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23 de Octubre de 2020

Whatsappitis: Los efectos generados en las manos por el uso del celular

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El sobreuso de pantallas táctiles y el desuso de la escritura a mano han generado nuevas molestias en nuestro dedo pulgar. Estudios indican que estas actividades podrían generar a la larga un cambio en la morfología del ser humano.

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Las manos son una de las más relevantes partes de nuestro cuerpo a la hora de comunicarnos. Cuando nos portábamos mal en casa ajena, las manos le ayudaron a nuestros padres a gesticular un reto/regaño que advertía lo que se venía en casa. A poetas y poetisas les sirve para escribir los versos más tristes de esta mañana, a amigos y amigas les sirve para saludarse cuando se pillan en distintos lados de la calle. También ha ayudado a los y las amantes a lo largo de la historia, para demostrar su amor.

Así podríamos pasarnos la vida enumerando las cosas para las que sirven las manos, sin embargo nos basta con entender que son una parte fundamental de nuestro cuerpo a la hora de interactuar con el entorno y participar en numerosas actividades que van desde la manipulación hasta la comunicación.

De los cinco dedos de la mano, el pulgar es el más independiente. Se diferencia del resto por la fuerza de sus músculos, su tamaño y el hecho de que es el único dedo que puede oponerse. Esta última característica es la que nos permite agarrar objetos, que en los inicios de la raza humana eran presas y ramas de árboles y que hoy ha derivado a la pantalla de un celular.

Algunas teorías afirman que desde que dominamos el caminar de forma bípeda, hace 15 millones de años atrás, el ser humano empezó a usar sus manos para interactuar con el mundo.

Puede que fuera la posición bípeda la que provocó que los homínidos que vivieron al final del Mioceno pudieran liberar sus manos, o puede que la liberación de las manos fuese una de las consecuencias de la adopción de la marcha bípeda erecta. De cualquier manera, desde un punto de vista evolutivo, la anatomía y morfología de la mano cambió como consecuencia del uso que se le daba. Por ejemplo, los huesos de los dedos largos se enderezaron porque ya no los usábamos para agarrarnos a los árboles.

El pulgar se achicó y desarrolló la oposición con resto de los dedos cuando comenzaron a realizar tareas más exactas con las manos. Es precisamente esta evolución del pulgar la que ha dado a nuestra especie la oportunidad de evolucionar hacia actividades más complejas.

La whatsAppitis: la enfermedad del siglo 21

En ese sentido, a medida que aumentamos la complejidad de las tareas que realizamos, nuestro pulgar va cambiando en favor de estas nuevas actividades. Sin ir más lejos, la realización de movimientos repetidos del pulgar para el manejo del smartphone, por ejemplo, se ha relacionado con la aparición de determinadas patologías por sobreuso. Concretamente con la tendinitis del pulgar por exceso de uso, también conocida con el término “Whatsappitis“.

Un estudio preliminar de la Universidad de Málaga, la Fondazione Don Carlo Gnocchi y la Gannon University (Pensilvania, EE.UU.) concluyó que el cambio en la actividad y uso del pulgar sobre todo entre los jóvenes, podría provocar la aparición de patologías y dolor en la base del dedo pulgar que no eran propias en edades tan tempranas. 

Esto podría relacionarse con el uso continuado del móvil, videojuegos o pantallas táctiles y la falta de manipulación y actividades de destreza en edades tempranas. La disminución de horas dedicadas a escribir a mano, también hace que usemos menos el pulgar o que cambiemos la forma de utilizarlo.

Luego de bajar de los árboles, el cerebro del primate cambió a la par con la forma en que usábamos las manos para realizar distintas actividades.

La pregunta que queda en el aire es si, a la larga, los cambios que está experimentando el dedo pulgar por el uso continuado de celulares y consolas de videojuegos dejará una huella igual de profunda en la morfología de la raza humana.

Como cantó Silvio Rodríguez más de alguna vez “somos prehistoria que tendrá el futuro”, en ese sentido, solo las y los arqueólogos del porvenir darán cuenta de este cambio y se sorprenderán al ver su mano y compararla con la nuestra.

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