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Opinión

30 de Julio de 2020

Columna de Andrés Azócar: Millennials, de caricatura a grupo de poder

Crédito: Agencia Uno

"Creo que hay temas de la sociedad que son menos elásticos, que requieren mayor discusión antes de darlos por resueltos. Otro son más fáciles de recoger -incluso si no nos gustan-, porque el mundo avanza muy rápido y es un hecho que las cosas cambian y hay que saber adaptarse", dice Andrés Azócar en esta columna.

Andrés Azócar
Andrés Azócar
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Hay muchas formas de describir a los millennials. Para empezar es la generación artífice de los cambios culturales más relevantes en la actualidad en todo el mundo. Hoy son poderosos en todas las áreas, la generación dominante. Sin embargo, otra parte de la historia cuenta que la realidad es menos atractiva de lo que aparenta y eso explica muchas cosas: Tienen cuentas de ahorro más modestas que las generaciones anteriores. Tienen menos dinero invertido. Les es casi imposible comprar una propiedad. Ganan menos dinero que sus padres. Sus trabajos son más inestables que las generaciones que los precedieron. Y viven aplastados por sus créditos estudiantiles.

Los millennials son los que lideraron el 18/10, los que coparon las calles para el 8M, los que levantan la banderas del #BlackLivesMatter y los que hoy se revelan en las salas de redacción en los principales medios del mundo, porque la agenda no es la suya. Es el momento de entenderlos. 

Todavía tienen niveles de vida históricamente altos. Pero, por otro lado, entraron al mercado laboral, como lo explica el Pew Institute, para la crisis subprime en 2008 y hoy alcanzan su potencial peak de ingresos, en medio de la mayor crisis económica en un siglo. Por eso el modelo que permitió a la generación anterior crecer, a ellos no les acomoda. 

Esta aparente fragilidad en la parte económica ha sido un detonante en la necesidad de los millennials de exigir cambios y liderar transformaciones profunda. En EE.UU. el 86% de los millennials cree que sus acciones pueden afectar al mundo. Y a diferencia de los predecesores, su distancia crítica con las instituciones, los lleva a buscar causas, no organizaciones. 

Este es un cambio que se está dando en todo el mundo. La encuesta de Periodismo UDP y Feedback -que comenzamos en 2010- ha podido registrar los cambios entre la audiencia más jóvenes (millennials y Z). De las principales conclusiones en 2020: “61% de la población entre 18 y 29 años participó en movilizaciones en la vía pública, casi el doble del 32% que se registró en 2011 (año caracterizado por las movilizaciones estudiantiles)”. Además, se produjo un alza considerable en el interés de los jóvenes hacia la política. “Un 35% se mostró de acuerdo con las confrontaciones con Carabineros, cifra que sube significativamente entre aquellos que provienen de familias que han enfrentado problemas como deudas educacionales, bajas pensiones, bajos sueldos”.

En algún momento fueron una generación caricaturizada. Hoy debería tener a todos mirándolos más de cerca: no son nostálgicos del pasado. Los clivajes tradicionales parecen afectarlos sólo de referencia. Pueden golpear a las AFP. Pueden no sentirse identificados con los sectores políticos y ser muy políticos. Pueden mezclar la cultura del arrebato con los íconos de internet sin problema. Los murales del GAM post 18/10 son una prueba viva. 

“En las salas de redacción, ahora son lo suficientemente numerosos y lo suficientemente poderosos como para que sus opiniones sean escuchadas”, explica Ezra Klein en una columna sobre los cambios en los medios estadounidenses. “Sus puntos de vista sobre qué ideas entran en qué esferas son diferentes de la generación que las precedió. Su énfasis en un lugar de trabajo diverso e inclusivo es diferente de las generaciones que los precedieron”.

Esto ha generado cuestionamiento y discusiones internas en los principales medios del mundo. Aunque no pone en jaque la forma de hacer periodismo, la manera de elegir las pautas, las fuentes y la posición que los medios tomarán frente a ciertos temas, ya no será como antes. La sección de Opinión, en algunos medios la fuente de diversidad de un medio, ya no será para todos.

Tal como explica Ezra Klein en su columna, la nueva posición de las redacciones -demandantes, opinantes y menos jerárquicas- tiene un correlato en las audiencias y la confianza hacia los medios. Otra de las instituciones caídas en desgracia. Como muestra la encuesta de Periodismo UDP-Feedback los cambios son abruptos. Mientras el 2019, el 17% de los jóvenes chilenos decía que las redes sociales como WhatsApp, Facebook y Twitter eran el medio en el que más confiaban, tras el 18/10 ese porcentaje subió al 52%. Más allá de los matices (el consumo de medios tradicionales subió post estallido), las audiencias jóvenes tienen su dieta de consumo de noticias concentrada en las RRSS. Y los medios pasan a ser instituciones que parte del problema general.

Según muestra el estudio, la confianza en la TV también se desplomó: en 2018, casi un tercio de los jóvenes decía que la televisón era el medio en el que más confiaba. Hoy apenas el 10% dice lo mismo. “Esta merma también abarcó a los otros medios de comunicación tradicionales como la radio (de un 17% cayó a un 8%) diarios impresos (de un 6 a un 3%) y portales informativos de internet (de un 6 a un 3%)”. Los millennials tienen en internet sus canales de comunicación y organización. 

Una generación, que tal como muestra el estudio del PEW, ven el presente económico con desolación, desconfían de las instituciones y sienten que sus expectativas están incumplidas. “Como nos gusta decir, están cambiando la forma en que se realiza el cambio. En general, la forma en que ven el bien social y sus propias acciones o contribución a su comunidad o su nación es realmente fundamentalmente diferente de la forma en que lo hicieron las generaciones por delante“, explica Jean Case, CEO de Case Foundation.

Esto generará cambios profundos. Temas como la discusión del 10% de las AFP se multiplicarán. No son exclusivos de esta generación, eso es obvio. Pero los Millennials ahora son la generación más grande, y son mucho más diversos y liberales que las generaciones que los precedieron. “Los millennials más antiguos tienen ahora 40 años, los 26 más jóvenes, lo que significa que dominan cada vez más los lugares de trabajo, y son una base de clientes para cualquier necesidad comercial saludable”, dice Ezra Klein.

“Clientes” que las empresas han entendido mejor que los medios y los políticos. Muchas marcas en el mundo -menos en Chile- han tomado los cambios con más velocidad. Hoy más del 57% de las compañías en EE.UU. tiene posiciones frente a temas que los millennials levantan: cambio climático, derechos civiles y derechos animales. Según un estudio: “Dos tercios de los estadounidenses de la Generación Z, estudiantes secundarios y universitarios, dijeron la forma en que las empresa y sus marcas reaccionaron ante #blacklivesmatter afectaría permanentemente sus futuros patrones de compra”. Pero esto no es nuevo para las marcas que tienen una relación mucho más práctica con las audiencias. Finalmente el cliente siempre tiene la razón.

Pero para otras muchas instituciones los cambios serán más complejos. La discusión que hoy se da desde las antiguas generaciones de intelectuales, que sienten que de los privilegios de ellos, se camina a los privilegios de nadie, es más una batalla que esconde la manera en que los Millennials miran el pasado. Ese mundo, esas instituciones, esos intelectuales formaron parte de ese consenso que ellos desprecian. Hoy ellos poseen nuevas certezas que además amplifican y defienden por los canales digitales. Lo que irónicamente desde el antiguo mundo se le llama “claridad moral”. David Brooks decía en tono resignado. “Christopher Hitchens fue uno de los grandes ensayistas en Estados Unidos. Hoy estaría desempleado, porque no habría un conjunto de ideas que no estuviera dispuesto a ofender”. 

Es importante aclarar que no soy sociólogo, no investigo para ninguna universidad. Sólo me interesan los temas de audiencia. Hice un magíster en Opinión Pública, pero nunca entregué mi tesis. Este tema especialmente atractivo, porque creo tiene aspectos claves para el futuro de la libertad de expresión y para el futuro de los medios. Creo que hay temas de la sociedad que son menos elásticos, que requieren mayor discusión antes de darlos por resueltos. Otro son más fáciles de recoger -incluso si no nos gustan-, porque el mundo avanza muy rápido y es un hecho que las cosas cambian y hay que saber adaptarse. Es un privilegio de la razón. Pero hay otros temas que se convierten en heridas o muros.

Todos los estudios indican que los Millennials sienten que heredaron un mundo que favorecía a sus predecesores: los privilegiados. Eso será muy complejo de enfrentar para los gobiernos. Los riesgos de que la política de cancelación termine silenciando el disenso o dejando que las opiniones devoren a los hechos es algo que cambiará la forma de enfrentar la realidad. Esto sería muy negativos para los medios. Siempre ha habido versiones diferente de los hechos, pero los medios nos han permitido -no siempre con éxito- llegar a un cierto entendimiento sobre temas claves. O, algo más importante aún: que la sociedad se ponga de acuerdo en hechos básicos.

Qué deben hacer las gente que ve esto con preocupación. Supongo que lo razonable. Mirar, entender, mediar y razonar. Esto no es un tema sólo para los líderes de los medios, los políticos y las empresas. Hay que dialogar con este grupo dominante que tiene en internet su centro de pensamiento, comunicación y acción. Esta es la primera generación cuyo origen cultural es internet. 

*Andrés Azócar. Ex director de Medios Digitales de Canal13 y Copesa. Autor de “Tompkins, el millonario verde”. Asesor en estrategia digital de empresas.

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