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Coronavirus

1 de Abril de 2020

Los hijos del Covid-19: La nueva educación detonada por el coronavirus

Foto: Pixabay

Una apoderada criticando sin filtro al ministro por Facebook, una escuela vulnerable de Tomé que realizó una compra masiva de celulares y una profesora de matemáticas que intentó hacer una clase por Zoom pero le llegaron sólo cuatro alumnas. Las historias de educación virtual -masificada inesperadamente en Chile- giran principalmente en torno a un concepto: Caos. En ese río revuelto, los expertos llaman a poner ojo en cuestiones tan elementales como el calendario, el acceso a internet y a no desgastarse en tratar de reemplazar la sala de clases por el teléfono. Pero también hay que estar atentos a las empresas tecnológicas, hoy las grandes ganadoras con el derrumbe de la escuela producto de la cuarentena.

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“Reventamos al profesorado diciendo ‘levanten plataformas’ y todos los hueones haciendo Google, Google, Google, imprimiendo, imprimiendo, fotocopiando, fotocopiando, Whatsapp, Whatsapp, Gmail, Gmail”.

Con esas palabras en tono de alarma, la apoderada Denise Didier Castillo (43) describe la educación online, un concepto lo suficientemente neutro para explicar -sin generar pánico- el desconcierto que se ha gatillado en los colegios a partir de la crisis sanitaria del Covid-19.

La semana pasada, cuando la cifra oficial del Gobierno hablaba de 1.142 contagiados de coronavirus, el ministro de Educación, Raúl Figueroa, salió a anunciar que la suspensión de clases se extenderá por dos semanas más y que las vacaciones de invierno se adelantarán para las últimas dos semanas de abril.

Ministro de Educación, Raúl Figueroa. Foto: Agencia UNO

“Debemos saber compatibilizar la medida de prevenir la propagación del virus y proteger la salud de todos los chilenos, y junto con ello asegurar también que los aprendizajes de nuestros niños y jóvenes no se vean deteriorados por las medidas que se han debido adoptar”, argumentó.

El anuncio indignó tanto a Denise, que tomó su celular, se grabó a sí misma y disparó sin filtro durante casi 12 minutos contra el secretario de Estado. El video lo publicó en Facebook y ya cuenta con más de un millón de reproducciones.

“Tomar dos semanas de vacaciones es reírte de la gente. Hazte cargo. Di que no tienes posibilidades de retornar antes de dos meses. ¿O qué crees? ¿Que estos dos meses que vamos a estar encerrados son vacaciones? Los cabros cuando salgan de este encierro van a querer y necesitar sus vacaciones. ¿O los vamos a meter de cabeza al aula para que te funcione tu modelo matemático de ingeniero, hueón?”, cuestiona.

https://www.facebook.com/denise.d.castillo.9/videos/10224016272500351/

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“La mayoría cree que, cuando pase la crisis del coronavirus, todo va a volver a la normalidad. Pero nada va a ser como era antes. La escuela no va a volver a ser la misma”, sentencia el experto venezolano y ex presidente del Instituto de Educación Superior para América Latina y el Caribe (Iesalc) de la Unesco, Luis Bonilla.

En conversación con The Clinic, el investigador explica que “la escuela que nosotros conocemos fue construida según el modelo de máquina newtoniana de la primera y segunda revolución industrial. Funcionó bien durante más de un siglo, porque todo el mundo se construyó alrededor de un modelo de fábricas, de poleas y de ensamblaje”.

Sin embargo, dicha fórmula sufrió dos quiebres importantes en los últimos 60 años. En 1961, con la incorporación del robot Unimate a la cadena de ensamblaje de General Motors, revolucionando la industria automotriz. Y luego en la década del 90, con el desarrollo del “internet, la conectividad a escala planetaria, la nanotecnología y la inteligencia artificial”.

La máquina permitió la automatización de una serie de procesos industriales. En la imagen dos hijos del robot Unimate, el Pumo 500 y el Pumo 560. Foto: UL Digital Library (1986)

“El modelo fabril que está ahora anunciado es totalmente distinto, casi no necesita de mano de obra humana. En esta transición a la cuarta revolución industrial, la casa es el nuevo centro de reorganización de la sociedad y el coronavirus vino a ser el elemento que permitió que todos los ministerios de educación del mundo, al unísono, plantearan el emerger de uno de sus pilares: la educación virtual”, subraya.

El proceso no ha sido fácil para los profesores. Algunos de ellos, hace algunos meses, incluso prohibían el uso del celular dentro de la sala de clases o tenían problemas para conectar el computador con el data show. En palabras de Bonilla: “Los docentes con más de 40 años planteaban que la educación virtual era algo que iba a llegar muy a futuro, que las nuevas generaciones se iban a encargar de eso en tanto ellos se jubilaban. Hoy esa población de docentes no tiene las habilidades para trabajar en el mundo digital. Cuentan con un celular, pero no saben usarlo más allá de enviar Whatsapp, SMS o llamar por teléfono”.

“Los ministerios de educación no tienen plataformas para apoyar digitalmente, los maestros en su gran mayoría no tienen las competencias, los gremios no habían hablado de eso y los únicos que han trabajado, porque sabían hacia dónde iba, son las grandes corporaciones tecnológicas”, resume.

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“Recién nos estamos adaptando a otras formas de educación”, reconoce Camila Contador, profesora de historia del Andino Antuquelén, colegio subvencionado emplazado en la comuna de San José de Maipo. Ella explica que al establecimiento llegan estudiantes de todos los sectores socioeconómicos, posicionándose entre los colegios privados del sector (como el Almenar de Pirque o el International Country School) y los liceos públicos (como el Polivalente).

Camila hace clases en la enseñanza básica y relata que primero comenzaron enviando guías y actividades. Según ella, “lo más importante, más allá de que si estabas pasando materia o no, era marcarles una rutina. Se le enviaba un horario, que incluía lectura, juegos, colaciones y recreo”.

Sin embargo, la improvisación de este modelo no ha estado exento de problemas. Se han notado las diferencias entre los estudiantes que tienen acceso a un buen internet con quienes no lo tienen. Además, entiende que las dinámicas que tengan de manera virtual no van a reemplazar lo que se pueda hacer en sala. “Se asume que no va a ser una clase normal, son aproximaciones a una clase o a un contenido”, dice.

Niño con su computador. Foto: Agencia EFE

Cuenta que una de las plataformas que comenzaron a utilizar los estudiantes de enseñanza media es Google Classroom, parte del repertorio de aplicaciones de blended learning (aprendizaje semipresencial) desarrollada por la multinacional de la tecnología. Dicha app les permite a los docentes subir material en cualquier formato y almacenarlo como material de consulta.

Sin embargo, ella recalca que “trato de pasar materia para que no quede un vacío, pero esa sensación queda igual. Yo pienso que si esto llegase a durar mucho más tiempo, obviamente que este semestre ni siquiera tendría que valer, porque los cabros realmente no tienen todos los contenidos ni habilidades que deben aprender en cada curso”.

Otra historia es la que cuenta Domingo (mantiene su nombre real en reserva), profesor que hace clases en más de 15 cursos del Instituto Superior de Comercio (Insuco), liceo técnico profesional de mujeres ubicado en la comuna de San Miguel que alberga entre 600 y 800 alumnas distribuidas en nueve cursos por nivel, de primero a cuarto medio, con la particularidad de que varias de ellas son inmigrantes de origen haitiano, ecuatoriano y venezolano.

Él relata que han funcionado principalmente por Whatsapp, ya que las compañías telefónicas ofrecen que esta aplicación tenga un uso limitado gratis sin la necesidad de contar con un plan. Pese a ello, hay dificultades sobre todo a la hora de subir y descargar archivos. Para resolverlo, instalaron un buzón fuera del colegio, para que las alumnas depositen sus tareas pese a la cuarentena.

El profesor también narra que han intentado usar otras aplicaciones, pero no han resultado. Es el caso de la profesora de matemáticas de dicho establecimiento, cercana a la tercera edad, que se aventuró a hacer una clase por Zoom, una plataforma de videoconferencias. “Se conectaron cuatro de 16 alumnas”, cuenta Domingo.

Distribución de canastas de alimentación familiar. Foto: Agencia UNO

En su caso particular, él reconoce que “yo estoy revisando todo por foto”. Sin embargo, se han suscitado una serie de problemas en estas semanas, como la sobrecarga de deberes que envían los profesores, la distribución de turnos éticos para entregar la alimentación a las alumnas y la siempre temida copia de tareas. “Llegaron seis trabajos iguales y así no se puede poner nota”, relata.

“Si bien pidieron flexibilidad para la entrega de trabajos, hay niñas que se aprovechan. Les he dicho como 10 veces que no están de vacaciones, aún así hay un relajo total. El jefe UTP me dijo que hay que hacer las cosas más fáciles para ellas, porque no tienen el hábito de estudiar online. Sin embargo, todas tienen celular con internet y está la posibilidad de hacerlo a mano, entonces, no hay justificación para no entregar un trabajo”, agrega.

Domingo recalca que “nos están pidiendo que no nos compliquemos, que sea algo muy simple y que van a haber menos notas”, por esa razón le recomendaron meterse a la página del Mineduc para utilizar el material disponible ahí para educación virtual. Sin embargo, él califica dichas actividades como “súper básicas” e “insuficientes” para los contenidos que debe pasar.

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Según cifras oficiales de la Subsecretaría de Telecomunicaciones (Subtel), cerca de 3,2 millones de hogares tiene conexión fija a internet, es decir, alrededor de un 50%. En este escenario, la educación virtual podría eventualmente “aumentar la inequidad”, según la psicóloga y directora ejecutiva de Educación 2020, Alejandra Arratia.

“Hay barrera de acceso por un lado de la conectividad, por otro lado de tener computador, por otro lado de poder imprimir. Es súper importante no olvidarnos que Chile tiene particulares desafíos de inequidad. En ese contexto, no podemos continuar invisibilizando a grupos que han estado por mucho tiempo fuera de la educación de calidad”, recalca.

Además, puntualiza que “no se le puede exigir al sistema educativo, ni a los profesores, ni a los equipos directivos, ni a las escuelas, que mantengamos un régimen en las mismas condiciones en que estaba la escuela pero desde las casas. En una expectativa irrealista”.

Familia trabajando desde la casa. Foto: Agencia UNO

Un contrapunto ofrece el académico de la Universidad de Chile e investigador del Observatorio Chileno de Políticas Educativas (Opech), Rodrigo Cornejo, quien plantea que, además de la desigualdad educativa, “este país está muy amarrado a las evaluaciones estandarizadas”.

Hay una lógica de que se mantenga todo normal: Mismo calendario, misma cantidad de semanas. Cuesta mucho abrirse a un cambio pese a que esta crisis se va a mantener hasta el invierno. Creo que nos hace daño forzar las cosas para que todo se mantenga normal, cuando no es posible ni por capacidad de los profesores, ni por disponibilidad en las casas, ni por estado de las personas. Se está transformando en un cacho”, subraya.

Para Cornejo, entre los profesores y jefes UTP se ha instalado “un miedo a no cubrir los contenidos Simce, porque baja la matrícula, baja la subvención y pueden cerrar. Estamos presos de un paradigma súper equivocado, marcado por una lógica de estándares y competencia”.

La sala de clases, aunque sea no presencial, es un lugar para poder revalorar la experiencia que estamos viviendo, darle una vuelta y desde ahí pensar ciertos contenidos como la matemática, la biología, la química o la historia”, añade.

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La Escuela F-426 de California, emplazada en la comuna de Tomé, alberga a un total de 105 alumnos, desde educación parvularia hasta octavo básico. Su director, Sergio Torres, agrega que el establecimiento está ubicado en “un sector bastante vulnerable”.

“La realidad nuestra es completamente diferente. La mayoría de las familias no cuenta con acceso a internet ni con equipamiento tecnológico para que los niños puedan trabajar. Tampoco cuentan con un capital cultural muy alto y tienen condiciones socioeconómicas más bien bajas”, explica.

Sin embargo, relata que de todas maneras echaron a andar un sistema de educación virtual a través de Whatsapp. Pero la medida tuvo la resistencia de los profesores, ya que se exponía su teléfono particular a un centenar de apoderados. En ese escenario, se planteó la posibilidad de una compra masiva de celulares para todos los docentes.

“Yo gestioné con el sostenedor la posibilidad de la compra de estos equipos, teniendo en cuenta que había salido una invitación del Mineduc de ampliar el alcance de la Ley de Subvención Escolar Preferencial (SEP) que permitía la compra de este equipamiento”, detalla.

Videollamada. Foto: Agencia UNO

Aníbal Navarrete, secretario general del Colegio de Profesores de la Región del Biobío, explica que en la comuna se da una particularidad. De un total de 8.600 estudiantes, la educación pública absorbe el 90% de la matrícula y sólo un 10% termina en la educación subvencionada.

En ese marco, cuestiona que una escuela con altos índices de vulnerabilidad haya realizado una compra masiva de celulares que “en el mercado pueden costar entre 70 y 80 lucas” para los 15 profesores que trabajan en ella. “Yo creo que gastaron más de un millón de pesos”, subraya.

Sin embargo, el director Torres sostiene que hasta ahora los resultados han sido positivos. Los docentes comenzaron enviando guías y dando instrucciones vía mensajes de voz. Sin embargo, poco a poco se han ido aventurando a nuevos formatos como grabar videos. “Esto ha dado buenos frutos, estamos teniendo una buena cobertura, más de lo que nosotros esperábamos”, reflexiona.

“Tenemos claro que no vamos a alcanzar la cobertura que del Ministerio se espera ni cumplir con el programa a cabalidad. Pensar eso es estar lejos de la realidad. La interacción que se produce en la sala entre profesor y alumno no es la misma que a través del teléfono”, agrega.

Por otro lado, Navarrete sentencia que “la educación a distancia es válida, pero no puede ser el fin. Lo que uno ve es que el Gobierno busca implementarla para reemplazar la figura del profesor. En esa lógica, el Mineduc puso al servicio de los estudiantes del país material que ha sido desarrollado por empresas educativas, que ganan plata con eso”.

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El año 2015, el Banco Mundial en colaboración con una serie de organismos dependientes de la ONU (Unicef, Unesco, PNUD, entre otros) convocaron al Foro Mundial de Educación realizado en la ciudad de Incheon, Corea del Sur, donde participaron cerca de 1.600 delegados provenientes de 160 países.

En la declaración de Incheon, el foro presentó los objetivos de la educación a escala planetaria hasta el año 2030 y entre los enfoques estratégicos de su marco de acción plantea que hay que prepararse para un futuro poco menos que apocalíptico.

“Los sistemas educativos deben ser pertinentes y adaptarse a los mercados laborales en rápida evolución, los avances tecnológicos, la urbanización, la migración, la inestabilidad política, la degradación ambiental, los riesgos y desastres naturales, la competencia por los recursos naturales, los desafíos demográficos, el aumento del desempleo en el mundo, la persistencia de la pobreza, la desigualdad creciente y las amenazas cada vez mayores a la paz y la seguridad”, establece el documento.

Trabajo de desinfección de sala de clases. Foto: Agencia EFE

En un plano más concreto, en dicha agenda se estableció la necesidad de garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad en todos los niveles (de prescolar a superior), especificando que al menos los 12 años de educación primaria y secundaria deben ser gratuitos, nueve de ellos obligatorios. Para lograr dicho objetivo se insta a los gobiernos a invertir entre un 4% y 6% del Producto Interno Bruto (PIB) en educación, o bien, entre un 15% y un 20% del gasto público.

Sin embargo, el investigador venezolano Luis Bonilla explica que en el momento en que se estableció un piso mínimo de inversión en educación, paradójicamente retrocedieron los salarios y las condiciones de trabajo para los profesores, y se le allanó el camino a las grandes transnacionales del sector tecnológico, quienes ven ese presupuesto como un mercado global a disputar.

De hecho, él critica que en dicho foro “no habló ningún educador, ni un profe, ni una maestra. La mayoría de los expositores tenía que ver con el mundo de la tecnología. Hoy más del 90% de los contenidos educativos están en manos de Disney, Google y Microsoft, que ahora, frente a la crisis del coronavirus, han salido a ofertar sus plataformas ante la imposibilidad de los gobiernos de tener las propias”.

Niño con su computador. Foto: Agencia EFE

Tal como si se tratara de un capítulo de las series Black Mirror o Years & Years, para el experto el futuro es más bien sombrío. Bonilla explica que al dejar la educación en manos de estas compañías, es probable que avancemos hacia lo que él llama una “no-sociedad”.

De hecho, invita a revisar la obra de Raymond Kurzweil, actual director de ingeniería de Google y fundador de la Singularity University (Universidad de la Singularidad), institución académica dedicada al desarrollo exponencial de la tecnología y ubicada en el Centro de Investigación Ames de la NASA en Silicon Valley, California, Estados Unidos.

En su libro “La era de las máquinas espirituales”, escrito hace más de 20 años, proyectó que hacia el 2029 las empresas tecnológicas van a poder conectar el neocórtex humano con máquinas computacionales a través de implantes. Y hacia 2045 ya se podrá fusionar la vida biológica con la tecnología. “Estamos pisando un terreno complejo”, sentencia Bonilla.

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