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Opinión

9 de Abril de 2020

Columna: Fragilidad laboral en tiempos de pandemia

Agencia Uno
Mauricio Andrews Carrasco
Mauricio Andrews Carrasco
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La crisis del coronavirus, que golpea tanto a nuestro país como a gran parte del planeta, ha puesto de manifiesto un problema vigente y tantas veces invisibilizado en Chile como es la fragilidad del empleo. En ese sentido, entendido éste como el modo de subsistencia material de las familias, la regulación del teletrabajo y la entrada en vigencia de la Ley de Protección al Empleo, si bien facilitan la actividad laboral, dejan fuera a los trabajadores y trabajadoras informales cuyos ingresos se caracterizan por ser diarios y precarios. 

Entonces, junto con la emergencia sanitaria, la informalidad laboral (que según la OIT alcanzó en Chile una cifra cercana al 40% en 2019) pone en el tapete una vez más las desigualdades que desde el 18 de octubre toman forma, voz y cuerpo en la escena nacional. 

El documento “Perspectivas sociales del empleo en el mundo: Tendencias 2019” (OIT) devela la relación directa que existe entre estabilidad económica y porcentaje de desempleo: lo que quiere decir que a mayor riesgo macroeconómico, mayor es también el impacto negativo en el mercado del trabajo, siendo la informalidad laboral una de las grandes preocupaciones de la OIT.

Cabe de esa manera formularse la pregunta sobre qué sucede en esta crisis con los trabajadores y trabajadoras que no cuentan con contrato, ni pago de cotizaciones, y que, por lo tanto, no pueden acceder al seguro de cesantía que con tanta vehemencia aplaudía el Gobierno hace unas semanas, a propósito de la Ley de Seguridad del Trabajo.

El Gobierno ha anunciado un plan para ir al rescate de éstos, quienes son el grupo mayoritario dentro de los independientes, compuestos además por quienes entregan boleta de honorarios y por los empleadores que dependen de sí mismos. Se ha dicho que se tratará de bonos directos, pero aún falta por definir el monto y el promedio del ingreso de los últimos meses, cuestión compleja de considerar  por la falta de registros.

En síntesis, y superando la retórica diaria y repetitiva, son las personas que habitan en las comunas de menor privilegio, y que dadas las circunstancias muchas veces cuentan con un empleo informal, a las que se le ha “prohibido” (por omisión) el confinamientos que día a día aparece como la recomendación primaria, lejana para ellos, para mantener la vida al interior de un modelo que, ante una crisis de menor o mayor envergadura, siempre termina por develar sus  grietas más profundas.

Por lo pronto, no queda más que hacer un reconocimiento a nuestros alcaldes que, sin distinción y en cada una de sus intervenciones, han sido la voz ciudadana en medio de esta brutal pandemia, liderando incluso medidas que en un principio el Gobierno intentó evitar. 

*Mauricio Andrews Carrasco es Secretario General Partido Radical y Vicepresidente Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (COPPPAL)

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