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3 de Noviembre de 2020

Si quiere ser constituyente, empiece por juntar firmas y -no pocos- fondos

Foto: Agencia Uno

Tras el plebiscito, se vivió una verdadera fiebre por ser parte de la Convención. Sin embargo, más allá del entusiasmo, el camino está lejos de ser fácil si no quiere acudir a un partido político. ¿La razón? Además de conseguir miles de firmas para inscribirse, hay que considerar millonarios recursos para echar a andar una campaña.

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Según la reforma que allanó el camino para una nueva Constitución, pueden ser candidatos a constituyentes todos los ciudadanos chilenos que hayan cumplido 18 años y que no hayan sido condenados a pena aflictiva. Pero eso es sólo el inicio de un largo camino para conseguir uno de los anhelados 155 cupos. Un camino que incluye no sólo cuantiosos fondos sino que un número considerable de los siempre esquivos votos.  

De acuerdo a las reglas establecidas, los cupos en la asamblea se elegirán con las mismas normas que rigen las elecciones a la Cámara de Diputados, es decir, con el Sistema D’Hondt, un método que permite obtener el número de cargos electos asignados a la candidaturas, en proporción a los votos obtenidos, según distritos. A lo que hay que agregar, además, la inédita paridad de género y escaños reservados para los pueblos originarios. 

Bajo este modelo, si una persona sin vínculos políticos -es decir sin maquinaria profesional de candidaturas- desea ser candidata, la primera decisión que debe tomar es si lo hará bajo el alero de un partido, junto a otros independientes o en completa soledad. 

“El candidato independiente debe definir si va como independiente solo, dentro de una lista de independientes o independiente dentro de una lista de partidos. Esa es la primera decisión que se tiene que tomar y cambia mucho el escenario dependiendo de la vía que tome”, explica Claudio Fuentes, coordinador del Laboratorio Constitucional de la UDP.

En los tres escenarios, las chances son distintas y, aún más, en ciertos distritos. Veamos: 

  • Si se decide competir con el patrocinio de un partido, las dificultades desaparecen, ya que el postulante queda automáticamente inscrito sin necesidad de aportar firmas.
  • Si se opta por acudir junto a otros independientes se deben presentar firmas equivalentes al 1,5% de los electores que votaron en el distrito escogido en las parlamentarias de 2017. Hay que considerar que éstas deben ser conseguidas por el conjunto de los postulantes, lo que aliviana la tarea. 
  • Y, en el caso más complejo, si se opta por correr sin apoyos, ahí el umbral de firmas baja a 0,4% de los electores, pero hay que tener presente que ese objetivo hay que conseguirlo en solitario.

Si llevamos estos números al codiciado Distrito 10 (La Granja, Macul, Ñuñoa, Providencia, San Joaquín y Santiago), que tiene ocho escaños, estamos hablando de 7.041 firmas por lista o de 1.874 rúbricas para los solitarios. 

Considerando la dificultad para alcanzar estos números, hoy se encuentra en el Senado un proyecto que busca disminuir de un 0,4% a un 0,2% la meta para los independientes, además de rebajar de un 1,5% a un 0,5% el total de firmas exigibles cuando se trate de una lista de independientes.  A su vez, se busca permitir al Servel validar los patrocinios con firma electrónica y no a través de notario. 

Vistos estos requisitos, la opción más segura para el 11 de abril de 2021 es buscar el cobijo de un partido. “Si es independiente dentro de un partido, éste lo apoyará con propaganda y tendrá que gastar menos recursos. Además, seguramente toda esa propaganda estará asociada a los alcaldes, concejales y, por lo tanto, se suma a un tren de candidatura”, añade Fuentes. 

Foto referencial de recolección de firmas. Foto: Agencia Uno

Un escenario un tanto más complejo cuando se trata de listas de independientes, ya que la ley los obliga a presentar acuerdos. “Se les exige tener un programa y definir a quién se va a priorizar, es decir, se tiene que estipular quiénes serán los caballitos de batalla dentro de las listas”, agrega.

¿Y qué hay de la opción en solitario?. “Suicidio político”. Así de categórico. “En el sistema se compite contra listas, entonces una persona competiría con la suma de todos los candidatos de una lista. Ir solo es un suicidio. Por eso se permitieron las listas de independientes”, aclara Fuentes. 

Sobre este punto, Kenneth Bunker, cientista político y director de Tresquintos, añade una útil analogía. “El problema que tienen los independientes es como si un jugador de fútbol compitiera solo contra nueve y les ganara. Es difícil competir en esta desigualdad de condiciones”, afirma. 

Y agrega datos: desde 1990 al 2013 salieron 12 diputados independientes; el 2013, sólo tres -Gabriel Boric, Vlado Mirosevic y Giorgio Jackson- y en la última, sólo uno. “La gente, en general, no conoce a los independientes y tienen que competirle a candidatos que llevan muchos años, que tienen más prensa”, sentencia.

Ese único llanero solitario del 2017 fue René Saffirio en el distrito 23, provincia de Cautín y Araucanía. Al télefono, el diputado comenta que su elección no tuvo que ver con una campaña millonaria o con un trabajo territorial extremo, sino con que él ya tenía una trayectoria en la política. 

“Salir como independiente en solitario no es imposible en absoluto. (En mi caso) tiene que ver con que desde los 15 años estoy vinculado a la política. El tema ahora es que los tiempos son muy breves y muchos candidatos no van poder construir un liderazgo en tres meses. En ese caso, lo recomendable es que los independientes puedan ir en listas y sus votaciones puedan sumar, de lo contrario es muy complejo”, asegura.

Sin fondos no hay candidato

La complejidad, además del escaso tiempo para la consolidación, tiene que ver con una razón más práctica: el dinero.

Para ganar una elección es imprescindible que los votantes conozcan al candidato y eso se logra con difusión que, obviamente, no es gratis ni sin esfuerzo. Hasta antes de la pandemia, y según fuentes de distintos partidos políticos, una campaña política costaba entre 40 y 80 millones de pesos por candidato. Con la llegada del Covid-19, los precios debiesen bajar, considerando las medidas sanitarias que restringen el movimiento en las calles. 

Según Fuentes, los recursos podrían rondar los 30 o 40 millones de pesos por candidato. Eso sí, el rendimiento que se le saque depende mucho de ciertas decisiones.

“Si fuese asesor de un candidato le recomendaría un jefe territorial, que haga contactos con las distintas comunas, y un community manager a cargo de las redes sociales. Por ejemplo, que le maneje el pago de avisos en Facebook, focalizados en su distrito y no a nivel nacional. En tiempos de pandemia, ese tiene que ser un trabajo fuerte, ya que las redes sociales son la forma de hacer campaña”, advierte.

Y agrega un tercer gasto clave: “la ley obliga a tener un administrador financiero, que sea el responsable frente al Servel de rendir los recursos de campaña. Por lo tanto, debe tener una buena gestión de los ingresos y gastos”.

“Hasta antes de la pandemia, y según fuentes de distintos partidos políticos, una campaña política costaba entre 40 y 80 millones de pesos por candidato. Con la llegada del Covid-19, los precios debiesen bajar, considerando las medidas sanitarias que restringen el movimiento en las calles”. 

El financiamiento y su buena administración son el principal desafío para quienes quieren llegar a la Convención sin apoyo tradicional. Así lo explica Claudia Heiss, jefa de la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile:  “Hacer campaña es súper caro, algunos candidatos se endeudan incluso personalmente.  No veo cómo un independiente pueda lograr las lucas. Imagínate a la Tía Pikachu sacando un crédito y endeudándose para ser constitucional. ¡Si le va mal quedará encalillada! Además, el sueldo que se recibe en la convención no es de parlamentario, no se puede pagar una campaña. Si no hay financiamiento público es muy difícil que se pueda ir en igualdad de condiciones”.

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