Columna de Pablo Valenzuela: Voto electrónico y participación digital

Nuevamente se han levantado voces promocionando el voto electrónico. Las razones para hacerlo serían variadas: mayor eficiencia, menores costos, y más rapidez en obtener resultados, entre otras. Lo curioso es que la sensación generalizada, luego de la votación del 25 de octubre, es que nuestro sistema electoral funciona perfectamente. Tiene credibilidad, eficiencia e, incluso, permitió que la participación subiera en contexto de pandemia.

Lo cierto es que existen barreras que el voto electrónico aún no puede vencer y que parecieran representar un obstáculo insuperable para reemplazar el voto tradicional en elecciones de relevancia nacional.

Con el voto electrónico a distancia, la autenticación de la persona es más bien la verificación de datos personales que pueden ser más o menos obtenibles por un tercero. Sabiendo que nuestro RUT es casi un dato público, la combinación RUT y número de serie o de documento, se ha mostrado como la más segura hasta el momento. Sin embargo, hay aún formas de que otra persona maneje esos datos (acceso a copias de cédulas). Por tanto, lo que se verifica no es identidad, sino que la persona que votó tiene acceso a esos dos datos. 

Existen barreras que el voto electrónico aún no puede vencer y que parecieran representar un obstáculo insuperable para reemplazar el voto tradicional

El segundo tipo de desafíos es la falta de garantía de inviolabilidad total respecto al secreto e inalterabilidad del voto. Por ejemplo, Investigadores del MIT hallaron vulnerabilidades de seguridad en una aplicación de votación móvil que se utilizó durante las elecciones de 2018 en Virginia. El análisis apuntó debilidades, que incluían la posibilidad para hackers de alterar, detener o exponer el voto. Aún así la herramienta se utilizó en las primarias de otros tres estados.

Las aplicaciones ofrecen niveles de seguridad, mayores o menores, pero es realmente difícil lograr la misma seguridad que una votación tradicional. Por ello, hoy es errado abogar por el reemplazo en elecciones de importancia nacional por un sistema de voto electrónico. 

¿Es sólo el voto electrónico el único espacio donde lo digital puede fortalecer la democracia? Para nada. Ello representa una visión incompleta de cómo lo digital puede ayudar a expandir la participación ciudadana. Nesta, una institución británica dedicada a la innovación ha identificado 10 formas concretas como herramientas digitales están ya ayudando a mejorar la democracia. Desde proveer mejor información a la ciudadanía, pasando por que esa ciudadanía co-construya esa información, hasta procesos de deliberación y monitoreo de las políticas públicas. Transparencia, inmediatez, trazabilidad, sistematización de data, análisis con ayuda de inteligencia artificial son ventajas que contribuyen a procesos participativos y deliberativos que pueden ampliar nuestra democracia.

¿Es sólo el voto electrónico el único espacio donde lo digital puede fortalecer la democracia? Para nada. Ello representa una visión incompleta de cómo lo digital puede ayudar a expandir la participación ciudadana.

Lo digital ya es campo para la política. Los gobiernos a todo nivel y otras organizaciones tienen el desafío de encontrar herramientas y formas correctas de impulsar la inteligencia colectiva y la vivencia íntegra de la ciudadanía. En ello el voto es sólo una pequeña parte, pero en la cual aún queda mucho por resolver, en su versión electrónica como para llevarla  a elecciones de relevancia nacional.

*Pablo Valenzuela Mella es abogado y consultor en desarrollo social y enfoque de DDHH. Hoy lidera Citizenlab en Latinoamérica.