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4 de Mayo de 2020

Jacqueline van Rysselberghe: “A mí no me echan ni piropos en la calle”

Foto: Alejandro Olivares

La presidenta de la UDI asegura que no le importa ser una de las figuras políticas peor evaluadas. Dueña de un estilo polémico, muchos la comparan con el ministro Jaime Mañalich. “Soy más simpática”, dice; y agrega. “El mío es un estilo frontal, que no es lo mismo que confrontacional”.

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Psiquiatra de profesión, pero política por vocación, Jacqueline Van Rysselberghe no se cuenta cuentos. Está consciente y asume el costo de la impopularidad y de aparecer como una de las políticas peor evaluadas en las encuestas. Dice que nunca un presidente de la UDI ha marcado bien en los sondeos de opinión pública. “Mi marido me dice que es un gran mérito que él duerma con la mujer más odiada de Chile”, señala en broma, riéndose. “Es demasiado importante tener sentido del humor”, añade. 

Con 55 años, casada, 6 hijos, la senadora por la Región del Bíobío optó joven por la política, aunque alcanzó a ejercer su profesión. Hizo un diplomado de dos años en psicoterapia gestáltica. “Me entretuvo más la política, pero me sirve mucho la gestalt para poder estar acá. La gestalt te enseña a vivir el presente, el aquí y el ahora. El mañana da lo mismo, no sabes si va a llegar y el pasado se fue, ya no lo puedes cambiar”, dice.

Quizá sea su conocimiento de la naturaleza humana lo que le ha permitido surfear bien lo que ella llama “un sutil” espíritu machista en el rudo mundo de la política. Confiesa que no ha sido fácil, pero ya aprendió cómo hacerlo para no morir en el intento.

Foto: Agencia Uno

¿Cómo ha sido dirigir un partido en los últimos seis meses con estallido y coronavirus? ¿Estresada?

-Ahora no tanto, pero cuando fue el estallido fue complejo. Me quemaron la sede. Amenazaron con quemar mi casa, fueron a la oficina de mi marido para tratar de quemarla también. Recibí amenazas de muerte… Es legítimo que hayan posiciones distintas en la sociedad, pero no se pueden resolver así. Yo tengo el derecho a ser respetada y eso se perdió en el estallido social. 

¿Qué le pasó con eso? ¿Tuvo miedo?

-No. Lo encontraba humillante. Yo no podía salir al centro. No pude comprar los regalos de Navidad. No pude ir con mi hija chica a comprarle el uniforme para el colegio porque la podía exponer a que alguien se sintiera con derecho a insultarme y la pobre se iba a angustiar. Yo encontraba que no me lo merecía. Es bien desagradable que a uno lo gritoneen y lo insulten. Pero es peor cuando sabes que eso lo van a ver tus hijos o tu marido.

O sea, durante meses su vida sucedía entre la casa, el Congreso, la UDI y La Moneda…

-Normalmente salgo poco. Gracias a Dios, mi casa es súper agradable. Tenemos buen ambiente. Lo pasamos muy bien entre nosotros. Y la verdad es que trato de no exponerme, básicamente porque es muy desagradable para la gente que me acompañada. Pero te diría que lo álgido fue para el estallido social. Ahora ha ido disminuyendo.

“SOY FRONTAL”

Entre el estallido social y el coronavirus, el gobierno ha tenido que renunciar a su relato. ¿Muy frustrante que Piñera termine gobernando en un país carente, con alta cesantía, con pobreza…?

-Tengo el convencimiento de que las decisiones que está tomando el Presidente Piñera son las adecuadas. Claro, Chile va a ser mucho más pobre de lo que era antes, pero creo que el plan económico permite tener la esperanza de que una vez terminado esto, nos vamos a poder poner de pie primero que otros países de la región.

Foto: Agencia Uno

Mario Desbordes ha advertido que una crisis económica podría gatillar nuevamente un estallido social. ¿Tiene ese temor?

-Espero que no suceda. Creo que si se siguen tomando las medidas adecuadas, podemos evitar que la gente empiece a padecer hambre, que es el gran fantasma que se vislumbra. Sin duda que la mayoría de la gente entiende que hoy, Chile no es el mismo país que teníamos hasta antes del 18 de octubre. Por lo tanto, uno no puede tener las mismas exigencias. Aquí vamos a tener que reconstruir el país entre todos. 

Usted ha cuestionado el liderazgo del ministro Mañalich. Lo comparó con el demonio de Tasmania…

-Todas las personas tienen virtudes y defectos. Cuando dije lo del demonio de Tasmania, que es una caricatura más bien tierna, quise decir que es un personaje que avanza y avanza, que empieza a perder la motricidad fina y deja la escoba en el camino. Pero era eso nada más. No es momento de desviar la atención ni generar conflictos.

“Cuando dije lo del demonio de Tasmania (refiriéndose a Mañalich), que es una caricatura más bien tierna, quise decir que es un personaje que avanza y avanza, que empieza a perder la motricidad fina y deja la escoba en el camino. Pero era eso nada más” 

Le pregunto porque hay quienes dicen que usted y el ministro Mañalich tienen estilo parecido…

-Yo soy más simpática (se ríe).

Foto: Alejandro Olivares

Me refiero a que son parecidos en generar polémica…

-No. Yo creo que es distinto. El mío es un estilo frontal, que no es lo mismo que confrontacional. En general, no suelo enojarme, pero sí soy de decir las cosas claramente. Quizá es por una deformación profesional. Es infinitamente más sano decir lo que uno piensa y no esperar que la gente lo adivine. Ahora en un país como Chile, que todavía tiene algunos rasgos de machismo, el hecho de que una mujer tenga un liderazgo fuerte y plantee las cosas directamente, hace que se generen ciertas caricaturas.

“En un país como Chile, que todavía tiene algunos rasgos de machismo, el hecho de que una mujer tenga un liderazgo fuerte y plantee las cosas directamente, hace que se generen ciertas caricaturas”

Pero usted sí se enoja. ¿Recuerda la imagen de cuando llegó a La Moneda y no saludó al ministro del Interior ni a Mario Desbordes?

-Sé que no me cree nadie, pero cuando llegué estaba nerviosa. Sabía que era una situación rara. Me dijeron: “Allá está su asiento” y pasé de largo . De verdad que no los vi porque me fui derecho a mi silla. Después vi la imagen, dije: “Oh”. 

También hay un tema con la impopularidad. ¿Cuánto le afecta?

-Bueno, a todo el mundo le gusta ser popular, pero yo prefiero ser impopular a ser intrascendente. Es decir, si estoy donde estoy es porque tengo la obligación de plantear el pensamiento de mi sector.  Puede que muchas veces no sean posiciones políticamente correctas, pero son nuestras ideas.

Estar entre los peor evaluados, ¿no la debilita políticamente o le da lo mismo?

-Da lo mismo. Nunca un presidente de la UDI ha sido bien evaluado. ¿Sabes por qué? Porque la UDI suele tener posiciones claras. Nos gusta marcar nuestra posición y, por lo tanto, generamos resistencia en nuestros adversarios. Como esas opiniones son cualitativas, la gente de la izquierda nos pone cero.

Foto: Agencia Uno

Pero no pasa lo mismo con Mario Desbordes. Preside RN, pero que es como una contraluz con usted.

-Somos distintos. La UDI es muy distinta de RN. A nosotros nos gusta decir lo que pensamos aunque sea impopular. 

“Somos distintos. La UDI es muy distinta de RN. A nosotros nos gusta decir lo que pensamos aunque sea impopular”

¿Aún cuando muchas veces su posición no sea mayoritaria en Chile?

-No porque una idea no sea mayoritaria, nosotros vamos a guardar silencio. En una sociedad moderna debe haber espacio para todas las posiciones. Nosotros somos lo que somos y no nos escondemos. Eso es ser honestos también. Y al final del día, la gente premia esa valentía, esa coherencia. Ahora, claro, eso requiere fortaleza.

EL MACHISMO SE RESISTE

Dice que aún hay resabios machistas. ¿Cómo se mueve en esas aguas?

-Es difícil. Aunque ahora el machismo es más sutil, todavía se mantiene. Los liderazgos femeninos, sobre todo los que son fuertes, aún generan resistencia. Uno lo ve. Por ejemplo, nadie le diría a un hombre: “Le dio una pataleta”. En el fondo, se genera resistencia cuando es una mujer la que toma las decisiones…

¿Y cómo enfrenta esa resistencia?

-En la política, yo nací en la adversidad. En la Universidad de Concepción, ser de derecha era ser minoría. Y me metí porque me gustó, porque esto me entretiene. 

¿Qué es lo que la entretiene?

-Me gusta competir. Fui atleta. No jugaba vóleibol. Yo corría. Me gusta ganar.

“Me gusta competir. Fui atleta. No jugaba vóleibol. Yo corría. Me gusta ganar”

Para ganar, ¿tiene que convertirse en uno de ellos?

-No, para nada. Yo no me siento ahombrada, pero sí me gusta competir de igual a igual. 

O sea, ¿no se achica?

-Para nada. Me gusta. Muchas veces les digo: “Te voy a ganar. O te cuidas o te gano”. Entonces, claro, yo intimido a los hombres. Y eso genera un ambiente más hostil porque aflora el machismo. Entonces, se requiere de un esfuerzo adicional para poder manejar esos ambientes hostiles…

Foto: Agencia Uno

¿Y cómo lo maneja?

-Tengo un nivel de dogmatismo súper alto. Sé que es así.  Por lo tanto, evito enfrentarme. He aprendido que, a veces, vale más la pena que crean que la idea es de ellos. Y hay otras veces que hay que hacer todo un trabajo de persuación previo. Requiere más tiempo, es más esfuerzo…

O sea, ¿por ser mujer le toca dar la vuelta más larga?

-Exactamente, me doy la vuelta más larga. Lo asumo como un hecho de la causa. Por eso es que he logrado salir adelante, sino habría muerto en el intento… 

Algunos políticos de su sector dicen que usted es un poco “ninguneadora” con ellos…

-Yo creo que ese es un machismo no aceptado. Es como un machismo que no sale del closet. Te apuesto que eso no se lo dirían jamás a un hombre. Yo soy frontal , pero independientemente de si eres hombre o mujer. No tiene nada que ver con el género. Te aseguro que, en ese sentido, Carlos Larraín es infinitamente peor que yo, pero a él no él dicen eso.

“Yo soy frontal , pero independientemente de si eres hombre o mujer. No tiene nada que ver con el género. Te aseguro que, en ese sentido, Carlos Larraín es infinitamente peor que yo, pero a él no él dicen eso”

Entonces, no es tan sutil el machismo…

-No ha sido fácil. ¿Por que dicen que ninguneo a los hombres? ¿Porque les gano? Yo compito de igual a igual. No pido ventaja. No pido que nadie me subvencione. Eso los intimida. Y la forma de reaccionar es con la descalificación. En el fondo, esta combinación de competir y, al mismo tiempo enfrentar, es lo que genera cierta resistencia en el club de Toby.

“¿Por que dicen que ninguneo a los hombres? ¿Porque les gano? Yo compito de igual a igual. No pido ventaja. No pido que nadie me subvencione. Eso los intimida. Y la forma de reaccionar es con la descalificación”

¿Y no la complica ser intimidante?

-¡Es que eso es tan evidente! A mí no me echan piropos ni los maestros de la calle. Y eso es porque una mujer con poder, intimida. Pero un hombre con poder suele seducir. Es así. Y para mí, ser hombre o mujer no es tema. A lo mejor por eso se sienten ninguneados. 

¿De verdad es tan racional?

-Sí. 

¿Y su lado más femenino, donde está?

-Está puertas adentro. Aunque no lo creas, yo tengo buen carácter, muy buen sentido del humor y soy extremadamente regalona y hogareña. Pero esa parte de mí está guardadita. La gente no la ve.

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