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Entrevista Canalla

1 de Diciembre de 2020

Tano Pasman, hincha mundialmente famoso: “No será lo mismo ser argentino sin Maradona”

Este futbolero emblemático relata desde Buenos Aires cómo se ha vivido la muerte del genio del fútbol. Y relata el dolor de sus compatriotas y el dolor personal. Nunca más habrá otro D10s.

Por

Se le apagó el organismo al todopoderoso de un metro sesenta y seis, el que antes ya había resucitado tres veces entre los argentinos, y el planeta hoy es un tango;  hay periodistas con la voz quebrada y silencios en cámara: murió Él, dijo Ruggeri, de ESPN, su ex compañero. Y otro conductor, el emocional Pollo Vignolo, enterado en pleno estudio del descalabro, espetó:

-Nosotros siempre queremos ser los primeros en darles las noticias… esta vez queremos ser los últimos…

Empezó una brillante liturgia en todo el planeta. A un taxista de Santa Fe, Argentina, por ejemplo, le pusieron un micrófono en el corazón y gritó que se quería morir. Un adulto, con los ojos irritados por la nostalgia, aseguró que Diego fue el único ser humano que lo hizo feliz. En Brasil, un entrenador se disfrazó de D10S y los goles de su equipo los festejó mirando una nube. A los rugbistas más fieros del mundo, los All Blacks, se les humedeció la mirada al jugar contra los Pumas de Argentina y donarles una camiseta negra con el número 10. El rey de España, el Papa, Putin, Madonna, Ángela Merkel, el Chino Ríos, Pelé, Federer, George Clooney, guardaron un minuto de silencio en su memoria. Mick Jagger, que años atrás estuvo a punto de pelearse a puñetazos con este Pelusa, guardó un minuto de silencio en su memoria. En China y en Estados Unidos guardaron un minuto de silencio por el héroe. Los pintores, los contadores auditores, los poetas, los aviadores, las líderes, los presidentes, los reyes, los pobres, las arquitectas, los encapuchados, los que votan, los que están al margen de todo, los incrédulos, los reporteros, todos han hecho un minuto de silencio. Un millón de porteños se pegaron patadas para poder ver al pibe con la mirada en paz. 

Y el diario francés L´Équipe con tres palabras cambió el destino de la humanidad:

“DIOS HA MUERTO”, tituló. 

El 25 de noviembre Diego despertó en el cielo.    

Todos se mueren

Y, entre medio de todos, como un aproblemado más, iba ese día por la calle 25 de Mayo un hombre gritón que luego se puso mudo. Iba por allí el hincha selecto, el más famoso de Argentina, el que vociferó rabia en youtube: por esa calle iba caminando el Tano Pasman. Eran las 13:02 minutos del miércoles, y el Tano Pasman, el hincha que suele ir adherido a una puteada, el que fue visto por tres millones de personas llevando a cabo un enojo en su sofá justo el día en que River descendió, ese apasionado del fútbol, recibió un llamado de su hijo Santiago Jr. 

-Qué- dijo el Tano.

-Lo están diciendo en todos lados- dijo el hijo.

-¿¿Qué mierda dicen??

-Viejo…

-¿Qué pasa?

-Diego murió.

-…

¿Qué? ¿Qué pelotudez le está diciendo el mayor de sus hijos, el padre de su nieto? ¿Diego murió? ¿Diego, el inmortal, el pibe que dominaba el balón con el hombro, el que podía hacer una gambeta con una mandarina? Naa, pensó el Tano, debe ser un error, na, Diego no muere, Diego es incapaz de morirse. Y escuchó la frase más salvaje que le ha dicho su hijo en toda su vida.

-Diego ya no está, viejo, Diego ya no está…

Esto ocurrió en Argentina, en medio de argentinos, y por eso al Tano le faltó el aire. Al Tano le lloraron los ojos. Al Tano le fallaron las piernas. Qué mierda le pasó a Maradona que se le ocurre irse así como así. Qué carajo tiene en la cabeza ese boludo que se tiene que morir de improviso. Pero cómo, si es Diego, es Maradona, ese le ganó a la muerte, ya el 2006 lo velamos en vano, qué ocurrencia le vino ahora. No, no, Diego está jodiendo.

-¿Viejo?- alcanzó a preguntar el hijo por el teléfono.

-¡Quién te creés que sos! ¿¿Eh?? ¡Cómo se te ocurre!

-… viejo…- insistió apenas el hijo.

-Diego no muere- murmuró el Tano Pasman antes de cortar.

El Pelusa no puede morir. Él, no. 

Y el Tano, con destellos de memoria, recuerda ir caminando por esa calle, recuerda ver llantos, los llantos de todos, gente abrazada en las esquinas, tipos enmudecidos aferrados a un teléfono. Hombres llorando, sentados en el suelo. Mujeres con la pintura corrida. Todos con las manos en la cabeza. Vio con sus ojos a un micrero que bajó a todos del vehículo porque se iba a su casa, a llorar. Vio autos detenidos en mitad de las avenidas porque los que conducían estaban en shock. Toda la sociedad se había desmoronado.  

-Y yo no podía creer, boludo. Yo no lo podía creer.

-¿Ahora lo cree?- le preguntamos con un hilo de voz. 

-Y… qué sé yo…

Y vuelve en sí:

-¿Sabés lo que es? Toda la Argentina se está muriendo…- afirma el Tano.

El Tano Pasman, verídicamente llamado Santiago Pasman, tiene 61 años, está casado hace 37 años o 38 años, no puede precisar bien, o tal vez no está de ánimo para cálculos; tiene cinco hijos, dos hombres y tres mujeres, ninguno de ellos salió futbolizado; trabaja en una editorial, en el área comercial, y, en símbolos, toda su vida la ha pasado junto a Diego Armando Maradona. Los separa tan sólo un año y ambos, desde sus perspectivas, han estado en lo mismo. 

“¡Cómo se va a exagerar si el pibe nos devolvió la vida! Nosotros veníamos de Las Malvinas, querido, veníamos del suelo, de muertes, de derrota. Y llega este pibe y nos devuelve el país. Nos hizo reír a todos juntos… Sólo Diego lo pudo hacer. Era tremendo, boludo, era tremendo”.

De alguna manera han sido antagonistas. Diego es el motor y el corazón de Boca. El Tano es la garganta y el fervor de River. Pero el Tano sabe que la genialidad no tiene camiseta, los mágicos no tienen colores, sólo son leyendas que se aplauden. Y el Tano toda su vida aplaudió a D10s.

-Uuuf…

-¿Qué pasa, Tano?

-Y… parece que ya no está. 

-¿A todos les llega el momento?

-¡¡No!!

Aparece ese Tano que pierde los estribos. La impotencia le impide admitir la noticia. A juicio del Tano hay una falacia.

-Claro- dice- a todos nos llega la hora. Pero a todos los mortales…

-¿Y Maradona?

-¿Vos te pensás que Diego es mortal? Decime, ¿de verdad te pensás que alguien como Diego Armando Maradona, el hijo de la Tota, el que transformó el fútbol, vos te pensás que ese pibe es humano?

-¿Qué es entonces, Tano?

-Es un fenómeno, che… es un fenómeno…- y, a juicio del reportero, es la voz más firme que se le puede escuchar a un fanático.

La nueva era

Maradona es la historia de todos los argentinos. Porque Maradona no es el puño de Dios, la trampa divina, o el mágico carrerón que tumbó a siete ingleses. Maradona es el abrazo de treinta millones. Maradona es el abrazo en familia que produjo cada uno de sus partidos. Es la alegría pura, la lágrima de conmoción, la Copa. El Tano, por ejemplo, gracias al Mundial del 86 lloró en el hombro de su viejo. 

-Nos volvimos a querer- recuerda.

El Tano, por ejemplo, cuando Maradona eludió a tres belgas, en semifinales, y remata cayéndose al suelo, con el carácter en su pie izquierdo, ahí el Tano se volvió a unir a su mujer. “Apenas la pelota cruzó la línea, yo simplemente le dije que la quería”, recuerda. 

-Y cuando llegamos a la final de ese Mundial- hace memoria- yo abrí la puerta de mi casa…y…

-¿Qué hizo, Tano?

-Le di la mano a mi suegro y me puse a correr, querido. Como un loco, corrí y corrí, gritando…

-¿Hacia dónde?

-¡Hacia ninguna parte! 

-¿Pero cómo? Debió haber tenido un destino…

-¡Ninguno, pelotudo! Maradona me hacía correr. Corrí, loco, corrí por veinte minutos…

Iba dando alaridos, parece. Iba coreando a Maradona, iba descalzo, con los brazos abiertos, con los tres rulos que aún le flameaban. Iba argentinizado, maradoniano, feliz. 

-Por eso te digo algo, chileno…- apunta Pasman.

-¿Qué?

-Maradona no fue sólo un futbolista. 

-¿Qué fue?

-Fue Sócrates, fue Platón, fue Gandhi, fue Los Beatles y Los Rolling Stones. Fue una filosofía. Una forma de ver el mundo. Una forma de vivir. Una forma de gritar.

-¿Cree que se exagera su figura en Argentina?

-¡Cómo se va a exagerar si el pibe nos devolvió la vida! Nosotros veníamos de Las Malvinas, querido, veníamos del suelo, de muertes, de derrota. Y llega este pibe y nos devuelve el país. Nos hizo reír a todos juntos… Sólo Diego lo pudo hacer. Era tremendo, boludo, era tremendo.

-¿Todo eso lo logró con buenas jugadas de fútbol?

-No.

“¿Vos te pensás que Diego es mortal? Decime, ¿de verdad te pensás que alguien como Diego Armando Maradona, el hijo de la Tota, el que transformó el fútbol, vos te pensás que ese pibe es humano?”.

Y dice de nuevo: 

-¡¡¡Nooo!!!

Es el Tano, el virtuoso de la rabia.

-¡¡¡No, no y no!!! Maradona no logró eso sólo con su empeine y con movimientos de cintura. 

-¿Cómo lo hizo?

-Con épica, boludo. Con huevos. Con lucha social. Enfrentando al poder. Yendo de frente con todos. Él nos hizo más valientes a los argentinos. 

Y el Tano, con apenas un poco de voz, recuerda el otro Mundial, el del 90. Maradona lesionado, con el tobillo quebrado, jugando en una sola pierna, batido por los enemigos. Y Maradona, recuerda el Tano, lloraba en el himno de Argentina, mirando el horizonte. Y todos lloraban con él. Y luego el Mundial del 94, la funcionaria de piel rosada tomando de la mano al crack, llevándolo a un examen, al fin. 

-Tano, ¿qué le pasó a Maradona?

-Y… siempre fue un genio con quilombos… un artista con ideas locas…

-¿Y los rumores que lo vinculan a una vida tan oscura, con golpes a mujeres, maniobras de pedofilia, etc?

-Mentiras. Todas mentiras. El deseo de cagarle la vida a un crack. Le pasa porque tenía enemigos, porque Diego no se iba con medias tintas.

-¿Qué es Maradona entonces?

-Es arte. Es vida. Es Argentina.

El hincha más gritón de Argentina hoy vive en las afueras de Buenos Aires y el fútbol le quitó todos los pelos de la cabeza. Se los arrancó por pura pasión. El fútbol, además, le oscureció los pulmones con tantos cigarros en los entretiempos. Pero, a la vez, el fútbol, dice, le regaló algo superior: le regaló toda una época. La época de Maradona. Ser testigo de este mito.

-Me hizo tan feliz… Y, eso sí, viendo lo del funeral, es una pena todo el caos. 

-¿Diego morirá alguna vez?

-Lo que hizo jamás va a morir.

-¿Cómo lo quiere tanto, Tano, si usted es de River?

-Pero el corazón de Diego es argentino.

-¿Argentina se debería llamar Maradona?

-No, no. A Diego eso no le gustaría.

-¿Maradona debería estar en el escudo de Argentina?

-No, no. A Diego eso tampoco le gustaría.

Y bate palmas. Es que así es la relación de los extremos: Maradona y Pasman. Maradona exportó la gambeta, el Tano el alarido. Maradona argentinizó la genialidad, y el Tano hizo mundial la Concha De La Lora. Son el crack y el hincha, el dios y el devoto. Ellos, juntos, son el fútbol.

-¿Maradona es dios?

-Uf. ¿Te digo algo? ¿Qué ves cuando miras hacia arriba…?

-¿El cielo? ¿Las nubes?- respondemos.

-Y, no. Fíjate bien…

-El cielo celeste, las nubes…

-Ves la bandera argentina, amigo. Celeste y blanco.

-…eeeh…

-Entonces, si el cielo es argentino… ¿dónde ponés a Diego? ¿Eh? ¿Eh? 

Y el Tano, religioso, no parece estar haciendo una broma.

De hecho, el domingo 29 de noviembre, en Entre Ríos, Argentina, una mujer llamada en efecto Natalí Ríos avisó que el pibe ya apareció en el cielo: y fotografió unas nubes del atardecer entre las cuales parecía distinguirse el rostro de Diego.

-Diego tal vez ya llegó allá- comenta Pasman.

Quizás ya partió el petiso, dice Pasman, el del pecho parado, se fue el genio, el que esnifó, el divino humanizado, el zurdo completo. Y el Tano, tras varios días, ya admite al fin que todo puede ser verdad.

-Sí, bueno, es probable que se haya ido…

-Quizás su hijo Santiago tenía razón…

-Y… qué te puedo decir… no será lo mismo ser argentino sin Maradona…

-¿Por qué?

-Y, cómo se puede ser argentino si Diego no está… no sé… ¿sabés qué?

-Qué…

-Se va un poeta. Diego era más grande que Shakespeare… y no lo puedo creer… no lo puedo creer…

Y al Tano, herido, descompuesto, incrédulo, ya le pesa seguir hablando. Como todos los argentinos, estará para siempre de luto. Se va una era. Un estilo de vida, un pibe gigante. Y el Tano ya supone que de hoy en adelante habrá dos dioses en el cielo. Y uno solo irá con la 10.

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