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Reportajes

5 de Marzo de 2020

Sacerdote exorcista por estallido social: “No hay duda de que hay presencia del demonio”

Juan Pablo Arévalo

Luis Escobar ha estudiado más de 5 mil casos de posibles posesiones diabólicas en el país, luego de haber sido nombrado exorcista por Alejandro Goic, en 2015. Su nombramiento lo tuvo encerrado más de un mes por el impacto mediático que hubo, dice que en estos años ha visto cosas que superan toda lógica, culpa a los medios de comunicación por la imagen que tiene hoy la Iglesia, critica el feminismo que se ha tomado las calles y dice que el exorcismo que necesitamos como sociedad es que nos veamos todos como hermanos. “El diablo existe, aunque no creas en él”, asegura.

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Texto y fotos por Juan Pablo Arévalo S.

La primera vez que Luis Escobar participó de una misa de sanación, lo hizo como ayudante. Sin entender qué pasaba, veía cómo las personas caían fulminadas al suelo cuando el cura encargado de presidir la ceremonia ponía sus manos sobre la cabeza de las personas: algunos convulsionaban, otros ponían los ojos blancos, echaban espuma por la boca o simplemente lloraban. Y cuando a Escobar le tocó poner sus manos sobre la cabeza de algunos asistentes, “cayeron al piso como dominó. Ahí supe que había algo divino, porque yo no les había hecho nada”, dice.

Desde ese momento, Luis Escobar no paró de asistir a las ceremonias y sus misas terminaban con cada vez más gente en el suelo. Estudió, asistió a congresos y leyó todo lo que pudo de esta disciplina que reunía cada vez a más personas, tanto así, que el exobispo de Rancagua Alejandro Goic lo nombró oficialmente como exorcista de la diócesis de Rancagua para que se hiciera cargo del creciente número de casos. El tema logró interés nacional, pero por sobre todo local. La prensa se reunía fuera de su casa y afuera de la cárcel de la ciudad, lugar donde trabajó 27 años como capellán. “Un día iba saliendo de la cárcel y mucha prensa se reunió alrededor de mi auto. Me asusté y salí disparado. Luego vi que un periodista de Las Últimas Noticias había escrito que salí manejando como un endemoniado”, se ríe. Estuvo más de un mes encerrado en su casa evitando el asedio de los periodistas hasta que el interés disminuyó.

¿Qué es el demonio para usted?

-Es el mal, es una criatura de naturaleza angelical, que busca la destrucción del hombre. No es una fuerza, no es una energía, no es una expresión, es un ser, intrínsicamente perverso, no conoce el amor. Dios lo creó bueno, pero por su libre albedrío se rebeló contra él. Las posesiones son manifestaciones extraordinarias del demonio.

¿Por qué cree que todo esto le tocó a usted?

-No sé, yo creo que fue la peor humillación para el diablo que me nombraran a mí. El demonio se esperaba a un pez más gordo, un sacerdote doctor en alguna ciencia, más docto, más alto, más pituco. Pero le tocó conmigo no más.

¿Qué es lo más impresionante que le ha tocado ver?

-Me tocó una vez que estaba haciendo un exorcismo y en la mano de la persona empieza a dibujarse un pentagrama, como si una aguja invisible estuviera dibujando en su mano y yo veía cómo iba apareciendo. Le puse mi mano encima, recé y cuando saqué mi mano ya había desaparecido. Otra vez me tocó una familia donde estaban todos poseídos, padre, madre e hija. Se les cerraban las puertas y después no se podían abrir. A la hija la ahorcaban, le cortaban el pelo por la mitad. Les llegaban pelotazos cuando no había pelotas en la casa. Un día empezó a temblar muy fuerte y salieron corriendo del edificio, y una vez afuera se dieron cuenta que no había temblado en otra parte más que en su departamento. Y hubo otra vez que el marido no podía encontrar su billetera por ninguna parte, durante días. Hasta que miró al techo y vio que estaba pegada ahí, como si la gravedad se hubiera invertido. Le pasamos una escoba para sacarla y no se movía. Hasta que de pronto cayó al suelo. Eso es irracional, supera toda lógica.

LA IRRACIONALIDAD DEL MAL

Los casos que recibe los aborda con un equipo multidisciplinario de psicólogos, psiquiatras y especialistas de la salud. “Un 95% de los casos son clínicos, esquizofrenias, bipolaridades y otros cuadros. El 5% es de manifestaciones del diablo. El demonio se apodera de tu cuerpo, está encapsulado dentro de ti. El demonio existe, aunque no creas en él”. Y sigue. “Me ha tocado ver familias donde es más fácil pensar que el hijo tiene un demonio y que venga el cura y se lo saque, que aceptar que es esquizofrénico y que se van a tener que hacer cargo de él para siempre”. De presentarse un caso de posesión, Escobar lleva a cabo un rito de exorcismo, que incluye rezos, cantos y agua bendita. “Es impresionante cómo el demonio reconoce la presencia de elementos religiosos, evita mirarlos, evita escuchar las oraciones. El demonio detesta a dios”. 

¿Cree que hay algo del demonio en este estallido social?

-Sí, No hay duda de que hay presencia del demonio en todo esto. La irracionalidad del mal que se ha tomado a la gente. El otro día mataron a un joven acá en San Vicente de Tagua Tagua y le dieron 256 apuñaladas. Ahí no hay posesión, pero la irracionalidad de la violencia es preocupante. También, la ambición de lado y lado. El capitalismo que busca ganar dinero sin importar la cantidad de cadáveres que amontone para amasar su fortuna, eso es una manifestación del diablo. La izquierda, que predica pero no practica. En ese sentido, el exorcismo que necesitamos como sociedad es empezar a vernos todos como hermanos.

¿Qué piensa cuando ve, por ejemplo, que la Iglesia antes era una institución a la que se respetaba y se escuchaba, que incluso mediaba en asuntos importantes, mientras que ahora, en este estallido, no ha aparecido?

-Son contextos muy distintos. En el 73’ eran otros obispos, era otra mentalidad, eran valientes. Hoy falta liderazgo, que se arriesguen. Pero aquí también ha habido un ataque sistemático en contra de la Iglesia, sobre todo por parte de los medios de comunicación. Se habla de los curas pedófilos, todos los curas, toda la Iglesia, todos los pacos, todos los militares. Cuidado, se está condenando a gente inocente que no tiene nada que ver. En 27 años que estuve en la cárcel, ¿sabes a cuántos curas presos vi? Solo a uno. Acá en esta ciudad hubo una acusación dolorosa contra 15 sacerdotes que le llamaban La Cofradía. Al ex párroco de esta parroquia se le agudizó su enfermedad y murió víctima de todo esto, porque lo pusieron a él como que encabezaba todo esto. Y nunca se pudo comprobar. Los medios de comunicación no han tenido los cojones para hacerse responsable de esto. La prensa solo busca el morbo, el desprestigio, la publicidad. Yo me había prometido que el día que alguien me gritara algo en la calle lo iba a empapelar a garabatos. Un día pasó un gallo y me gritó cura pedófilo: lo levanté y lo bajé.

Pero a los sacerdotes que sí están involucrados en estos casos, ¿les daría las penas del infierno?

-No. En la cárcel había violadores de sus hijos, psicópatas, pedófilos, ladrones y asesinos. Ellos están pagando su culpa, que es privación de libertad. Yo no soy nadie para hacerles un segundo juicio. Yo vengo a mostrar que Dios los ama y puede perdonar hasta el pecado más horroroso.

La Iglesia ha pasado por varias crisis a lo largo de su historia. ¿Cree que ahora se esté enfrentando a su etapa terminal?

-No, esos son los enemigos. Los enemigos dicen muchas cosas. Nosotros acá en Chile nos enfrentamos por primera vez a una persecución ideológica producto del pecado de algunos ministros. Pero tampoco podemos decir que es toda la institución. Y los medios de comunicación se han encargado de eso. Lo bueno es que la fe del pueblo es como las plantas de bambú. Los expertos dicen que cuando hace explosión una bomba, resisten el fuego, se doblan, no se quiebran y luego se enderezan. Ese es el pueblo fiel.

Una de las consignas del feminismo es la igualdad de oportunidades y derechos. ¿Cree que a partir de ahora se puedan ver a más mujeres dentro de la Iglesia?

-Son dos cosas nada que ver. El feminismo no es lo que vemos hoy, no es esa acción violenta. Hoy es una lucha de género donde los hombres somos los malos, los culpables del sufrimiento de la mujer, los responsables de que ellas no hayan podido desarrollarse, culpables de que queden embarazadas, de todo. Eso no es así. Ese feminismo ideológico, ciego, lleno de odio no es feminismo. Ahora, ese feminismo que busca el respeto por la mujer, la participación, sus derechos está bien. Pero en términos de igualdad, somos distintos. El hombre está hecho para afuera y la mujer hacia adentro. La mujer está para contener y el hombre para expulsar. Somos psicológicamente distintos. No podemos ser iguales. Es como que un sacerdote quiera ser monja, no puede.

ENFERMO DE VIOLENCIA

Escobar nació hace 62 años en una familia de 14 hermanos, en la localidad de Rosario, perteneciente a la comuna de Rengo, en la Región de O’Higgins. “Éramos muchos, pero se morían muchos también. Se murieron cinco hijos más. Mi mamá ya era muy mayor”, dice. Vivían como inquilinos en el campo. Con la llegada de la dictadura, sus padres tuvieron que vender todos sus terrenos y se dedicaron a los estudios. “Los campesinos perdieron sus cosas porque los ricos lo recuperaron. La reforma agraria fue un fracaso”. Estudió pedagogía con mención en religión e hizo clases como profesor durante años. Luego entró como capellán voluntario en la cárcel de Rancagua, desde donde salió enfermo por todo lo que vivió. “Me tuve que poner choro”, dice.

¿Qué fue lo que lo terminó enfermando?

-Todo; la violencia, la falta de derechos humanos, pero hubo un caso en particular que me marcó. Había dos presos que estaban en situación terminal. Además, uno de ellos estaba mal condenado. Era chofer y le metieron drogas para transportarlas. Lo pillaron en el norte. No tenía antecedentes penales y lo condenaron en ausencia. Le dieron ochos años a una persona que debería haber estado libre. Se le desarrolló un cáncer de hígado de forma casi espontánea. Mandamos cartas, hablamos con quienes había que hablar para que le dieran un indulto y lo dejaran morir en su casa. Nunca se lo dieron. Una vez que murió, recién ahí le quitaron las esposas.

***

Estuvo un año con licencia y ya hace casi dos que no pisa la cárcel. En los últimos años ya estaba encontrando mucha resistencia por parte de gendarmes, carabineros e incluso políticos. “Me veían como el cura fregado. Pero yo nunca callé lo que tenía que decir. Por ejemplo, cómo es posible que el estado pague mil dólares por cada preso, mientras que en educación pública no paga más de 100 mil pesos. Entonces para el estado vale más un pobre en la cárcel que siendo educado. ¿Y eso quién lo denuncia? La izquierda se llena la boca hablando de los pobres, los pobres, los pobres, pero lo usan como bandera ideológica nada más. Cuando las personas llegan a su lugar en el poder, ya no les importa lo que suceda para abajo”.

Finalmente, Luis Escobar hace un llamado para que todas las personas que puedan presentar algún tipo de posesión, no vayan donde chamanes, ni brujos ni tarotistas. “Hay mucho chanta ahí. Ese tipo de limpiezas no sirve para nada. Hay muchos programas de televisión que los han dejado al descubierto. Además, conozco casos donde estos supuestos sanadores cobran más de dos millones de pesos. Yo por cien mil pesos te lavo hasta los vidrios”, se ríe.

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