Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Entrevistas

25 de Junio de 2020

¿De qué nos podemos reír hoy?: las reflexiones de Javiera Contador

En medio del caos, Javiera Contador se desenvuelve bien. O al menos se ríe y eso le ayuda a sobrellevar todo lo que ocurre alrededor. Desde su estudio improvisado, la actriz y comediante conversa con The Clinic sobre lo que ha aprendido en el encierro, la importancia del humor en tiempos hostiles y la necesidad de estar incómoda con los privilegios como aprendizaje vital del estallido social.

Por

Tras su exitoso paso por el Festival de Viña del Mar, lo esperable habría sido que la actriz y comediante Javiera Contador hubiera extendido ese aplauso con nuevos proyectos de humor y shows por todo Chile. Lo cierto es que todo eso quedó suspendido por la cuarentena por coronavirus que se inició durante la primera quincena de marzo.

Hoy, junto a sus hijos Mila y Theo, y su pareja Diego Rougier, vive la incertidumbre del encierro. Fluctúa en sus estados de ánimo y crea sketches para sus seguidores en redes sociales. Creativamente está tan envalentonada con el caos pandémico que se lanzó a trabajar con aplicaciones y programas de edición, y armó no uno, sino dos estudios en su casa. “Es que me interesa que el material que uno hace, se pueda contar como uno quiere contarlo. Además tiene un sentido logístico, es lo que puedo hacer en este contexto. Aunque sean cosas súper caseras, me interesa que tengan el sello de uno”, cuenta.

No sólo eso. También aprovechó el confinamiento para sacar de su closet los atuendos de Quena Larraín, ese personaje de “Casado con hijos” que la consagró en el humor y se convirtió en personaje de culto. Su impulso creativo motivó a sus compañeros de elenco y hoy tiene a los Larraín enfrentados a la pandemia. “Esta cosa como de la obligación de estar encerrado, se me linkeó de inmediato con ‘Casado con hijos’. Ahí decidí sacar a la Quena y grabar algo. Fue un hitazo en redes sociales. Después se fueron sumando los demás”, dice.

https://www.instagram.com/p/B-doYDaj5wD/?utm_source=ig_web_copy_link

Sin pandemia, de seguro se te venía un gran año, post Viña, con un éxito tremendo.  ¿Cómo fue la llegada de la pandemia para ti? ¿te decepcionaste mucho?

-Fue una noche súper bonita con la Fran Valenzuela, con la Mon Laferte, para mí fue como “wow”. Después de esa experiencia, que fue ruda y súper emocionante, tenía claro qué iba a ser lo siguiente. Pensaba “me vaya bien o me vaya mal, yo me bajo y tengo que tener otro proyecto en la cabeza”.  Así no me iba en el rollo del fracaso o, al contrario, que el ego se me fuera a la cresta. 

¿Qué proyecto era?

-El 19 de marzo estrenaba una obra de Juan José Campanella. La dirigía Diego con la Aranzazú Yankovic. Yo me bajé de Viña, que fue un lunes, me fui a la playa cuatro días con mis cabros chicos y listo, volvimos a ensayar. Teníamos todo montado y tuvimos que parar por la cuarentena. Estaba la escenografía montada, todo precioso, un teatro grande, un sueño y quedó ahí, como congelada en el tiempo. Terminando esas dos semanas de función en el Municipal de Las Condes, tenía agendados muchos shows.

¿No te frustraste?

-Es que a mí me pasa algo, quizás, no sé, por la vida que he tenido, y es que confío mucho en el caos. A mí, en vez de apanicarme, me da como una adrenalina extraña en la vida. Entonces, cuando vino este cercenamiento de shows, dije “ya, filo, es lo que tocó”. No me desespera tanto la incertidumbre. Siempre tengo un poco de fe en el caos, como que fluctúo bien, me funciona pasar por lo que haya que pasar. De repente tengo un bajón, de repente pena, de repente me preocupo por estar apretada de plata, la casa y las cosas que uno tiene que hacer, pero siento que finalmente hay una confianza superior en el universo que hace que, generalmente, las cosas se alineen de alguna manera. 

Javiera Contador – Crédito: Agencia Uno

Según tú, ¿qué función cumple el humor en una situación como la que enfrentamos?

-Comparto la idea de la risa como resistencia. También comparto esta idea de que no nos pueden quitar la risa. Es que si nos quitan la risa ahí sí, para mí, lo perdimos todo. Este sistema que vivimos, quizás más neoliberal que otros, apunta a querer homogeneizar a la sociedad, a ponerte grave, a quitarte la risa. 

¿A qué te refieres? 

-Hace poco, tras una polémica por el humor en México, el comediante Eugenio Derbez se refería a esta idea antigua de la comedia y de ser el bufón del rey. Con esto voy a que a veces, a través de un humor súper duro, que puede incomodar incluso, se puede mostrar cierta realidad. Me parece que hay mucho de eso en el humor. A mí me cuesta mucho el humor negro, porque soy super culpógena, me da ene lata que alguien se sienta mal pero no creo en la censura. 

“Comparto la idea de la risa como resistencia. También comparto esta idea de que no nos pueden quitar la risa. Es que si nos quitan la risa ahí sí, para mí, lo perdimos todo. Este sistema que vivimos, quizás más neoliberal que otros, apunta a querer homogeneizar a la sociedad, a ponerte grave, a quitarte la risa”.

¿Qué es lo que nos permite el humor?

-Creo que el humor cumple una función fundamental y tiene que ver con ser esa válvula de escape y con permitir un distanciamiento para observar las cosas, para reflexionar sobre lo que pasa. Derbez decía que la comedia también es hacerte pensar mientras estás riendo. Entonces, creo que en un momento de crisis como el que estamos viviendo, y en momentos donde además la desigualdad está lejos de mejorar, y es más, la cosa sólo está empeorando, entiendo que para mucha gente andar riéndose pueda ser casi una falta de respeto. 

Claro, son tiempos frágiles, y hay personas que lo están pasando realmente mal.

-Perfectamente hay personas que pueden decirte “tu risa a mí me parece una falta de respeto” o también “tu risa me parece que nos hace bien”. Y ambas posturas son válidas. Yo creo que hacer humor implica resistencia, es una trinchera importante. Es un espejo social que hay que mostrar. También creo en la risa como catarsis, porque uno funciona a partir de la experiencia personal siempre, y a mí el humor me ha salvado la vida muchas veces. Entonces no sé mirar la vida de otra manera, aunque quisiera.

Entonces, creo que en un momento de crisis como el que estamos viviendo, y en momentos donde además la desigualdad está lejos de mejorar, y es más, la cosa sólo está empeorando, entiendo que para mucha gente andar riéndose pueda ser casi una falta de respeto.

¿Son tiempos para ser cautos en el humor?

-Es que transitamos por una línea muy delgada y creo que mientras más humor hay, uno puede conversar mejor todas estas cosas, es un puente al diálogo. El humor ayuda mucho a bajar la presión. En una situación muy grave o muy densa, una buena talla te desinfla las ruedas heavy, se agradece. Cuando uno tiene cerca circunstancias muy dolorosas, nunca te va a causar gracia. Hay que tener cierta distancia.  Pero son interesantes esos debates que se provocan, son reflexiones que nos ayudan también, es bueno a veces encontrar lugares donde poder reflexionar, conversar o reírse. En ese sentido para mí el humor es vital.

¿Podemos reírnos mientras hay miles de muertos o un presidente que asiste a un funeral e incumple los protocolos que sí aplican para todos los demás?

-Hay veces que el gobierno me da como risa triste, otros risa amarga y hay días que francamente me da rabia, entonces no me dan ganas de reírme. En ese sentido creo que las contradicciones son parte de nosotros. Si me preguntaras ahora, no se me ocurre qué gracioso puede haber con miles muertos, no lo encuentro, porque para mí no hay humor en eso todavía. No sé si alguna vez lo haya. Con Piñera y con muchos del gabinete sí, pero también depende mucho del día. La temperatura para hacer humor en tiempos complejos es súper incierta y no creo que alguien tenga respuestas claras sobre eso.

“Es que transitamos por una línea muy delgada y creo que mientras más humor hay, uno puede conversar mejor todas estas cosas, es un puente al diálogo. El humor ayuda mucho a bajar la presión. En una situación muy grave o muy densa, una buena talla te desinfla las ruedas heavy, se agradece”.

¿Qué es lo te gusta de hacer humor?

-Una de las cosas bonitas del stand up es que uno habla por lo general desde uno. La gente agradece y yo agradezco cuando puedo ver las contradicciones del que está en el escenario. Eso es muy bonito, porque en esa imperfección nos encontramos todos. No como este imperativo social de que tenemos que ser súper perfectos, súper consecuentes. Nadie lo es en un 100% y eso es gracioso, porque son esas contradicciones, esas obsesiones personales, las que nos convierten en sujetos particulares, llenos de humanidad. 

“Hay veces que el gobierno me da como risa triste, otros risa amarga y hay días que francamente me da rabia, entonces no me dan ganas de reírme. En ese sentido creo que las contradicciones son parte de nosotros”.

¿Hay alguna parte del proceso que disfrutes más?

-Creo que el proceso creativo es lo que más me gusta de mi pega en general, ya sea en teatro, en stand up, o no sé, algún programa de humor. Mi parte favorita es crear el personaje, pensar los chistes, ver el nacimiento de las ideas es algo que siempre me ha parecido lo más atractivo de mi pega, incluso más que una función. La creación para mí es muy excitante y tiene que ver con reinventarse a través de  nuevos formatos, pensar nuevas formas de decir las cosas. 

En ese sentido, ¿qué te parece cómo han reaccionado tus colegas comediantes ante este escenario adverso?

-Volviendo al tema de la particularidad, que mencionaba antes, creo que estamos súper exigidos a formar parte de la voz dominante, como que hubiera un imperativo ético en esto de “ser parte de algo”. Y eso me parece bien si es lo que te nace, pero si no, no. Me parece que los seres humanos somos súper diversos y distintos, y cosas como “si no aprendiste algo en esta cuarentena es porque no querías aprender”, por ejemplo, me parecen un lugar horrible, porque creo que tenemos todo el derecho a deprimirnos. ¿Cómo yo me voy a meter en lo que te pasa a ti con estar encerrado? Entonces, hay personas que se han ido a la cresta por depresión, otras que están súper liberadas y otras que no quieren salir nunca más de sus casas. Con el humor siento que pasa un poco lo mismo: cada uno está tratando a su modo; hay gente que se ha guardado y que no tiene ganas de hacer ningún chiste y hay gente que tiene ganas de hacer chistes sobre temas más superficiales. 

Javiera Contador en entrevista con The Clinic, año 2017. Foto de Alejandro Olivares.

¿Con qué te has identificado tú?

-A mí me pasa que se me ocurren cosas súper estúpidas, que no tienen nada que ver con lo que está pasando y no porque eso no me importe, sino porque mi cabeza vuela para allá a veces. Creo que el momento que estamos viviendo es muy poco encasillable. Un día amanece bonito, pero hay otros días que uno dice “francamente me quiero morir ahora, quiero que se acabe ya, no aguanto más”. Entonces, tratar de encerrar todas esas emociones en un solo carril o área de la vida, ya sea en el humor o en cualquier otro quehacer, me parece que no es factible. Lo real es esa incertidumbre y esa fluctuación de emociones que todos estamos teniendo todo el tiempo.

“Con el humor siento que pasa un poco lo mismo: cada uno está tratando a su modo; hay gente que se ha guardado y que no tiene ganas de hacer ningún chiste y hay gente que tiene ganas de hacer chistes sobre temas más superficiales”.

Quizás lo más interesante del estallido y ahora de la pandemia, es que se nos cayó el velo y nos dimos cuenta que la incertidumbre siempre estuvo ahí.

-Claro, aunque para mí sí hay cierta conciencia, que viene del estallido, que me parece que quedó instalada. A veces me preguntan “y tú, ¿cómo estás?” y yo les digo “bien”, pero desde mi lugar de privilegios. Entonces, a mí me da mucho pudor decir “sí, estoy bien”, porque encuentro terrible que haya gente que se esté muriendo. Tenemos ollas comunes como en el 80, un nivel de pobreza, un nivel de desigualdad. Entonces claro, sí, estoy bien, pero tampoco está bien que esté tan bien cuando hay gente al lado tuyo que se está muriendo de hambre. No podís estar tan bien. Esa incomodidad me parece la necesitamos, porque si no, no hay conciencia. Me duele la guata que haya gente que se esté muriendo de hambre y uno “ay, sí, estoy súper bien acá en mi casita”. 

¿Te haces cargo de esa incomodidad?

-Hago lo que puedo para tratar de ayudar, no sé, actividades varias, apoyamos ollas comunes con otros amigos. Porque me parece que esa gran levantada de velo que hizo el estallido se tiene que quedar con nosotros hasta que las cosas cambien. Esa incomodidad me la banco, siento que es como un cuchillo punzante que te dice “oye, ojo, acá está todo mal”. Y eso no se nos puede volver a olvidar en la comodidad de nuestras casas.

“Entonces claro, sí, estoy bien, pero tampoco está bien que esté tan bien cuando hay gente al lado tuyo que se está muriendo de hambre. No podís estar tan bien. Esa incomodidad me parece la necesitamos, porque si no, no hay conciencia”.

Igual es difícil, estando tan aislados, que volvamos a conectarnos con lo colectivo, ¿o no?

-Es muy intrincado, porque nos enseñaron a ser individualistas y pensar en mí, mi familia y los míos. Y si eso está bien, todo está bien. Y tengo la impresión de que no es así, de que antes no era así y que no tiene por qué ser así. A ver, uno transita por esas emociones y hay días que uno no se quiere levantar, hay días en los que te duele la guata de una manera o claro, donde puede haber algo anecdótico, incluso en la situación del funeral de Bernardino Piñera. Pero después lees casos de gente que tuvo que enterrar a sus familiares sin poder verlos y…

Duele la guata.

-Claro, ahí vuelvo a lo que te decía antes. En cosas así, para mí no hay humor, me cuesta mucho, porque es de un nivel de dolor que uno no se imagina. Por eso te digo, uno va como transitando, es loca la sensación. Lo mío es como bien de guata, hay días y días. Pero volviendo al principio, creativamente mi cabeza está pensando en hacer algunas cosas divertidas, es mi autoterapia.

Javiera Contador – Crédito: Agencia Uno

¿Es tu manera de evadir?

-Sí, totalmente. Es tan loco, pero siento que vamos avanzando igual. Creo que si la pandemia nos agarraba sin el estallido previo, hubiéramos sido otras personas en este encierro. Al menos para mí esa experiencia fue un remezón de cimientos muy profundo, y está ahí, y todos sabemos que está ahí. Me parece que uno tiene que seguir desde su  trinchera, sea desde el humor en mi caso o cualquier otro, remando por una nueva Constitución y porque las cosas cambien. O sea, permitirnos perder el foco, pero no tanto tampoco. Estamos navegando, todavía no sabemos si hay alguna orilla, pero hay que seguir a flote.

Una forma de hacerlo, es riendo, ¿no?

-Es que hace bien reirse, es una liberación. Lo que hablamos recién, el funeral de Bernardino, ¿hay humor en el funeral? Yo encuentro que sí, hay humor. O sea, Chadwick retando al primo diciéndole “no se puede abrir”, me parece que hay humor en eso. Pero cuando tú lees los casos de gente que no pudo despedir a su familiar, uno igual empatiza. Lo que pienso es que si nos quedamos sin humor, nos vamos a la cresta, nos hundimos para siempre y nunca más salimos de ahí. Yo voy por el humor, porque me parece necesario, me parece que es un lugar donde podemos aferrarnos y flotar en esta deriva. Porque hay días en que uno rema y hay otros en que vas flotando como agarrado a la tabla. En ambos escenarios el humor me parece esencial, porque es parte de la naturaleza.

Nos permite sobrevivir.

-Sobrevivir la vida que nos tocó, justamente. Y se sobrevive mejor con humor, sin duda.

“Lo que pienso es que si nos quedamos sin humor, nos vamos a la cresta, nos hundimos para siempre y nunca más salimos de ahí. Yo voy por el humor, porque me parece necesario, me parece que es un lugar donde podemos aferrarnos y flotar en esta deriva. Porque hay días en que uno rema y hay otros en que vas flotando como agarrado a la tabla. En ambos escenarios el humor me parece esencial, porque es parte de la naturaleza”.

Notas relacionadas

Deja tu comentario