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Opinión

30 de Junio de 2020

Columna de Iván Poduje: Los obreros de la hibernación

Foto: Agencia Uno

La hibernación es siempre parcial. Sólo beneficia a los privilegiados que vivimos en casas amplias, podemos teletrabajar, pedir comida por delivery o reclamar cuando la señal de Internet se cae.

Ivan Poduje
Ivan Poduje
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En marzo, cuando el virus recién llegaba a Chile, el Colegio Médico pidió una medida drástica: cerrar Santiago por completo, para evitar el contacto físico entre personas que es el motor principal del contagio. Su principal argumento fue “poner la vida antes que la economía”, como esgrime el peronismo en Argentina. Cuando los contagios se dispararon, el Colmed culpó al gobierno por no haber implementado su “Lockdown”. Luego la fundación Espacio Público, donde fui director y a la cual respeto mucho, se equivocó al proponer que Santiago debía entrar en estado de “hibernación”, como en esas películas donde todo se congela para despertar en un futuro mejor.

Con buenas intenciones, ambas propuestas eran inviables y lo que es peor, bastante regresivas. Para entender por qué, imaginemos que el movimiento de una gran ciudad es lo más parecido a un trasatlántico: si apagas el motor se sigue desplazando por un buen rato ya que su inercia es enorme, debido al stock de capital físico y humano que acumula. Y siguiendo con la analogía del barco, para que las personas puedan hibernar en sus cabinas con vista al mar, hay un ejército de obreros que mueven las máquinas, producen los alimentos y duermen en camarotes apiñados en las últimas cubiertas con olor a aceite. 

Tampoco pueden hibernar los guardias que protegen a los pasajeros o los tripulantes que evitan que el crucero se dirija a un iceberg. En otras palabras, la hibernación es siempre parcial. Sólo beneficia a los privilegiados que vivimos en casas amplias, podemos teletrabajar, pedir comida por delivery o reclamar cuando la señal de Internet se cae. Quizás previendo lo anterior, los autores de los cierres de ciudades proponen suplir el salario de los obreros con un paliativo, que apenas alcanza para parar la olla y que tiene un tiempo finito, igual que los recursos que deben pagarlo.

Los peronistas chilenos dicen que la plata no importa. Que la vida está primero, pero nunca hacen la suma de cuantos recursos se necesitarán, por cuanto tiempo y lo más importante: cuál será su efectividad. Sin vacuna la pandemia podría durar varios meses; y con el barco parado, la economía terminará por reventar y adivine quienes serán los primeros afectados: exacto. Los obreros de la hibernación. 

Si queremos reducir los contagios debemos tomar medidas que aborden la complejidad del problema de la pandemia, partiendo por reducir el hacinamiento en que viven y se mueven las personas que no pueden hacer cuarentena ya que deben mantener la ciudad funcionando. Y sobre eso hemos visto casi nada, probablemente porque las cubiertas con vista al mar están demasiado arriba de los subterráneos donde se sigue trabajando para que el buque se mueva o soñemos con lockdowns y ciudades hibernando.

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