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Entrevistas

2 de Octubre de 2020

Pía Montalva y su reivindicación de la moda: “El que yo reflexione sobre ella no me convierte en una partidaria acérrima del capitalismo ni en una consumista”

Créditos: @lontano

“Pensar la moda”. Así se denomina el próximo taller de la diseñadora e historiadora que ha debido enfrentar críticas por la forma cómo se promocionan sus exposiciones. Ella acusa ignorancia, e incluso desdén, desde la propia academia, hacia el rol de la moda como forma de explicar los procesos históricos. En época de encierro, mascarillas y nuevas indumentarias, la académica UC habló con The Clinic.

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Pese a las circunstancias, la variedad no ha sido un problema: hay mascarillas de colores, algunas con dibujos, bordados o simplemente de un solo color. En la calle se puede, incluso, ver a personas de todas las edades con mascarillas que llevan frases sobre el plebiscito que se realizará el 25 de octubre. Es una manera de agruparse o diferenciarse. Todo lo anterior, analiza la historiadora y académica de la PUC, Pía Moltalva, es reflejo de la imperiosa necesidad humana de distinguirse. 

La reflexión más profunda, y el estudio sobre cómo la crisis ha permeado históricamente en la moda -tema que ha trabajado durante toda su trayectoria como diseñadora e historiadora-, Montalva lo ha revisado recientemente de manera prolongada en los talleres “Moda y política”, “Moda y crisis”, “Moda y ruptura”, y ahora en el taller de “Pensar la moda”. 

Todos ellos se han realizado desde enero -la mayoría durante la crisis sanitaria- “a través de zoom con una cantidad máxima de 10 alumnos y a veces, dado el alto interés, con más de un módulo”, cuenta Montalva. Con los resultados del proceso constituyente en mano, la semana del 2 de noviembre partirá el último de los talleres llamado “Moda y política”, donde quien quiera analizar cómo los procesos históricos y sociopolíticos permean en la moda, puede inscribirse a través del Instagram @thinking__fashion

-“Para mí, éste es un tema que he trabajado durante toda mi carrera y está siempre vinculado a revoluciones, rupturas y crisis de distintos tipos. Fue un proceso natural pasar del estudio de la violación de los derechos humanos y el efecto en los cuerpos y en la vestimenta, al estallido social y ahora a la pandemia”. 

https://www.instagram.com/p/CFX8vuuHXmo/?utm_source=ig_web_copy_link

-A raíz de este vínculo que haces con la historia, ¿has podido encontrar algo susceptible de ser analizado en la relación a la moda y los hechos sociopolíticos en Chile en el último tiempo?

-He pensado y analizado mucho las restricciones por un lado a estos temas que son políticos, que tienen que ver con las restricciones a la libertad de circulación, hasta la virtualización de los cuerpos y esta presencia tan fuerte del cuerpo enfermo. En cuanto al vínculo con la moda, bueno, es directo: hay falta de stock. Las telas que llegaban en pocas semanas, ahora llegan en un mes. Diseñadores independientes ya no pueden viajar a comprar telas, o si las encargan a distintos lugares se demoran mucho en llegar y nadie te asegura de que llegue. Todo eso porque no hay industria nacional. Pienso en esas crisis también. En el taller de rupturas, me concentro en qué sucede en estos momentos de crisis y cómo se asocia a una ruptura de paradigma.

“Es un tema que he trabajado durante toda mi carrera y está siempre vinculado a revoluciones, rupturas y crisis de distintos tipos. Fue un proceso natural pasar del estudio de la violación de los derechos humanos y el efecto en los cuerpos y en la vestimenta, al estallido social y ahora a la pandemia”

¿La moda, entonces, está determinada por lo sociopolítico?

-No sé si determinada. Es una relación que va para un lado y para otro. No es como efecto reflejo, son cosas que confluyen en un esquema más complejo de poder discernir sobre cómo pasa. He estudiado mucho lo que ocurrió en Europa durante la guerra y el impacto que tuvo en la moda. Que por cierto lo tuvo. Digo, uno sí puede leer las crisis a través de las modas y de las ropas. La crisis y también la ruptura.

¿Y qué ha pasado en el nexo pandemia y moda? 

-Veo dos tendencias. Si pienso en el consumo, veo que cada vez que se abren los espacios hay una necesidad feroz de consumo, al revés de lo que uno pensaría por lo peligroso que puede ser encerrarse con un montón de gente sólo por elegir una prenda nueva. La gente sigue consumiendo, por ejemplo, en H&M, aunque también sigue la tendencia del slow fashion – que busca darle un uso extendido a una prenda- que tiene más que ver con consumir lo justo y lo que se necesita. Hoy, lo que se busca es el buzo, es lo cómodo. La pandemia nos ha hecho tener conciencia de que en realidad no se necesita tanto.

-Estamos más guardados, además. ¿La restricción social ha tenido impacto en nuestras prendas?

-Por supuesto. Y eso me da para pensar que ya pasó el periodo de tanta exposición pública donde lucir y lucirse ante una multitud era el centro del cuento. No sé si eso va a tener tanta permanencia más a largo plazo. Yo diría que no. 

-Bueno, pero el deseo de distinguirse está. Un ejemplo de ello es el uso de la mascarilla a través de sus distintas formas, distintos colores y frases.

-En la mascarilla hay un deseo de distinguirse, y es bien curioso lo que pasa porque una de las maneras en que nosotros distinguimos con menos equívoco a otras personas, es mirándoles el rostro completo, porque el rostro no es intercambiable. Los cuerpos pueden parecerse más, pero los rostros, no. Cuando te cubres la mitad de la cara estás en un camino al anonimato. Es súper complejo este fenómeno. Por eso creo que hoy la gente tiene una necesidad enorme de personalizar la mascarilla, de distinguirse a través de ella, de hacer de ese soporte algo identitario. A mí no me gusta, uso la mascarilla quirúrgica y no me gustan las que tienen dibujos, pero es algo que está muy extendido.

“Ya pasó el periodo de tanta exposición pública donde lucir y lucirse ante una multitud era el centro del cuento. No sé si eso va a tener tanta permanencia más a largo plazo. Yo diría que no”

-¿Será que hay mascarillas que más bien frivolizan la realidad?

-Louis Vuitton se ha hecho la américa con las mascarillas. Otra marca que las tiene muy agotadas, y que por cierto es una marca súper cool, es Off White, que es una marca más nueva que mezcla la onda deportiva con la moda. Claro que ellos frivolizan la realidad. 

-También se ha politizado el uso de mascarillas. Hay algunas que dicen “Apruebo” o “No + AFP”, por ejemplo. Eso tiene una doble lectura: no puedes oír bien lo que digo, pero basta con que mires mi mascarilla para que sepas qué es lo que quisiera decir, ¿no?

-Fíjate que en 2017 escribí sobre la mascarilla y su uso en mi libro “Apuntes para un diccionario de la moda”, pero lo hice a propósito de la H1N1. Ahí se empezaron a enchular las mascarillas en México. En esa época había mascarillas con los nombres de los candidatos porque estaban en plena campaña de 2009. Han pasado muchos años de eso y algo que me llama la atención, además de cómo se usa la mascarilla para distinguirse, es que en realidad se llama “tapabocas”, pero para nosotros un tapabocas es cuando te impiden hablar. Es un gesto de represión. 

Camila Vallejo luce una mascarilla con una consigna ligada al movimiento feminista, en medio de un punto de prensa en la Cámara de Diputadas y Diputados. Créditos: Agencia Uno

No es trivial, es desconocido

Hace dos meses,  Pía Montalva dio la conferencia “Moda autóctona” a través del Museo Violeta Parra. El tema que se abordó fue el surgimiento y desarrollo de la moda autóctona entre 1968 y 1973, y sus vínculos con los contextos políticos, económicos y culturales del periodo. La intervención se hizo sin problemas, pero la promoción en redes sociales sacó ronchas. 

En el Instagram del museo se publicó una foto antigua, en la que aparecía una mujer rubia modelando vestimenta diaguita.  Quienes criticaron la publicación, alegaban explícitamente que se estaba frivolizando a la comunidad mapuche. “Ni siquiera era mapuche la vestimenta, era diaguita y era una foto sacada de la Revista Paloma en la época de la Unidad Popular. Pero ellos no tenían idea de eso”, aclara la diseñadora e historiadora.

-¿Por qué crees que molestó tanto la publicación y que fue sacada de contexto?

-Por ignorancia. A mí me molestó mucho lo que ocurrió. La gente alega, debate y no tiene idea de lo que está hablando. Eso es típico de las redes sociales. Algo que se ha discutido mucho a partir del revisionismo histórico, es esta idea de que uno le puede cobrar todo al pasado. Y, bueno, no es que uno no pueda cuestionar el pasado. Uno evidentemente lo cuestiona, pero el pasado se entiende en los contextos. No puedes pensar que en el contexto y en el debate actual sobre género, sobre identidades, sobre etnias, sobre conflictos políticos, lo que han avanzado las sociedades en términos de plantearse estos temas, puedes cobrar cosas hacia atrás instalando una mirada actual. Es injusto. Es como si yo le cobrara a mi mamá el que no sea feminista y la señora tiene 90 años. Ella vivió en la época en que vivió, fue moldeada de la manera en que fue moldeada, y dentro de ese molde rompió esquemas bastante más que otras personas. Pero no puedo juzgarla por no tener el ímpetu que se tiene hoy respecto al feminismo.

-Dices que hay mucha ignorancia. ¿A qué te refieres puntualmente?

-Me refiero a que aparecieron reclamos alegando sobre el pueblo mapuche y resulta que no eran mapuches, eran diaguitas. Además, era un diseño que se hizo en el contexto de la Unidad Popular. Era lo más progresista en términos políticos en ese momento. Se acogieron estos diseños (los de la foto) de un arquitecto, se produjo en serie y se votó en una asamblea de trabajadoras para ver qué colores querían que se usaran para producir la foto. El diseñador Enrique Concha hizo esta producción con esta modelo rubia, y esas son las fotos que se publicaron en todos lados, que tuvieron auspicios del gobierno, y que hoy están en los registros de la Revista Paloma -una revista para mujeres de la época-. A mí me llegaron hasta amenazas de muerte por eso. 

“No puedes pensar que en el contexto y en el debate actual sobre género, sobre identidades, sobre etnias, sobre conflictos políticos, lo que han avanzado las sociedades en términos de plantearse estos temas, puedes cobrar cosas hacia atrás instalando una mirada actual. Es injusto. Es como si yo le cobrara a mi mamá el que no sea feminista y la señora tiene 90 años”

https://www.instagram.com/p/CDMdYEbnibT/?utm_source=ig_web_copy_link

-¿Será también que tenemos una idea muy trivial respecto de lo que es la moda? Algo que asociamos más a la frivolidad y por eso se ve con desconfianza la convergencia entre lo autóctono y el diseño.

-Hay una idea trivial de la moda. La gente no sabe que la moda es súper importante para entender los contextos históricos. Por ejemplo, una de las representantes de la moda autóctona que borda túnicas, vivió con Violeta Parra cuando ella estaba empezando a hacer las arpilleras. Usaban los mismos puntos. En un país tan chico, estos contextos culturales se cruzan. A raíz del episodio anterior a mí me pusieron “¿qué va a pensar la Violeta?” en mis redes, sin saber siquiera que Violeta también confluía en esto. Hay algo súper fascista y autoritario. La misma gente que se viste media artesa en las ferias artesanales, en el fondo, están usando artículos que vienen de ahí, de la moda autóctona. 

-¿Por qué no hemos asumido la moda como otro lenguaje? Es algo que nos cuesta mucho abordar y entender como sociedad.

-Porque la moda está frivolizada y hay una idea de que la moda es casi el brazo armado del capitalismo. Eso es absolutamente funcional ante el sistema. Es cierto, pero la moda tiene una doble dimensión, porque podemos también leer las resistencias y las épocas a través de ella. También hay un prejuicio más personal. 

“Hay una idea trivial de la moda. La gente no sabe que la moda es súper importante para entender los contextos históricos. Por ejemplo, una de las representantes de la moda autóctona que borda túnicas, vivió con Violeta Parra cuando ella estaba empezando a hacer las artilleras. Usaban los mismos puntos. En un país tan chico, estos contextos culturales se cruzan”

-¿A qué te refieres?

-El que yo reflexione sobre la moda no me convierte en una partidaria acérrima del capitalismo ni en una consumista. Son dos esferas distintas y la gente confunde, en todos los ambientes, esas esferas. En la academia la gente mira con desdén la moda.  Tú hablas de moda y tienes un lugar secundario. No es lo mismo hablar de moda que hablar de conflictos políticos, aunque leas esos conflictos a través de la moda. Es como si te dedicaras a una cosa menor y de mujeres. Es como si los hombres no se vistieran, como si no se adoraran, como si no tuvieran cuerpo, como si no se peinaran, como si no fueran a la peluquería. Es una visión frívola y sexista. Hay, además, una concepción súper jerarquizada de los saberes, de las disciplinas, de los oficios donde la moda queda fuera, ¿y sabes? La pandemia y la crisis sociopolítica que atravesamos va a poder verse en imágenes en unos años a través de la moda y nuestra indumentaria, por ejemplo.

-¿Cómo se definiría la moda de hoy?

-Hoy día, incluso antes de la crisis, es muy difícil definir la moda, porque hoy no hay una moda, sino que hay muchas modas. No es como hace 40 años atrás en que esto se usa y lo otro no. De hecho, las revistas antes tenían una sección que era “Sí / No” o “In / Out”. Hoy día eso ya no es posible, porque hoy la moda le devuelve al individuo una cierta autonomía en materia de elección. En nuestro país, eso está mediado, por supuesto, por los recursos económicos, pero hoy todos congeniamos en esta idea de volver a estar en la casa y de conectarse con ropas más funcionales.

-La ropa de pandemia, digamos.

-Claro. Hoy, se están vendiendo más pijamas, buzos, ropa más suelta y más cómoda. Una de las cosas que estuve viendo hace unos meses es que disminuyó fuertemente el consumo de blue jeans. Levi’s estaba en una situación bastante crítica a nivel mundial por esto mismo. Eso es porque la gente pasa más tiempo en su casa y los blue jeans son duros, aún cuando tienen spandex, porque igual tienen una estructura, costura, el broche, que es duro y que no es amable con el cuerpo. Además, hoy lo que se ve es la cara. Lo que ha aumentado entonces es la venta de los productos de belleza; para la piel y las máscaras. Todo lo que tiene que ver con potenciar la presentación del rostro más que el cuerpo mismo. La vida digital es del cuello hacia arriba, un plano americano.

-¿Puede ser que la moda hoy esté viviendo un tiempo de transición y adecuación?

-Está más flexible. Y quizás, esa palabra define también lo que se busca hoy y que hace tiempo no predominaba: lo que fuera acorde a la sensibilidad y la delicadeza del cuerpo. Hoy, es como si el cuerpo se preparara también para los tiempos de enfermedad.

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