Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

9 de Septiembre de 2020

Columna de Marcelo Mena: Recicla la política para una Constitución verde

La tiranía neoliberal establecida constitucionalmente en Chile es enemiga mortal al progreso hacia una sociedad más sustentable. No podemos enfrentar los problemas de sustentabilidad que tiene el país con esta Constitución. Se necesita una nueva Constitución verde.

Marcelo Mena
Marcelo Mena
Por

La pandemia quitó el acelerador a un bus que iba dirigido directo a un precipicio. Siendo el 0.01% de la vida en el planeta, los seres humanos fueron capaces de hacer desaparecer 83% de los mamíferos terrestres. Hoy 96% de lo que van quedando son seres humanos o ganado. Sólo el 4% de los mamíferos del mundo son salvajes. El 70% de las aves del planeta son gallinas, y otras especies domésticas: sólo un 30% es salvaje. Dos tercios de las especies comerciales de pesca están colapsadas o sobreexplotadas. Entre los años 1950 y 1987 destruimos esa delgada capa de ozono que nos protegía de la irradiación ultravioleta. Recientemente, el aumento de gases de efecto invernadero nos ha iniciado en la primera era climática mediada por el ser humano, el antropoceno. Incluso si desapareciéramos como especie, la energía atrapada en el sistema nos llevaría a décadas de calentamiento. 

“Mientras que las ganancias de una minoría crecen exponencialmente, también crece la brecha que separa la mayoría de la prosperidad de la que gozan algunos pocos. Este desequilibrio es resultado de las ideologías que defienden la autonomía absoluta del mercado y la especulación financiera. Por consecuencia, rechazan el derecho del Estado como garante del bien común para que ejercite cualquier tipo de control. Esta nueva tiranía ha nacido invisible, a veces virtual, imponiendo unilateralmente y sin tregua sus reglas y leyes propias. La deuda y la acumulación de intereses hacen difícil que los países se den cuenta del potencial de sus propias economías, y que sus ciudadanos no gocen de un poder de compra real. A esto se añade la corrupción generalizada, evasión tributaria que ha llegado a dimensiones globales. La sed de poder y bienes no tiene límite. En este sistema, que tiende a devorar todo lo que se ponga frente a mayores ganancias, lo frágil, como el medio ambiente, es indefenso ante los intereses de un mercado endiosado”. Estas frases no las dijo Greta. Las dijo el Papa Francisco en 2013, anticipando su encíclica papal “Laudato Si”. Esa tiranía neoliberal establecida constitucionalmente en Chile es enemiga mortal al progreso hacia una sociedad más sustentable.  No podemos enfrentar los problemas de sustentabilidad que tiene el país con esta Constitución. Se necesita una nueva Constitución verde. 

No es un capricho, pues llevar a cabo la descarbonización profunda que ha comprometido el gobierno para la economía del país no se logrará cambiando ampolletas, poniendo paneles solares, y andando en auto eléctrico. Requiere un cambio profundo a nuestro modelo de desarrollo, para pasar de un extractivismo a una economía que fomente el desarrollo sustentable. La OECD estima que por dólar que se genera en Chile se requiere extraer 2.3 kg de materiales. Australia, país minero, extrae la mitad: 1.1 kg. Como dijo Daniel Matamala hace poco, una economía que no se ha diversificado, crece haciendo más de lo mismo. Ante una limitación de el terreno disponible para agricultura, ese crecimiento se hace talando bosque nativo, abusando de los planes de manejo de CONAF, devastando cerros enteros para plantar más paltos, porque para ellos es lo mismo que el bosque esclerófilo. 

“No es un capricho, pues llevar a cabo la descarbonización profunda que ha comprometido el gobierno para la economía del país no se logrará cambiando ampolletas, poniendo paneles solares, y andando en auto eléctrico. Requiere un cambio profundo a nuestro modelo de desarrollo, para pasar de un extractivismo a una economía que fomente el desarrollo sustentable”.

No es un capricho querer reformar el Código de Aguas para reasignar derechos de agua priorizando el consumo humano o sustentación de ecosistemas como recomienda la OCDE para el país (y luego de esas prioridades, otorgar esas aguas para procesos productivos). El extremo con que se cuida la propiedad en la Constitución vigente nos lleva a extremos absurdos que terminan por matar la gallina de huevos de oro. De qué sirve tener propiedad de derechos de agua, si en la forma que la usamos, la agotamos hasta los niveles que vemos hoy. 

No es un capricho obligar a cesar actividades que van contra el medio ambiente y la salud de las personas. Acelerar el cierre de termoeléctricas, gravar las emisiones de acuerdo a las externalidades que causan, o bien usar ese financiamiento para programas específicos. Los tributos pueden siempre impugnarse como injustos, y no pueden estar afectos a un destino determinado. No es compatible con una transición justa y resiliente una definición inflexible de familia, o que en pleno siglo 21 una Constitución que no proteja los derechos reproductivos de las mujeres, o el derecho de una pareja homosexual a poder casarse o adoptar un hijo. 

Por otro lado, el siglo 21 nos demanda hablar de responsabilidades intergeneracionales. Lo que hacemos hoy afecta a futuras generaciones. Sin esa dimensión, se hace difícil limitar actividades que hipotequen el futuro. El derecho a vivir en un clima seguro no existe, y describe un fenómeno insospechado al redactarse la Constitución actual. Que lo que haga hoy puede quitarle oportunidades a los que vienen, y por tanto debo asegurar dejar intactas las oportunidades para nuestros hijos de desarrollarse en el futuro. Decimos que nos importan, pero nuestro reciente frenesí consumista nos da cuenta de que no estamos ahorrando para el futuro de ellos, sino gastando para que ellos paguen las consecuencias y las deudas económicas y ambientales. 

Por otro lado, el siglo 21 nos demanda hablar de responsabilidades intergeneracionales. Lo que hacemos hoy afecta a futuras generaciones. Sin esa dimensión, se hace difícil limitar actividades que hipotequen el futuro. El derecho a vivir en un clima seguro no existe, y describe un fenómeno insospechado al redactarse la Constitución actual”.

Es importante finalmente el principio de no regresión. Los problemas ambientales requieren un esfuerzo que trascienden los gobiernos. Los problemas ambientales no terminan con el término de un gobierno. Un pingüino no vale menos el 12 de marzo que el 11 de marzo. Las normativas ambientales requiere un estándar mayor que simplemente derogar un decreto. Requiere demostrar racionalmente los fundamentos que inspiran estos cambios.

Estas ideas que enuncio son sólo algunos de los elementos que deberían considerarse hacia adelante para abordar los objetivos de desarrollo sustentable a los que se comprometió el mundo. En este siglo 21 podemos generar una nueva Constitución que tenga el norte de superar la pobreza, brindar bienestar, proteger a los más vulnerables, con una mirada integral. Para hacerlo hemos decidido lanzar Recicla la Política para una Nueva Constitución, y recolectar los elementos de un decálogo del constituyente verde, con una serie de cabildos temáticos y territoriales, escuchando a las regiones, a nuestros pueblos originarios y nuestras zonas de sacrificio. Para lograr nuestro propósito debemos reciclar la política y traer nuevas ideas y actores. Debemos luchar contra los sesgos de la elite que constantemente se mira al ombligo y reafirma sus convicciones entre gente que se ve y piensa similar. Debemos aprovechar los beneficios de la tecnología y democratizar este diálogo, llevándolo a los parajes más remotos del país. Solo así paramos el ciclo eterno de una clase política que pontifica con los cambios que debemos hacer, cuando son ellos los que han evitado esos cambios, pues perpetuaban así su condición de privilegio. 

Porque no hay planeta B, vamos por una Constitución verde. 

“Hemos decidido lanzar Recicla la Política para una Nueva Constitución, y recolectar los elementos de un decálogo del constituyente verde, con una serie de cabildos temáticos y territoriales, escuchando a las regiones, a nuestros pueblos originarios y nuestras zonas de sacrificio. Para lograr nuestro propósito debemos reciclar la política y traer nuevas ideas y actores. Debemos luchar contra los sesgos de la elite que constantemente se mira al ombligo y reafirma sus convicciones entre gente que se ve y piensa similar”.

*Marcelo Mena es director del Centro de Acción Climática PUCV.

Notas relacionadas

Deja tu comentario