramente me sentí mal y después no lo volví a hacer. Cuando tuve más práctica y llevé lo visceral del freestyle a lo mental ahí ya podía pensar lo que iba a hacer. Pero sí, en un principio era totalmente visceral, lo vomitaba.

Foto: Valentina Manzano

Es por esta misma experiencia personal que la salud mental es un tema importante para Valentina. Con todos esos comentarios violentos y la depresión que se le diagnosticó, comenzó un largo trabajo de terapia y tratamiento que le permitió fortalecerse y empoderarse. Pero la joven tiene muy claro que no todos en Chile pueden acceder a la misma opción que tuvo ella.

¿Cómo ves la salud mental en este país?

-Es nula, no se toma en cuenta. Yo creo que tiene mucho que ver con la crianza de nuestros papás también porque en esos tiempos no se visibilizaba. Y muchos adultos creen lo mismo, creen que ir al psicólogo o psiquiatra es de locos. Y no solamente eso sino que es carísimo.

Yo antes tenía muchos problemas de autoestima y no me quería hasta que logré aceptarme y quererme a través de un tratamiento, pero no todas las personas tienen ese privilegio que tuve yo y eso me da mucha rabia, impotencia y pena, que no se visibilice, que no sea prioridad. Esta sociedad te presiona tanto para tantas cosas que al final terminas sintiéndote ahogado o ahogada. La salud mental debiera ser tan importante como la ciencia, el lenguaje y las matemáticas en el colegio. Me gusta usar mis plataformas, mi Instagram, para ayudar a que la gente se sienta mejor consigo misma porque también tiene que ver con los cánones de belleza que te impone la publicidad. A mi me afectaba mucho eso, no poder calzar en ninguno de ellos te hace sentir mal. Yo cuando era chica decía ‘soy muy fea nadie en la vida me va a querer’.

Foto: Valentina Manzano

Para Valentina, el actual sistema de admisión universitaria perpetúa la mala salud mental que padecemos en Chile y ejemplifica: “imagínate con la PSU cómo estaba la gente, tiritando, llorando, es algo que te produce mucha ansiedad y  no debería ser así”.

Te tocó dar la última PSU ¿Qué opinión tienes de la prueba?

-Que vale callampa, perdón que lo diga así, pero la odio. Encuentro que no tiene ningún valor real más que tu inteligencia matemática. Me molesta mucho eso de que te hacen ver que si no tienes un título universitario no eres nadie. Acá en Chile a un universitario le pagan mucho más que a un técnico en promedio y no debería ser así po’ si todos lo trabajos son igual de importantes. Si no tenís un ingeniero es igual de importante que si no tienes a una persona que trabaja recogiendo la basura porque se necesitan en la sociedad. La PSU está muy mal enfocada, crea una segregación tremenda, hay gente que se pudo preparar toda su vida para la PSU, pero yo tenía compañeros que llegaban llorando porque sus papás peleaban, porque no tenían tiempo para estudiar para la prueba, porque tenían que cuidar a sus hermanos, porque tenían que trabajar los fines de semana, y la gente no ve eso. 

¿Cómo fue dar la PSU llena de pacos?

-En mi caso horrible. Estaba lleno de pacos afuera. Y yo pensaba, imagínate llega una manifestación y le quitan el ojo a una persona, porque sabemos que los pacos son súper violentos. Entonces dar la prueba con el furgón afuera, el retén, el piquete y el zorrillo, es súper incómodo ni siquiera te crea nerviosismo la prueba, te crea ansiedad mirar para afuera y darte cuenta que en cualquier momento puede quedar la mansa cagada. Fue penca. 

Me hubiera encantado ser partícipe del boicot, de hecho en la sede anterior lo hubiera hecho, ¡pero nos cambiaron hasta de comuna po! Estábamos en el Manuel de Salas en Ñuñoa y nos cambiaron una hora antes del reconocimiento de salas a la Universidad Mayor de Miguel Claro, al lado de una comisaría.

¿En qué estabas el 18 de octubre?

-Estaba siendo jurada en unas batallas a beneficio y se empezaron a subir videos que le habían disparado a gente en los metros con lacrimógenas y perdigones. Vi el video de una chica, el que se hizo súper famoso, que estaba sangrando y de ahí quedé súper preocupada. Empecé a sentir la ansiedad de lo que se iba a venir a futuro. 

¿Participaste de alguna manifestación?

-El sábado 19 fuimos a un cacerolazo con mis papás, era familiar, lleno de niños y bebés. Empezaron a gritar el que no salta es paco y empezamos a saltar y los pacos que estaban resguardando el Plaza Egaña llenaron de lacrimógenas el lugar. No les importó que hubieran abuelitos, estaba lleno de bebés, niños caceroleando. A mi mamá casi le llega una lacrimógena en la cabeza. Nos sentíamos horrible. No llevábamos limones ni nada porque no pensamos que iba a ser así la represión, fue horrible. Empezaron los pacos a salir a pegarle a la gente y ahí mi papá me dijo ‘tu ya no sales más’. También es por toda la historia en dictadura, porque en dictadura mi papá salió a cacerolear con un amigo y le mataron al amigo en los brazos, un militar le disparó. Mi mamá cuando vio a los milicos en la calle casi se pone a llorar, estaba súper traumada por la dictadura, sentían mucho, mucho miedo. 

¿Y cómo viviste los días siguientes?

-No salí los primeros cuatro días. Después pude salir con mi mamá a Plaza Ñuñoa, que no era el campo de batalla tampoco. Después empecé a ir a Dignidad casi todos los días, formé un bloque secundario para crear aguante y poder territorial en mi comuna, pero en un principio fue súper difuso todo, encontraba que no era real lo que estaba pasando, todo lo que mis papás me contaban de la dictadura estaba pasando en ese momento, tanta gente muerta, reprimida, una persona que yo conocí murió.

Si bien nunca cruzaron palabras, Valentina vio en una batalla en Coquimbo a Romario Veloz, el joven ecuatoriano, bailarín, freestyler y padre de una niña de tres años que fue asesinado por la bala de un militar. “Él era del ambiente. No nos saludabamos pero yo sabía de su existencia, lo tuve ahí, lo presencié y conocí mucha gente que lo conocía de manera cercana y eso fue terrible, pensar que yo a él lo vi vivo y ahora está muerto, ni siquiera por causas naturales sino porque le dispararon los militares. No era una persona cercana, yo creo que ni siquiera sabía mi nombre pero lo vi y conocí gente que lo conocía. Desde la lejanía me pareció algo horrible”, reflexiona la joven.

PROYECTOS ACTUALES

En el último tiempo Cromantis se alejó de las batallas “porque soy un poco dispersa”, dice. Pero un importante proyecto le espera por delante. Hace poco firmó con Warner Music Chile y ya está trabajando en lo que será su primer trabajo de estudio. “Ya tenemos varias canciones listas y ahora la última semana de febrero lo más probable es que me vaya a Buenos Aires a grabar. Voy a sacar varios singles”.

¿Te sientes un referente? Eres súper joven…

-O sea no sé si un referente pero sí una motivadora porque me pasaba que muchos mensajes que me llegaban eran como ‘te amo, te admiro’ y yo nunca me consideré una persona admirable, siempre fui tímida, siempre fui cohibida, siempre era la que pasaban a llevar y terminé siendo admirada y amada por atreverme a hacer algo que todos se deberían atrever si quisieran. Nadie te tiene que achicar o cerrar un espacio que a todos y todas nos corresponde. De qué me sirve tener una medalla si puedo tener tu sonrisa, tu alegría y saber que te motivai a hacerlo. Entonces no sé si referente pero sí una motivadora, me encanta hacer que más cabras y cabros se atrevan, no solamente mujeres también hay niños chicos que se pueden motivar a través de eso, de decirles ‘tú puedes’.

¿Qué te gustaría decirle a las mujeres que temen aún incursionar en las batallas y el freestyle?

-Que se atrevan, solamente eso. Que se tomen su tiempo. Yo me tomé cuatro años. Que nadie las presione más que ellas mismas según su motivación y que no sientan miedo porque como dije, una no está sola, si hay más cabras te van a ayudar a motivarte, te van a tirar para arriba muchas veces. Entonces por mucho odio que uno reciba, siempre van a estar las bonitas personas que te quieran ahí, que te quieran motivada, que te quieran ver feliz, porque si es lo que te hace feliz no deberías dejar que nada te lo impida, ni siquiera la vergüenza.

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