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Entrevistas

30 de Julio de 2020

Ricardo Lagos Weber: “Si ellos asumen que La Moneda es la ‘casa del Rechazo’, creo que tendremos una difícil relación”

Lagos Weber es duro en su crítica al Presidente y al rol del gobierno en la actual crisis. “No ha dado pie en bola”, resume. Aquí, el senador PPD critica el rol que ha jugado Sebastián Piñera en estos meses y también asume la crisis de su mundo político.

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Ricardo Lagos Weber no parece muy esperanzado con el nuevo gabinete. Sostiene que llegó la derecha más ortodoxa al corazón del gobierno y que eso podría dificultar el tono de los futuros entendimientos. Pero no es un tema de gustos personales; él dice que es un tema más profundo: son los desafíos que vienen para un Chile sumido en una crisis económica mayor y el camino para una Nueva Constitución. Es por ahí que transita el senador cuando pone un ojo crítico, sin pausa, sobre el gobierno del Presidente Sebastián Piñera. 

Por estos días, Lagos Weber ha tenido el foco encima. Lo criticaron duramente -“me sacaron la ñoña”, explica él- porque horas antes de que se aprobara en el Senado el proyecto del retiro del 10% de las AFP, él planteó que aquellas personas de más altos ingresos pagaran impuestos. No sólo recibió insultos. También amenazas. Rápidamente retrocedió. Entendió que no había espacio político para su idea. 

Pero él le quita dramatismo. “Hay un mal clima. Eso es real. Pero lo que estamos vivimos en Chile está sucediendo en distintas democracias del mundo”, afirma el senador al agregar que la intolerancia habita tanto en la izquierda como la derecha. “Cuando se polarizan las sociedades, son los discursos más vociferantes los que tienden a escucharse mejor. Pero eso no nos puede inhibir de seguir hablando desde nuestras convicciones”, afirma.

-¿Cómo ves el cambio de gabinete?

-Es un retroceso. Aquí no vemos un gobierno para avanzar en entendimientos o acuerdos, sino que para aferrarse a una idea y a los principios de la derecha más ortodoxa. En cierta manera, vuelven los halcones que con dramatismo y poca resignación ven que se les desmorona la Constitución del 80.

Pero este nuevo equipo, ¿puede marcar una diferencia?

-Por supuesto que este gabinete marca una diferencia. Antes habían ministros que estaban por el cambio constitucional, por el Apruebo. Hoy tenemos un gabinete que representa una sola mirada de Chile y que es la del Rechazo… Creo que los llamados del gobierno a la unidad van a sonar vacíos. 

La oposición dijo rápidamente que era el “gabinete del Rechazo”. Pero, ¿de verdad crees que se podría obstruir el proceso constituyente? 

-No creo que lo obstruyan. Eso sería un error monumental. Lo que harán será campaña por el Rechazo en bloque, tensionando el clima nacional. Resulta casi evidente la necesidad de que nos demos una nueva Constitución y de no hacerlo el gobierno va a cometer un error. Es fundamental que el plebiscito se lleve a cabo con la mayor normalidad posible y considerando todos los resguardos sanitarios. El rol del gobierno es darle conducción a ese proceso. 

“Es un retroceso. Aquí no vemos un gobierno para avanzar en entendimientos o acuerdos, sino que para aferrarse a una idea y a los principios de la derecha más ortodoxa. En cierta manera, vuelven los halcones que con dramatismo y poca resignación ven que se les desmorona la Constitución del 80.

EL PULSO CIUDADANO

-Las últimas semanas fueron tensas entre el gobierno y el Congreso. ¿Qué rol debieran jugar ustedes como oposición?

-Nosotros debemos ir evaluando el actuar de este gobierno y del nuevo gabinete. Si ellos asumen que La Moneda es la “Casa del Rechazo”, creo que tendremos una difícil relación. Asumiendo muchos costos, hemos sido una oposición colaboradora. Construimos acuerdos con un gobierno que estaba en el piso. Hemos aprobado y mejorado todos y cada uno de los proyectos del gobierno. 

-El retiro del 10% marcó claramente un punto de inflexión. ¿Ahora qué viene?

-Bueno, vienen cosas sustanciales. Hay que concentrarse en tres procesos simultáneamente. El primero, es la reactivación económica. Las cifras de desempleo ya están en los dos dígitos. Eso puede generar problemas bien dramáticos en la sociedad chilena. Y paralelamente tenemos la reforma previsional y asegurar el proceso constituyente. No es poco…

¿En qué pie ves al gobierno para afrontar esos tres desafíos? 

-En un sistema presidencialista, el Presidente tiene muchas atribuciones, pero lo que ha estado ocurriendo –y lo vimos con la discusión del 10%- es una parálisis en el gobierno. No ha tenido capacidad para tomarle el pulso a la realidad. Siempre llega tarde. Entonces, hay que ver cómo lo va a hacer ahora el Presidente.

“Asumiendo muchos costos, hemos sido una oposición colaboradora. Construimos acuerdos con un gobierno que estaba en el piso. Hemos aprobado y mejorado todos y cada uno de los proyectos del gobierno”.

-¿Pero será un tema de estar desacoplado de la realidad o será que han apostado a negociar mejor los recursos no más? 

-¿Pero qué va a negociar si al final del día igual termina entregando todo? Ya con el tiempo uno siente que el gobierno ha ido dejando plasmado que es un testigo privilegiado… Se sienta en las primeras butacas del cine a mirar lo que ocurre en vez de tratar de darle alguna conducción. Yo encuentro realmente irresponsable que en el debate del 10% -con todo lo que implicaba- el gobierno se haya restado de participar. 

-Pero no se restó…

-Estaba de brazos caídos en esa discusión. ¿Qué hace un gobierno responsable en vez de solamente decir: “No, no me gusta el proyecto”? Se tiene que involucrar. Darle alguna conducción y no le dio ninguna. A eso me refiero cuando te digo este es un gobierno que se resiste a ver la realidad de lo que está ocurriendo. 

-¿Dirías que el problema está más arraigado en la figura presidencial que en el gobierno propiamente tal?

-No me cabe duda que la figura presidencial tiene, como todos, atributos muy positivos, pero ha habido escenas que no ayudan en nada. Por ejemplo, aparecer comprando vino, en mangas de camisa, un sábado en la tarde… ¿Pero qué pasó por su cabeza? Eso es más serio que ir a sacarse la foto en Plaza Italia.

“En un sistema presidencialista, el Presidente tiene muchas atribuciones, pero lo que ha estado ocurriendo –y lo vimos con la discusión del 10%- es una parálisis en el gobierno. No ha tenido capacidad para tomarle el pulso a la realidad. Siempre llega tarde”.

-¿Por qué?

-Porque lo del general Baquedano fue hace como tres meses atrás, cuando él creía que tenía todo controlado y que Chile era ejemplo mundial en el control de la pandemia. Pero cuando va a esa tienda de vinos, estábamos con la pandemia desatada. No entiendo cuál era el afán. ¿Quiso demostrar algo? ¿Es indolente y todo le importa un pepino? ¿No capta que es grave que el Presidente de la República, que le pide a la gente que se quede en su casa, salga de compra el fin de semana? Otro reflejo más de que no está leyendo la realidad. 

-¿Este nuevo gabinete permitirá una mejor conexión con el pulso ciudadano?

-Yo veo a un gabinete y a un gobierno absolutamente alejado de la ciudadanía. No le logra tomar el pulso. Siempre va a atrasado, detrás de la ola y se da la vuelta larga. Eso ya lo veíamos y no hay nada que indique un cambio en la estrategia de gobierno. Al contrario, lo que veo es un endurecimiento por las ideas más ortodoxas de la derecha. Por lo demás, aquí lo que hay es un tema con el Presidente propiamente tal. El problema está en la cabeza del gobierno y no en su equipo. Eso se ha visto desde el primer día. Es el Presidente y el Segundo Piso.

“No me cabe duda que la figura presidencial tiene, como todos, atributos muy positivos, pero ha habido escenas que no ayudan en nada. Por ejemplo, aparecer comprando vino, en mangas de camisa, un sábado en la tarde… ¿Pero qué pasó por su cabeza? Eso es más serio que ir a sacarse la foto en Plaza Italia”.

¿Y LA OPOSICION?

-En este nuevo escenario, ¿cuáles son tus temores?

-Mis temores son que en el tema económico volvamos nuevamente a tener una discusión de goteo respecto al uso de los recursos. Sinceramente, espero el gobierno se ponga en línea de que esta crisis exige hacer un esfuerzo muy grande. Y para eso tiene que llegar a entendimientos con la oposición. Eso les ha costado. 

-Les ha costado porque -dicen- que hay una izquierda radical que no ha permitido el diálogo y se salta el marco institucional.

-Hay una parte de la oposición que ha sido confrontacional con el gobierno y sus razones tendrá. Pero hay otro sector que hemos hecho más de algún esfuerzo para apoyar la institucionalidad y que, dicho sea de paso, han sido esfuerzos para apuntalar a este gobierno para que termine su mandato. No olvidemos que en octubre y noviembre del año pasado eso estuvo en duda… Entonces, eso tiene un desgaste cuando al otro lado hay un gobierno que no da pie en bola. 

“Por lo demás, aquí lo que hay es un tema con el Presidente propiamente tal. El problema está en la cabeza del gobierno y no en su equipo. Eso se ha visto desde el primer día. Es el Presidente y el Segundo Piso”.

-Desde el gobierno acusan que el problema es que no hay una centro izquierda de verdad, un interlocutor. ¿Reconoce esa falencia?

-Cuando dicen que la centro izquierda está desaparecida del mapa, me dan ganas de decirles que son mal agradecidos. Con todo lo que se ha apuntalado a este gobierno para que pueda cumplir su mandato como corresponde. Prácticamente casi toda la oposición llegó a un acuerdo con ellos por 12 mil millones de dólares. No me parece que se diga que no existimos. Por lo demás, es bien increíble que culpen a la izquierda por el retiro del 10% de la AFP cuando ese proyecto se aprobó con votos de la derecha. O sea, la paliza se la propinaron los propios diputados y senadores de su sector. Entonces, que no tiren la pelota para el frente. Mejor traten de dominar la pelota entre ellos primero. 

-¿Por qué la oposición no ha logrado instalar una idea, un proyecto, un algo? Pareciera sin voz.

-Tengo claro que como oposición, en muchas áreas o temas, tenemos miradas distintas. Pero ese es el desafío mayor: lograr identificar los puntos en común y que toda alianza de centro izquierda que se selle sea para algo más que ganar una elección.

-¿No ve un poco lejano ese horizonte?

-Yo soy optimista por naturaleza, pero desde el punto de vista de la capacidad de la oposición de ponernos de acuerdo, reconozco que la tenemos bien difícil. Hay proyectos distintos. Cuando veo que el Frente Amplio, teniendo la novedad, la juventud, el no tener un pasado del cual hacerse cargo,  y así y todo se dividen, me pregunto que le queda al resto de fuerzas políticas que tienen más historia, con sus éxitos y sus fracasos. 

“Cuando dicen que la centro izquierda está desaparecida del mapa, me dan ganas de decirles que son mal agradecidos. Con todo lo que se ha apuntalado a este gobierno para que pueda cumplir su mandato como corresponde”.

-Con ese panorama, ¿alcanza para pensar en volver a ser alternativa de gobierno? 

-No, por eso creo que nuestro desafío no es sólo electoral. Necesitamos un proyecto que nos identifique y nos permita caminar juntos, pero con propuestas que sean sustentables y que perduren en el tiempo.  

-¿En qué sentido?

-La Nueva Mayoría duró menos que el mandato presidencial para el cual se constituyó. Coincidirás conmigo que a los dos años del gobierno de Bachelet, ya la coalición estaba bastante a mal traer. 

-La diferencia hoy es que la centro izquierda no tiene un liderazgo como el que tenía Bachelet. ¿Bajo qué paraguas se encuentran?

-Estoy de acuerdo. Por eso digo que la oposición no la tiene fácil. Tenemos que buscar un camino que permita dar una señal de gobernabilidad y ser una alternativa a la derecha. Pero eso está en construcción. 

“Cuando veo que el Frente Amplio, teniendo la novedad, la juventud, el no tener un pasado del cual hacerse cargo,  y así y todo se dividen, me pregunto que le queda al resto de fuerzas políticas que tienen más historia, con sus éxitos y sus fracasos”.

-¿Por ahí va esta idea de fusionar al PS-PPD como una sola gran fuerza progresista?

-Lo hablé con Guido Girardi y otros compañeros de partido. Te diría que en el corto plazo, no está sobre la mesa una fusión en que desaparece el PS y el PPD para crear algo nuevo. De lo que estamos hablando es de empujar un esfuerzo más plural y más abierto. 

-¿Y qué significa eso?

-Tener la capacidad de convocar a personas que hoy no se sienten interpretadas por propuestas más radicales. Ahí hay un espacio por conquistar. Hay sectores dentro de la izquierda que están más enfocados en la reivindicación social, en la redistribución –cosa que yo comparto-, pero hay quienes creemos que la agenda de mañana no se agota ahí. También hay que pensar qué vamos a hacer con el tipo de desarrollo, con nuestro medio ambiente. No son temas secundarios. Y van a requerir Estados muy proactivos y economías de mercado que funcionen correctamente.

-En ese contexto, ¿te sigue interesando ser candidato presidencial o ya está descartado? 

-En medio de una pandemia, del proceso constituyente que viene, de la crisis económica, no puede ser más a contrapelo decir que uno quiere ser candidato presidencial. 

-Pero a Joaquín Lavín se le ve de lo más bien aspectado como candidato

-Bueno, Lavín nunca da malas noticias. Él siempre está a favor de lo que quiere la gente, lo cual es muy popular. Y me parece bien. La única noticia mala que le tengo es que así no se gobierna. Los chilenos nos damos cuenta cuando la gente se acomoda. No existe el “buenismo” en política. Nadie gobierna con el buenismo o siendo popular solamente. Gobernar no va por ahí. Pero volviendo a tu pregunta, para mí el tema presidencial no es un asunto relevante hoy. El tema es si el progresismo va a tener capacidad para ser alternativa de gobierno y perdurar en el tiempo.

-¿Por qué lo remarcaras tanto?

-Porque no podemos incurrir de nuevo en la experiencia de la Nueva Mayoría. No podemos. Fue muy dañino al final. No quedamos con nada. Perdón, quedamos con las reformas de la Presidenta Bachelet. Pero si somos honestos y miramos hacia atrás, Bachelet habría ganado igual sin esa coalición. El subsidio político que le otorgó la figura de Bachelet a la ex Nueva Mayoría fue significativo. Hoy ese subsidio no se vislumbra en ningún líder o lideresa. Esa es una realidad. 

“Bueno, Lavín nunca da malas noticias. Él siempre está a favor de lo que quiere la gente, lo cual es muy popular. Y me parece bien. La única noticia mala que le tengo es que así no se gobierna”.

-¿Y entonces qué…?

-Tal vez hay que hacer un camino más largo y caminar con aquellos con los que uno va generando confianzas, afinidades políticas, miradas compartidas. Pero, insisto, no puede ser exclusivamente un acuerdo electoral. De esa experiencia hay que aprender.


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