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20 de Diciembre de 2020

Chinoy: “Tengo que compensar todos esos años de extravío, de evasión maligna”

Crédito: @jaimmsphoto

El músico de San Antonio lanzó “Saliendo del otro”, su más reciente disco, donde recoge parte de la obra perdida que realizó durante los últimos años. Aquí reflexiona sobre su proceso artístico y el medio musical, habla de su propia maduración y cuenta sobre su ambicioso plan de sacar 5 discos durante el próximo año.

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Mauricio Castillo, Chinoy, reaparece con su nuevo disco “Saliendo del otro”, donde selecciona varias canciones que compuso durante los últimos años y los acompaña de sonidos tribales y enérgicos que realizó junto al productor Rodrigo Gonzalez, -bajista de la banda alemana Die Arzte-. Esa comunión entre ambos transformó el disco al incorporar máquinas y bases electrónicas. Este trabajo viene a marcar una nueva etapa en la nómade carrera musical de Chinoy, que durante los últimos años transitó entre Argentina, Europa y Chile.

En lo que parecía una parada momentánea por el país para recoger sus últimas pertenencias e instalarse por un largo tiempo en Buenos Aires, se extendió por tiempo indefinido tras la propagación del covid-19. Allá, iba siguiendo los pasos de su pareja cantante, Lucero Van, pero las circunstancias pandémicas dijeron lo contrario: “Están las ganas de irse todavía, pero la situación no da para salir de acá, la idea antes de irnos es hacer alguna gira al sur, eso es lo único que está claro”, dice. 

Se instaló en la casa de su abuela en San Antonio y desde ahí ha preparado la salida de su nuevo disco. Además, ha dedicado su tiempo a pintar y escribir, otras formas de traducir las ideas que lo habitan. Por estos días también sacará “Pandemonium”, su nuevo libro de poesía y cimenta el paso a su primera novela que pretende abordar los años que vivió en Valparaíso. “Este tiempo me ha permitido darme cuenta que he mejorado en algunas cosas, y también he podido percibir las inclinaciones en la pintura y escritura por sobre la música”, dice.

Han pasado más de diez años desde que la música que haces salió del rumor de los bares y empezó a hacerse conocida. ¿Cómo se maneja la ansiedad después de todo este tiempo?

-Ya no hay tanta ansiedad, al menos no con la salida de los discos. Quizás mi ansiedad hoy tiene que ver con otro tipo de situaciones: subirme a un escenario y que se me olvide la letra, por ejemplo. Aunque creo que he aprovechado esa línea apática que siempre he cultivado y me permito poder subirme a un escenario y equivocarme también, plantearme totalmente espontáneo, emocionarme y también hacer el ridículo. Con el tiempo he entendido que lo que hago es un poco trabajar como bufón.

Al principio de tu carrera había cierta timidez. Cuando todos querían conocerte, huías de las entrevistas, te quedabas en silencio.

-Como cuando aparecí en mis primeras presentaciones era súper tímido, aparecía este ser apático y poco amoroso, que estaba guardado y que tenía cara de cervatillo. Creo que era un poco mi falta de conocimiento en el asunto también. Cuando llegué a Valparaíso yo no tenía mucha experiencia sobre los escenarios, o sea, el año en el que aparecí fue el año en que aprendí a tocar. Cuando empecé a tocar canciones en los bares y me hice conocido en ocho meses, era como un recién nacido. No tenía idea de nada, no había hecho ninguna previa, no tenía estudios, estaba haciendo las canciones sobre la marcha, todo era muy espontáneo. Era un recién nacido y tenía la torpeza de un recién nacido.

Era muy llamativo verte y tal vez por eso lograste toda esa atención abrupta. Tiritabas cuando cantabas, rompías las cuerdas de la guitarra, no dejabas la pierna tranquila, verte tocar era en sí mismo un espectáculo. 

-Estaba sobre el acontecimiento sin tener experiencia. Las canciones las hacía y las tocaba, ni siquiera las ensayaba. En el escenario daba lo mejor de mí para poder estar a la altura de la circunstancia y creo que eso fue muy loco también, porque no me pude acostumbrar a que ese nacimiento fuese tan abrupto. No tenía herramientas, no estaba cultivado en la dialéctica de la entrevista, no entendía cómo me tenía que relacionar con el público, a mí nadie me dijo “oye sabís que te van a molestar en la calle”. Entonces, si me preguntas, la evolución ha sido muy de a poco. Después de ese primer momento llegué a entrar en un proceso donde casi que me quería retirar de la música. Estuve a punto de soltarlo, pero por otro lado también me satisfacía la independencia. Pasé por harta depresión, me junté mucho con poetas en Santiago y bebíamos en demasía y terminábamos… ¿cómo se dice? 

¿Con resaca? ¿Caña moral?

-Sí, todos los días me juntaba con personas distintas. Otro que llegaba a la casa, otro que no se iba y así pasaban las semanas, los meses, y me pasé bastante tiempo en eso. Entonces, ahora que tengo más escenario sobre el cuerpo, más experiencia, harto viaje, he podido analizar de qué va mi carrera hoy en día, más que me pille de sorpresa en la performance. Eso es lo que tengo ahora, cierta distancia para ver dónde me voy a meter y adivinar la suerte que me corre.

Chinoy – Crédito: @jaimmsphoto

¿De qué va tu carrera hoy?

-Estoy más en una línea de seguir aprendiendo. Tengo muchos discos por delante, he grabado más canciones de las que tenía presupuestadas para estas fechas y he arreglado temas. Después de este disco se viene otro, y después otro. De aquí al próximo año, por lo menos quiero haber sacado cinco discos.

Un montón de trabajo, ¿por qué la premura de sacar todo ese material de una?

-Es un material que nunca había sacado, que estaba en deuda. Es el tiempo para poder tenerlos en las redes y también para poder desligarme de ese trabajo. Saber que tengo una obra sólida en las plataformas que hoy en día la gente frecuenta. Tengo que compensar todos esos años de extravío, de evasión maligna, porque primero no quería grabar, después grababa y quedaba en nada. Me costó un montón entenderlo, debería haber tenido un director técnico algo que fuese más fuerte que yo en ese momento para poder encauzar mi carrera de forma más lúcida.

¿Qué fue lo que te hizo retomar el camino ahora?

-Hace tres años me emparejé con Lucero Van, una artista argentina. Ella me ha ayudado bastante en la disciplina, en sacar lo mejor de mí. Por otro lado están las ganas de mejorar, que van desde la admiración que le tengo, a ese juego de seducción. Además es muy satisfactorio para mí que todo este asunto de escribir y grabar sea algo sistemático. Me doy cuenta de que estoy desperezado, estoy lúcido, que voy creando mi mundo a base de mis propias fuentes.

SOCIEDAD ADOLESCENTE

Pintas, has publicado tres libros de poesía, tienes una carrera musical. ¿Cuál es la etapa que más disfrutas del proceso creativo? 

-Lo que más disfruto es pensar, o sea, sentir y pensar de alguna manera la obra, ir viendo cómo va armándose, como se va desplazando la mano hasta que en un momento encuentra está la canción, el poema o el cuadro. Por que a eso me he dedicado este tiempo encerrado: a pintar, a escribir y hacer canciones, sabiendo que he mejorado en algunas cosas, y sabiendo que tengo más inclinaciones sobre la pintura o sobre la escritura que sobre la música. A mí nunca me ha preocupado tanto la sonoridad de mis canciones ni esa presentación tan grandilocuente que tiene que ver con la presentación de un disco o lo que sea. Yo me pongo solemne cuando estoy estirado en el pasto mirando las nubes o mirando las piedras. Mi solemnidad viene cuando veo por primera vez las cosas. 

¿Sientes que se ha perdido esa sensibilidad en el medio artístico?

 -Claro, pero tiene que ver con que estamos atravesando algún tipo de decadencia de larga data. Quizás estemos tratando de atornillarnos esta peluca de relatos genitales en la música de hoy y nos hacemos los adolescentes. Siento que somos una sociedad muy adolescente hoy y muy precaria de verdadera sensibilidad. Eso da cuenta de que los gobernantes, los poderosos, han hecho muy bien el trabajo de entorpecer. Vivimos en una especie de cápsula de la influencia. Estamos influenciados en todo momento por la novedad del mercado, de la técnica y eso es un tipo de convención que encarcela. Yo creo que de eso hablo cuando escribo, mis escritos tienen que ver con esa mística, de volver, de pinchar donde dice que hay una vida por delante y hay cosas por descubrir en el misterio de uno mismo.

¿Cuál es el relato de la música actual?

-Hoy en día el relato de la música es a través de pantallas, plataformas. Lo que se busca es llegar a la mejor playlist, lograr que te escuchen aquí y trabajar para llegar a cierto tipo de lugares más que para hacer música. Pienso que estamos llegando a un nivel de pensamiento insectario. Creo que hay muy pocos artistas actualmente que realmente representen un sentir profundo y creo que Chile se equivoca, porque sé que hay muchos artistas de clase proletaria, de muy abajo, de los cerros o de las poblaciones más difíciles de cada ciudad y que vienen del infierno a revelar algo que es su propia belleza, muchas veces sin saber cómo decirlo porque no están educados para hacerlo, como a mí me sucedió. Encuentro que hay una cantidad de artistas que están al nivel de la necesidad de la gente, que están hablando en sus habitaciones pequeñas, cantando en la orilla de su cama. Creo que la canción chilena todavía no se arranca de hacer uso de ciertas temáticas cliché como para alcanzar el éxito.

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