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2 de Julio de 2020

Sólo la mitad de las personas con estallido ocular han recibido prótesis

Agencia Uno

La Unidad de Tratamiento Ocular (UTO) del Hospital Salvador cifra en 336 las personas que llegaron con algún daño en sus ojos en medio de las manifestaciones iniciadas en octubre de 2019. De ellas, 34 tuvieron una lesión irreversible que requirió prótesis. Hoy sólo 17 cuentan con la suya. No es todo. El programa que el exministro de Salud, Jaime Mañalich, implementó en diciembre comprometía asistencia integral que incluía atención de salud mental, pero sólo 102 pacientes han recibido contención psicológica, según reporta la propia unidad.

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Funcionarios de la Unidad de Tratamiento Ocular (UTO) del Hospital Salvador, que forman parte del programa que implementó el gobierno en 2019 para apoyar a quienes fueron heridos en sus ojos en medio de las manifestaciones sociales, dieron positivo a Covid-19. Según esta unidad, la atención normal de sus pacientes no se vio afectada. Sin embargo, testimonios rescatados por The Clinic cuentan que la pandemia estancó algunos de sus tratamientos.   

El 11 de noviembre pasado, el exministro Jaime Mañalich anunció la creación de un programa especial para ir en ayuda de estas personas, el cual se implementó un mes después. Se designó entonces a varios profesionales para darle curso: un oftalmólogo especialista en prótesis; un sicólogo para realizar acompañamiento; un terapueta ocupacional que guiase a los lesionados en el camino de las capacidades diferentes; un asistente social que revisaría sus distintas realidades; tres tecnólogos médicos; una enfermera; un paramédico; un anestesista; un especialista en oculoplastía y un administrativo. 

Mural “Ojos para el pueblo” en homenaje a Gustavo Gatica en su sede universitaria de la Academia de Humanismo cristiano. Crédito: Agencia Uno.

De las 34 personas que en la UTO señalan requirieron de una prótesis, debido al estallido de alguno de sus ojos, solo 17 hoy cuentan con una. La otra mitad aún está a la espera.

El jefe del servicio de oftalmología del Hospital Salvador, José Luis Sanhueza, quien también a cargo del programa en la UTO, explica que el proceso que se adopta tras una lesión ocular irreversible es parecido a cuando alguien pierde una pieza dental. “Es un proceso largo. Cuando cicatriza y se retiran todos los puntos y ya no hay inflamación, pasa al protesista que toma los moldes para que quede igual al otro ojo, mismo color. Luego viene la etapa de acostumbrarse a la prótesis, que no raspe o que los bordes estén bien”, describe. Relata que posteriormente existe una rehabilitación funcional. “Porque imaginemos alguien que es chofer de micro y pierde un ojo: no puede seguir trabajando en eso, por lo que hay que reorientarlo. Además, cuando te quedas con la vista desde un solo ojo lo más probable es que choques con las personas o con los muebles. Y eso es lo que hace el terapeuta: ayuda a insertarse otra vez en su vida cotidiana y también da orientaciones desde el punto de vista laboral”. 

El doctor Sanhueza admite que la pandemia retrasó todo el proceso de rehabilitación de los heridos oculares durante el estallido. “Es integral el programa, pero con la pandemia se alteró todo el proceso que se venía haciendo”, dice; y explica que además hubo readaptación del personal en el hospital por el Covid. Pero existen otros factores que no están a su alcance, puntualiza: “Los mismos pacientes no vienen por temor a contagiarse”. Para sostener esa idea, cuenta que en total les han cancelado 111 citaciones. 

Según los registros de la UTO, 109 de los pacientes con lesiones oculares fueron dados de alta. Como explica Sanhueza, se trataría de personas que no perdieron su visión definitivamente o que la recuperaron. Respecto de los pacientes que perdieron su globo ocular y que todavía no poseen sus prótesis, el médico cree que de aquí a tres meses ese proceso será concluido. Y aporta otro dato: de las 336 personas que llegaron a esta unidad por ayuda, sólo 102 ha recibido atención de una sicóloga o de una asistente social, pese a que el programa especial implementado por el gobierno se comprometía a una atención integral -física y psicológica- para todos.

Mural “Ojos para el pueblo” en homenaje a Gustavo Gatica en su sede universitaria de la Academia de Humanismo cristiano. Crédito: Agencia Uno.

Al Colegio Médico llegó de manera informal una alerta acerca de que algunos tratamientos fueron detenidos. Enrique Morales, presidente del departamento de derechos humanos de la entidad, plantea preocupación al respecto. “Nos parece preocupante que se hayan suspendido atenciones”, dice, pese a que como organismo todavía no han verificado la dimensión de esto. A su juicio, la salud mental justamente es lo más urgente: “El ministro Mañalich hizo un compromiso”, dice respecto al programa que se implementó. “Es  particularmente grave la suspensión de las atenciones de salud mental que, como en muchos centros, se ha podido mantener a través del mecanismo de telemedicina. Estas atenciones son muy relevantes, porque no instalarlas en forma oportuna puede incidir en que las personas tengan un mayor daño a posteriori”.  

El programa implementado por el gobierno, al cual en la UTO y en el Minsal se refieren como PIRO (Programa de Reparación Ocular), tuvo una inversión global en dos etapas. La primera por $280 millones, en la que se adquirió instrumental médico oftalmológico y para prótesis. La segunda de $138 millones, ligada a la rehabilitación oculoplástica.  

De las personas que sufrieron una lesión ocular en las manifestaciones de 2019, cerca de 100 se agrupan en una asociación creada especialmente después del estallido y que coordina Marta Valdés. Comparten un grupo de whatsapp en el que se van relatando sus vivencias. A juicio de Valdés, el Estado los ha abandonado desde que comenzó la pandemia: “Hemos tenido procesos detenidos tanto en lo legal como en la parte médica. Si antes de la pandemia había dificultades de atención y de medicamentos, con la pandemia se agudizó mucho más eso. Nosotros como asociación hemos tenido que comprar algunos remedios que les faltaba”. Y agrega: “La gente de regiones está peor: el Estado no les paga pasajes para venir a atenderse, tampoco alojamiento. También les dejaron botadas sus atenciones sicológicas. Ha sido todo esto muy difícil”.

Lee la primera parte de este reportaje que aborda los testimonios de las víctimas de trauma ocular. Ingresa acá

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