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Reportajes

23 de Abril de 2020

Los dineros que el fisco destinará a reubicar adultos mayores con coronavirus

Los contagios en dos hogares de ancianos, uno de Puente Alto y otro de Ñuñoa, obligaron al Senama (Servicio Nacional del Adulto Mayor) a activar convenios con recintos religiosos para trasladar a los infectados. La entidad cuenta con un fondo de $8.300 millones extra para la emergencia. Ya tiene acuerdos para ocupar los centros turísticos de la Caja de Compensación Los Andes por $35 mil diarios por paciente. Además, mantiene conversaciones con hoteles, que cobrarían hasta $45 mil.

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Bernarda lo supo por redes sociales. La tarde del 27 de marzo, tras enterrar a su tío Jorge Brito (80) en el Cementerio Metropolitano, el grupo de whatsapp en que se comunicaban los tutores de los ancianos que vivían en el hogar Cordillera de Los Andes, en el paradero 45 de Santa Rosa, se colmó de mensajes: Jimmy Ureta, locutor y periodista de Radio 7 de Puente Alto, estaba transmitiendo por Facebook un reportaje inquietante. 

Una trabajadora de ese hogar, que es el Establecimiento de Larga Estadía para el Adulto Mayor (Eleam) de la comuna, acusaba desde el anonimato que una manipuladora de alimentos que se desempeñaba allí había dado positivo en el examen de Covid-19 y que varios abuelos estaban aislados con síntomas de la enfermedad.

Fachada de hogar de ancianos en Puente Alto – Imagen referencial – Agencia Uno

“Yo me sorprendí mucho, porque había preguntado específicamente si lo de mi tío, que vivía allí, había tenido que ver con el coronavirus y me aseguraron que no; así que lo velamos tres días sin ningún resguardo. Cuando me avisaron el miércoles (25 de marzo) que había muerto, les dije ‘¿es por la pandemia?’ y ellos no y no”, recuerda Bernarda.

La respuesta inicial, comenta, la descolocó. No visitaba constantemente a su tío, pero sabía, por el chat grupal, que estaba bien. Él llevaba seis años en ese Eleam, desde una época en que, afectado por demencia senil, se escapó de su casa y estuvo perdido unos meses hasta que ella lo encontró en una hospedería del Hogar de Cristo y lo internó. 

La segunda conmoción para Bernarda ese último viernes de marzo ocurrió también en el Cementerio Metropolitano. “Cuando enterramos a mi tío, vimos que al lado estaba don Exequiel, un caballero que también es del hogar. El viejito estaba solo en el funeral de su esposa, doña María (Romero). Como nos dio pena, lo acompañamos y mi hermano lo abrazó”.

En esa jornada, sin mascarillas, ni guantes, ni ningún tipo de advertencia, los deudos se consolaron mutuamente. Al día siguiente se conoció que María había sido víctima de la pandemia y que don Exequiel estaba hospitalizado: también era portador del virus.

“Mi tío debe haber muerto de lo mismo, pero como no le hicieron el examen, le pusieron no más ‘falla multiorgánica, degeneración senil e hipertensión arterial’, pero esto se va a investigar, porque es muy raro todo, ¿cierto?”, dice la sobrina.

Raro o no, el caso de Puente Alto activó un plan que el Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama) venía analizando desde hacía un tiempo: concretar convenios con recintos religiosos, cajas de compensación  y hoteles para disponer de lugares donde trasladar a los abuelos cuando se detecten casos de coronavirus en los asilos. 

78 cotizaciones

“Hoy tenemos 947 hogares en el país: hay algunos que son muy grandes en infraestructura; otros, muy reducidos. No todos cumplen con el estándar para aislar a residentes en casos de contagios. Estamos muy enfocados en los 180 hogares sin fines de lucro. Con ellos estamos trabajando muy fuerte”, explica Octavio Vergara, director nacional de Senama.

El Eleam de Puente Alto es uno de los 180 de alta prioridad. Hoy está a cargo de la Fundación “Familia de María”. Previamente, la administración estuvo en manos de la Fundación Agrupación Médica y Social Chile Ayuda, Amsca, entidad que fue investigada por la Fiscalía Sur tras la muerte en 2016 de Raúl González (84), quien padecía Alzheimer y fue aislado nueve días sin recibir alimentos. Su caso motivó el fin anticipado del convenio estatal con esa organización.

El hogar hoy tiene más de 90 cupos destinados a ancianos de alta vulnerabilidad social con dependencia moderada y severa; y recibe un aporte fiscal de $47 millones cada mes. 

Cuando el sábado 28 de marzo el ministro de Salud, Jaime Mañalich, confirmó en terreno que se estaba ante un foco de contagio y luego debió huir ante la ira de los vecinos, el director del Senama -con menos visibilidad que Mañalich- selló un acuerdo con el grupo religioso Schöensttat. La organización católica cedió la casa de retiro Bellavista, en La Florida, para acoger a 21 personas. Los demás habitantes del hogar Cordillera permanecen allí y otros están internados en los hospitales Sótero del Río y Padre Hurtado.

Hasta ahora, quienes parten de los Eleam son los contagiados, pero eso no es una regla: dependerá, precisa Vergara, de las condiciones de cada centro si son los sanos o los portadores del virus quienes se desplazan.

Personal de salud retira exámenes realizados a las personas de tercera edad en hogar de ancianos – Imagen referencial – Agencia Uno

“Los lugares que estamos tomando deben cumplir con las condiciones de hogares de ancianos. El estándar del ministerio de Salud precisa número de piezas, cuidadores mínimos por hogar, teniendo el estándar extra por Covid-19. Además deben estar cerca de un hospital, bien conectados con la comunidad, tener buen transporte, ojalá habitaciones individuales. En un primer lugar empezamos a ver lugares abiertos como capillas, pero siguiendo las recomendaciones de epidemiólogos y de la Sociedad de Geriatría hemos ido descartando estos lugares con el objetivo de proteger al máximo la seguridad de los residentes”, detalla Vergara. 

Una vez que se cumple el filtro técnico, explica el director de Senama, “hemos ido priorizando los lugares con el menor costo posible. El lugar que está buscando ganancias, no lo hemos estado considerando”. 

En rigor, hasta el momento no se está pagando “arriendo” por las llamadas “residencias espejo”. Solo se corre con los gastos asociados de aseo, alimentación e infraestructura. En estas condiciones se firmó una alianza con el Arzobispado de Santiago y los jesuitas cedieron una casa de retiro en Padre Hurtado. 

Con la Caja de Compensación Los Andes, en tanto, se convino el uso de todos sus centros turísticos a lo largo de Chile con un gasto asociado de $35 mil por persona, en una modalidad de “pensión completa”. Desde esta institución, declinaron referirse a los términos de la alianza.

En total, desde Senama se han hecho 78 cotizaciones de distintos lugares. Las más caras corresponden a hoteles, que cobran hasta $45 mil por adulto mayor recibido.

El plan es tener disponibles hasta tres mil camas para el peak de la pandemia. Se dispone para ello de un presupuesto extra de $8.300 millones. 

“En los acuerdos que hemos llegado nos están cobrando cero, corriendo nosotros con los gastos, o nos están cobrando al costo de lo que tienen ellos. Solo si no tenemos alternativas, vamos a tener que ver lugares con fines de lucro”, apunta Vergara.

Los convenios sólo se activan una vez que un adulto mayor ingrese en el recinto acordado. Lo ideal, agrega Vergara, es que esos establecimientos no deban ser usados y se eviten los contagios en hogares. Pero eso es un escenario casi imposible.

Una muestra de eso, de la imposibilidad de que no haya contagios en hogares de adultos mayores, ocurrió esta semana: se conocieron nueve casos positivos en el hogar privado Nuevo Amanecer, ubicado en La Florida. El alcalde Rodolfo Carter explica que el traslado de más de una treintena de residentes sanos -para evitar más contagios- al centro de peregrinos del Santuario de Schoenstatt, ubicado en la misma comuna, corrió con cargo municipal. Al ser un asilo particular, el Senama sólo entregó apoyo técnico. “Se suponía que debía operar en este caso el Seremi de Salud, pero no podíamos esperar. El Estado, en una situación así, debería hacerse cargo sin distinción”, señala el edil.

El peso de la discriminación

Margarita aún intenta descubrir cómo se convirtió en el caso cero del hogar Cordillera que hasta hoy tiene 12 casos confirmados y un fallecido. Relata que antes de que fuera sospechosa de tener coronavirus, ya había residentes que estaban aislados por eventual contagio.

“Le mandábamos comida en platitos desechables, estaban solos. Yo no sé si les habían hecho los exámenes, pero se los trataba como si fueran a contagiar”, detalla la manipuladora de alimentos. 

Imagen referencial – Agencia Uno

Una semana antes de aquel martes 24 de marzo en que ella presentó fiebre y dolor en todo el cuerpo, dos situaciones llamaron su atención: una auxiliar de aseo avisó que debía cumplir cuarentena porque sus padres estaban enfermos; y retornó la jefa de cocina desde Ecuador, país duramente afectado por la pandemia. Aún así, no se tomaron medidas extraordinarias: sólo se establecieron turnos de 24 horas para que menos personal estuviera en el recinto.

“Ese martes me sentí muy mal y me tomé un paracetamol. Pensé que se me iba a pasar. Mi hijo llamó al número de información que daban, dijo que yo trabajaba en un hogar donde había casos aislados de contagio y me hicieron el examen de inmediato. Entré altiro en cuarentena. El 27 me avisaron que era positiva. Caí yo, después un compañero que había trabajado conmigo y otras dos compañeras”, recuerda.

El mismo día en que Margarita confirmó que estaba contagiada fue el del funeral de Jorge Brito, el tío de Bernarda, y de María Romero, la esposa de Exequiel. 

Cuenta Margarita que se sintió culpable; que quería apagar la televisión cada vez que en las noticias hablaban de la trabajadora que había llevado el virus al hogar; que tuvo miedo por su familia -vive con sus papás, de 87 y 94 años, que debieron trasladarse donde otro familiar- y que luego sintió el peso de la discriminación.

“Estamos aislados, pero un día se nos acabaron las cosas y mi marido fue con todas las precauciones a comprar y lo echaron, no le quisieron vender. Es duro. Eso y el temor de morirse, imagínese. Hace poco me vinieron a buscar del Sótero del Río en ambulancia porque tuve mucha fiebre. Era una amigdalitis. El virus baja mucho las defensas. Entonces, está la enfermedad y la reacción de la gente, que es bien terrible”, dice.

Bernarda, que también ha estado en cuarentena, narra que ha vivido algo similar: el peso del temor generalizado entre los vecinos de que los puedan contagiar. Ella, a diferencia de Margarita, ya dejó atrás la cuarentena.

¿Y los hoteles?

La segunda vez que el Senama debió acudir a una residencia espejo fue el 6 de abril, cuando en el Hogar Italiano de Ñuñoa una mujer de 91 años fue hospitalizada por Covid-19. Presentaba además hemorragia y finalmente falleció. La misma semana murió otro interno: un hombre de 90 años. En ese establecimiento se detectaron 25 contagios: siete funcionarios y 18 adultos mayores, incluidos los dos que murieron. 

El brote obligó a que 11 ancianos infectados fueran reubicados en una casa religiosa de la misma comuna. 

Foto referencial – Agencia Uno

El director del Senama, Octavio Vergara, afirma que esa será la modalidad más recurrente: camas en centros religiosos que reúnan las condiciones necesarias. Si no se da abasto, se inicia la segunda parte del plan: habitaciones en hoteles.

Helen Kouyoumdjian, vicepresidenta ejecutiva de la Federación de Empresas de Turismo de Chile (Fedetur), comenta que ya se les solicitó formalmente su colaboración y que la información fue transmitida a sus socios: “Lo central es cómo ocupar espacios de infraestructura para poder ir en apoyo de los pacientes. Cada uno de los acuerdos son directos, no es un gran convenio con Fedetur. Algunos se han puesto a disposición y otros no. La gran mayoría de los hoteles están cerrados y quienes se dispongan a entregar sus servicios, están claros que sólo se trata de cubrir el costo, nadie está pensando en rentabilidad con la pandemia”.

Para la industria, consigna, el principal reparo radica en las condiciones de seguridad de los trabajadores de los locales. “No somos centros de salud. Está la voluntad de ayudar, pero no queremos arriesgar al personal”.

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