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Deportes

5 de Junio de 2020

El círculo de confianza

Agencia Uno

Marcelo Bielsa no trabajó solo en Chile. Un amplio grupo de colaboradores fueron elegidos con pinzas por el DT para cumplir determinadas funciones. El técnico exige lealtad y compromiso, respondiendo de la misma manera. Este es el otro equipo del Loco, que ayudó a llevar a la Roja al Mundial de Sudáfrica hace una década.

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La mesa directiva de la ANFP había cambiado de Presidente y eso tenía inquieto a Marcelo Bielsa. El dirigente que lo había contratado, Harold Mayne Nicholls, dejaba la testera por el dueño de la Unión Española, Jorge Segovia. El empresario hispano no alcanzó a asumir pues no reunía los requisitos para el cargo, según los estatutos de la Corporación. Los ganadores buscaron un sucesor entre sus filas y encontraron a Sergio Jadue, quien ganó una segunda votación.

En medio de todo esto estaba el técnico argentino. Marcelo Alberto Bielsa no quería irse de Chile, pero sentía que debía hacerlo.

El entrenador recurrió a su círculo de confianza. Con el primero que habló fue con su Preparador Físico, Luis María Bonini, con quien trabajaba desde 1993. 

-“¿Usted se quedaría trabajando en la selección, en estas circunstancias?”, le preguntó el DT a su compañero. 

-“Sí, me quedaría, Marcelo”, fue la respuesta de Bonini. 

-“Y yo también, pero hay cosas que a mí me incomodan. Me incomodan los dirigentes. No confío en ellos. Me quiero quedar, pero no confío en los dirigentes. Me voy”, respondió el rosarino.

Luis María Bonini comprendió que la historia de ambos con la selección chilena terminaba para siempre.

………………

“Después de tres años me llama Marcelo (Bielsa) y me dice que está estudiando aceptar una oferta de Chile. Había rechazado un montón de chances. Yo quería ir a Australia o Estados Unidos. Le pregunté si estaba seguro. ‘Vienen de salir últimos en las Eliminatorias’, le dije. Me contestó que le parecía un buen proyecto. ‘Si está seguro, yo voy’, le contesté”.

El testimonio corresponde a Luis María Bonini, el preparador físico que trabajó con Marcelo Bielsa desde su paso por el Atlas (1993) hasta su estadía en el Athletic de Bilbao (2013). Nadie trabajó por más tiempo junto a Bielsa que este profesor de Educación Física, quien abandonó sus estudios de Economía para seguir su pasión por el deporte.

Bonini no empezó en el fútbol sino en la rama de básquetbol de Ferrocarril Oeste. De ahí pasó al primer equipo, donde fueron campeones argentinos, en un plantel que dirigía Carlos Timoteo Griguol. 

El profe, como le llamaban los jugadores, se complementaba bien con el rosarino. No sólo era el encargado de la parte física, sino su colaborador más cercano. Su escudero. Mientras Bielsa era reservado y metódico. Bonini, cultivaba un perfil mucho más extrovertido, motivador, pero era tan riguroso como el DT.

El paso de Bonini por la selección chilena está repleto de episodios que retratan su personalidad. El más reconocido fue su vehemente arenga a Humberto Suazo en la previa del partido de Chile contra Uruguay en el estadio Centenario. 

-“Chupete te quiero ver, la concha de tu hermana. Te quiero ver, papá”, una frase que ya es parte del imaginario colectivo nacional. 

En una gira por Europa, el PF se molestó porque los periodistas se tardaban en abandonar el entrenamiento. Se enfrascó en una discusión con uno de ellos. Horas después, se encuentra con el mismo reportero en el lobby del hotel.

-“¿Usted sigue por acá?”, le dice, con tono bastante más amable que la discusión previa.

-“Estoy haciendo mi trabajo”, respondió el periodista.

Bonini lo abrazó, lo felicitó por su paciencia y se quedaron conversando largo rato sobre la reciente práctica.

 “Cuando más feliz vi a Marcelo, fue en Chile”, diría tiempo después Bonini. 

Terminaron su relación laboral de más de dos décadas, literalmente, por amor. El preparador físico había comenzado una relación de pareja con una chilena y quería radicarse en el país. Así lo hizo. 

“Él ha sido para mí un compañero entrañable durante 20 años. Siempre dejaba percibir su gran sentido común. Un hombre transparente. El hombre común agradece la ausencia de demagogia y valora la sinceridad, declaró Bonini, refiriéndose a Bielsa. 

Para el 2017, Luis Bonini estaba muriendo y lo sabía. Un cáncer a la piel lo había atacado ferozmente y entró en una etapa irrecuperable. Corrió el rumor que Marcelo Bielsa había dejado el entrenamiento de su club, el Lille, de modo imprevisto para viajar a Chile por la agonía de su amigo. Esa historia no es cierta. Bielsa había viajado mucho antes, sigiloso como es su costumbre, a visitar a Bonini cuando ya estaba internado. Muy pocos se enteraron.

Por aquel tiempo se especulaba que ambos estaban distanciados. Cuando el técnico ingresó a la habitación, lo saludó con una broma.

-“¿Cómo es eso qué estamos peleados, Luis’”, le dijo antes de fundirse en un emotivo abrazo. Hablaron por más de cuatro horas. Les costó despedirse. Nadie lo dijo, pero ambos sabían que sería su última charla. 

Así fue.

Luis María Bonini murió en la madrugada del 23 de noviembre del 2017 en Santiago de Chile. Tenía 69 años. 

……………………

Es probable que en Chile nadie conozca mejor a Marcelo Bielsa que su amigo Gabriel Aravena. Bautizado por el propio técnico como “Cachureo” o simplemente “Cacho”, Aravena era un habitual del Centro Deportivo Juan Pinto Durán desde hace muchos años, pero nunca trabajó ahí como colaborador contratado. Lo suyo era voluntario. En su condición de árbitro, comenzó a ir en la década del ’90 a dirigir partidos de preparación o duelos de entrenamiento.

Cuando asumió el argentino, Gabriel Aravena pensó que su etapa en la selección había terminado y resultó ser todo lo contrario. Bielsa lo tuvo como uno de sus principales confidentes y hombre de confianza. 

“Nunca fui funcionario de la ANFP ni de Juan Pinto Durán. Me compré una casa en Avenida Las Torres, cerca del centro de entrenamientos de la selección. Empecé a ir a Juan Pinto Durán por el tema del arbitraje. Cuando había partidos de entrenamiento y pichangas del cuerpo técnico, les dirigía. Así conocí a Arturo Salah, Manuel Pellegrni, Nelson Acosta, José Sulantay. Con el único que no compartí fue con el español Azkargorta. Todos eran muy buenas personas, muy amables conmigo, me permitían ir regularmente. Cuando arbitraba los partidos del cuerpo técnico ellos tenían que ganar siempre. Era la única condición”, recuerda.

Gabriel Aravena conoció en Marcelo Bielsa a un personaje diferente al que describían los periódicos. Le decían El Loco, pero de demente no tenía nada.  

“Un día me dijo que estaba preocupado por mí porque la gente iba a comenzar a sentir envidia debido a que conversábamos mucho. Me aconsejó que lo tomara con calma porque era una etapa que tenía que pasar, que en otras partes le había ocurrido lo mismo”.

Como testigo privilegiado del paso de Marcelo Bielsa por la selección, Gabriel Aravena describió al resto del círculo de confianza del rosarino. 

“Eduardo Berizzo (ayudante técnico) es un caballero. Los jugadores lo querían mucho. Bonini era más histriónico, más de gritar. Si se enojaba era cosa seria. Era muy exigente. Pero al mismo tiempo era cercano con los chicos. Los retaba y al minuto siguiente los felicitaba. Se encariñaban rápido con él. Yo le decía el Gritón”.

Durante su estadía en Chile, Marcelo Bielsa vivió en Juan Pinto Durán. Logró una estrecha relación con el barrio, algo que jamás pudo alcanzar en algún club o selección que dirigiera. En algún momento, pensó en adquirir una casa. Su compañero en la búsqueda fue Aravena. 

“Al principio don Marcelo quería comprarse una casa, pero decía que si se cambiaba no lo dejarían vivir. Lo acosaría la prensa. A veces íbamos a mirar casas o barrios que le gustaban. Le encantaba la zona de Ñuñoa. Le gustaba el barrio, poder caminar. También Peñalolén o las construcciones de la calle Carmen, desde la Alameda para abajo. Salíamos a recorrer sólo para mirar, sin el afán de comprarse una”.

El día en que Marcelo Bielsa dejó Chile, Gabriel Aravena lo llevó al aeropuerto. 

“Estaban enamorado de este país. Él tenía planes. Me decía que iba a ganar la Copa América y que Chile podría estar entre los primeros en el Mundial de Brasil. Encontraba que era un país ordenado, de gente muy educada, una policía decente. Mucho mejor que en Argentina. No quería irse (…) Su salida fue fuerte, como un funeral. Lo fui a dejar al aeropuerto. Regresé a Juan Pinto Durán y estaba Bonini. Era como si alguien se hubiera muerto, de verdad. Antes de irse, Bielsa tomó las películas que tenía y las mandó de regalo a la cárcel. Siempre hacía esas cosas y nadie sabía”.

La amistad entre ambos prosigue. El técnico lo ha invitado a todas sus estaciones. Ha pasado largas temporadas en España, Francia y en Inglaterra, junto a Bielsa.  

Gabriel Alfonso Aravena no revela infidencias ni secretos. Jamás. Es leal al rosarino, tanto como el técnico hacia él.

…………………….

Diego Reyes insistió en ir a Juan Pinto Durán para hablar con Marcelo Bielsa, pese a que había fracasado en sus dos intentos previos. Nadie lo invitó. No se conocían. Este joven entrenador chileno estaba realizando un Magister sobre Educación en Salud y Bienestar. Específicamente, se había centrado en el ejemplo de Francia y quería conocer la opinión del técnico sobre el tema.

Por tercera vez, Diego Reyes fracasó en el objetivo, pues no pudo acceder a Bielsa. Esta esta vez se atrevió a dejarle, por escrito, dos preguntas. L

1.- ¿Qué opina usted de la metodología de la escuela francesa de directores técnicos?

2.- ¿Qué aspectos técnicos se deben privilegiar en la formación de jugadores de 15 años?

Los guardias del recinto le prometieron que le acercarían el mensaje al entrenador. Diego Reyes se marchó, sin demasiada fe en que los custodios de Juan Pinto Durán le harían llegar las interrogantes al rosarino.

Sin embargo, Bielsa leyó el mensaje y lo citó para conversar al respecto. De esta forma casual, fortuita, donde el azar fue protagonista del destino, comenzó el vínculo entre el DT y uno de sus colaboradores más permanentes. 

En un comienzo, Diego Reyes estuvo encargado de las grabaciones. Revisar videos de rivales, editarlos, buscar los detalles que a simple vista se le escapan a un espectador, pero que serían valiosos para el Bielsa. Poco a poco este hombre oriundo de Nacimiento, en la región del BíoBío, dejó de ser un mero editor de videos para sentarse en la mesa chica de los cercanos al entrenador.

A medida que pasaba el tiempo las responsabilidades de Reyes crecían. Algo que no pudo hacer Bielsa en Argentina y sí podía realizar con frecuencia en Chile, era ir al estadio. En su país de origen, mientras dirigía a la albiceleste, la conmoción y el revuelo que causaba eran mayúsculos y le costaba realizar una de las actividades que más le agradan a Bielsa: ver fútbol en la cancha. En Chile podía hacerlo. Si bien su presencia nunca pasaba inadvertida, podía asistir a muchos partidos, en diversos estadios, tanto en Santiago como en provincia, sin mayor inconveniente. Los clubes le reservaban algún espacio para que viera los partidos con privacidad y listo. Diego Reyes fue su compañero en muchos de esos pleitos.

Cuando Marcelo Bielsa acepta el desafío de dirigir al Athletic de Bilbao, le ofrece trabajo a Reyes. Después se lo lleva al Olympique de Marsella, al Lille y al Leeds United. Hace rato que dejó de ser encargado audiovisual. Es uno de sus ayudantes de campo. 

“Diego es un extraordinario profesional, un tipo muy serio, muy capaz y trabajador, así que me parece espectacular la posibilidad de que trabaje junto a Marcelo Bielsa”, señaló Harold Mayne Nicholls. 

“Es un muchacho muy ubicado, exigente, mesurado. Se ganó la confianza de don Marcelo a base de puro esfuerzo y trabajo”, asegura Gabriel Aravena, otro de los chilenos que ha compartido con Marcelo Bielsa en sus estaciones posteriores a Chile. 

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Francisco Meneghini hablaba de fútbol todo el día. Pese a que aún no terminaba el colegio en Rosario, en su mente ya había dibujado sus planes futuros: Quería ser entrenador. Nunca había jugado profesionalmente, ni de cerca, pero el fútbol era una verdadera obsesión para él. Revisaba videos, iba a la cancha, reunía estadísticas. De todo. Un día, sin avisos previos, una de sus compañeras de colegio le ofreció ir a su casa a conocer a su padre. Intuía que se llevarían bien pues compartían la devoción por la pelota. Esa joven era Inés Bielsa, la hija mayor de Marcelo. 

Cuando Paqui, como le decían sus familiares y amigos, conoció al técnico, se encontró con un hombre muy distinto al que aparecía en los medios. Amable y generoso, le contestó cada una de las preguntas que el joven había anotado, rigurosamente, en una libreta de apuntes. Fueron horas de charla que concluyeron con una sorpresa mayor. Bielsa invitó a Meneghini a unirse a un grupo de entrenadores con los que estaba trabajando. Colaborar, en lo que fuera. El muchacho aceptó encantado.

“Tenía 17 años. Era algo emocionante. Fue todo fútbol, horas hablando de fútbol. Hablamos sobre la pelota parada, los sistemas tácticos más utilizados. Ahí me preguntó si yo quería ser entrenador. Empecé a ir a una oficina con un grupo de técnicos que él tenía en Rosario, donde estaban sus ayudantes. Cuando Marcelo vino a trabajar a Chile me invitó formalmente. Siempre tuvo la generosidad de compartir el conocimiento, de charlas de fútbol. No se guarda nada”, recordó Meneghini.

Como todo novato, Paqui tuvo que hacer diferentes labores en el equipo de trabajo de Marcelo Bielsa. Hasta fue espía en muchos partidos. Recordado fue el episodio cuando fue descubierto mirando la práctica de Brasil en pleno Mundial de Sudáfrica 2010, usando una credencial de prensa. 

“No me avergüenzo de ninguna de las labores que tuve que hacer con Marcelo. Fue parte de un proceso”, señala Meneghini, quien después de la salida de Marcelo Bielsa continuó colaborando en la Roja junto a Jorge Sampaoli. Después se unió al cuerpo técnico de Sebastián Beccacece, hasta tomar su camino propio como entrenador. Debutó con una buena campaña en Unión La Calera para luego pasar a dirigir al Audax Italiano.

“Cada tanto intercambiamos mensajes con Marcelo. Hicimos una linda amistad, pero trato de no molestarlo mucho. Con Jorge Sampaoli y Sebastián Beccacece hablo más, porque trabajamos hace menos tiempo”, admitió el joven DT.

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Felipe Cañete llegó un día a pedir trabajo a Juan Pinto Durán. En lo que fuera. Había viajado desde su natal Curicó con el sueño de conocer a Marcelo Bielsa. El técnico rosarino le puso una prueba antes de aceptarlo en su grupo de trabajo. Debía analizar detenidamente 150 partidos de fútbol. Estadísticas, esquemas, movimientos, posesión de la pelota, transiciones. Detalles minuciosos. Mucho antes del plazo acordado, Felipe Cañete regresó con la tarea encomendada realizada con extrema pulcritud. El rosarino lo sumó a su equipo y lo bautizó como “Felipe Curicó”. Tras el alejamiento de Marcelo Bielsa de la banca de la Chile, Cañete colaboró en Rampla Juniors de Uruguay y Unión San Felipe, entre otros clubes.

Mientras estuvo en el país, Marcelo Bielsa también trabajó con colaboradores con quienes logró gran sintonía, como el gerente de selecciones, Juan Carlos Berliner; el gerente de Comunicaciones, Claudio Olmedo y, por supuesto, el presidente de la ANFP, Harold Mayne Nicholls.

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A comienzos del 2017, el Lille de Francia anunciaba a Marcelo Bielsa como su nuevo entrenador. En la rueda de prensa de su presentación, el técnico realizó un acto tan inédito como inesperado: habló de su familia públicamente, en especial de una recomendación de su esposa.

“La primera recomendación con la que llegué a Lille, más que una recomendación, fue una orden de mi esposa. Me dijo que sonriera y que mirara a los ojos, cosa que estoy cumpliendo a rajatabla. Creo que ese ya es un buen aporte a las relaciones humanas”.

Celoso de su vida privada, el círculo de confianza más íntimo de Marcelo Bielsa lo componen su esposa, la arquitecta Laura Bracalenti y sus hijás Inés y Mercedes. Las tres lo visitan a menudo en cualquier sitio del mundo el técnico esté dirigiendo.

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