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Entrevistas

3 de Septiembre de 2020

Hugo Herrera: “Este gobierno está fenecido en términos de proyecto político”

Es una voz respetada en el mundo político-intelectual de la derecha. Para Herrera, el Presidente ha sido “incapaz” de entender lo que ha pasado en el país. Valora el regreso de Pablo Longueira y cree que al sumar voces por el Apruebo, el discurso economicista de la derecha quedó derrotado. Es la hora de la política.

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Hugo Herrera es un intelectual de derecha, pero no un incondicional. Desde la vereda académica, ha estudiado a ese mundo político del cual se siente parte y que, sin embargo, mira con distancia crítica. No milita, pero tiene una cercanía, casi una amistad, con Mario Desbordes, el ex presidente de RN y actual ministro de Defensa.

Filosofo, actualmente profesor de Derecho en la Universidad Diego Portales, Herrera es una de las nuevas voces analíticas de la derecha. Es columnista e invitado recurrente para bucear en las siempre revueltas aguas de ese sector. Buena parte de sus críticas han ido directo a cuestionar el rol del Instituto Libertad y Desarrollo y del asesor presidencial, Cristian Larroulet. Para él, es casi imperdonable la inclinación economicista que ha imperado en la derecha en las últimas décadas. Su punto es que la política debe ser la gran protagonista de los procesos sociales y no el frío manto de los números y de las perspectivas económicas.  

A diferencia de varios, Herrera sostiene que la entrada en escena de Pablo Longueira viene a sumar al debate nacional y demuestra, dice él, que cuajó una postura hegemónica en la derecha. “Cuando al Apruebo se suman tipos como Longueira y Lavín, quiere decir que el Rechazo quedó reducido a una cierta fanaticada; a un electorado muy recalcitrante, pero ya no es una posición sostenible”, sostiene.

-Con diferencia de días, Joaquín Lavín saltó el cerco y se declaró socialdemócrata; Evelyn Matthei contraatacó y se declaró candidata y Pablo Longueira reapareció para votar por el Apruebo y ser constituyente. ¿Cómo habría que leer tanto movimiento?

-Lo leo como una coincidencia sorprendente. Yo creo que está conversado. No manejo la interna de la UDI, por lo tanto no tengo antecedentes. Pero huele un poco a operación política. 

-¿Sí?

-Si… Por la coincidencia de los momentos y porque a todas luces son parte de una misma mentalidad. O sea, los 3 marcan un punto muy distinto de la posición oficial de la UDI. En el fondo, reaccionaron contra el planteamiento más extremo de la derecha. Y, en el caso de Pablo Longueira, está reparando en cómo incidir en el proceso político. Eso lo encuentro valioso.

-¿Y Evelyn Matthei en qué puesto juega?

-Más allá de sus críticas a Lavín, Evelyn Matthei tiene claro que aquí hay un proceso muy de fondo: la legitimidad del sistema político. Eso es lo que está en juego, y ella no sólo lo entiende bien. Sabe que eso se debe solucionar con más política. De hecho, su diagnóstico es que hoy el gran problema es la desigualdad. Ya no el crecimiento. O sea, está asumiendo un discurso netamente político. No economicista como ha sido la norma en sectores de la derecha.

-En el caso de Lavín, ¿cuál sería la apuesta?

-Lavín se pasó tres pueblos al declararse socialdemócrata. Él siempre es una sorpresa. Por lo tanto, la pregunta es si de verdad ha madurado políticamente. Si tiene una visión de Estado acorde a los problemas de un momento tan complejo. Entonces, la pregunta es ¿frente a qué Lavín estamos? ¿Al Lavín cosista del 2000? ¿O estamos con alguien que maduró políticamente? 

-Pensando en que Lavín y Matthei se perfilan como candidatos, ¿quién tiene esa madurez política que se requiere en este nuevo Chile?

-A esta altura, Matthei parece tener más clara una visión de Estado. Longueira también la tiene. Pero con la declaración socialdemócrata de Lavín, no se sabe si es una especulación o es algo que está seriamente anclado en el campo ideológico.

Lavín se pasó tres pueblos al declararse socialdemócrata. Él siempre es una sorpresa. Por lo tanto, la pregunta es si de verdad ha madurado políticamente. Si tiene una visión de Estado acorde a los problemas de un momento tan complejo”.

-A diferencia de muchos otros, Lavín huele bien el país. ¿No será que su cambio de postura viene de lo que hoy está viendo? ¿O no crees en su reconversión?

-Concuerdo. Lavín es hábil para hacer diagnósticos. Pero lo preocupante es que no estamos hablando de un concejal que viene y dice: “Hoy soy socialdemócrata”. La socialdemocracia es un movimiento que nace de un revisionismo dentro del marxismo. Es parte de una tradición ideológica de izquierda. Y Lavín no viene de ahí. Es como transfuguismo. Y él tiene otra exigencia. Es como que si Lagos dijera: “Me volví socialcristiano”. En la derecha hay una franja social cristiana. ¿Por qué Lavín no plantea eso antes que hacerle genuflexiones a la izquierda? Es raro.

-¿Es muy largo el salto, dices tú?

-Claro. Es como banalizar las cosas. Se espera otra cosa de alguien que aspira a ser Presidente de la República. Además, es importante tener conciencia de tus raíces ideológicas y de cuáles son los argumentos que sustentan tus políticas públicas. Ése es el debate que se va a venir.

-¿Lo dices en el sentido de que el proceso constituyente abrirá un espacio más ideológico?

-Claro. Cuando tienes una decisión constituyente en ciernes, tienes que tener conciencia de dónde viene y saber defender esos argumentos frente a una izquierda que va a operar en el nivel más profundo de las instituciones. O sea, si vas a discutir con Fernando Atria o con Carlos Ruiz tienes que saber qué es la socialdemocracia. O sea, deberá manejarse en la esfera ideológica con alguna solvencia. Las cosas no se arreglan con pura buena onda. También hay ideología.

“La socialdemocracia es un movimiento que nace de un revisionismo dentro del marxismo. Es parte de una tradición ideológica de izquierda. Y Lavín no viene de ahí. Es como transfuguismo”.

ECONOMICISTAS ARRINCONADOS

-Tú has sido muy crítico de la influencia de la economía en la política, como ente rector…

-En la dictadura fue preponderante la derecha economicista, la de Chicago, que es súper funcional al discurso de Jaime Guzmán. O sea, a la despolitización, a un papel mínimo del Estado. Esa derecha dominó el debate.

-Y lo dominó por mucho tiempo.

-Totalmente. En los 90 eso era lo que había. La idea de una derecha más política no existía. Por eso hoy despuntan dos derechas y la división se plantea en los términos siguientes: ¿la economía es la base de la política? ¿O es la política la base de la economía? Esa es la disputa hoy. Y uno puede ver a Libertad y Desarrollo, que es la banda más extrema de la UDI, liderando el bando economicista y diciendo: “La Constitución del 80 no se toca porque garantiza el orden económico neoliberal”. Al frente están los reformistas tipo Desbordes y ahora se suma Pablo Longueira. 

O sea, con un Lavín y un Longueira que están por el Apruebo,  ¿la derecha economicista pierde poder? 

-Sin duda. Ellos demuestra que hoy el discurso economicista está arrinconado. Ese discurso es ideal cuando estás en una dictadura. Impones esa visión. Pero gobernar es totalmente distinto. Gobernar significa sentir el país, conectarse con lo que está pasando y llevar el pulso político.

“En los 90 eso era lo que había. La idea de una derecha más política no existía. Por eso hoy despuntan dos derechas y la división se plantea en los términos siguientes: ¿la economía es la base de la política? ¿O es la política la base de la economía? Esa es la disputa hoy”.

-¿Y para eso no sirve la economía?

-Es necesaria, por supuesto. Pero el ímpetu de un gobierno no lo da puramente la economía. Y la mejor prueba de esto es que Piñera ha sido totalmente incapaz de entender lo que ha estado pasando en el país. Ese es su gran problema: Piñera no tiene herramientas conceptuales con las cuales entender lo que está pasando y poder proponer salidas.

-¿Cómo que no las tiene?

-Pero piensa: Piñera no se la pudo en el 2011. En octubre del 2019 hablaba de “guerra”, de “paz” hasta que un militar le dijo que aquí no había ninguna guerra. Después vino el acuerdo del 15 de noviembre. Pero él no lo impulsó y se produjo una anomalía tremenda. Es el Presidente el que tiene que liderar el proceso político. Pero aquí un cuerpo que está diseñado para discutir y no para conducir, como es el Congreso, se tuvo que poner de acuerdo porque el Presidente llegó tarde. Luego, con la pandemia, volvió a llegar tarde con el paquete de apoyo a los sectores mas necesitados. Todo eso muestra reiteradamente que Piñera no está entendiendo que estamos con un problema importante de legitimidad política de las instituciones. Incluso, uno podría decir que lo mismo pasa ahora con el plebiscito.

-¿En que sentido?

-En que el gobierno está paralizado. ¿Qué actitud ha tomado aparte de la prescindencia? Nada. No hay impulso político del gobierno. 

-¿El cambio de gabinete no logró cambiar las cosas? 

-El gobierno está fenecido en términos de proyecto político. No lo tiene y la verdad es que nunca lo tuvo. Ahora, sin duda que poner a gente del peso de Mario Desbordes y del mismo Andrés Allamand es muy positivo tácticamente. Además –y ojalá no ocurra- 

con Desbordes uno tiene, por lo menos, cierta tranquilidad de que va haber un manejo político de la situación, si es que el conflicto social vuelve a escalar.

Para el 18 de octubre no hubo un manejo de las Fuerzas Armadas. No hubo ni un criterio. Tirar vehículos blindados a la Plaza Italia fue una irresponsabilidad mayor. 

“El ímpetu de un gobierno no lo da puramente la economía. Y la mejor prueba de esto es que Piñera ha sido totalmente incapaz de entender lo que ha estado pasando en el país. Ese es su gran problema: Piñera no tiene herramientas conceptuales con las cuales entender lo que está pasando y poder proponer salidas”.

 -¿Y en qué quedó esa derecha de Mario Desbordes? ¿No fue un error haber optado por ministro de Defensa y salir del campo de juego?

-El tiempo lo dirá. Yo creo que él tomó una decisión bien de corazón. Él ha dicho que si esto hubiese pasado en una época normal, no lo habría aceptado. Pero hoy era un deber asumirlo. Lo que sí hay que entender es que las jugadas de Desbordes son a mediano plazo. Y dentro de la derecha se han alineado los astros. Longueira, antes de hacer sus declaraciones, habló con Desbordes. O sea, hay un cierto trabajo conjunto de una opción política que se abrió en la derecha y que antes no estaba.

-¿Dices que Desbordes abrió un camino para la derecha?

-Sí, y en dos sentidos. Abrió un camino para el país al empujar el acuerdo constitucional la noche del 15 de noviembre. Y abrió un camino para la derecha, porque hoy su posición es hegemónica. 

-Y en esa constelación, ¿dónde ubicarías la figura del Presidente Piñera? 

-Creo que Piñera no está convencido ni del Plebiscito. Esto es algo que le llegó, que él jamás pensó y para lo cuál no estaba preparado. Insisto: el principal problema de Piñera es que su caja de herramientas conceptual, lo limita. Él piensa en economía nada más. No piensa en política. Ha sido siempre así.

-¿Y sus asesores?

-Es que él siempre busca asesores que le lleven el amén. Incluso yo eximiría un poco de responsabilidad a Cristián Larroulet. Muchos lo han pintado casi como que fuera el gargamel (el villano de Los Pitufos) que teledigita a Piñera. Creo que no es así. Piñera es porfiado, llevado de sus ideas. En el fondo, su matriz conceptual es la que le impide operar. 

“Lo que sí hay que entender es que las jugadas de Desbordes son a mediano plazo. Y dentro de la derecha se han alineado los astros. Longueira, antes de hacer sus declaraciones, habló con Desbordes. O sea, hay un cierto trabajo conjunto de una opción política que se abrió en la derecha y que antes no estaba”.

-El tema para la derecha es ¿cuál será su legado? 

-Siempre puede pasar algo nuevo, pero buscando parámetros históricos, todos los grandes políticos que han pasado bien a la historia son aquellos que han estado comprometidos y conmovidos con el proceso político que les ha tocado liderar. En Piñera no se ve ni conmoción con el proceso político, ni entusiasmo por querer liderarlo. Salvo que él cambie muy radicalmente, probablemente va a quedar como un gobierno discreto. Pero si uno se pregunta seriamente, ¿cuál va a ser el legado de Piñera? Yo creo que ninguno. Él podría haber aprovechado de firmar la Nueva Constitución, pero pareciera que ni eso le interesa.

-¿Observas un riesgo institucional? Entre las muchas cosas que dijo Longueira, es que hay una izquierda que quiere sacar a Piñera de La Moneda. 

-Todo depende de la pandemia. Estamos jugando con estadio vacío. Nadie te bota el partido. El futbol se sigue jugando, aunque se juegue mal. Pero si la pandemia remite, el asunto se podría poner complicado. Pero me refiero a situaciones más acotadas, como que el conflicto mapuche se acentúe, o que hayan  manifestaciones en Santiago. ¿Pero sacar a Piñera en helicóptero como pasó con el presidente argentino, Fernando De la Rua, como dice Longueira? No. 

-O sea, Longueira se pasó algunos pueblos con ese planteamiento…

-Estamos lejos de eso. Sin embargo, es verdad que si la derecha quiere jugar un papel político en el Chile futuro, tiene que sumarse al proceso constituyente. Lo demás no tiene ningún sentido, salvo seguir taimados en una trinchera. No están contribuyendo al país. Por eso lo de Longueira es súper valioso.

-¿A qué crees que volvió Longueira? No ha sido un regreso fácil: está su tema judicial pendiente y la UDI no se cuadró con él. Por el contrario…

-Lo primero que diría de Longueira es que hay que mirar con cuidado lo que hace. Uno puede decir que al Presidente no lo conmueve el proceso político, pero a Pablo Longueira hay que reconocerle que siempre lo conmueve mucho. O sea, él es el responsable de que la derecha chilena sea un poco más del 40% y no el tercio histórico. Fue Longueira el que armó el departamento poblacional de la UDI y gracias a eso el electorado de la derecha cambió. Se puede tener muchas diferencias, pero él siempre ha sido un político con visión de Estado. En los momentos decisivos, es capaz de pensar el país. Y eso es lo que vamos a necesitar de parte de todos los sectores, incluida la izquierda.

“Es verdad que si la derecha quiere jugar un papel político en el Chile futuro, tiene que sumarse al proceso constituyente. Lo demás no tiene ningún sentido, salvo seguir taimados en una trinchera. No están contribuyendo al país. Por eso lo de Longueira es súper valioso”.

NO CAER EN LOS EXTREMOS

-¿Y qué panorama ves en la izquierda, luego del despliegue presidencial en la derecha? 

-Es lo que más me preocupa. Ninguna democracia madura funciona sin una centroizquierda fuerte. Y hoy, la centro izquierda en Chile está desfondada. Ese es un problema sistémico. No tienen liderazgos presidenciales claros, no tienen planteamientos. Los grandes líderes de la Concertación parecen nobles franceses en el exilio después de la revolución francesa. Y para peor, no tienen generación de recambio. Toda la juventud se le fue al Frente Amplio. 

-¿Eso implica que el Frente Amplio tendrá un rol preponderante en los próximos meses?

-Bueno, ésa es la pregunta: ¿qué va a pasar con ellos? El esfuerzo que hay que hacer es discernir entre los sectores más radicalizados y aquellos más republicanos que están dispuestos a un entendimiento. Por eso no sirve este discurso de la derecha de hablar de “la izquierda”. Una derecha responsable tiene que prestarle atención y diferenciar a los distintos grupos de la izquierda.

Es lo que más me preocupa. Ninguna democracia madura funciona sin una centroizquierda fuerte. Y hoy, la centro izquierda en Chile está desfondada. Ese es un problema sistémico. No tienen liderazgos presidenciales claros, no tienen planteamientos. Los grandes líderes de la Concertación parecen nobles franceses en el exilio después de la revolución francesa. Y para peor, no tienen generación de recambio. Toda la juventud se le fue al Frente Amplio

-O sea, ¿la pelota la tiene el Frente Amplio?

-Puede ser auto referente, pero creo que la pelota la tiene la derecha. Es la derecha la que tiene que elevar a los socialdemócratas como interlocutores y abrir esos puentes. Es la derecha la que tiene que lograr meter al saco de la conversación de contenidos constitucionales a los grupos menos recalcitrantes del FA. El gran desafío es no caer en los extremos. Si aquí dominan los  Kast, las Van Rysselbergue y por el otro lado, los Jadue, los Atria y los más radicales del Frente Amplio, estamos mal.

-¿Entonces…?

-Aquí tienen que empezar a dominar el juego los Desbordes, los Heraldo Muñoz, los Alvaro Elizalde. El proceso constituyente sólo es viable en este escenario. Este tema es súper. No hay que leerlo a la rápida. Por eso, todos los esfuerzos de la derecha deben apuntar a validar a la socialdemocracia, a la centro izquierda, y distinguir claramente quiénes del Frente Amplio están pensando en la República y en un entendimiento transversal. Esa es la tarea fundamental de los próximos meses.

El gran desafío es no caer en los extremos. Si aquí dominan los Kast, las Van Rysselbergue y por el otro lado, los Jadue, los Atria y los más radicales del Frente Amplio, estamos mal

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