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Actualidad

17 de Diciembre de 2020

Habla profesor que denunció a alumna admiradora de Adolf Hitler: “37 miembros de mi familia fueron víctimas del holocausto”

Screenshot: Youtube

Polémica ha desatado el caso de una estudiante de la carrera de administración pública de la U. de Chile que, en una disertación para el ramo de inglés, aseguró que Adolf Hitler era "su inspiración". The Clinic conversó con el profesor afectado, que es de ascendencia judía, y también con la abogada de Derechos Humanos, Lidia Casas, para conocer si estamos ante un caso de discurso de odio y profundizar sobre los límites de la libertad de expresión.

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Quedaban sólo dos clases para terminar el ramo de inglés del Instituto de Asuntos Públicos (INAP) de la U. de Chile, cuando el profesor les pidió a sus estudiantes que hicieran un ejercicio sencillo para la evaluación final: Que grabaran una exposición oral sobre un tema libre que tuviera que ver con su carrera y se la enviaran al correo.

Cuando comenzó a revisar las tareas en su computador, se topó con una alumna que en los primeros minutos del video aseguraba que había entrado a estudiar administración pública gracias a Adolf Hitler.

El docente habló con The Clinic, pero no quiso revelar su identidad ni la de la estudiante. Relata que, en el video, la joven reconocía que el máximo ícono del nazismo alemán era “su inspiración” y subrayaba que “si bien hizo cosas crueles, no se rendía, era determinado para conquistar a las masas”. De ahí en adelante no pudo seguir mirando.

“No pude evaluar esta presentación sobre Hitler, la encontré demasiado ofensiva. La familia de mi mamá es judía y 37 miembros de mi familia fueron víctimas del holocausto. Fue sumamente ofensivo, inapropiado y francamente asqueroso”, añade.

ESCALA LA DENUNCIA

El docente denunció el caso a los encargados del programa de inglés, dependiente del Departamento de Pregrado de la U. de Chile, y solicitó que la alumna fuera cambiada de sección en las últimas clases que quedaban del curso.

Sin embargo, inicialmente la Universidad se negó. El profesor compartió con The Clinic algunos fragmentos del mail que recibió como respuesta:

“La universidad es un espacio de debate, por tanto no podemos censurar el pensamiento que la estudiante expresa en su actividad evaluativa. Si bien reconocemos que se trataría de un discurso que puede ser calificado de extremo, la Universidad debería ser un espacio para debatir y discutir esos discursos”

La situación indignó al docente, quien expuso su situación ante el Sindicato de Trabajadores a Honorarios de la U. de Chile y replicó al Departamento de Pregrado de la casa de estudios:

“Al abrir espacio a discursos de odio, lo único que se fomenta es continuar perpetuando prácticas xenófobas, racistas, clasistas, homofóbicas, antisemitas, entre otras. Una cosa es tener un debate respetuoso entre distintas convicciones políticas y morales, y otra muy distinta es dejar que estudiantes proclamen su admiración apologética por un genocida”

El tema finalmente escaló hasta que llegó a las manos de Hugo Frühling, máxima autoridad del INAP, quien se cuadró con el docente y rechazó categóricamente que en el marco de actividades universitarias “se haga apología de un personaje responsable del exterminio masivo de personas”.

En la declaración pública, que fue compartida por el senador universitario Guillermo Soto, se plantea que el ejercicio de la libertad de expresión “tiene como límite la dignidad y la integridad de terceros”. Además, anuncia que están recabando los antecedentes necesarios para tomar medidas.

EL DISCURSO DE ODIO

Lidia Casas, directora del Centro de Derechos Humanos de la U. Diego Portales, reconoce que es un caso complejo y que con los antecedentes expuestos “es difícil poder determinar con claridad si hay una apología al odio”.

Para la abogada, un discurso de odio implica la “utilización de discursos de menosprecio, menoscabo o denigración hacia el otro, porque lo considero como un sujeto que no es igual, que tiene una condición históricamente subordinada o sometida por razones políticas, culturales u otras”.

Para ella, hay un antecedente del caso que es clave para la investigación que lleva a cabo la universidad y que hasta ahora no se conoce: Si la estudiante sabía o no que su profesor tenía ascendencia judía porque, de saberlo, “ahí hay un mensaje” que sí puede ser considerado un discurso de odio, en tanto Hitler es un personaje que “representa el menosprecio para grupos determinados”.

El profesor aclara que “es primera vez que me pasa esto” y relata que en todos estos años en que ha impartido clases de inglés “he tenido estudiantes con quienes puedo tener una diferencia de opinión. Pero esto es otra cosa”.

En esa línea, él sospecha que probablemente la alumna “no es nazi, ni milita en una organización de ultraderecha. Creo que está confundida, de hecho, ella me pidió disculpas de manera privada, porque no se había dado cuenta de lo grave de la situación”.

Sin embargo, critica la actitud que tuvo la casa de estudios, que inicialmente habría amparado este tipo de discursos. Lidia Casas explica que usualmente las universidades suelen tener protocolos generales sobre discriminación, donde se podrían explicitar medidas, como amonestaciones o suspensiones, para este tipo de casos.

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