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Reportajes

24 de Marzo de 2020

El creciente temor de las urgencias públicas frente al coronavirus

Gentileza Fabiola Alzamora

The Clinic entrevistó a médicos de urgencias para saber cómo viven en terreno la llegada del coronavirus. Dicen que aún no hay un colapso, pero les preocupa el número de camas críticas y ventiladores mecánicos, los contagios del personal de salud y la cantidad de especialistas capacitados para atender pacientes que requieran respiración artificial. “No es alarma, es crear conciencia”, dice una doctora. “Les encuentro razón al tener temor: no hay personas que hayan vivido una pandemia como la que estamos viviendo”, admite el subsecretario de redes asistenciales del Minsal, Arturo Zúñiga.

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Es miércoles 18 de marzo y la urgencióloga de la Posta Central Fabiola Alzamora entra para comenzar su turno. En la clínica del barrio alto donde también trabaja, desde hace días ella y su equipo usan medidas de protección para prevenir el contagio por coronavirus. Pero en la Posta ve con asombro que no es así. “Guardias, paramédicos, enfermeras; todos estaban sin mascarillas. Fui a buscar jabón. El dispensador, vacío. Pregunté dónde estaba el jabón y las mascarillas. ‘Pero doctora, si acá nunca hay jabón. Como se lo robaron, no van a poner más alcohol gel’, me dijeron. Le dije a mi jefatura que no iba a trabajar más sin jabón, mascarillas ni alcohol gel. ‘Después lo vemos’, me respondieron y se fueron a una reunión”. 

Entonces la doctora Alzamora, que lleva más de dos semanas pidiendo insumos y, según ella, recibiendo respuestas como “no hay, ya van a llegar, no es necesario”, decide a tomar una medida desesperada: hace un video con su celular denunciando la falta de insumos en la urgencia de la Posta. El video rápidamente se viraliza. “El sistema de salud público siempre es paupérrimo, no es capaz de suplir las demandas de la población chilena hace mucho tiempo. Siempre hago denuncias por el conducto regular y nunca he tenido respuesta formal. Estamos acostumbrados a sostener el mundo con una mano para que no se nos mueran más pacientes de los que se mueren. Desde hace más de 10 años que no tenemos confort en el baño. Esas cosas ya las había normalizado. Pero ahora no podía hacerlo porque podían morir miles de personas ante la situación que tenemos”, explica. 

Gentileza de Fabiola Alzamora

Después de su denuncia, el hospital les pasó protecciones faciales y 10 mascarillas N95, de alta protección, para todo el turno que eran unas 40 personas. “Esas mascarillas son las que debemos usar para intubar a pacientes. Les dije a todos: si se acaban, no intuben a nadie”. Al día siguiente, el jueves 19 de marzo, aparecieron las protecciones para todo el equipo. También jabón, alcohol gel y antiparras. “¿Y qué pasa con los guardias y con los administrativos? Es que son de una empresa externa, me dijeron. Es que no nos quieren dar, contaron los funcionarios”, relata la doctora Alzamora. Para el viernes 20 de marzo, su insistente reclamo consiguió que todos los miembros del equipo de la urgencia tuvieran al menos lo que se conoce como protección baja: guantes, jabón, alcohol gel para higienizarse las manos y mascarillas para cambiar cada 4 horas, como recomiendan las normas internacionales. Ella dice: “No es alarmar a la población, sino crear conciencia. Encuentro más irresponsable el silencio y su complicidad criminal”. 

Cada cual a su manera

Hasta el cierre de este reportaje, todas las fuentes consultadas contaron que cada servicio de salud está elaborando protocolos de atención y emergencia por el coronavirus de manera local. El jefe de urgencias del Hospital de la Universidad Católica, Allan Mix, dice: “Hemos hecho protocolos locales de atención porque las directrices ministeriales hasta ahora sólo han establecido qué es un caso sospechoso y que se debe notificar, no cuándo hospitalizar, cómo tratar el virus ni cuándo dar de alta. No se han estandarizado esos protocolos. Entidades como el Colegio Médico han hecho esfuerzos para dar ciertas orientaciones, pero no son normativas”.  

Imagen referencial – Agencia Uno

Desde el Ministerio de Salud, el subsecretario de redes asistenciales Arturo Zuñiga dice: “Desde los primeros días de febrero, comenzamos a elaborar un plan de coronavirus que contempla apertura de nuevas camas, compra de mascarillas y ventiladores y preparación de personal. Ese mes se hicieron simulacros en base a protocolos en la mayoría de ellos y en los consultorios. Sí existe un protocolo del manejo clínico: es una infección respiratoria por lo tanto los tratamientos son bastante similares, con la complicación de que no hay antiviral”. 

La semana pasada la mayoría de las urgencias del país empezaron a dividir sus servicios y evitar el contacto de quienes consultan por temas respiratorios con otro tipo de pacientes. Cada centro de salud ha ido decidiendo sus propias medidas de protección para su personal, aunque varios profesionales consultados coincidieron en que la falta de insumos los afecta hasta ahora. 

“Nosotros estamos usando mascarilla, pechera y hemos tenido que improvisar el tema de los zapatos, porque hay unos siete centímetros de los tobillos que quedan expuestos. Si la persona tose, nos llenamos de partículas. Hemos pedido el protector completo, ese traje de astronauta que se ven en las clínicas privadas, pero no los han comprado. Nos dicen que con las normas básicas de higiene debiera bastar, pero eso nos preocupa”, cuenta el doctor Fernando Yaksic, que trabaja en la urgencia del hospital de Talagante y en la del San Juan de Dios. Según varias declaraciones del ministro de Salud Jaime Mañalich, esa protección es suficiente. La Organización Mundial de la Salud recomienda que quienes atienden de manera directa a pacientes con Covid 19 debieran usar mascarilla, camisolín, guantes y protección ocular. Quienes les hacen procedimientos que tienen contacto con la vía aérea de los pacientes, como conectarlos a respiración mecánica, debieran llevar respirador N95, camisolín, guantes, protección ocular y delantal. Al respecto, el subsecretario Zúñiga dice que los primeros días de febrero el Minsal compró 27 millones de elementos de protección personal para los funcionarios de salud. “Se han ido despachando a todos los centros de salud. Quiero dar la seguridad que contamos con esos elementos. También les pedimos a los hospitales que haya una persona encargada de la distribución en cada establecimiento”.  

Imagen referencial – Agencia uno.

Hace unas semanas, los dirigentes del Samu (Servicio de Atención Médico de Urgencias) también tuvieron una reunión. Los trabajadores solicitaron equipos de protección alta y baja. Les dieron pecheras, mascarillas especiales y cubrezapatos para todos los móviles. Para el equipo de alta protección -buzos de perito, máscaras faciales y cubrezapatos- la jefatura hizo una orden de compra de 500 trajes que aún no llegan. “Mientras, tuvimos que ocupar unos que encontraron en bodega de la crisis del ébola. Deben llevar ahí unos 3 años. Menos mal había. Nunca ha habido una política para estar prevenido frente a estas situaciones. Las cosas se están haciendo, pero las trabas administrativas enlentecen la capacidad de respuesta inmediata y hay poca previsión del gobierno en torno a los sistemas intrahospitalarios. Debiéramos tener, por ejemplo, un stock para una catástrofe, pero nada”, dice el médico de Samu y urgenciólogo Fernando Zapata. El subsecretario asegura que en febrero autorizaron a cada recinto a efectuar compras para agilizar estos procesos.

Otro médico de una de las urgencias más importantes de la Región Metropolitana, que prefirió no dar su nombre, cuenta que en su hospital también tienen déficit de mascarillas y elementos de protección para el personal: “La mascarilla hay que cambiarla cada cuatro horas, pero cada persona la está usando todo el turno. La capacidad es limitada”. 

Camas y ventiladores

Imagen referencial – Agencia Uno

Daniel Pradenas, urgenciólogo del Hospital de Chillán, cuenta que están trabajando para implementar dos urgencias separadas y convertir camas básicas en camas críticas para dar abasto con pacientes que requieran ventilación mecánica. Dice que la principal preocupación del equipo es ésta: la cantidad de pacientes críticos que puedan recibir. “Este es un hospital de alta complejidad y se necesitan más ventiladores mecánicos. Sabemos que van a llegar, pero no sabemos si serán suficientes”. 

El miércoles 18 de marzo, el subsecretario de redes asistenciales dijo a la prensa que el Ministerio de Salud compró 872 respiradores mecánicos, que tuvieron un costo de $12.568 millones. “Compramos esos ventiladores, agregamos pabellones que cuentan con ventilación mecánica, súmale 300 camas con ventilador de pabellones que se iban a ocupar en cirugías electivas y la atención privada que son 120 camas adicionales. Si algún hospital dice que puede convertir más camas, vamos a comprar los ventiladores que sean necesarios. También estimamos 500 camas básicas hospital de campaña que se instalarán donde se necesite; y está la ciudad hospitalaria en Huechuraba que en un comienzo tendrá 800 camas, pero tiene más capacidad. Esas son camas de más baja complejidad, pero tienen como objetivo de reconvertir camas de hospital”, explica.

Imagen referencial – Agencia Uno

Para el médico de la urgencia que prefiere no dar su nombre, esas medidas tampoco alcanzan. “Según los antecedentes que manejamos, en Chile tenemos alrededor de 2500 camas UCI. Quizás eso pueda crecer un poco. Pero según lo que muchos colegas estimamos, alrededor de 200 mil personas necesitarán ventilación mecánica en algún momento. Obviamente quedaríamos muy en déficit”. El subsecretario responde: “Eso va a depender en qué periodo de tiempo transcurren esas hospitalizaciones. Si me dices que será en dos semanas, te respondo que ningún sistema del mundo puede atenderlas. Si esas hospitalizaciones se esparcen en 24 meses, es distinto. En un gran esfuerzo, nosotros hemos ampliado mucho la capacidad y vamos a quedar en muy buen pie, pero eso no implica que no tengamos fallecidos. Todos los años fallecen 600 personas por influenza. Este virus es más letal y hay que estar conscientes de eso. La capacidad de la red tiene un límite, en especial de recurso humano que se necesita para esas circunstancias”. 

La urgencióloga de la Posta, Fabiola Alzamora, está preocupada principalmente por esto. Teme que la cantidad de camas críticas que se requieran en algún momento superen la capacidad de la red. “La tasa ocupación de camas UCI siempre es alrededor del 90%. En el sistema público hay 1500 camas operativas o menos, porque no hay personal médico. Pero pongámosle que las 1500 estarán operativas y que tendremos 300 del sistema privado: serían 1800. Con eso, solo habría 100 camas desocupadas y con suerte para el 5% de 43 mil enfermos (con coronavirus) que según la proyección del Minsal van a haber para comienzos de abril y que requerirán hospitalización. Si llegamos a ese número, se van a necesitar 2000 camas UCI. ¿De dónde van a sacar todas esas camas críticas? Pueden construir 700 camas, pero ¿quiénes van a atender esas camas? Nosotros ya no damos abasto. De las UCI me llaman porque no hay gente. Además, no es cosa de dar un paracetamol: estamos hablando de enfermos complejísimos que requieren medicina intensiva”. Para ello, la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva junto con el Minsal empezaron una capacitación online por Zoom con expertos en UCI. La primera clase fue el martes 17 de marzo acerca precisamente de ventilación mecánica invasiva. La doctora Alzamora opina: “Me parecen medidas ridículas, además de contratar a médicos y enfermeras sin experiencia para pacientes muy complejos”. Sobre este tema, el subsecretario Zuñiga dice: “Más de 11 mil personas han hecho una capacitación y hemos abierto más cupos. Pero no podemos pretender que través de esta capacitación un médico o enfermera de consultorio atiendan a un paciente crítico que necesita intubación. No podemos crear una enfermera especializada en atender coronavirus. Lo que queremos es que ellos puedan ser más resolutivos para que lo puedan tratar ahí mismo en lugar de derivarlo”. 

Entre las medidas que tomaron este fin de semana, el Minsal anunció que en el plazo de una semana habría testeos rápidos para diagnosticar a personas que, no teniendo síntomas, pueden ser portadoras del virus. En Talagante, el doctor Yaksic dice que “tenemos pocas muestras. Según la norma del Minsal, cualquier paciente de contacto debiera tomar la muestra, pero nosotros tenemos un quit para 6 pacientes en un turno de 24 horas. Por eso estamos mandando a personas leves con licencia y cuarentena a la casa. El otro problema es que los resultados se demoran mucho: tenemos una espera hasta 36 horas”. 

Gentileza Fabiola Alzamora

Desde otra urgencia de la región Metropolitana, un urgenciólogo que prefiere no dar su nombre afirma que los exámenes de reconfirmación están tardando entre 72 horas a 4 días en notificar a los positivos. “Si el examen da positivo se va al ISP para confirmar si es el tipo Covid-19. Entonces se empiezan a acumular las muestras. El ISP no tiene la capacidad para procesar todas al tiro. Por eso los resultados de ahora los vamos a tener en cuatro días más. Lo más probable es que haya más confirmados de los que sabemos”, dice. El subsecretario reconoce estos retrasos, pero dice que ha aumentado el número de centros que hacen la confirmación del examen en varias ciudades. “Y ya estamos en condiciones de hacer 10 mil test al día y seguir aumentando capacidad diagnóstica para 15 mil diarias. Ahora podremos testear muchas personas dándoles resultados entre 6 y 12 horas”, asegura. 

Escenarios críticos

El doctor Raúl Betancour lleva más de 10 años trabajando en el sistema público de salud. Cuenta que hasta la primera semana de marzo, en el hospital Barros Luco había 80 hospitalizados en el servicio de urgencia en sillas y camillas en el pasillo porque no había más capacidad en el recinto. “Eso es todos los años en urgencias. Transversalmente a cualquier gobierno, siempre estamos al límite, saturados. Ahora vamos a tener que planificar cómo respondemos a esta emergencia sanitaria además de lo que existe normalmente”, explica. 

Imagen referencial – Agencia Uno

Desde otra urgencia importante de la Región Metropolitana, cuentan que al igual que otros hospitales han adelantado varias altas, y por ahora tienen camas disponibles. “Pero es la calma antes de la tormenta”, dice el doctor que prefirió resguardar su identidad. “Normalmente la red pública siempre está saturada y tenemos que buscar camas críticas en el sistema privado. En unas tres semanas vamos a llegar a un punto en el que no vamos a tener camas críticas. Todos los años pasa. Con esta contingencia un porcentaje de población está en riesgo vital porque no hay respaldo del sistema. Tenemos los ejemplos de países más desarrollados y con más recursos que tienen una saturación completa, como España, Italia y Francia. Acá no tomamos las medidas lo suficientemente rápido para frenarlo”, concluye. 

El subsecretario Zuñiga insiste en que dependerá de cuál sea la curva de contagio y su peak. “Escenarios hay muchos: que se logre controlar 30 mil pacientes críticos en 12 meses es más benevolente que 300 mil en dos meses. Esto varía mucho. No hay ningún país del mundo que esté preparado e Italia es el mejor ejemplo. Esto dependerá del plan de contención del Minsal, pero también de la que la ciudadanía cumpla con lo que hemos pedido: cuarentena de personas contagiosas, distancia social para evitar contagios, toser tapándose con el codo, higienizarse las manos, evitar saludarse de beso y mano. Esas son las medidas más efectivas”. 

-Pero no han decretado cuarentena en todo el país.

A ver, hemos decretado cuarentena en varios lados, declaramos aduana sanitaria en Valparaíso, Coquimbo, hay cordón sanitario en Chillán y varias partes más. Cuando se habla de cuarentena, las medidas se deben tomar de acuerdo al lugar donde están los contagiados. La salud no es solamente evitar el coronavirus. También es la salud mental, trabajo, alimentación. Tenemos que velar por todos los ciudadanos. 

Desde el hospital de Chillán, el urgenciólogo Daniel Pradenas agrega: “Lo que más nos preocupa a todos es que si esto se pone mal, vamos a tener que decidir a quién conectamos y a quién vamos a dejar morir. Mucha gente se va a contagiar. Y si requerimos muchas camas UCI, van a estar ocupadas”. “Además tenemos algo en contra: estamos entrando al invierno, no saliendo como en Europa. Y en el invierno se suman otros virus como el sincicial y la influenza. Solo a medida que pasen los días veremos cómo esto se traduce en la urgencia, hospitalizaciones y fallecidos”, explica el jefe de la urgencia del hospital UC, Allan Mix. 

Contagiarse

Imagen referencial – Agencia Uno

Desde que comenzó la alerta sanitaria, el doctor Betancour ha ido todos los días a la urgencia del Barros Luco, le toque turno o no. Así aprovecha de saber cómo está el equipo, conversar, reforzar las medidas de protección que han acordado entre todos. “La autoridad no hace todo lo que tiene que hacer, pero nosotros estamos tranquilos en el sentido de que sabemos que estamos en lo correcto estando aquí todos los días. Estamos preocupados por nuestras familias. Van a ser semanas muy difíciles. Todos tenemos claro que en algún momento no vamos a llegar a dormir a la casa, que nos vamos a tener que quedar en el hospital o a dormir en los autos para no contagiar a los nuestros”, dice. 

Un dato clave: según la minuta del Comité Asesor del Covid 19 del sábado 21 de marzo en el que el Ministerio de Salud y el de Interior se reunieron con expertos del Colegio Médico, autoridades de municipios y universidades, se llegó a la conclusión de que sobre el 90% de los casos con coronavirus “no está aislado en recintos asistenciales o bajo supervisión de personal sanitario, manteniendo riesgo de diseminación a las familias y consecuentemente a la comunidad”. 

Desde el Minsal, respecto a la postura de los urgenciólogos, el subsecretario Zuñiga dice: “Sí, les encuentro razón para tener temor. Todos estamos así. Esta es una situación que no habíamos vivido nunca, eso nos hace tener susto y es comprensible. Pero confío en que el personal de salud se va a esforzar al máximo para atender a la ciudadanía”. 

El médico Fernando Zapata del Samu cuenta que ellos tienen temas pendientes: les falta un especialista en infecciones intrahospitalarias que les dé recomendaciones técnicas y protocolos para esta situación. “Los protocolos están pensados para el medio intrahospitalario, pero no hay ninguna norma para el sector extrahospitalario o prehospitalario como nosotros”, dice. Tampoco tienen un lugar donde lavar las ambulancias, seguro de vida, ni dónde depositar sus residuos biológicos: tienen que usar los que tienen los hospitales. “En el Samu existe gran preocupación de paramédicos, conductores, médicos, auxiliares, por lo lento que se han ido implementado las medidas de la autoridad. Este auto va a 100 kilómetros por hora y nosotros estamos yendo a 20. Es lo que ocurre en Chile: siempre llegamos tarde”.

Otro temor es que se repita lo que pasó en el Hospital de La Florida Dra. Eloísa Díaz: el miércoles una paciente que ingresó por cuadro hemorrágico, al día siguiente arrojó Covid-19 positivo y el hospital tuvo que decretar cuarentena preventiva para 68 funcionarios que estuvieron en contacto con ella. “También ocurrió en la Posta. El miércoles recibí a un paciente intubado, con neumonía. Le pregunté a la enfermera cuándo lo había intubado y si le habían tomado el examen de Covid. ‘No. Chuta, la cagué’, me dijo. Lo había intubado sin protección. Van a empezar a aparecer positivos los del personal de salud”, afirma.  

El doctor Betancour del Barros Luco dice que aunque el personal de urgencias está acostumbrado a vivir al límite, “la gran angustia es que caigamos nosotros enfermos. Si cae uno, son 14 días fuera y nosotros somos el pilar.  Así, van a ser otras especialidades las que tengan que ir a hacer turnos”, explica. “Si se nos enferman los especialistas capacitados, vamos a caer en manos de un oftalmólogo, un traumatólogo, que pueden ser muy competentes en su especialidad, pero no saben cómo usar un ventilador mecánico”, añade el médico de otra urgencia capitalina. Esta preocupación no solo está en el sistema público. En el Hospital de la UC, el doctor Mix advierte de las licencias del personal de salud que pueden venir: “Si la situación se mantiene así, se sumarán licencias por aislamiento preventivo, enfermedad respiratoria, y la tercera, el burn out; es decir, síntomas psiquiátricos del personal de salud debido a la carga de trabajo”. 

“Para evitar el contagio del personal y lo que ocurrió en el Hospital de La Florida -explica el subsecretrario-, se están habilitando sistemas de turnos en todos los establecimientos de salud. Además, los hospitales están contratando más personal para la capacidad que cada uno tenga. Sabemos que vivir dos o tres meses esta situación va a provocar un desgaste de todos quienes trabajamos en salud y eso requerirá apoyo de salud mental. Nos estamos preparando para atenderlos y darles ese apoyo”.

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