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Entrevistas

13 de Agosto de 2020

Ignacio Briones, ministro de Hacienda: “Me da lo mismo mi popularidad. No tengo un objetivo de ser candidato a nada”

Ministerio de Hacienda - Edición Marcelo Calquín.

Es el hombre de la billetera fiscal y dice que su marca personal son los acuerdos. En estos meses no se ha angustiado, pero le preocupa lo que el llama la “política de los sentimientos” y que el accionar político se incline más a la emocionalidad que a la racionalidad. Su temor es el populismo. Aquí el ministro dice que está cómodo en el nuevo gabinete y que se siente muy empoderado por el Presidente.

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En sólo 10 meses le ha tocado pilotear las dos ventoleras más grandes de los últimas décadas: el estallido social de octubre pasado y, desde marzo, la pandemia sanitaria por el Covid-19.  En ambas crisis, el actual ministro de Hacienda ha tenido que aprender el arte de la negociación, las reglas del juego de la política y también aceptar el duro revés de las derrotas. Nada mal para alguien que hasta antes de ser ministro dirigía la Escuela de Gobierno de una universidad.

Como contrapartida, este economista de 47 años ha logrado un vínculo con la gente por su horizontalidad para comunicar. Dicen de él que es el ministro con el tono más ciudadano del gabinete. 

Sentado en su escritorio del ministerio de Hacienda, a través de la pantalla del computador, Ignacio Briones habla con la calma de quien tiene sus emociones bajo control. Señala que está motivado, que es un trabajo exigente y que vive a un ritmo intensísimo, con jornadas que se extienden desde las 8 de la mañana hasta la 1 de la madrugada. 

Si al inicio la oposición veía en él a un interlocutor abierto y flexible a los acuerdos, hoy dicen que se ha endurecido; que oye, pero no escucha.  Briones recoge la crítica y dice: “Esto ha sido sin parar. Quizás en ese proceso tan acelerado uno comete errores. Además, está el encierro, la incapacidad de estar en contacto presencial. Eso te quita espacios para hacer mejor política y establecer más diálogo. Ahí hago una autocritica”, dice.

El ministro Ignacio Briones, durante la Comision de Hacienda de la Camara de Diputados. Crédito: Agencia Uno.

-¿Cómo ha sido gestionar dos crisis casi al mismo tiempo?

-Difícil. Muy exigente, de una velocidad vertiginosa. Es interesante la comparación entre estos dos momentos críticos. En el caso del estallido, en que había un punto de inflexión muy potente del país, necesariamente te obligaba a proyectar a Chile a los próximos 20 años. Por lo tanto, se mezclaba la coyuntura, la urgencia, las protestas, la efervescencia y la violencia, pero podías mantener una mirada larga. Porque aunque estás metido en la vorágine, la solución siempre pasa por tener -forzosamente-  una perspectiva.

-Claro, las soluciones pasan por tener el horizonte en perspectiva… 

-Siempre, siempre. Y había que administrar un poco la tensión. Ahí yo traté de jugar un rol. Manifesté que había que evitar la tentación al cambio radical, a los sueños refundacionales, a los países imaginarios y fijarse un objetivo exigente, reformista, pero gradual. Planteé la necesidad de una hoja de ruta que nos permitiera mirar más hacia el futuro. En eso estábamos cuando partió el Covid.

-¿Y qué le ha exigido más: enfrentar la pandemia o responder a las demandas del estallido?

-La crisis sanitaria no te suelta. Todo es inmediato. Son demandas y demandas, porque al final del día todo llega al ministerio de Hacienda. Todo requiere recursos. Ha sido non stop. Entonces, es más cansador y, como estás abordando la emergencia, cuesta más detenerse a mirar.

-¿Ha sido más complejo lidiar con un mundo político al que usted no conocía o con una sociedad carente y con rabia?

-Pese a que soy nuevo, yo me siento muy cómodo en la interacción con el mundo político. Tenemos una relación directa, honesta, de buena fe para construir acuerdos. Es cierto que, con la pandemia, esa relación ha cambiado porque las circunstancias son más adversas para todos. Tener que conversar por Zoom y no de manera presencial afecta la capacidad de negociación y diálogo. Es indudable. Ha habido un cambio. 

“La crisis sanitaria no te suelta. Todo es inmediato. Son demandas y demandas, porque al final del día todo llega al ministerio de Hacienda. Todo requiere recursos. Ha sido non stop. Entonces, es más cansador y, como estás abordando la emergencia, cuesta más detenerse a mirar”.

-¿En qué se nota ese cambio? ¿Más tensión?

-Las pasiones están más encendidas y se hace más difícil el diálogo. También hay un cambio en relación a que la política, los propios políticos, responden con más facilidad a las presiones y las angustias populares. Responder a las demandas de la ciudadanía es de la esencia de la política. Sin embargo, hay mucha presión del Twitter, de las redes sociales. Y eso ha derivado en que yo veo en varios actores mucho más individualismo en el Congreso que antes. Menos acción colectiva. Prima la agenda personal, la buena cuña, el slogan. Cada cual anda por su lado. Algo de eso nos ha venido pasando y ha complicado el momento político, eso es indudable.

Ignacio Briones. Crédito: Ministerio de Hacienda.

-¿Y cómo repercute en el día a día?

-En política, cuando prima el individualismo y decae la acción colectiva, y cuando las reglas del juego se van diluyendo, lo que ocurre es que te diriges hacia un equilibrio no colaborativo que es muy pernicioso porque se va retroalimentando y el que pierde es el país. Lo de las reglas es crucial. Cuando las reglas del juego se van diluyendo -y esto los niños lo saben muy bien- los actores políticos se van restando de volver a participar. Sin reglas, el juego pierde sentido.

” Sin embargo, hay mucha presión del Twitter, de las redes sociales. Y eso ha derivado en que yo veo en varios actores mucho más individualismo en el Congreso que antes. Menos acción colectiva. Prima la agenda personal, la buena cuña, el slogan. Cada cual anda por su lado. Algo de eso nos ha venido pasando y ha complicado el momento político, eso es indudable”.

LLEGAR TARDE

-El reclamo desde distintos sectores políticos es que el gobierno siempre está llegando tarde. ¿Cómo recibe esas críticas?

-Estoy consciente de esa crítica. Pero también creo que el juicio debe hacerse a la luz de que estamos viviendo una crisis de un calibre que nunca habíamos conocido. Además de lidiar con la emergencia, también nos hemos encontrado –y hay que decirlo con harta claridad- con un Estado que ha hecho agua y que requiere con urgencia una modernización. La lección de esta crisis es que necesitamos un Estado mucho más ágil, más ciudadano, con más información, más procesos automáticos y con menos papel. 

-¿Y qué responde frente a eso de que siempre van llegando tarde?

-En una pandemia de esta magnitud, todo lo que uno haga puede ser insuficiente. Sin duda que se podría haber hecho mejor. Pero pese a todo, hoy tenemos una política social que abarca a 1 de cada 3 chilenos. ¿Es poco? ¿Qué países pueden decir lo mismo? Con distancia, cuando ya estemos sintiendo el aire fresco, va a quedar bastante claro lo que se ha hecho por el país. 

-Algunos ha dicho que ha faltado sensibilidad, conectar más con el sentir ciudadano… 

-¿Sabes lo que pasa? La política está hecha de sentimientos y de racionalidad. Uno tiene que tener un justo balance. Cuando uno se carga por completo al sentimiento, está dejando de hacer política. Los representantes están llamados a deliberar, a razonar, a sopesar costos, beneficios. ¿Cuál es la cara más icónica de la política de los sentimientos? Se llama populismo. 

“En una pandemia de esta magnitud, todo lo que uno haga puede ser insuficiente. Sin duda que se podría haber hecho mejor. Pero pese a todo, hoy tenemos una política social que abarca a 1 de cada 3 chilenos. ¿Es poco? ¿Qué países pueden decir lo mismo?”.

-A Mario Desbordes lo acusaron de populismo. Pero él decía que de lo que se trataba era de escuchar a la gente, que el gobierno estaba desconectado, como en una burbuja…

-Yo no estoy diciendo que conectar con las necesidades de la gente sea sinónimo de populismo. Lo que digo es que si uno sólo hiciera política de los sentimientos y de las emociones, no necesitaríamos Parlamento. En una democracia representativa, el deber de los representantes es deliberar y procurar el bien común. ¿Eso quiere decir que uno se tiene que desconectar de aquello que la gente anhela, de sus dolores, de sus necesidades? Por supuesto que no. Pero tiene que haber un justo equilibrio. 

Ignacio Briones. Crédito: Ministerio de Hacienda.

-¿Y no lo hay?

-Yo te decía que noto en la política en general una amplificación del individualismo. Un individualismo que piensa en la corta, en la agenda personal. Y eso mina la cohesión, el actuar colectivo que se requiere para hacer buena política. Llevado al caso extremo, acá también se puede instalar una trampa. Gobernar simplemente por sentimientos -que es lo propio de los populistas- es dividir el mundo entre los buenos y los malos. Los que están con las personas y los que no. Los que están en su torre de marfil, la elite, versus el resto. Cuando un país cae en eso, es fatal. Tenemos que evitarlo.

“Yo no estoy diciendo que conectar con las necesidades de la gente sea sinónimo de populismo. Lo que digo es que si uno sólo hiciera política de los sentimientos y de las emociones, no necesitaríamos Parlamento. En una democracia representativa, el deber de los representantes es deliberar y procurar el bien común”.

-Ya existe una sensación de la ciudadanía de que hay una elite que vive en su torre. Es como algo instalado, ¿no?

-Es innegable que hay un problema de legitimidad de la elite. Reconocer aquello te obliga a diversificar esa elite y hacerla más inclusiva. Pero eso es muy distinto a decir que no debe haber una elite. Hay sectores extremos que lo plantean. Yo creo que la pregunta de fondo es cómo hacemos para que esa elite sea más diversa. Yo me encuentro cien por ciento en esa vereda. 

-Usted se siente parte de una elite más porosa, que le interesa escuchar. Pero también es cierto que hay una elite que está encapsulada.

-Absolutamente. Es lo que estoy diciendo. En Chile tenemos una elite que se ha ido diversificando, pero todavía es súper cerrada. Tiene que abrirse. Todos tenemos derecho a ser elite; a tener oportunidades para ser elite. Y eso requiere una cancha pareja de oportunidades, menos clasismo y la reivindicación del mérito. Pero reivindicar eso es bien distinto a poner como antagónico a la elite versus el resto, porque eso es caer en los buenos y en los malos. Cuando los países caen en eso, sin darse cuenta caen en las manos del populismo y con las nefastas consecuencias que eso tiene. 

-¿Y dónde ve más signos de populismo: en la izquierda o en la derecha?

-Esas tentaciones están en todos lados. No son de un sector. Pero quiero ser cuidadoso. Tampoco creo que estemos en una deriva populista. Lo que hay es un riesgo de populismo, que es distinto. 

“En Chile tenemos una elite que se ha ido diversificando, pero todavía es súper cerrada. Tiene que abrirse. Todos tenemos derecho a ser elite; a tener oportunidades para ser elite. Y eso requiere una cancha pareja de oportunidades, menos clasismo y la reivindicación del mérito. Pero reivindicar eso es bien distinto a poner como antagónico a la elite versus el resto, porque eso es caer en los buenos y en los malos”.

EL NUEVO EQUIPO

-Ministro, ¿reconoce que se ha puesto menos dialogante? Hay senadores que dicen que usted se ha puesto más inflexible.

-Mi espíritu de diálogo siempre ha estado ahí. Es una marca personal. Reivindico la palabra del acuerdo, pese a que para muchos ha sido una palabra fea, pecaminosa, de concesiones. Yo creo que es de la esencia de la política. Y, si es importante llegar a acuerdos en tiempos normales, con mayor razón lo es en tiempos como éstos. 

-¿Hace una autocrítica en este sentido?

-Uno siempre tiene que tomar nota de las críticas. Quizás la dinámica de la pandemia ha cambiado la forma de relacionarnos. Estoy consciente de que eso me ha dejado menos tiempo para hacer política, pero mi voluntad de diálogo sigue intacto. Y otra cosa más: pretender que todo lo que se haga -bien o mal- es resorte del ministro de Hacienda…  O sea, yo tendría que ser como un súper hombre o un emperador y la verdad es que soy uno más dentro de un equipo. 

El ministro Ignacio Briones, durante la Comision de Hacienda de la Camara de Diputados.
Crédito: Ministerio de Hacienda.

-¿Cómo ha sido para usted el cambio de gabinete? Da la sensación de que quedó medio solo en el nuevo mapa. ¿No se siente un poco como el liberal solitario?

-No, no. Los cambios de gabinete son decisión del Presidente de la Republica y uno es súper respetuoso. Yo creo que es evidente que había que tener un cambio de gabinete. Teníamos un desorden interno que era fundamental reordenar. El nuevo gabinete incorpora figuras de tonelaje político, con años de experiencia. Son líderes en sus distintos partidos y eso naturalmente ayuda a ordenar. Y respondiendo a su pregunta, no me siento para nada solo. Incluso, si así fuera, los liberales tenemos mucha tolerancia a la soledad. Pero no me siento solo. Me siento bien acompañado. 

-¿Y no extraña al ex ministro Gonzalo Blumel? Ustedes eran una dupla…

-Obviamente que lo extraño. Gonzalo es un servidor público extraordinario, inteligente, generoso, jugado. Sin quererlo le tocó estar en la cartera más difícil y en el momento más complejo. Se sacó la mugre. Estoy seguro que en algún momento el país va a agradecer lo que hizo.

” El nuevo gabinete incorpora figuras de tonelaje político, con años de experiencia. Son líderes en sus distintos partidos y eso naturalmente ayuda a ordenar. Y respondiendo a su pregunta, no me siento para nada solo. Incluso, si así fuera, los liberales tenemos mucha tolerancia a la soledad. Pero no me siento solo. Me siento bien acompañado”.

-Se dice que este nuevo gabinete tiene un sello de derecha más tradicional. Usted es un liberal. ¿Ve esa amenaza? 

-Es irrelevante lo que me gusta o no me gusta a mí. Sería frívolo verlo así. Hoy tenemos un mega desafío por delante. Lo único que me quita el sueño es afrontar  la emergencia y trabajar en la reactivación económica. Y por otro lado, yo me siento muy empoderado por el Presidente. Tengo una relación bien directa con él. Desde que llegué, ha sido un trato muy explícito, transparente, muy de frente. 

-¿Y el Presidente no se mete mucho? Porque se sabe que a él le gusta estar en todo.

-Le gusta conocer y estar al tanto de todos los temas. Pero yo, honestamente, desde el primer día tengo bastante independencia. Obviamente todas las decisiones relevantes las consulto con el Presidente. No podría ser de otra manera. Me siento cómodo y con mucha confianza para plantearle cosas todo el rato. 

“Yo me siento muy empoderado por el Presidente. Tengo una relación bien directa con él. Desde que llegué, ha sido un trato muy explícito, transparente, muy de frente”.

EL DESAFIO QUE VIENE

-Habla de un desafío colosal. ¿Cómo se lo explicaría a los ciudadanos de a pie? ¿Qué tan duros serán los próximos meses?

-Vamos a ser más pobres como país. Es un dato que todos debiéramos anotar. Si hacemos las cosas bien, vamos a poder recuperar el tiempo perdido en un par de años. Pero indudablemente vamos a tener un aumento de la pobreza. También en el desempleo. Y créame que ése es el drama humano que me quita el sueño. No son sólo ingresos. Son dignidades. Son familias. Y esto va a requerir unidad de propósitos, de generosidad.

El ministro Ignacio Briones, junto a ministros y subsecretarios, se refieren a la aprobación y el despacho del proyecto de ley que establece financiamiento con aporte estatal para proteger los ingresos de la clase media. Créditos: Agencia Uno.

-¿Por qué lo dice?

-Porque para salir adelante se requieren del compromiso de todos. Necesitamos acuerdos. No sólo para hacer transferencias monetarias. También para asumir que acá necesitamos inversión. Y la discusión maniquea de si es que es para la Pyme o para la empresa grande, por favor. A eso me refiero con dejar de lado el slogan. Sin inversión no hay crecimiento y sin crecimiento no hay empleo. Corta. Y ésa no es una agenda ideológica. 

“Vamos a ser más pobres como país. Es un dato que todos debiéramos anotar. Si hacemos las cosas bien, vamos a poder recuperar el tiempo perdido en un par de años. Pero indudablemente vamos a tener un aumento de la pobreza. También en el desempleo. Y créame que ése es el drama humano que me quita el sueño. No son sólo ingresos. Son dignidades. Son familias. Y esto va a requerir unidad de propósitos, de generosidad”.

-¿Será que se ha instalado la idea de que el gobierno ayuda a los empresarios?

-Claro, pero uno espera de los líderes que tengan alguna reflexión más allá del slogan. Yo les preguntaría: ¿A qué gran empresa ha ayudado el gobierno? ¡Díganme una! No hay. En cambio hay casi 200 mil pymes que han recibido créditos Fogape. Hay 200 mil micro emprendedores informales que van a recibir programas de Corfo. Entonces, uno entiende la lógica política de sacar a pasear al otro y no hay problema. Eso es parte del juego. Pero en algún momento hay que mirar los datos…

-¿Ha notado frivolidad en la política?

-No sé si mucha, pero hay. Yo creo que el individualismo en política, el anteponer mi interés ante un drama enorme, es frivolidad. Porque, insisto, el calibre de lo que tenemos por delante es gigantesco. ¡¿Cómo diablos no vamos a ser capaces de ponernos de acuerdo y dejar la pelea chica para otras cosas? En esto no nos podemos perder. Pongámonos de acuerdo en las pocas cosas que son fundamentales para poder levantar al país.

-¿Por dónde debieran ir los acuerdos?

-Tenemos que pensar en una hoja de ruta e ir por estaciones. La primera estación es la emergencia sanitaria, económica y social. Quizá haya quienes creen que se puede vivir con ingresos de emergencia permanentemente. Les tengo una mala noticia: ningún país vive de ingresos de emergencia. Luego, tenemos que  ver cómo generamos una hoja de ruta económica y social para el Chile futuro. Te hablo de una agenda social reformista, pero gradual, en pos de tener un país más inclusivo, con más oportunidades, más tolerante, menos clasista. Y esto va de la mano de lo que hablamos más arriba, con tener una elite permeable, abierta y que no sea percibida como un club.  

Ignacio Briones. Crédito: Ministerio de Hacienda.

-En esas estaciones, ¿tiene contemplado un nuevo estallido social? 

-Prefiero no ponerme en ese escenario. Sí creo que los estallidos te hacen desnudar cosas. Son catalizadores de momentos. Y lo que pasó en octubre nos obliga a ser mucho más exigentes en nuestra agenda social. Uno tiene que tomarse en serio esa alerta con medidas concretas y generar un compromiso creíble ante la ciudadanía.  

“NO ME HE ANGUSTIADO”

-Se nota que usted es bien racional. ¿Se angustia a veces? ¿O no se deja atrapar por las emociones? 

-No, no me he angustiado. Obviamente, si no me dejara atrapar por las emociones sería un robot, pero trato de mantener siempre la cabeza fría. Estoy muy consciente de que en estos momentos de crisis, de encierro, en que uno ve mucho sufrimiento y carencias, es muy fácil caer en la emotividad completa. Pero uno tiene que tener un justo medio entre la emotividad y la racionalidad. 

-¿Y duerme bien o tiene alguna sintomatología Covid?

-No, duermo perfecto, como un niño. De hecho tengo una gran ventaja: me duermo en cualquier lado. Pero volviendo a tu pregunta: no me angustio. 

El ministro Ignacio Briones, realizan un punto de prensa en la Camara de Diputados, tras la aprobación del proyecto en reforma constitucional que permite el retiro de parte del fondo individual de las AFP. Crédito: Agencia Uno.

-Recuerdo su rostro el día que perdieron la votación del 10% en el Congreso. Tenía una expresión como de angustia…

-No de angustia. A veces me enojo un poco o me frustro. Pero angustia así como que uno haga “tilt” y no pueda levantar la cabeza, no. Eso no. Y todo se me pasa rápido…

“No, duermo perfecto, como un niño. De hecho tengo una gran ventaja: me duermo en cualquier lado. Pero volviendo a tu pregunta: no me angustio”.

-¿No hay que quedarse pegado en la política…? 

-Yo no voy a tener una carrera política, así que no ando haciendo cálculos.

-¿Cómo? ¿No va a tener una carrera política?

-No. 

-¿Esto es un paréntesis en su vida?

-O sea, uno nunca puede escupir al cielo, pero por ahora estoy de ministro de Hacienda y tan consciente del desafío y del dolor enorme que tenemos por delante, que sería medio frívolo andar pensando en otras cosas. 

-¿Y cree que lo van a soltar? Podría ser candidato al Parlamento, por ejemplo.

-Para ser candidato al Parlamento me tendría que ir en noviembre y no está en mis planes, salvo que el Presidente diga lo contrario. Tengo un desafío enorme. Este barco está atravesando una tormenta muy, muy grande. Y uno no puede abandonar el barco. Hay que llevarlo a puerto pese a que las aguas estén turbulentas. Eso es lo que me motiva. Por eso estoy acá. No hay objetivos ocultos. Me da lo mismo mi popularidad. No tengo un objetivo de ser candidato a nada. 


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