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Entrevistas

20 de Febrero de 2020

Autores del libro Chacarillas, los elegidos de Pinochet: “Fue un acto patético, filonazi y ridículo”

Guido Arroyo y Felipe Reyes. Foto: Camila Vicencio

Los escritores Guido Arroyo y Felipe Reyes acaban de sacar un libro titulado Chacarillas, los elegidos de Pinochet via Alquimia Ediciones, la editorial que ambos manejan. En este trabajo desarrollan una crónica sobre el acto que en 1977 la dictadura realizó para promocionar a un grupo de jóvenes que tomarían su legado. ¿Cómo se armó este libro?, ¿hablaron con los protagonistas? De eso y más charlaron ambos una tarde con The Clinic.

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El 9 de julio de 1977 se llevó a cabo en Chile un acto organizado por el entonces Frente Juvenil de Unidad Nacional. Con la excusa de la conmemoración de la Batalla de La Concepción (1882), 77 jóvenes -mismo número de los efectivos chilenos del regimiento Chacabuco que perecieron en combate- que eran partidarios absolutos del régimen militar se reunieron, antorchas en mano, en el cerro Chacarillas de Santiago, con el fin de expresar su lealtad al general Augusto Pinochet. Entre los participantes se contaban dirigentes estudiantiles (como Patricio Melero, Andrés Chadwick o Juan Antonio Coloma), deportistas (Jorge Socías, Hans Gildemeister), rostros de TV (Patricia Espejo, Antonio Vodanovic) y artistas (José Alfredo Fuentes, Viking Valdés).

Los y las 77 jóvenes elegidos fueron subiendo antorcha en mano, a partir de las 17 horas, hasta la cumbre del cerro Chacarillas, ubicado junto al cerro San Cristóbal, en el Parque Metropolitano. Ascendieron de a dos columnas: una desde Pío Nono, otra desde Pedro de Valdivia. La idea era pasar desde el San Cristóbal al Chacarillas. Una vez en la cima, se ubicaron en un montículo alto (“El caracol de piedra”), en forma de espiral donde cerca de las 20 horas arribó Pinochet, quien se ubicó en la parte más alta del caracol. Los jóvenes se quedaron en partes más bajas del mismo.

“Fue un acto tan patético, tan filonazi, tan ridículo, pero con mucha injerencia”, opina sentado en un café de Bellas Artes el poeta y editor Guido Arroyo. De algún modo, Arroyo siempre tuvo en la mente ese acto, le llamaba la atención, entonces, de alguna forma quería llevar el tema a una forma concreta de su trabajo como editor literario de su sello, Alquimia Ediciones.

“Tenía una obsesión hace mucho tiempo en torno al acto, me parecía un acto muy patético y muy simbólico. No tenía tanto conocimiento en torno a la injerencia que tuvo dentro de la dictadura, el impacto que tuvo en términos programáticos. Me acuerdo que por tres años, intenté sugerir la idea del libro a mucha gente, tiraba el anzuelo, pensé en un libro coral en algún momento, crónica, y nadie prendía”, cuenta Arroyo sobre la idea.

Pero a diferencia del “cabros esto no prendió”, el tema finalmente sí encendió. Y el partner estaba más cerca de lo que Arroyo pensaba en un primer momento. Felipe Reyes, quien junto con Arroyo forma parte de Alquimia Ediciones.

Así, durante el verano de 2018, Arroyo le comentó su idea a Reyes cuando estaban moviendo unas pesadas cajas de cartón repeltas de libros, con motivo de una mudanza de bodega de la editorial. Reyes de inmediato manifestó el deseo de sumarse.

Y el resultado de la idea ya está disponible en librerías. Chacarillas, los elegidos de Pinochet.  La idea fue escribir tanto del evento -lo simbólico- como lo que lo rodeaba “y la importancia que tuvo para sostener la dictadura y proyectarla”, agrega Arroyo, acompañado de Reyes.

-¿Qué cosas devela el acto de Chacarillas?

GA: Lo que devela Chacarillas es que el aparataje de militantes para tomar puestos de poder en términos de la programática de la dictadura militar no era tan alto. Sabemos que los milicos son gente obsecuente que solo sabe hacer una cosa, que si tú los sacas de su posición casi sistemática no saben más que lustrarse las botas y matar. En cambio, todos estos civiles lo que le permitieron a la dictadura era sostener un relato y ocupar y diagramar políticamente todo un país. Entonces, es después de este acto los empezaron a mandar a universidades, al Odeplan, diagramaciones económicas, alcaldes designados, estamos hablando de jóvenes que no tenían una formación ni académica ni política muy alta, estamos hablando de improvisación, por ende, ellos son los que permiten la continuidad de la dictadura. Sin tanto civil plegado, los milicos se hubiesen visto sin mucho que hacer.

FR: Y después terminan como dándole la espalda a los milicos, tratan de desligarse.

GA: En Chacarillas fue la primera vez que se anuncia como una bajada de línea de lo que iba a ser la constitución del 80, y que después redactaría la comisión Ortúzar. El discurso lo hace Guzmán, y tenía todos los elementos ejes, la primera vez que se habla de la susidiariedad del Estado fue en Chacarillas, y Guzmán venía desde el 11 de marzo del 74 articulando eso. Fue decir “Vamos a refundar un pais”; “vamos a hacer que esta constitución sea efectiva”.

FR: Y lo dice el propio Guzmán en sus papeles, “hay que entregarles el poder a estos jóvenes cuando se vayan los militares”, y lo dice Pinochet en el discurso, que no se le va a entregar a los políticos antiguos. Y aparece la vinculación de este movimiento juvenil con el franquismo.

GA: En la última entrevista televisada que da Pinochet, le preguntan cuál es el discurso que más recuerda, y él contesta “El que dí en Chacarillas, porque le entregué mi legado a la juventud”. Es muy sintomático que Pinochet haya recordado ese hito porque a él le interesaba el legado más que a todo el resto de la junta, que eran más inoperantes en ese sentido.  

Guido Arroyo y Felipe Reyes. Foto: Camila Vicencio

Entonces, Chacarillas fue como un acto fundacional de la derecha…

FR: De la nueva derecha. Como que se mata la antigua derecha alessandrista, y aparece la derecha pinochetista. Tengo una opinión muy personal, yo siempre he creído que el problema de Chile en términos políticos no es que exista la derecha, en el sentido que tenemos que entendernos como cualquier nación civilizada, el problema en Chile es que hay una derecha pinochetista, ese es el problema. Eso es gravísimo, ahí hay un problema latente que no ha podido superarse. En cualquier otra parte sería escandaloso.

GA: También estoy muy de acuerdo con eso, y que la alfabetización política de Guzmán, de Larroulet, de Chadwick, de Lavín se basa en la liberabilidad total del poder. Ellos no tienen que hacer una acción política de disputar un sentido común, sino aniquilar al que no les gustaba, ocupar cargos de poder de manera designada, y golpear a la oposición. El año 78, Chadwick encabeza un grupo de jóvenes de la Católica que va a golpear a un acto masivo en contra de la dictadura, y la forma en que ellos creen la política es esa. Y eso es muy grave. Para ellos la política se funda en un Estado que viola sistemáticamente los derechos humanos. 

Literario, no periodístico

¿Cómo se desarrolló el proceso de documentación?

FR: Lo que consideramos que era más ordenado era dividirnos los temas y después juntarlos. Hacerle un estuco. Creo que fue lo más sensato, fluyó el trabajo.

GA: Trabajamos en base a obsesiones. A mí me obsesionaba mucho la figura de ciertos civiles vinculados a la dictadura en su inicio, particularmente (Álvaro) Puga y (Jaime) Guzmán. Y a Felipe le obsesionaba mucho el imaginario de la refundación de la juventud que se hizo en todo el evento. 

Al leer el libro, cuesta advertir que se trata de dos autores diferentes. Ambos sonríen ante ese comentario y señalan que simplemente “se dio no más”.  y que finalmente cada uno fue editando la parte del otro.

Felipe deja su taza en el platillo. Señala que necesita dar cuenta de algo importante, que más allá de la fluidez con que se lee, Chacarillas “no es una investigación periodística”. La idea fue siempre hacer una crónica literaria, no una investigación periodistica. “Esto era lo que queríamos contar del acto. El libro tiene una opinión, plantea una opinión”, explica Reyes. 

Cuando uno ve las fuentes que usaron, se nota que hay diarios, revistas, bibliografía, pero no hay entrevistas de gente vinculada al acto de Chacarillas, ¿por qué esa decisión?

FR: La verdad es que no nos parecía relevante desde la misma perspectiva de que es una crónica, por lo tanto hay un juicio. Además, sabíamos que jamás nos iban a contestar, era obvio que jamás íbamos a tener respuesta si le escribíamos a alguien de la UDI, ¿no? No sé si hubiera sido fácil llevar esa conversación en términos políticos y personales. A mí por lo menos se me revuelve el estómago al pensar en la idea de juntarme con ellos.

GA: Quizás en algún momento se pensó maniqueamente la idea, pero también buscamos entrevistas tanto a personeros políticos como del mundo del espectáculo y que hablaran sobre el acto. El nivel de vanagloriarse por haber estado ahí es muy claro -particularmente los militantes UDI- pero también, en otra vertiente, hay mentira continua. Por eso sentíamos que no íbamos a ganar mucho con esa fuente. 

Guido Arroyo y Felipe Reyes. Foto: Camila Vicencio

Junto con terminar su café, Felipe Reyes opina que un punto crucial del libro es dar cuenta a las nuevas generaciones de que los nombres presentes en el acto tienen bastante vigencia. “Me gustaría que el lector viera que estos que están ahora vienen de ahí, esa es su escuela política, crecen a la sombra del dictador, y que quieran ahora desligarse de eso y mostrarse como demócratas no es así. Esta gente no viene apareciendo ahora, vienen de un sector que en los últimos 40 años de la historia de Chile ha sido el más nocivo, lejos”.

Arroyo agrega que esos jóvenes de Chacarillas, ahora en el poder, han tenido impunidad. “A diferencia de otros países como Perú o Argentina, esos civiles no han pagado. Y no solo no han pagado, están con total impunidad ejerciendo el poder político y económico. Esa alianza hay que investigar más profundamente, y siento que a la izquierda crítica le cuesta leer a esta gente”.

– ¿En qué etapa del libro los pilló el estallido social?

FR: Estábamos terminando.

GA: Con el estallido atrasamos dos meses todas las publicaciones de Alquimia. Todo lo que fue lanzamiento se retrasó, pero en términos de escritura, el estallido no afectó mayormente, también sentimos que no había que imbricarlo en una coyuntura política. Creo que a la parte donde hablamos de Chadwick hay un par de párrafos que le agregué, pero no mucho más. Igual el libro estaba anunciado de antes, así que no fue que lo hiciéramos en base a la coyuntura. Entreveíamos que iban a salir un montón de libros apurados en base a la coyuntura y queríamos desmarcarnos de eso.

DE LOS ARREPENTIDOS…

Un punto interesante del libro es la historia de María Angélica de Luigi quien, hasta el momento, es la única persona de las que participaron en el acto de Chacarillas que ha manifestado públicamente su arrepentimiento.  “Era una periodista, la reportera de política de El Mercurio a mediados de los 70’s, y ella escribe en el año 2004 una columna increíble en el The Clinic, la cito: ‘Mientras a otras chilenas les rompían la vagina con animales, botellas, electricidad, les daban puñetazos y mataban a sus hijos y padres, yo le leía cuentos a mi hijo, pololeaba, iba a las cabañas de los periodistas en El Tabo’. Ella es la única que ha mostrado arrepentimiento de haber sido cómplice pasiva de la dictadura, me parece importante subrayarlo”. 

Uno que ha negado siempre su participación en Chacarillas es Coco Legrand, pero nunca ha aclarado si opina a favor o en contra. 

FR: En todos los listados que sacó la prensa esa semana siempre aparece, pero es difícil comprobarlo y a él tampoco le interesa hablar de eso.

GA: El caso más patético es el de (Antonio) Vodanovic, es la persona que de manera más sistemática ha intervenido el acto. Dice que era un acto a lo más destacado del año, que era un acto políticamente transversal, que no era un acto pro dictadura, que él desconocía la violación sistemática de los derechos humanos, y llegó al ridículo de decir que en el mismo acto estaba Carlos Caszely y él estaba en España jugando en el Espanyol, alternaba la titularidad. 

FR: Y hay otros que intentan pasar piola, ponte tú, Cristián Varela, el dueño de Chilefilms. Una de las empresas del Estado que se privatizó, bueno, él era hijo de la hija de Pinochet, Lucía, era muy cercano, estuvo en el acto. Y ahora está detrás de la empresa que se quedó con el fútbol, el CDF, una empresa millonaria. Si uno ve el listado, la actualidad que tienen los nombres hace que estemos hablando de un acto del pasado pero que tiene mucho presente, todos están en puestos de poder, todos tienen vinculación con universidades privadas, con isapres, con AFP, ellos son parte del problema, precisamente de lo que estamos reclamando ahora en las calles.

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