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27 de Mayo de 2020

El rastro perdido de los niños de Hualpén

La hija de María. Créditos: Álbum familiar.

El jueves 30 de abril, el seremi de Justicia de la Región del Biobío ordenó el cierre del hogar de menores Nido de Hualpén. La Defensoría de la Niñez denunció que la directora del recinto habría permitido abusos y violaciones a menores a cambio de donaciones para Nido. Pero no fue lo único eventualmente anormal que encontraron en el recinto, que está siendo investigado. Una madre denunció que su hija había sido dada en adopción de forma irregular; y ya más de 10 padres y madres han sumado relatos similares. Desde entonces, la Fiscalía Regional del Biobío también investiga esta hebra. En este reportaje, los padres y madres hablan de cómo perdieron a sus hijos e hijas, cuyos nombres han sido cambiados para proteger sus identidades.

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Juan (31) sabe que lo primero que pensarán de él cuando lean esta historia, es que quizás no fue un buen padre. Pero a él, eso poco le importa. 

–Todo el mundo se equivoca, uno se puede perder, se puede caer, pero el amor por los hijos debiera ser algo más importante, mucho más importante que entregar a un niño en adopción a cualquier persona –dice. 

Su hijo Benjamín (nombre ficticio) fue dejado en el centro Nido de Hualpén, dependiente del Sename, cuando tenía dos meses, en 2016. 

Un día, una persona de su familia –prefiere guardar en secreto su nombre–, con quien vivían él, su esposa, Rosa, y su hijo, pensó que el niño estaba en peligro con un par de padres drogadictos y llamó a la PDI para que fueran por él. Se lo llevaron cerca de un mediodía de febrero de ese mismo año, mientras estaba siendo amamantado. “Déjelo llenito y lo entrega”, le dijeron a Rosa los tres funcionarios de la PDI que llegaron hasta su casa en Hualpén, en la Octava Región.

Juan no estaba en ese momento y fue imposible que Rosa impidiera que se llevaran al niño, que desde entonces fue visitado por gran parte de su familia. Juan dice que en el libro de asistencia del centro deben estar registradas cada una de las visitas que hicieron sus abuelas, abuelos y sus tíos que nunca perdieron contacto con él. Mientras ellos lo visitaban, Juan y su esposa luchaban por salir de las drogas mientras vivían en Chiguayante, en la misma región de Biobío. 

–No me da vergüenza decirlo, porque nos costó. El error fue habernos ido a vivir a la Población Diego Portales de Talcahuano, porque allá estaba la tentación de la droga, pero mi esposa y yo llevamos dos años limpios, dos años que nos costaron sufrimiento, porque es muy difícil salir de la droga –cuenta. En su región, en 2018, cerca de 8% de personas eran consumidoras de marihuana. 

El hijo de Juan. Créditos: Álbum familiar.

De Benjamín guarda una serie de fotografías, también las imágenes que grabó con su celular el día del parto, el 27 de diciembre de 2015 a las 00:56 en el Hospital Las Higueras de Talcahuano. También conserva algunos de sus juguetes y, en la memoria, atesora las cosas físicas que los unen; por ejemplo, el asma crónica que comparten. También una mancha: Juan la tiene en una pierna y Benjamín en el ojo. 

El 2017 citaron al papá de Juan, Juan Carlos, a una audiencia a los tribunales en Talcahuano para revisar el destino de Benjamín. “Mi papá se opuso a que se diera en adopción, dijo que la familia seguiría cuidando de él; sin embargo la decisión fue que siguiera en el hogar y que lo trasladarían a otro centro que está en el cerro La Virgen de Concepción”, narra.

Sin embargo, después de esa audiencia, no volvieron a saber del niño. Juan cuenta que la directora del hogar, Evelyn Oñate, les prohibió acercarse al hogar porque de lo contrario llamaría a Carabineros. Ellos hicieron caso sin sospechar el futuro. Cuando volvieron a buscar al niño en el nuevo centro al que sería trasladado, cuenta el padre, ya no había rastro de él: nadie sabía de su destino. 

Juan guarda una serie de fotografías de Benjamín, también las imágenes que grabó con su celular el día del parto, el 27 de diciembre de 2015 a las 00:56 en el Hospital Las Higueras de Talcahuano. También conserva algunos de sus juguetes y, en la memoria, atesora las cosas físicas que los unen; por ejemplo, el asma crónica que comparten.

Lo último que Juan supo de él fue por un amigo que trabaja como payaso. “Un día fue a hacer un show al centro y ahí lo vio; dijo que tenía carita de pena, pero no sabemos más”, relata.

Llevan tres años buscándolo con carteles y campañas en redes sociales, pero el padre dice que nadie sabe dónde está.

Benjamín, con su rut y nombre original, ya no aparece en el Registro Civil. No hay pistas de que alguna vez fuera hijo de Juan.

UN NIDO DE ABUSOS

El jueves 30 de abril, el seremi de Justicia de la Región del Biobío, Sergio Vallejos, ordenó el cierre del hogar de menores Nido de Hualpén; es decir, el Sename decidió no renovarle la concesión a la residencia a contar del 1 de mayo, después de que la Defensoría de la Niñez presentara una denuncia porque la directora de dicho recinto –dependiente de la Fundación Luis Amigó– habría permitido abusos y violaciones a menores a cambio de donaciones para Nido. 

Sin embargo, junto a esa misma denuncia, la Defensoría de la Niñez tiró de otra hebra que recién comienza a ser investigada. Patricia Muñoz, titular del organismo, comenta a The Clinic que después de que se conoció el caso de la explotación sexual y la denuncia que gatilló la querella que presentaron, una mamá se les acercó para contarles una situación similar a la que vivió Juan. Esa fue la primera denuncia sobre este tema -la interpuso la propia Defensoría de la Niñez- y fue remitida a la Fiscalía Regional del Biobío, cuenta Muñoz. 

Ya son más de 10 madres y un padre que reclaman la eventual entrega de sus hijos en adopciones irregulares y todas las acusaciones apuntan a la gestión de Evelyn Oñate, quien desde comienzos de mayo cuenta con el amparo de la Defensoría Penal Pública.

Evelyn Oñate se encuentra querellada, no está formalizada. The Clinic solicitó conversar con ella, pero ella no hablará con la prensa. Sí lo hace Gonzalo Benavente Delgado, defensor local jefe de Talcahuano, quien dice que efectivamente existe una línea investigativa sobre la adopción presuntamente  irregular, pero asegura que Oñate no tiene ninguna responsabilidad en esos hechos. “Las adopciones son decretadas por un juez de la República a partir de ciertos antecedentes psicosociales que ese mismo juez tiene a la vista. Respecto a las acusaciones de que no dejaba ver a  la familia de origen, existe un procedimiento para que el menor en proceso de adopción no tenga contacto con su familia de origen y eso facilite la revinculación con la familia que los va a adoptar”, comenta Benavente. 

Patricia Muñoz, titular de la Defensoría de la Niñez, comenta a The Clinic que después de que se conoció el caso de la explotación sexual y la denuncia que gatilló la querella que presentaron, una mamá se les acercó para contarles una situación que la afectaba. Esa fue la primera denuncia sobre este tema y fue remitida a la Fiscalía Regional del Biobío, cuenta Muñoz.

Padres y madres aseguran que ellos o sus familias nunca supieron que el destino final de sus hijos era la adopción y mantuvieron contacto permanente con sus hijos e hijas. Todos y todas sostienen que un día Oñate simplemente les prohibió acercarse al hogar y todos ellos perdieron sus rastros. Al igual que Benjamín, sus nombres y ruts originales tampoco aparecen en el Registro Civil, una prueba de que ya fueron entregados a otras familias, a pesar que muchos de los niños y niñas incluso aún mantenían dormitorios armados en las casas de algunos de sus progenitores. 

SIN PODER CREERLO

Gianinna (27) puso todos los juguetes de su hija Valentina (nombre ficticio) en un cuarto, hasta que regrese. En su casa de Talcahuano guarda celosamente los lápices con los que a la niña le gustaba pintar y un triciclo fucsia que se transformaba en bicicleta y que incluso alcanzó a ocupar con rueditas a los lados. También guarda cientos de fotografías que no dejó de sacar desde que Valentina nació el 26 de mayo de 2011 a las 11:20 de la mañana, también en el hospital Las Higueras de Talcahuano. 

La hija de Giannina. Créditos: Álbum familiar.

Giannina sufrió maltrato físico de su pareja durante años. Fue en ese contexto en el que nació Valentina, pero también fue esa vida la que le dio nuevos golpes: denunció a su pareja por maltrato y por esa vía la red institucional se acercó a ella para quitarle a su hija, con el argumento de que estaría mejor. En 2014, cuando la pequeña tenía poco más de tres años, Valentina ingresó al hogar Nido. 

Fue un tiempo duro. Giannina logró zafar de la relación que la torturó por años y se levantó en una nueva vida para recuperar a su hija. Comenzó a trabajar en la Vega Monumental de Concepción vendiendo almuerzos a los camioneros y logró arrendar una casa para recibir a la pequeña cuando regresara. Y regresó: después de un año en el centro, Valentina volvió. Ya tenía más de cuatro años y una personalidad que nadie puede borrar fácil de esa casa en Talcahuano donde aún la esperan: era activa, hiperkinética, buena para dibujar y bailar la música que sonaba desde el celular de su mamá. 

Aunque recibía visitas constantes de funcionarias del hogar que se dejaban caer en las horas más impensadas, para ella la vida junto a su hija iba bien. Hasta que después de unos meses, cuenta la madre, Evelyn Oñate llamó a Nélida, mamá de Giannina, para pedirle que la fuera dejar al centro voluntariamente si no quería enfrentarse con Carabineros. 

Evelyn Oñate se encuentra querellada, no está formalizada. Gonzalo Benavente Delgado, defensor local jefe de Talcahuano, dice que efectivamente existe una línea investigativa sobre la adopción presuntamente  irregular, pero asegura que Oñate no tiene ninguna responsabilidad en esos hechos.

Ese día, cuando volvió de trabajar, Giannina se encontró con la noticia: su hija no estaba. Y esta vez –aunque aún no lo sabía– sería imposible recuperarla. Pensó que tendría que esperar nuevamente algunos meses para tenerla de regreso.

–Yo quería ir a ver a la niña y Evelyn me lo prohibía, decía que me iba a mandar a los carabineros –cuenta Giannina. 

Fue así durante varios años, hasta que un día de febrero de 2018, después del trabajo, Giannina llegó a su casa y vio una luz de esperanza. Ese día Nélida estaba eufórica, arreglaba las cosas de Valentina, se movía de un lado a otro, como si el regreso de la pequeña fuera inminente.

-¿Mamá, que estás haciendo? –le preguntó Giannina.

-Tengo que apurarme en ordenar. Me dijeron que nos entregarán a la niña y tenemos que ir el lunes al hogar –le contestó con el rostro desencajado de ansiedad. 

La hija de Giannina. Créditos: Álbum familiar.

Cuando llegó el lunes, ambas fueron al hogar a buscar a la niña, pero lo que encontraron fue lo más parecido al infierno: 

–La niña ya no está acá, su mamá firmó un papel diciendo que puede ser entregada en adopción –les dijo Evelyn Oñate, según recuerda Giannina.

Ambas no podían creerlo.

–¡Mamá, qué firmaste! –le gritó Giannina a su mamá intentando encontrar alguna explicación.

–Es que Evelyn me hizo firmar un papel, pero se supone que era para regular sus comidas –le contestó Nélida, envuelta en llanto. 

Aún no entienden qué pasó, pero ninguna de las dos se conforma con el curso que tomaron los hechos. 

“Yo quería ir a ver a la niña y Evelyn me lo prohibía, decía que me iba a mandar a los carabineros”, cuenta Giannina.

Giannina perdió el trabajo, no quiso levantarse, dejó de comer; un estado que le duró como un mes hasta que recuperó fuerzas, nuevamente, y se levantó. Ella fue la mujer que se acercó a Patricia Muñoz. Ahora su denuncia es la primera que registra la Defensoría de la Niñez. 

Evelyn nunca la quiso, cuenta, quizás porque Giannina tampoco creía en sus buenas intenciones y cuestionaba la forma en que era atendida su hija y las restricciones de visita que ella imponía. 

Después que se conocieron las denuncias por abuso sexual y explotación sexual, una tía del hogar de acercó a Giannina para decirle que el proceso de separación fue todavía más duro para la niña.

Ese día, recuerda, la mujer que había trabajado en el hogar le dijo: “La niña se volvió rebelde, tenía ira, porque le dijeron que su mamá no quería verla. Giannina, a ti te mataron hace tiempo”. 

LA PUNTA DEL ICEBERG

Desde comienzos de mayo de este año, algunos lunes, los padres y madres que acusan adopciones irregulares en Nido se paran con mascarillas y carteles frente a los tribunales de Concepción. Esperan justicia, o al menos una investigación que les permita saber dónde están sus hijos. Desconfían que en tribunales Evelyn Oñate entregara sólo información que permitiera acelerar las adopciones. Es decir, sólo ella podía dar cuenta, por ejemplo, de si los niños y niñas eran visitadas por sus familias. 

Fabiola Lathrop, reconocida abogada de familia, explica que en Chile la Ley 19.620, sobre adopciones de menores, extingue los vínculos con la familia de origen; no existe la posibilidad de que se mantenga jurídicamente algún tipo de filiación con ella. Sí existen programas de adopción que preparan a las familias tanto adoptante como adoptada en términos psicológicos; y para proteger el derecho del adoptado o adoptada a su identidad, hay unidades especiales de adopción encargadas de ayudarle a buscar sus orígenes. Pero la ley es clara: no se requiere consentimiento de los padres para dar en adopción a sus hijos; si se cumplen los requisitos legales, que en resumen son abandono por ciertos plazos, se declara la susceptibilidad de adopción y luego, en un procedimiento en que no hay nada que probar, se declara en adopción al niño o niña. 

-¿Es posible que los centros entreguen información incorrecta; por ejemplo, decir que no hubo visitas de la familia cercana de los niños y las niñas cuando sí las hubo?

-Según el artículo 12, la institución que tiene el cuidado del niño debe dejar registro de las visitas, pero obviamente pueden ocurrir errores y también fraudes, en cuyo caso el proceso de adopción puede ser anulado –responde Lathrop. 

La hija de Giannina. Créditos: Álbum familiar.

Giannina intenta una explicación a todo lo que ha vivido: “Yo debería haber insistido en que me dejaran ver a la niña. El último tiempo, antes de que la dieran a otra familia, Evelyn sólo nos decía que teníamos orden de alejamiento. Pero jamás pensé que la iba a dar en adopción. Fuimos ignorantes. Pobres e ignorantes”. 

Desde el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, entidad de la que depende el Sename, confirman que respecto de las posibles adopciones irregulares, la Fiscalía ya inició una investigación de oficio y que por medio del programa Mi Abogado se encuentran revisando los antecedentes de los casos que han aparecido en redes sociales. “Se trata de un asunto muy delicado, pues son causas reservadas, con datos que son confidenciales, donde se resguarda los derechos de los niños involucrados en procesos de adopción, procesos que son judiciales y en consecuencia se han resuelto por resoluciones judiciales”, responden.  

Sin embargo, los padres y madres se siguen sumando a la denuncia inicial que abrió esta pista.

María (22) tenía apenas 15 años cuando quedó embarazada. Su hija Belén (nombre ficticio) nació en 2013, cuando ella ya había cumplido 16. No tenía casa, trabajo ni redes; y por eso pidió auxilio en la Fundación María Ayuda para que la cobijaran con su hija. Estuvo un par de meses en esa institución hasta que Cynthia, la mamá de una de sus mejores amigas, la recibió en su casa de Penco para cuidarla a ella y también a la pequeña, de quien sería la madrina. 

La hija de María. Créditos: Álbum familiar.

Sin embargo, esa seguridad duró poco. El 18 de octubre de 2014, María viajó hasta Talcahuano para visitar a unos familiares y hasta allá llegó Carabineros con una orden para quitarle a su hija. María cree que quizás la Fundación hizo la denuncia. Ese mismo día, la pequeña Belén ingresó a Nido, cuando aún el hogar se llamaba Llequén. La niña tenía un año y cuatro meses.

Desde entonces, dice María, jamás dejó de verla. Fue siempre, cada jueves; y si bien al principio podía estar con ella y jugar, la situación cambió de improviso. 

Uno de los días que le tocaba visita, un jueves de 2018, recuerda que Evelyn Oñate le dijo que no podía acercarse más porque el tribunal lo había ordenado.

Desde el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, entidad de la que depende el Sename, confirman que respecto de las posibles adopciones irregulares, la Fiscalía ya inició una investigación de oficio y que por medio del programa Mi Abogado se encuentran revisando los antecedentes de los casos que han aparecido en redes sociales.

-Yo quedé espantada; tanto, que fui al tribunal a preguntar por qué no podía verla, pero allá me dijeron que no había ninguna orden de ese tipo –cuenta María, vía celular. 

María se acercó a un abogado de la Corporación de Asistencia Judicial de Penco que, según dice, anotó un par de datos y nunca más le devolvió los llamados. En medio de su ignorancia en el tema, supuso que si seguía cumpliendo con las visitas nadie podría quitársela. Y así fue como a pesar de que Evelyn Oñate le pedía que no se acercara, ella se paró afuera de las puertas de Nido cada jueves, como si con ese gesto dejara en evidencia que no quería despegarse de Belén. 

Ese día jueves de 2018, cuando no pudo acercarse más a la residencia, María cuenta que Evelyn la amenazó: le dijo que dejara de ir al centro, porque de lo contrario entregaría a su hija en adopción.

María se acercó a un abogado de la Corporación de Asistencia Judicial de Penco que, según dice, anotó un par de datos y nunca más le devolvió los llamados. En medio de su ignorancia en el tema, supuso que si seguía cumpliendo con las visitas nadie podría quitarle a su hija. Así fue como ella se paró afuera de las puertas de Nido cada jueves.

Fue el mismo día que perdió el rastro de Belén: “Nunca recibí un papel, ni tuve una audiencia para que se fuera en adopción, nada”. Lo único que tiene claro es que desde entonces no conoce el paradero de su hija. 

Ahora, es una de las mujeres que levanta una pancarta con el rostro de su hija en las afueras de los tribunales de Concepción, cada lunes, pidiendo saber dónde están. 

La hija de María. Créditos: Álbum familiar.

*En este reportaje, todos los nombres de los menores son ficticios y en los de sus padres se omitieron los apellidos. Esta decisión editorial se basa en la reserva de las causas judiciales y en el bien superior de resguardar la privacidad de los niños, niñas y familias involucradas.

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