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Selección Nacional

14 de Septiembre de 2020

Camila García y el sueño de un coro infantil incluso en pandemia

Foto: Archivo personal

Es cantante lírica y el año pasado cumplió uno de sus anhelos: dirigir su propio coro de niños. Se trata de un grupo de La Granja que hasta antes de la pandemia se reunía sagradamente todas las semanas en el Espacio Matta para preparar sus presentaciones, pero que ahora se las han ingeniado para trabajar a distancia y dar a conocer su talento por Youtube.

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Para Camila García el canto siempre ha sido tan importante como respirar. Se recuerda desde pequeña cantando todo el tiempo y participando en el coro de su colegio y en concursos musicales. En su adolescencia, tenía la ilusión de poder llegar a ser corista de rockeros como Charly García o Fito Páez. 

Esa era su aspiración hasta que salió del colegio y tomó clases de canto con una profesora que era cantante lírica y la hizo encantarse con la ópera. “Ella me metió a sus coros, se estaba titulando de Dirección Coral en la Universidad de Chile y yo fui a cantar a su examen y ahí dije ‘ya, esto es lo que quiero hacer’”, dice.

Se preparó por dos años para entrar a estudiar la carrera de Interpretación Musical mención Canto en la Universidad de Chile hasta que en 2005 lo logró y al poco andar se interesó por enseñar este arte. “Partí haciendo clases como al tercer año de carrera. Iba a las casas de la gente a enseñarles a cantar, pero tenía ganas de tener mi coro, algo con un sello propio”, cuenta.

Ese sueño lo cumplió el año pasado, cuando el Centro Cultural Espacio Matta le encargó dirigir un coro de niños de La Granja. En un comienzo, era un grupo de doce niños y niñas de 7 a 13 años, pero ahora solo quedan seis. Por el confinamiento, solo han podido seguir participando por internet y algunos se han retirado, ya sea porque no se acostumbran a la modalidad o no cuentan con un espacio en sus casas para poder cantar tranquilos. 

“Partí haciendo clases como al tercer año de carrera. Iba a las casas de la gente a enseñarles a cantar, pero tenía ganas de tener mi coro, algo con un sello propio”

Camila García dirigiendo al coro en noviembre del año pasado. Foto: Video de Youtube de Espacio Matta

¿Por qué te interesaba dirigir un coro de niños?

-Porque tuve una bonita experiencia antes. Preparé al coro de la Casa de la Cultura en Rancagua en 2017 para la ópera Carmen que se hizo en esa ciudad. Me fascinó principalmente por la voz, porque tienen un timbre muy especial y después seguí persiguiendo la idea de dirigir un coro infantil propio. Me gustó también por un tema pedagógico, la formación de personas desde niños es muy importante.

¿En qué favorece a los niños ser parte de un coro?

-En todo. Todos tenemos un lado artístico que es inherente al ser humano. Mantenernos conectados con el arte y cantar nos ayuda a expresarnos y a estar dedicados a hacer belleza, que es algo que nos va a motivar toda nuestra vida si nos habituamos a eso. El niño o niña que canta en un coro siempre va a estar promoviendo el bien común, valorando el trabajo en equipo y el hacer cosas bellas.

¿Te ha gustado trabajar con ellos?

-Me encanta. Es súper lindo trabajar con niños, porque son súper inocentes, espontáneos y amorosos. Quiero que sigan haciendo un buen trabajo musical y artístico y ojalá todos en Chile los conocieran.

“Cantar nos ayuda a expresarnos y a estar dedicados a hacer belleza, que es algo que nos va a motivar toda nuestra vida si nos habituamos a eso. El niño o niña que canta en un coro siempre va a estar promoviendo el bien común y valorando el trabajo en equipo”.

Video para saludar a los pueblos originarios.

CANTAR A TODA PRUEBA 

Durante el año pasado, el coro clasificó en el concurso nacional Crecer Cantando, organizado por el Teatro Municipal de Santiago. Sin embargo, tras el estallido social no ha podido concluirse el certamen. De todas formas, los niños siguieron reuniéndose en el Centro Cultural para ensayar presentaciones navideñas que presentaron en su comuna y también en Las Condes, donde los invitaron a dar un concierto.

Además, este año el coro ha trabajado de forma remota por la pandemia, con clases por videollamada y comunicación por whatsapp. A falta de conciertos en vivo, realizan un video mensual que prepara cada uno desde su casa con la obra trabajada durante el mes, luego se juntan todos los videos en uno solo y es subido a Youtube por Camila.

¿Se han visto muy afectadas las clases?

-Antes tenían una clase grupal por semana durante dos horas con una pausa entremedio y si había algún concurso, se hacía un ensayo extra el fin de semana. Ahora les hago una sola clase de media hora cada uno, individual, y luego se juntan en el video y ahí se ven. 

A falta de conciertos en vivo, realizan un video mensual que prepara cada uno desde su casa con la obra trabajada durante el mes, luego se juntan todos los videos en uno solo y es subido a Youtube por Camila.

¿Cómo crees que ha funcionado la nueva modalidad?

-Rotaron algunos niños, pero otros se mantienen. Por ese lado, es una pérdida, pero ha funcionado bien para quienes se han quedado porque han avanzado bastante de manera individual. Ha permitido que no tengamos que pausar el trabajo hasta que nos podamos volver a reunir.

¿Y a los niños les ha gustado?

-No les gusta mucho trabajar por internet porque prefieren en persona. De todas maneras, disfrutan verse en el video mensual que sacamos, se lo mandan a toda la familia y se sienten orgullosos de su trabajo. Han hecho cosas preciosas y nos ha quedado un material muy bonito para la posteridad. 

El coro saluda a los trabajadores de la salud. Foto: Video de Youtube de Espacio Matta

¿Extrañan mucho los escenarios?

-Claro, se echa de menos el contacto con la comunidad y verlos interactuar entre ellos y conmigo. El escenario tiene magia. Es un rito, porque subimos a hacer lo que más nos gusta y es como un altar donde vivimos un momento religioso donde se siente la conexión con el público, algo que no ocurre por las pantallas. 

Aún no saben para cuándo se reprogramará el concurso Crecer Cantando y tampoco pueden preparar presentaciones presenciales ante el público. Aún así, siguen ensayando canciones para no perder el hábito de cantar y trabajan a distancia hasta que se puedan volver a ver las caras. 

“El escenario tiene magia. Es un rito, porque subimos a hacer lo que más nos gusta y funciona como un altar donde vivimos un momento religioso donde se siente la conexión con el público, algo que no ocurre por las pantallas”. 

¿Qué planes tienen para más adelante cuando se puedan volver a reunir?

-Poder ser un grupo más consolidado y ser referentes a nivel país. Me gustaría llevarlos a otros lados a presentar su trabajo y ver el de otros niños en lugares como en Europa, porque allá tienen coros especializados de voces blancas, que es como se le llama técnicamente al trabajo coral infantil. Sería interesante llegar a presentarse en otros países, poder invitar a otros grupos al Centro Cultural y que, por supuesto, sigan entrando nuevos niños al coro.

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