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28 de Mayo de 2020

Combate contra el Covid-19: Las heridas emocionales de la primera línea de la salud

Foto: Agencia Uno

Ver gente morir, temor a contagiar a sus familiares, no tener quien cuide de sus hijos, turnos interminables, discriminación en sus propios barrios. Esos son algunos problemas que enfrenta el personal de salud en tiempos de pandemia. Un total de 3.707 ya están contagiados con Covid-19, según reporta el Minsal. Y muchos más están en lo que en jerga especialista se llama burnout: el momento en que un médico, enfermero, tens o cualquier integrante del equipo de salud se “quema” emocionalmente mientras realiza su trabajo.

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“Nunca es fácil ver morir a alguien, pero ver morir a gente joven, como ocurre ahora, me aprieta la guata, me da angustia”. Así parte su relato Romina (29), enfermera de una clínica del sector oriente, antes de contar que hace poco no alcanzó ni a atender a un paciente Covid-19 de 60 años, porque llegó muerto. Y al día siguiente, como si no bastara el exceso de realidad, Romina atendió en urgencias a una mujer de casi 40 años que había llegado con ahogos. No tenía enfermedad de base. Le pusieron oxígeno y “mejoró un poco”, recuerda. Al otro día, cuando ingresó nuevamente a su turno, Romina buscó a la mujer en la base de datos del sistema clínico, pero no la encontró. La paciente, que Romina dejó estable, había muerto. “Eso fue muy fuerte, porque son cosas que ahora pasan frecuentemente. Hace unos días, una compañera tuvo una crisis de ansiedad. Por lo mismo, la clínica dispuso área de apoyo psicológico para funcionarios, porque esto es demoledor”, dice.

El estrés y la angustia de funcionarios de la salud que están combatiendo el coronavirus en hospitales y centros de salud, se transmite no solamente en testimonios desoladores como el de Romina. Es un fenómeno y está estudiado, tiene un nombre: “burnout”. Así le llaman en medicina al momento en que un médico, enfermero, tens o cualquier integrante de la cadena de salud se “quema” emocionalmente haciendo su trabajo. 

FOTO REFERENCIAL. Personal medico deshecha indumentaria medica luego de estar en contacto con paciente infectado con Covid-19, en la UCI del Hospital Las Higueras de Talcahuano. Crédito: Agencia Uno

La salud mental de estos funcionarios no es un tema trivial. La semana pasada, la CUT realizó un catastro entre los 100 mil trabajadores que componen 15 gremios ligados al área: el resultado arrojó que 1.307 personas que trabajan en el rubro están contagiados con Covid-19, y que 2.821 se encuentran en cuarentena. Ya el 22 de abril, el Ministerio de Salud había cifrado en 718 los trabajadores de la salud que fueron diagnosticados con el virus. Desde entonces la cifra se disparado: el ministro Mañalich informó el 28 de mayo que la cifra alcanza a 3.707 infectados, situación que calificó como el peak de contagios de personal de salud.

María José Seul (34) es parte de esa cifra. Trabaja en la urgencia del Hospital de la Mutual de Seguridad y es directora de la Sociedad Chilena de Medicina del Deporte. Desde marzo, sólo ve casos Covid-19: “Desde que partió la pandemia estoy aislada. Hablé con mi familia y mi pareja para decirles que no nos veríamos más por seguridad de ellos, y eso emocionalmente es muy difícil… no puedes acercarte a nadie ni vivir con alguien porque lo expones. En un momento tuve que conversar con mi familia  para ver quién se haría cargo de mí si es que yo me enfermaba, porque no quiero contagiar a mis papás ni abuelos. Mi hermana chica dijo que se haría cargo. Y bueno, pasó lo que esperábamos: me contagié de Covid hace como diez días”. Cuenta que “una de las cosas más difíciles ha sido el manejo de la ansiedad y el miedo ante la situación que estamos enfrentando; todos los días ves lo rápido que llegan los pacientes a la urgencia y lo rápido que se complican, pueden llegar a la intubación e incluso a la muerte”.

“En un momento tuve que conversar con mi familia para ver quién se haría cargo de mí si es que yo me enfermaba, porque no quiero contagiar a mis papás ni abuelos. Mi hermana chica dijo que se haría cargo. Y bueno, pasó lo que esperábamos: me contagié de Covid hace como diez días”. María José Seul, médico. 

Las preocupaciones

El impacto emocional sobre los equipos de salud inquieta a las autoridades. El ministro Mañalich dijo este martes: “Médicos, enfermeras, auxiliares, tens, tecnólogos, ellos están pasando un período extraordinariamente duro. Hay que agradecerles a ellos que, pese a que emocionalmente el impacto que significa esta pandemia hace a veces que las almas se quiebren, efectivamente la disposición de los trabajadores de salud, del gobierno, sea seguir adelante”. Desde el propio ministerio se ha decidido sumar 8 mil personas más al sistema, reclutando a honorarios a personal de la salud sano mientras dure la pandemia. 

Según explican desde el Colegio Médico (Colmed) y de distintas agrupaciones de salud, no sólo ver morir pacientes en cadena les provoca sufrimiento y angustia a sus profesionales. Contagiar a sus familiares se transforma también en un estrés permanente.

Muchos funcionarios de la salud coinciden en que el riesgo que corren sus propias vidas los atemoriza, pero lo que más desestabiliza es la preocupación constante que significa ser vectores de contagio para los que aman. Varios han preferido arrendar departamentos o habitaciones fuera de sus casas. “Tenemos varias compañeras que tienen hijos chicos, mamás o papás con enfermedades graves -dice Romina-,  y el hecho de pensar en contagiarlos nos angustia”. 

FOTO REFERENCIAL. Personal medico deshecha indumentaria medica luego de estar en contacto con paciente infectado con Covid-19, en la UCI del Hospital Las Higueras de Talcahuano. Crédito: Agencia Uno

José Miguel Bernucci, secretario nacional del Colmed, explica que la situación se ha transformado en una demanda gremial. “Es una tremenda preocupación”, dice. “Dentro del petitorio (a las autoridades), una preocupación es obtener apoyo sicológico, porque los índices de burnout son altos. Y lo segundo es cómo se puede apoyar al personal de salud. Los parlamentarios decían hacerles un bono, pero nosotros apuntamos más allá: pedimos darles permisos a los cuidadores, a las parejas o familiares del personal de la salud para cuidar a sus niños. Muchos no tienen con quién dejar a cargo a sus niños en cuarentena”. 

Sin ir más lejos, Jorge (nombre ficticio; pidió no aparecer con el real) tiene 34 años, es intensivista de la Posta Central y tomó la decisión de irse a vivir solo a un departamento cerca del hospital. Su trabajo es directo con casos Covid-19: atiende pacientes UCI, ve las indicaciones de los medicamentos, ajusta ventiladores mecánicos de cada paciente y coordina su trabajo con el de enfermeras y kinesiólogos. La idea del cambio de domicilio es no tener contacto estrecho con su hija de un año y cuatro meses, y su señora. “Siento miedo de contagiar y matar a alguien de mi familia. Mi papá es trasplantado e inmunosuprimido; y mi hija puede contagiarse y servir de vector para contagiar a mis padres que la cuidan”.

“Dentro del petitorio (a las autoridades), una preocupación es obtener apoyo sicológico, porque los índices de burnout son altos. Y lo segundo es cómo se puede apoyar al personal de salud”. José Miguel Bernucci, secretario nacional del Colmed.

La decisión, reconoce, ha tenido hondas repercusiones emocionales: “Se me mezclan las cosas. Mi hija me da la energía para seguir trabajando full, pero por otro lado la echo mucho de menos y me duele no verla”. Trata de no pensar en eso, pero dice que hay demasiada incertidumbre ante lo que viene. “Esto está recién partiendo”, asegura.

“Como llegando de la guerra”

“Hace un mes se empezó a poner muy complicado el trabajo”, reconoce Claudia Díaz (30), tens del Hospital Clínico de la Universidad Católica de Marcoleta. Empezaron a hacer turnos de 24 horas cada tres días libres. “Estamos cansados física y psicológicamente, pero estos turnos nos permiten exponernos menos con los pacientes que ya están más graves”, dice. Durante estos meses, además de la carga laboral, la exposición y el miedo, lo más complejo fue pasar de ser funcionaria de la salud a ser paciente. Cuando supo que su resultado de Covid-19 salió positivo, se aisló y lloró toda la noche. Su mayor miedo era traspasar el virus a sus dos hijos, quienes de manera inevitable terminaron contagiados.

La situación al volver de su cuarentena no fue mejor. “Los turnos están del terror: pacientes graves, con alta demanda; y nosotros estamos muy vulnerables. A veces dan ganas de llorar, a veces la incertidumbre es tanta que no te permite estar bien, hay angustia, miedo. Lo peor es que como tens ni siquiera es reconocida nuestra labor, sería tan importante que nos incluyeran al Código Sanitario, porque al menos nuestro trabajo sería bien remunerado. Imagínate trabajar tanto, exponerte tanto, y que eso no sea bien reflejado en las lucas”, señala.

“Nosotros estamos muy vulnerables. A veces dan ganas de llorar, a veces la incertidumbre es tanta que no te permite estar bien. Hay angustia, miedo”. Claudia Díaz, tens.

El caso de Javiera (29) es más bien de abandono. Por lo mismo, pidió que se le cambiara el nombre para este reportaje. Trabaja hace seis años como enfermera en el Hospital Sótero del Río. “Me siento, cuando llego a mi casa, como llegando de la guerra. Veo gente que está muy sola, veo todo lo que hacemos el personal médico por ellos y que, al llegar a la casa, al final del día, también estamos muy solos”. Cuenta que el hospital les envió hace unos días una encuesta con preguntas sobre cómo han lidiado emocionalmente con esta pandemia. La encuesta fue elaborada por estudiantes de psiquiatría de una universidad que pretenden apoyar a los funcionarios que lo necesiten. “Por ahora estamos sin ningún tipo de ayuda psicológica”, dice la enfermera.

“Me siento, cuando llego a mi casa, como llegando de la guerra. Veo gente que está muy sola, veo todo lo que hacemos el personal médico por ellos y que, al llegar a la casa, al final del día, también estamos muy solos”. Javiera, enfermera.

Las Superintendencia de Salud y Seguridad Social advirtió la semana pasada que, según sus registros, las licencias médicas por trastornos mentales tramitadas en el país -que incluye no sólo a personal de la salud- aumentó en un 36% en los que va del 2020 en comparación al mismo periodo del 2019. La Universidad de Chile, en tanto, elaboró un manual sobre el apoyo a la salud mental que ya se encuentra en la mayoría de las reparticiones de salud. 

FOTO REFERENCIAL. Personal medico deshecha indumentaria medica luego de estar en contacto con paciente infectado con Covid-19, en la UCI del Hospital Las Higueras de Talcahuano. Crédito: Agencia Uno

En este documento se aborda el cuidado sugerido en torno a la salud mental de los profesionales de la salud. Así describe lo que les sucede en las urgencias: “Esta población tiene alto riesgo de patología psiquiátrica debido a la exposición a jornadas prolongadas, el mayor riesgo de contagio e incluso de muerte”. Y continúa: “La sobrecarga de funciones, la presión para la toma de decisiones, la vivencia cercana del dolor de pacientes, familiares y colegas, el mayor riesgo de sufrir violencia física y psicológica durante sus labores, la exigencia de funcionar al tope de la capacidad de los centros, siendo estos muchas veces instituciones con importantes carencias de recursos”.

Vania Martínez, psiquiatra, académica de esa universidad, directora del Núcleo Milenio Imhay e integrante del equipo redactor del documento, señala: “Todos esos factores hacen que sea un grupo especialmente vulnerable a problemas de salud mental”.

“Esta población tiene alto riesgo de patología psiquiátrica debido a la exposición a jornadas prolongadas, el mayor riesgo de contagio e incluso de muerte”. Manual salud mental elaborado por la Universidad de Chile.

Eso lo siente Valeria (29), enfermera de la clínica Santa María y quien también pidió reserva de identidad. “Me he visto enfrentada a miedos constantes y ansiedad por no poder descansar durante las noches y por estar pensando constantemente en que contagiaremos a nuestros familiares. Además, quienes somos mamá y trabajamos en el epicentro de la pandemia tenemos una labor aún más agotadora: tenemos turnos y tenemos que organizar el cuidado de los hijos día a día para protegerlos a ellos y a quien los cuida”, dice. “Ha sido duro. Emocionalmente no estamos bien. Son meses difíciles para toda la red de salud del país, estamos atravesando algo que jamás hemos visto”.

“Imposible no tener pesadillas”

En el Hospital Clínico de la Universidad de Chile se ambientó un espacio distinto al que habitualmente posee el personal de salud para dormir: el nuevo lugar es para que estos trabajadores simplemente se relajen en medio de sus labores. “Es un programa a cargo del doctor Sergio Barroilhet, que tiene distintos componentes para protección de la salud mental de los profesionales de la salud”, dice la siquiatra Vania Martínez, quien trabaja en este centro asistencial. “Es un un lugar de descanso; hay música, kinesiólogos, toallas calientes, café y sicólogos”. 

FOTO REFERENCIAL. Personal medico deshecha indumentaria medica luego de estar en contacto con paciente infectado con Covid-19, en la UCI del Hospital Las Higueras de Talcahuano. Crédito: Agencia Uno

El programa incluye un seguimiento a quienes presenten afecciones emocionales. Esto porque, al igual que un amplio sector de la población, el personal de la salud tiende a normalizar o minimizar los síntomas de problemas mentales. “Les cuesta distinguir esa línea de decir: bueno, esto que me pasa no es normal”, explica Martínez.        

Iniciativas como ésa no se replica de manera generalizada en los centros de salud de Chile. Carolina (27), quien pidió reserva de identidad para este reportaje, trabaja como enfermera en un hospital del Servicio de Salud Metropolitano Norte. Ingresó como apoyo al equipo médico por la pandemia y reclama no recibir ayuda: “En el hospital en el que estoy no hay terapia psicológica ni nada. Yo no soy de asistir a terapia, pero ahora siento que la necesito. La noche antes de ir a turno se me ha hecho imposible dormir sin tener pesadillas, sin despertarme tres, cuatro o cinco veces. Despierto cansada y tengo que trabajar 24 horas. Es muy agotador y nos pasa a todas. Mis colegas tampoco duermen bien antes ni después de turno, porque quedan preocupadas”.

“La noche antes de ir a turno se me ha hecho imposible dormir sin tener pesadillas, sin despertarme tres, cuatro o cinco veces. Despierto cansada y tengo que trabajar 24 horas. Es muy agotador y nos pasa a todas”. Carolina, enfermera

Allan Mix (35), jefe de urgencias del Hospital Félix Bulnes, dice que la sensación como las que describe Carolina están generalizadas en el personal de salud. “Todos nos vemos afectados. Está muy descrito lo que significa exponerse a casos fuertes; ahora, imagina que es un caso de detrás del otro. No es algo del hospital en el que estoy, es parte de la pandemia. Hay cosas que fuera del contexto médico no se pueden ni contar; historias y situaciones que te rompen el alma, gente sufriendo, familiares que la última vez que ven a su ser querido es cuando entra con dificultad para respirar y luego nunca más. Hoy ni siquiera los pueden velar”, dice. Y remata: “Entre los casos graves y la tremenda carga laboral, el personal de salud no le queda espacio para salir a respirar y renovar energía”.

Dormir fuera de casa 

Hace algunas semanas, una de las preocupaciones del gremio fue resuelta según la subsecretaria de Prevención del Delito, Katherine Martorell: “Se modificó el instructivo estableciéndose un permiso especial para los cuidadores de hijos o hijas de los trabajadores de la salud”. Como solicitaba el Colmed, estos cuidadores poseen ahora un permiso para trasladarse en cuarentena y cuidar a los hijos de funcionarios de la salud que se encuentren de turno.  El Minsal, en tanto, a través de su cuenta twitter, dio a conocer ayer que la Asociación de Aseguradoras había incorporado un seguro de vida para personal de la salud, el que tendrá efecto retroactivo desde el 31 de diciembre, fecha en que se inició la alerta sanitaria en el país.  

FOTO REFERENCIAL. Personal de Salud ingresa al Hotel O’Higgins, que actualmente funciona como residencia sanitaria alojando a personas con diagnostico de Covid-19 positivo. Crédito: Agencia Uno

Una demanda todavía sin resolver es la definición de residencias sanitarias a lo largo del país para el personal de salud contagiado, que esté en cuarentena o que no quiera ser vector de infección para sus familias. Pernoctar fuera de sus casas, para así evitar los riesgos, se ha convertido en una demanda urgente, según explica Bárbara Rojas, vicepresidenta de la Confederación Nacional de Profesionales Universitarios de los Servicios de Salud (Fenpruss). 

Según reporta esta asociación gremial, hay algunos sitios destinados a ello, como el Hotel O’Higgins en la Viña del Mar o la iniciativa del servicio de salud de Quillota que habría arrendado tres casas para funcionarios sanos que no pueden ir a su hogares. Dicen en Fenpruss que en Curicó existe una residencia para pacientes y funcionarios, lo mismo en La Araucanía: el hotel Frontera de Temuco cumpliría esa función. 

Karen Palma, de la división salud de la CUT, explica que “lo que se hizo en algunos lugares es reservar ciertos espacios para funcionarios”, pero agrega que la mayoría de esos casos se trata de iniciativas internas de los propios recintos, más que de una disposición del Minsal. Gabriela Flores, presidenta de la Confederación Nacional de Funcionarias y Funcionarios de Salud Municipal (Confusam), que agrupa a 70 mil trabajadores de la salud, explica que tienen certeza de que 500 de ellos están contagiados. “A nosotros nos urgen medidas de contención para la salud mental de nuestra gente. Necesitamos equipos de apoyo, medidas y no discurso, equipos de profesionales que vayan directamente a la atención individual. Es gente que día a día ve cómo fallece gente”, dice.   

The Clinic quiso obtener una versión del Minsal respecto a estos reclamos, pero desde el ministerio no respondieron.

Licencias sicológicas 

El domingo 17 de mayo, cuando la cifra de fallecidos diarios se encumbraba a 29 personas, un tweet se hizo viral. Era de Jodian Fuenzalida, una técnico en enfermería del Hospital Clínico de Universidad Católica. Sus palabras fueron de auxilio: “Colapsé, me puse a llorar en el turno”, fue el mensaje que escribió desde su casa, horas después de ese turno. Hoy, al teléfono, Jodian recuerda que ese día recién había despertado cuando mandó el tweet y que la sola idea de saber que debía volver a las pocas horas al hospital la agobió tanto como para decidirse a escribir ese mensaje en redes sociales.  

FOTO REFERENCIAL. Personal de salud durante su descanso en el Hospital Hernán Henríquez Aravena en Temuco. Crédito: Agencia Uno

Sus labores normales las desempeña en el sector de recuperación cardiovascular del hospital, aseando pacientes y controlando sus signos vitales. Un brote de Covid-19 en su piso detectado en las semanas previas había alborotado la normalidad en esos días. Hoy ya hay allí hospitalizadas cinco personas con coronavirus. Y aunque se les había dicho, no llegaron refuerzos para realizar el trabajo. Jodian cuenta a seis compañeras suyas con licencias médicas sicológicas. “El día que publiqué eso estábamos mal con mi compañera, muy mal, éramos dos tens y teníamos nueve pacientes ventilados. Somos pocos, esto es muy demandante. Lo habitual es tener licencias por lumbago o cosas así, pero ahora hay mucha licencia siquiátrica. El estrés es mucho. Es primera vez en mi vida que lloro en algún trabajo. Y mis compañeros que están en UCI están también muy superados”.

“Lo habitual es tener licencias por lumbago o cosas así, pero ahora hay mucha licencia siquiátrica. El estrés es mucho. Es primera vez en mi vida que lloro en algún trabajo”. Jodian Fuenzalida, tens.

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