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Opinión

7 de Agosto de 2020

Columna de Rodrigo Mayorga: En fin, la hipocresía

"Si algo ha evidenciado con claridad la polémica en torno a Las Lecciones Maravimágicas de Lulú es la tremenda hipocresía de una parte de la derecha chilena, para la cual la defensa de las libertades parece ser dependiente del sujeto que hace uso de ellas", dice el historiador en esta columna.

Rodrigo Mayorga
Rodrigo Mayorga
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A inicios de esta semana, Twitter volvió a arder, en una de esas polémicas tan propias de aquella red social. En esta oportunidad, todo partió con un usuario de nombre genérico, indignado al descubrir un libro para niños que hablaba sobre el Golpe de Estado de 1973 a la venta en un Jumbo. Furioso, el usuario dio un ultimátum a la cadena de supermercados para que retirara el libro de sus pasillos y pronto la red social del pájaro celeste bullía de actividad, con numerosos autodenominados “twitteros de derecha” reaccionando furibundos, incluido un ex candidato presidencial que acusó a Jumbo de querer reescribir “la verdad”.

Más allá de algunos aspectos de la polémica que rayan en lo irrisorio (como las acusaciones de “marxismo” hacia una cadena de supermercados) o el que la polémica haya servido como publicidad a un libro que es un aporte para la educación ciudadana de nuestros niños y niñas (Las Lecciones Maravimágicas de Lulú, de las autores June García y Josefa Araos), lo ocurrido revela algunas características del escenario político actual que hay que examinar con atención. El pasaje cuestionado por los twitteros señalaba que Augusto Pinochet “se tomó el poder a la fuerza” con un “golpe militar que terminó con el gobierno de Salvador Allende, presidente elegido democráticamente” y que luego “promovió diversos cambios que beneficiaron a un pequeño grupo de personas, y afectaron a miles de chilenos”, entre estos, la imposición de una nueva Constitución. Las primeras dos citas son históricamente irrefutables, por lo que rechazarlas es caer en abierto negacionismo e incluso delirio. La segunda, en tanto, es un punto de vista, debatible sin duda, pero que no atenta contra la dignidad ni la seguridad de nadie (como sí lo haría un punto de vista abiertamente homofóbico, racista o que llamara a la violencia hacia algún grupo particular de personas). Intentar callar este punto de vista no es negacionismo, pero sí censura abierta.

Todo lo anterior no es novedoso en sí mismo. Mal que mal, grupos buscando censurar libros por las ideas escritas en ellos hemos visto muchos, y más si se trata de libros para niños. Sin embargo, esta polémica ha sido distinta de otras, porque en este caso los dardos de los detractores no han ido dirigidos hacia el Estado, sino que a una empresa privada. Los mismos que enarbolan las banderas de la libertad y del libre mercado, ahora han pretendido limitar las decisiones de un supermercado y una editorial respecto a qué producir y cómo distribuirlo. Los mismos que usualmente claman “a mis hijos los educo yo”, ahora han buscado limitar las posibilidades educacionales de padres y madres de familia, al querer sacar un libro de formación ciudadana del mercado privado con el único argumento de rechazar un punto de vista expuesto en este. Los mismos que defienden a ultranza la libertad de enseñanza y el derecho preferente de los padres a educar a sus hijos, han quedado al descubierto en una rabieta contra un personaje de libros infantiles.

“(…) es un punto de vista, debatible sin duda, pero que no atenta contra la dignidad ni la seguridad de nadie (como sí lo haría un punto de vista abiertamente homofóbico, racista o que llamara a la violencia hacia algún grupo particular de personas). Intentar callar este punto de vista no es negacionismo, pero sí censura abierta”.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define la hipocresía como el “fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan”. Si algo ha evidenciado con claridad la polémica en torno a Las Lecciones Maravimágicas de Lulú es la tremenda hipocresía de una parte de la derecha chilena, para la cual la defensa de las libertades parece ser dependiente del sujeto que hace uso de ellas. Sería de esperar que sus correligionarios democráticos tanto como sus adversarios, pudieran unirse y coincidir al menos en la denuncia de estas posiciones abiertamente antidemocráticas. En la medida que nos acercamos al plebiscito en que decidiremos si concluir o continuar con más fuerza nuestro actual proceso constituyente, tanto más necesario se hace ir explicitando posturas y miradas – las propias y las de otros –, para poder tomar decisiones colectivas como ciudadanía  a través de los mecanismos propios de la democracia. Tanto más necesario se hace también ir dejando en evidencia a los hipócritas, esos que predican ideas en las que no creen para ganar unos votos más y que esconden sus verdaderas intenciones para obtener mayor voz e influencia de las que numéricamente les corresponde. Si algo hay que agradecerle a Las lecciones maravimágicas de Lulú, es haber puesto en evidencia a varios de esos hipócritas. Si algo ha contribuido a la educación ciudadana de todos nosotros, ha sido el mostrarnos una vez más las maneras concretas en que la hipocresía es una amenaza para la democracia.

*Rodrigo Mayorga es historiador, Doctor en Antropología y Educación por la Universidad de Columbia y Director de la organización ciudadana “Momento Constituyente“.

“Tanto más necesario se hace también ir dejando en evidencia a los hipócritas, esos que predican ideas en las que no creen para ganar unos votos más y que esconden sus verdaderas intenciones para obtener mayor voz e influencia de las que numéricamente les corresponde”.

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