Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Entrevistas

10 de Septiembre de 2020

Agustín Squella: “Algunos conservadores se pasan ahora al Apruebo con total insinceridad y sólo como una estrategia”

Hoy, este jurista, Premio Nacional de Humanidades y que se declara como un “maldito intelectual”, es un referente ético y político. Sin militancia, pero de sensibilidad de centro izquierda, se lanza con todo contra la dupla Longueira y Lavín. Sin embargo, su mayor preocupación política es la fragmentación de la centro izquierda y la ausencia de un candidato competitivo.

Por

Desde ya hace varios años, pero quizá ahora con mayor intensidad, la voz de Agustín Squella se deja escuchar con atención en la escena nacional. No es sólo por sus llamados a la sensatez en tiempos convulsos o por ese elegante uso que hace de la palabra. Es también por su agudeza para tomarle el pulso al país y su habilidad para saltar del mundo intelectual al resbaloso terreno de la política.

Acaso por lo mismo, el nombre de este jurista, periodista, columnista y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2009, ha empezado a sonar para ser un constituyente en la discusión de una nueva Constitución.

Es un hombre que da garantías de ecuanimidad, de grosor intelectual, pero también de una cierta sensibilidad para conectar con un Chile que se va abriendo a cambios profundos. Él reconoce que le gustaría participar en la discusión constituyente, pero cree que como independiente tiene todas las de perder.

Vive en Viña del Mar. Hace clases en la Universidad de Valparaíso –es profesor de Derecho- y se declara como un “maldito intelectual”. El confinamiento no ha sido fácil, pero confiesa que a sus 76 años hay días en que agarra la bicicleta y sale a dar una vuelta por su barrio. Lo que más extraña, por lejos, es viajar a Santiago para estar con sus hijas, con sus nietos. Habitar ese espacio enorme y necesario que son los afectos. 

Foto: Universidad de Valparaíso

-Tanta cosa junta: pandemia, proceso constituyente, despliegue de candidaturas presidenciales. ¿Será que estamos en un momento vivaz del país o quizá medio confuso?

-Es la pura verdad. Pero la realidad es la realidad y no queda más que enfrentarla. Tratándose del tema constitucional, desaprovechamos el proceso que inició el gobierno anterior y que culminó con la presentación al Congreso de un proyecto de nueva Constitución. Un proceso que se llevó a cabo sin convulsiones sociales y que muchos, tanto en el lado opositor como de partidarios de ese gobierno, rechazaron o miraron con frialdad, escepticismo o ironía. 

-Hasta con ninguneo, ¿no?

-Hasta con ninguneo, es cierto. Pero al final, cuando pones durante años muchos temas bajo la alfombra –nueva constitución, AFP, ISAPRES, por ejemplo- terminas tropezándote con la alfombra, perdiendo el equilibrio y a punto de irte de bruces. Pero nuestro país no se irá de bruces ni se sumergirá tampoco en esa completa oscuridad e incertidumbre que pronostican los sectores conservadores, como siempre han hecho, atemorizados ante la posibilidad de cualquier cambio. O no atemorizados, a decir verdad, sino fingiendo estarlo para ver si consiguen asustar a los ciudadanos que iremos a votar el 25 de octubre.

-¿Y cuáles son sus temores respecto a lo que viene?

-No tengo miedo. En lo político estoy preocupado, no temeroso, porque un mínimo de sensatez así lo aconseja. Veo que algunos conservadores saben que el Rechazo está perdido y se pasan ahora al Apruebo con total insinceridad y solo como una estrategia que les permita enfrentar en mejores condiciones la elección de constituyentes en abril próximo. La política siempre ha tenido algo de baile de máscaras, pero ahora es casi totalmente eso. Y en el plano social, tengo que decirlo, mi preocupación es mucho mayor.

-¿Por qué? Vienen tiempos duros en lo económico también…

-Estoy preocupado porque si ya veníamos mal, ahora iremos peor. Es un efecto de la pandemia. Preocupa también la resistencia de algunos sectores a incorporar derechos sociales en una nueva Constitución. Hasta hace poco, esos mismos negaban que tales derechos siquiera existieran. Hemos avanzado, porque de negarlos han pasado a la posición de aceptarlos, pero fuera de la nueva Constitución. Como dice un jurista español: “un Estado de Derecho sin derechos sociales es un Estado de derechas”.

-¿Ve una distancia, una fractura, entre la gran ciudadanía -sus preocupaciones y anhelos- y los temas que discute la elite?

-Las elites andan siempre perdidas, y no por falta de inteligencia ni visión, sino porque viven atrapadas en sus intereses. Pero las cosas en Chile empiezan a cambiar. Las elites tomaron conciencia de la amenaza que significan para ellas los movimientos sociales que empezaron a expresarse desde octubre del año pasado. En este sentido, el temor que desarrollaron las elites ha tenido un efecto positivo: se están mostrando progresivamente más atentas, aunque no sé si realmente más sensibles.

Foto: Alejandro Olivares

PASAR DE MAR CALMA A MAR GRUESA

-En un momento así, ¿qué rol cree que juega o debiera jugar el Presidente de la República?

-El Presidente tiene que jugar el papel que le corresponde según la Constitución y las leyes, sin perjuicio de manejarse con el suficiente talento político en medio de la navegación en mar gruesa en que nos encontramos hace ya más de un año. Veníamos navegando en mar calma durante mucho tiempo, sin advertir las corrientes subterráneas que se estaban formando en el fondo del océano, hasta que esas corrientes alcanzaron la superficie y sonaron las alarmas en el buque. El momento de pasar de mar calma a gruesa, y por momentos muy gruesa, le tocó a este Presidente, quien tuvo que dejar de lado su programa y ocuparse de las emergencias. Pues bien: eso es lo que tendrá que seguir haciendo, como pueda, en lo que le queda en La Moneda.

-Pablo Longueira, en su retorno, ha sido muy crítico de que el gobierno tome palco en este proceso. A su juicio, ¿Piñera debería liderarlo?

-Longueira, lo mismo que Lavín, siempre ha sido astuto, lo cual no quiere decir inteligente. Lo que busca con su Apruebo y con la incitación al Presidente para que haga otro tanto, es aminorar el efecto de la derrota que la derecha sufrirá en octubre y quedar algo bien parado respecto de lo más importante: cuántos representantes consigue elegir su sector en la futura Convención Constitucional.

-¿Esa es su lectura de la estrategia de Longueira y Lavín de ir por el Apruebo y distanciarse de la derecha tradicional?

-Ambos están actuando con astucia, aunque con tal falta de sinceridad que la ciudadanía se da cuenta. Sus súbitas conversiones –en el caso de Lavín, ayer al bacheletismo, y hoy a la socialdemocracia- resultan algo patéticas. Tratan de meterle un dedo en la boca a  ciudadanos que son mucho más avispados de lo que ellos creen. Pero hay una interpretación más rebuscada del nuevo militante socialdemócrata en que quiere transformarse Lavín. Más rebuscada, digo, pero plausible. 

-¿Cuál?

-Parte de nuestra socialdemocracia local, mientras fue gobierno, se compró no pocas lógicas neoliberales que aplicó sin mayor reflexión, plegándose así al pensamiento económico y social de la derecha. De manera que lo que hace ahora Lavín es algo así como devolverle la mano a los socialdemócratas que se dejaron mojar durante mucho tiempo por la fina llovizna que caía desde la nube neoliberal que cubrió los cielos de Chile durante mucho tiempo, y que de alguna manera la sigue cubriendo.

-Y hoy, ¿dónde está ese mundo concertacionista? A ratos pareciera que quedó sin voz. 

-Las cosas cambian, y la Concertación, que fue un gran logro, ha dado paso a otras configuraciones políticas. Las generaciones se suceden y se reemplazan inevitablemente. No hay que dolerse por eso. Pero sí puedo expresar mi deseo de que la centro izquierda chilena se recompusiera. Estoy pensando desde la DC y el PRSD hasta el PPD y el PS. La Concertación fue incluso bastante más que ese conjunto de partidos y caló hondo en los ciudadanos, pero lejos de vivir de la gloria que tuvo en el pasado, tiene ahora que ser capaz de jugar el partido del presente y del futuro. 

-¿Se jodió esa centro izquierda?

-En política nadie, o casi nadie, se jode para siempre. No hay que apresurarse a extender certificados de defunción. Pero para resurgir con alguna potencia, la centro izquierda, además de autocrítica y de propuestas programáticas para los tiempos actuales, tiene que encontrar un liderazgo presidencial con posibilidades no sólo de competir, sino de ganar, y tal vez ese liderazgo –o más bien ese candidato o candidata- se encuentre fuera de la nómina de los partidos. ¡Vaya uno a saber!

¿NOS VOLVIMOS TODOS LOCOS?

-¿Habrá una reconfiguración política en curso? Longueira dice que Lavín será el nuevo Aylwin y que la ex Concertación terminará votando por él. ¿Lo ve posible?

-Vaya desfachatez la del ex senador al comparar a Lavín con Aylwin. ¿En qué momento nos hemos vuelto todos locos? Distancia y categoría, habría que recordarle a Pablo Longueira. ¿La ex Concertación votando por Lavín? ¡Vaya sueño! 

-Usted pertenece a ese mundo de centro izquierda, ¿votaría por Lavín en alguna circunstancia?

-Nunca podría votar por un candidato de derecha después que ese sector, y con gente como Lavín a la cabeza, apoyó incondicionalmente una dictadura militar de 17 años y concurrió luego, en 1988, a decir “Sí” por 8 años más del dictador en La Moneda. ¿Y me va a decir que la derecha chilena es liberal? Sería como si un ministro de los hermanos Castro o de Maduro dijera de sí mismo que siempre ha sido liberal. 

“Vaya desfachatez la del ex senador al comparar a Lavín con Aylwin. ¿En qué momento nos hemos vuelto todos locos? Distancia y categoría, habría que recordarle a Pablo Longueira. ¿La ex Concertación votando por Lavín? ¡Vaya sueño!”

-Lavín es como un eterno candidato. ¿Tendrá más opciones de ganar ahora?

-Aunque soy muy negado para conjeturar, algo me dice que Lavín nunca realizará su sueño de llegar a La Moneda: ayer por conservador y hoy por impostor. 

-Si a Lavín lo ve en vuelo truncado, ¿qué dice del aterrizaje de Evelyn Matthei? 

-Su aterrizaje lo veo como un comprensible enojo con el oportunismo de su camarada de partido. También puede ser fruto de la precipitación en que se suele incurrir en la actividad política. Por lo demás, y según creo recordar, ella salió al ruedo bastante intempestivamente, pero al menos sin repetir la frase cliché y algo vulgar que utilizan los innumerables precandidatos presidenciales que están queriendo subir al ring: “Estoy disponible”. ¿Concibe usted una manera más ordinaria de expresar una expectativa presidencial? 

-Ha sido intempestiva, pero las primeras encuestas ya muestran a Matthei en un buen lugar. ¿Podría llegar a eclipsar a Lavín?

-No creo que nadie en la derecha vaya a eclipsar a Lavín. ¿Quién de ese sector puede conseguir silla permanente en los matinales y largas coberturas en noticieros televisivos y radiales, así sea para anunciar que producirá lluvia artificial, transformará el Mapocho en una playa o abrirá los malls en medio del peak de una pandemia? Mire, muchos votantes de derecha lo hicieron por Piñera, sin éste gustarles. Lo hicieron porque la prioridad para ellos era sacar a la centro izquierda del poder, y lo consiguieron, si bien con bastante complicidad involuntaria de esta última. Con Lavín va a ocurrir otro tanto. 

-¿Cómo así?

-El alcalde de Las Condes ha producido bastante fastidio en su sector, pero éste se cuadrará incondicionalmente con él una vez que ocurran las elecciones. Es probable que José Antonio Kast vuelva a obtener algunos votos en la primera vuelta, pero en una segunda apoyará sin reservas al nuevo socialdemócrata. Todo con tal que no vuelva al poder la ex Concertación ni menos la Nueva Mayoría, siempre acusadas de llevar al país al despeñadero o hacia Venezuela.

Foto: Alejandro Olivares

-Lavín se corre al centro. Daniel Jadue marca sus posturas de izquierda (y sube en las encuestas). No no hay ni un ex concertacionista que despunte en la fila. ¿En qué cancha cree que se juega la próxima elección presidencial?

-No sé cómo será esa cancha. Sólo puedo decir lo que me preocupa: la centro izquierda y la izquierda están muy divididas. ¡Ni siquiera han sido capaces de unirse ahora en un solo comando de cara a una prueba republicana como el plebiscito de octubre, tan importante como la de 1988! Bueno, del PC no me sorprende, porque siempre está en otra, en la propia, y sólo se alía con otros cuando le conviene, sin darse cuenta de que más allá de que tenga hoy una u otra figura atractiva para los ciudadanos, la doctrina comunista es ya en el mundo una pieza de arqueología. Espero que tanto en la centro izquierda como en la izquierda el panorama presidencial se vaya aclarando y que emerjan menos “disponibles” y más candidatos con posibilidades reales de ganar.

-Pero hoy la figura en alza se llama Daniel Jadue. 

¿Ve posible que un comunista pueda ser Presidente de Chile? Ya hay varios en la DC que dicen que no. 

-No creo que un comunista pueda llegar a la presidencia. En una segunda vuelta, según me parece, sería siempre derrotado.

-Y un Carlos Montes, ¿le parecería un candidato atractivo?

-Montes me parece la mejor carta. Es mucho más que todos los candidatos atendida su trayectoria, sus capacidades, sus condiciones personales, su integridad. Pero, insisto, si la centro izquierda no atina para enfrentar unida el plebiscito y las próximas elecciones, incluyendo las de constituyentes, le va a ir muy mal. Sé que es fácil decirlo. Soy simplemente un maldito intelectual y en política, claro, las decisiones muchas veces se toman en situaciones adversas, complejas.

“No creo que un comunista pueda llegar a la presidencia. En una segunda vuelta, según me parece, sería siempre derrotado

MALDITO INTELECTUAL

-¿Por qué se define así?

-Porque decir que uno es un intelectual suena a que uno quiere pasar por inteligente. La verdad es que entre los intelectuales hay de todo. Entonces, cuando me dicen: “Usted es un intelectual”; yo digo, momento, soy un maldito intelectual, para no dejar ninguna duda de que no estoy tratando de pasar gato por liebre. Los intelectuales, los que no actuamos en la vida política directamente –y yo nunca he militado en un partido-, la tenemos fácil. Sé que lo que estoy diciendo no es fácil de concretar. Pero bueno, cada palo con su vela, como dicen los marinos. 

Foto: Universidad de Valparaíso

-¿No se siente un poco huérfano? La Concertación se rodeó de un grupo de intelectuales que supieron leer la sociedad. Pero no hoy no hay voces así, como sí lo tiene una nueva generación en la derecha…

-Sí, me siento un poco solo y creo que tú diagnóstico es correcto. Parece haber más renovación intelectual, generacionalmente hablando, en la derecha que en la izquierda. También creo que me he quedado solo porque de esos intelectuales que acompañaron el surgimiento de la Concertación, la mayoría se volvieron muy complacientes, perdieron -o perdimos- el espíritu reflexivo y crítico de lo que estábamos haciendo. Yo creo que no estuvimos a la altura. Porque si un intelectual no es crítico, y sobre todo autocrítico, está equivocado de oficio. 

“Ella (Matthei) salió al ruedo bastante intempestivamente, pero al menos sin repetir la frase cliché y algo vulgar que utilizan los innumerables precandidatos presidenciales que están queriendo subir al ring: ‘Estoy disponible’. ¿Concibe usted una manera más ordinaria de expresar una expectativa presidencial?”

-A pesar de que se sienta solo, hay varias voces –incluido Gabriel Boric- que dicen que usted podría presidir la Convención Constituyente. ¿Le gustaría? 

-Gabriel Boric fue extraordinariamente generoso conmigo al creer que yo no sólo puedo estar allí, sino  que presidir esa Convención. Es probable que tenga algunas de las condiciones que se necesitan para estar, pero no creo tener ninguna de las condiciones que se necesitarían para presidir.

-¿Y qué atributos se necesitan y que usted dice que no tiene?

-Me conozco a mí mismo. Soy una persona impaciente, en cierto modo irritable. Ahí se va a necesitar una persona de una generación más joven y con atributos personales que yo no tengo. Pero sí, estar allí, me hace sentido, aunque no la tengo fácil.

-¿Por qué?

-Porque no milito en ningún partido. Porque las postulaciones de independientes se van a ver muy dificultadas en la práctica. Y yo de verdad, y no es por arrastrar el poncho, soy una persona sin partido político, sin religión, sin iglesia, vivo en la provincia, carezco de redes. Lo paso muy bien así. No me estoy quejando, solo digo: cómo una persona con este perfil, de puras carencias, puede pretender obtener votos de la ciudadanía. ¿La verdad? No lo veo fácil.

Notas relacionadas

Deja tu comentario