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Selección Nacional

22 de Julio de 2020

Jorge Cáceres, el precavido peluquero móvil

Foto: Pedro Astaburuaga

La pandemia y la cuarentena lo obligaron a un cambio. Con su lugar de trabajo físico cerrado, el peluquero Jorge Cáceres –con 30 años de experiencia a cuestas– decidió dedicarse por completo a cortar el pelo a domicilio. Con todos los resguardos para no contagiarse: su traje es similar a los que ocupan los enfermeros en los recintos de salud.

Por

“Me dicen que parezco enfermero, veterinario o dentista. Me he convertido en motivo de burla de mis colegas más antiguos. Me dicen: ‘Parecí cualquier cosa menos peluquero’”, cuenta con humor Jorge Cáceres (55). Mascarilla, guantes, gorro, protector facial, pechera y protectores de calzado se han convertido en su uniforme diario para evitar cualquier riesgo de contagio en las casas de los clientes a quienes les corta el pelo.

El lugar donde trabajaba, la peluquería Sebastián Ferrer del Parque Arauco, cerró a mediados de marzo debido a la cuarentena. A él y otros colegas los enviaron a una sede en otro mall que todavía estaba abierto. Duraron un día.  Estuvo en otra sede que no se encontraba en un mall, pero eran demasiados peluqueros y el sistema no funcionó. Luego, cuando la cuarentena fue masiva, tuvo que dejar su actividad. Los peluqueros como él quedaron a la deriva. Entonces él tuvo una idea.

ADAPTACIÓN

Jorge calcula que antes de comenzar la pandemia él atendía más de 250 personas en un mes, entre la peluquería y los domicilios que hacía al que llama un “grupo selecto”. 

Foto: Pedro Astaburuaga

-¿Grupo selecto?

-Claro, porque llevo más de 30 en esta profesión. Partí trabajando en Palumbo de Parque Arauco, después me fui afuera a trabajar con otras personas en una peluquería, estuve unos cinco años en el Hyatt y ahora volví al mall, en Sebastián Ferrer. En todas esas partes me han ido quedando clientes que atiendo en sus casas. 

– Ahora sólo haces domicilios. ¿Cuántos clientes atiendes por día?

– Hago tres o dos domicilios, no más. Aunque a veces que voy a una casa y le corto a la familia entera. Hasta ocho personas he atendido en una sola visita. 

– ¿Estabas preparado para esta pandemia?

– En algún modo sí, porque como atiendo particulares hace años, tuve que adaptar sólo algunas cosas.

En la maleta de su auto transporta tres cajas metálicas de distintos tamaños. “Ando trayendo el salón de belleza conmigo. La más grande es para lo esencial: las máquinas, tijeras, peinetas. Cuando la abro tiene un espejo y luces, como mesa de atención. Ahí meto también el alcohol gel y las capas desechables, porque intento evitar cualquier riesgo de contagio” dice. En las otras dos tiene implementos para las tinturas y procedimientos especiales. También lleva su propia aspiradora. 

Pero sin duda lo más increíble de su preparación para atender domicilios es su traje: mascarilla N95, protector facial, pechera, gorro, y protecciones de calzado. “Es la parte que más me demoro”, dice Jorge, refiriéndose al tiempo que necesita para vestirse así antes de empezar cualquier corte. Cuenta que sus protecciones las ha ido adquiriendo por recomendaciones: “Por ejemplo un cliente, cuando recién había empezado esta locura, me pasó dos bolsas plásticas para cubrir mis zapatos. Ahí invertí en los cubrecalzado. Dos días después de eso me tocó ir al dentista. Le pedí el dato de su traje y partí a comprar el resto. Me compre tres pecheras eso sí, para ir cambiándomelas. Después las lavo en mi casa”. 

“Ando trayendo el salón de belleza conmigo. La más grande es para lo esencial: las máquinas, tijeras, peinetas. Cuando la abro tiene un espejo y luces, como mesa de atención. Ahí meto también el alcohol gel y las capas desechables, porque intento evitar cualquier riesgo de contagio”

– ¿Te molesta trabajar tan cubierto?

– Es un sacrificio que estoy haciendo. No me gusta para nada el traje. Pero me siento más cómodo de ingresar así a las casas de mis clientes. Igual intento entrar lo menos posible, trabajo hasta en los patios de las personas. 

– ¿Cortar el pelo es más difícil así?

– No necesariamente. He tenido que adquirir algunas técnicas no más. Por ejemplo, cuando corto los bordes sobre las orejas, la mascarilla molesta. Entonces aprendí que tengo que pedirle al cliente que se la sujete con su dedo por un momento, para yo poder sacar el elástico de atrás de la oreja y así cortar bien. 

Foto: Pedro Astaburuaga

TRAJE INFALIBLE

Los cuidados que ha tomado para atender, asegura, lo salvaron una vez de contagiarse. Hace unas semanas, lo llamó el padre de un joven que había atendido para decirle que su hijo tenía coronavirus. 

– ¿Y hace cuanto habías ido a su casa?

– Lo había atendido dos días atrás. El joven vivía solo y ni me lo mencionó. Harto irresponsable el cabro. No me hice el examen, pero me quedé encerrado haciendo cuarentena por si acaso, y no pasó nada. 

Hace unas semanas apareció en televisión, donde publicaron su mail. “Me taparon en correos. Gente de Puente Alto, Maipú, Cerrillos, Huechuraba, Yo podría haberme quedado callado, pero repartí mucha pega entre colegas de esas comunas”.

– ¿Y ellos andan tan equipados como tú?

– No, nunca tanto. En general, a los peluqueros no les gusta invertir tanto en implementos. Sin embargo, fue súper positivo, porque le di trabajo a cualquier cantidad de gente. 

Jorge dice que, a pesar de todo, está satisfecho con el trabajo que está haciendo. Económicamente ha sido mejor, porque en su peluquería debía pagar por usar un espacio, además del estacionamiento y otros gastos que tenía que asumir. Aunque sería aún mejor, dice, si ya estuviera trabajando como sueña hace diez años. 

– ¿Cómo es ese sueño?

– Mi gran proyecto es tener una peluquería móvil. Tendría que invertir como 20 millones eso sí, en un Peugeot Boxer adaptado bien bonito. Con eso podría trabajar y darme una vuelta por Chile o Sudamérica. En otros países hace rato que los peluqueros andan de esa manera. Y ahora con la pandemia habría sido grito y plata. 

PRIMERA COMODIDAD

Cuenta que en el Hyatt fue su “mejor pega”. Una vez le cortó el pelo al presidente Piñera y a varios famosos, como Shakira. “Incluso estuve con Maradona. Yo no lo reconocí. Todos me decían que era una estrella, pero a mí no me gusta el fútbol, así que ni idea”, cuenta riéndose. 

Foto: Pedro Astaburuaga

– ¿Conversaste con algún famoso mientras los atendías?

– Con algunos, pero no es mi estilo. Mi trabajo es arreglar las mechas y me preocupo de eso, no como otros que andan pidiendo fotos o autógrafos. 

-¿Cómo has notado a las personas, en términos emocionales, durante la cuarentena?

-En los 20 ó 30 minutos que atiendo, las personas “se salen” de su casa, piensan en otras cosas. Hay un tema sicológico bien importante. Además, ayudo a las personas con su look, que muchas veces está descuidado. Varios me han dicho: “Gracias Jorge, ahora me siento como antes de la pandemia”

– ¿Eso te reconforta?

– Yo entiendo que mi pega no es esencial, no es algo de primera necesidad. Pero, para algunas personas que se dan cuenta que les han crecido las raíces, que el pelo les cubre la oreja y se ven desordenados, entonces si puede convertirse en una primera comodidad. 

“En los 20 ó 30 minutos que atiendo, las personas “se salen” de su casa, piensan en otras cosas. Hay un tema sicológico bien importante. Además, ayudo a las personas con su look, que muchas veces está descuidado. Varios me han dicho: “Gracias Jorge, ahora me siento como antes de la pandemia”

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