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5 de Enero de 2021

Alejo Moguillansky en picada contra las pantallas publicitarias: “Allí podrían haber murales, pinturas, experiencias cinematográficas”

En enero llega a Santiago Les Revenants, la obra-instalación que proyecta solos de baile en lugares emblemáticos de la ciudad y en carteles publicitarios, bajo una propuesta fantasmal. En esta entrevista uno de sus directores conversa sobre la vida después de la muerte y sus principales reflexiones sobre el proyecto.

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El director y guionista argentino Alejo Moguillansky (47), si pudiera, reviviría a su abuela y al músico David Bowie. Si hablamos de penar, cree que aparecería dentro de algún submarino. Aunque como aún es joven, según dice, prefiere no hablar tanto de su muerte ni menos de su legado, pero sí de su obra Les Revenants, la que codirige junto a su esposa, la bailarina y coreógrafa, Luciana Acuña.

En el marco del Festival Santiago a Mil, la dupla argentina trae una intervención que consta de seis solos de danza grabados en edificios históricos de Santiago. Estos cortos, que tienen como principal temática a aquellos “que regresan de la muerte”, serán proyectados en pantallas y carteles que estaban destinados  a la publicidad. También, se presentarán en diferentes espacios que se encuentran vacíos producto de la crisis sanitaria, como el Instituto Nacional Barros Arana , donde “ver todas esas camitas vacías es bastante parecido a un lugar fantasma”, opina Moguillansky. 

¿De dónde nace Les Revenants, tuviste alguna experiencia cercana con la muerte?
-La muerte viene entorno a que son todos bailarines y bailarinas que estuvieron todo el año pandémicos con sus cuerpos detenidos. Calculo que la experiencia de haber estado un año parado para alguien que se dedica a la danza es algo quizás cercano a la muerte. 

¿Crees que los artistas son fantasmas para los gobiernos latinoamericanos?

-Los artistas siempre son un poco fantasmas y hay que decir que en Latinoamérica son espectros directamente, más allá de la situación siempre crítica y vulnerable que viven. Uno puede ver claramente, cómo la cultura en este año de pandemia fue el último casillero y los bailarines en particular fueron como el último gueto, el último bastión de la resistencia. 

Da la impresión que en Argentina siempre quedan rondando los fantasmas, como Maradona ¿Crees que allá veneran la muerte de una manera especial?

-Noo, la cultura que uno tiene con la muerte en Argentina, para mí es un desastre, es una cultura completamente lacrimosa, digo si lo comparo con la cultura que tienen por ejemplo los mexicanos. Ellos tienen la muerte incorporada con la idea de la vida, incluso puede ser un hecho feliz. En mi país es una especie de tragedia y no me siento muy hermanado con esa sensibilidad. Me gusta pensar la muerte más como la piensan los mexicanos: un ciclo más del asunto.

Archivo personal

Y para ti ¿a dónde van las almas?

-Justamente Luciana Acuña, mi mujer y co-directora de este espectáculo…

(Se escucha un grito desde la cocina)

—¡Codirectora dije! — grita hacia su izquierda.

Luego se vuelve hacia la pantalla y con una sonrisa divertida, dice: “Me corrige” y continúa su idea: “(Luciana) hizo una obra que se llamaba ¿A dónde van los muertos?, que era en torno a esa pregunta y había, me acuerdo, una serie de respuestas en diferentes pantallas y había una que a mí me gustaba mucho y decía «Van al cielo» ”.

¿Y esa también es tu respuesta personal?

-No, no tengo una respuesta. Te puedo decir una que me gustó mucho cuando la escuché porque tenía una fe en esa respuesta, que yo no tengo pero trato de tenerla. 

Me gusta pensar la muerte más como la piensan los mexicanos: un ciclo más del asunto”.

La muerte es un tema sensible y difícil para los chilenos, considerando las más de 16 mil muertes por covid, más de 30 en el estallido social y bueno, la dictadura. ¿Cómo crees que lo tome el público?

-La verdad es que si uno ve estas seis pequeñas películas, lo que uno ve es algo parecido a cuando un policía le pega un balazo al negro, al protagonista, y empieza una lenta y larga agonía que culmina en la muerte. A mí me gusta ver esas películas, no de modo cruel ni de modo sádico, al contrario de modo casi festivo. Me parece que estos cortos logran o pretenden ser las dos cosas, es decir, hacerse cargo de que lo ha ocurrido y está ocurriendo en el mundo: una tragedia para la salud, pero al mismo tiempo se tiene un espíritu completamente festivo y lúdico, en el que al verlas te dan ganas de bailar y morir bailando.

¿El público es parte de esta intervención?

-De alguna manera sí, porque Les Revenants se proyecta, en pantallas en la calle que están destinadas a la propaganda y a la publicidad, y de por sí es jugarle a contrapelo al usarlas para otros fines, por ejemplo mostrar una persona bailando… A quien va por la calle esta situación lo interpela de manera natural, secreta, anónima. Hay una  infinita cantidad de cápsulas dando vueltas por la ciudad con esta especie de imágenes subliminales. 
Por otro lado hay proyecciones más largas en barrios, que sí están anunciadas, donde todos miran a una pantalla y saben que lo están haciendo porque los teatros están cerrados. Es como apropiarse de estos lugares fantasmales, de los barrios, del lugar donde uno vive, pero también es apropiarse de una experiencia nueva que es tan parecida a cuando los griegos iban al teatro y eso era un hecho social y popular.


Créditos: Santiago a Mil

Mucha gente va a ser espectador quizás sin querer.

-Esa es la idea, la gente es todo el tiempo espectador sin querer, el tema es que se de cuenta, que piensen que uno puede ver de repente una pantalla con otros ojos, que ahí donde uno espera ver una publicidad de pisco, haya una persona bailando.

CONTRA EL DINERO

Por el Dinero (2019), el último film de Alejo Moguillansky —que fue presentado en Cannes— trata sobre el difícil financiamiento de los artistas en tiempos de crisis, pasando por un director, una coreógrafa y un músico. Así, la obra-instalación que estrenará el próximo sábado 16 de enero en la Biblioteca Nacional, también llama a cuestionar de una manera indirecta cómo funciona nuestra sociedad.

¿Existe una crítica al capitalismo?

-Claro que sí. Adueñarse de esas pantallas que están destinadas a… digo, ¡¿a quién le interesa ver propaganda?! En mi país por ejemplo hay una empresa de teléfono, que me llama tres veces por día, ¡tres veces por día! a mi teléfono privado y uno termina casi insultando a la persona del call center. ¡Es de terror la invasión publicitaria! cuando allí donde podría haber murales, pinturas, experiencias cinematográficas, ¡hay propagandas de teléfonos! es patético si te lo ponés a pensar de ese modo. Entonces es un pequeño acto de resistencia a esa especie de dominación del nuevo mal, del nuevo diablo, de nuestra sociedad. ¡Hacen más propaganda que los fascistas de Italia! Es hora de repensar lentamente para qué sirven esas pantallas.

Sería una lucha entre fantasmas y diablos

-Yo creo que sería una lucha entre fantasmas y dinero. 

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