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Entrevistas

14 de Enero de 2021

Zambra y la escritura: “creo que no hay que ponerle tanto color, escribir es tomar notas, nada más”

Foto: Paz Errázuriz

El escritor que se convirtió en éxito de ventas con el libro “Poeta chileno”, será traducido a más de cinco idiomas este año. Confiesa que escribir “es más bien un hábito”, algo que hace “medio al tuntún”. Hoy vive pendiente de la nueva Constitución y deseando que hayan nacido nuevos escritores tras el estallido. “Me gusta pensar en adolescentes llenando a toda velocidad sus cuadernos y también en viejos que escriben por primera vez”, confiesa el autor en conversación con The Clinic.

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Alejandro Zambra (46) es alguien que pareciera vivir para escribir. Decirlo así suena a método y disciplina, pero no. Dice ser un hombre obsesivo o porfiado que, desde que tiene memoria, escribe todos los días, sin falta, como una compulsión vital que le permite desenredar sus pensamientos más básicos. Hoy, debido al encierro, todo cambió. 

Fue un día, a principios de marzo, cuando cayó en cuenta que la pandemia no era algo pasajero: su editorial Anagrama canceló el viaje a Chile que tan ilusionado lo tenía. El periplo era para presentar su última novela “Poeta Chileno”.

–A comienzos de marzo, me declaraba pesimista, porque pensaba que esto duraría dos o tres largos meses, y ahora se ve que eso era ser optimista… Suena tan remoto marzo, ¿no?

Sin embargo, la pandemia mundial no mermó el éxito de su última obra y gracias al alcance que obtuvo, “Poeta chileno” será traducido en Italia, Alemania, Holanda, Grecia y Brasil. Para 2022, saldrá en Estados Unidos, Francia, Inglaterra y China. 

Entretanto, prepara un estreno para este 2021, que vendrá de la mano de Anagrama en noviembre y tratará sobre paternidad. Aún no está seguro sobre el título, pero sorprenderá. 

Escribir todos los días

Para Alejandro escribir es un hábito, un ejercicio que no necesariamente debe llevarlo a algo serio, pero lo único seguro, dice, es que si no escribiera no entendería nada, o entendería menos, o entendería mal. 

–Para mí, escribir es más bien un hábito, algo que hago desde chico, medio al tuntún, sin buscar resultados, como un ejercicio. Un hábito que le debo a mi abuela materna, que no era para nada “literaria”. Nunca la vi con un libro en las manos, pero le gustaba escribir y le gustaba que sus nietos escribiéramos. Creo que no hay que ponerle tanto color, escribir es tomar notas, nada más, luego ves si en esas notas hay algo comunicable. 

En plena pandemia, muy pronto le cambió la rutina: ya no hace clases en la Universidad Diego Portales, su hijo Silvestre ya no va al colegio y volvió a leer por placer. “Hace unos años escribía sobre literatura en la prensa y hacía muchas clases y casi todo lo que leía tenía un propósito muy definido, entonces leer se volvió medio asfixiante, me costaba concentrarme, me daba lata estar obligado a opinar, era como estar siempre calentando la prueba coeficiente dos… Ahora he podido recuperar la lectura por placer, incluso por capricho”, cuenta. 

Con menos tiempo en las manos, un hijo de tres años, que está feliz de quedarse en casa porque no le gusta nada ir al colegio y una esposa también escritora, Jazmina Barrera, ha podido aprovechar las circunstancias. Lee harto pero no le gusta “andar evangelizando” sobre sus lecturas. 

–Los dos leemos mucho con Silvestre. Es un niño muy divertido y está en ese momento en que todas las palabras bailan en su cabeza y no para de jugar y de reír. Hay días en que puro babeamos. La paternidad es un desafío enorme e incesante, un desafío que incluye el gozo y la esperanza y que te obliga a redefinirlo todo, a estar dispuesto a redefinirlo todo. Y eso rima con los tiempos, creo yo. Hoy más que nunca hay que estar dispuestos a aprenderlo todo de nuevo.

“Poeta chileno” es uno de esos libros a los que dan ganas de irse a vivir: visita aspectos visibles y cercanos de la sociedad chilena de entre los 90’s y hoy. Relata la historia de dos quinceañeros, Gonzalo y Carla, quienes tantean la vida y el deseo por primera vez. Pero ésta no es la historia de dos adolescentes, sino que de un joven que se transforma en poeta, un poeta que vive en Santiago y que se reencuentra con una vida llena de responsabilidades, dolores y más poetas. Este libro está empapado de melancolía y de realidad, abrupta realidad. 

El libro que salió a la venta en marzo, se convirtió en un hit a nivel internacional, fue incluido entre los mejores libros de 2020 tanto por El País, como por El Mundo en España y aunque sorprendió con sus 421 páginas, vuela y se lee de un tirón. Habla de ser padre, de ser hijo y de convertirse en padrastro: la palabra que gatilló la escritura de esta novela. 

Foto: Paz Errázuriz

Escribir en mexicano 

Hace tres años, en 2017, Alejandro y Jazmina decidieron irse a México para formar una familia y radicarse definitivamente en su capital. Por primera vez, el escritor se estableció en el extranjero sin boleto de vuelta. Fue ahí, justamente, cuando su novela “Poeta chileno” empezó a tomar forma. 

El autor de “Bonsai”, “Formas de volver a casa”, “Facsímil”, “Mudanza”, “No Leer” y otros más, tiene una voz reconocible: escribe con nostalgia y escribe sobre Chile. “Poeta chileno” no es diferente. 

“Poeta chileno” es el primer libro sobre Chile que escribes fuera de Chile. ¿Cómo fue eso? ¿Te sigues sintiendo parte de todo lo que ocurre acá? 

–Sí. Creo que en parte escribí esta novela para estar allá, hablando chileno, habitando esos espacios. Luego, sobre todo desde el estallido, se ha vuelto más difícil estar afuera, supongo que a todos los chilenos que vivimos fuera nos pasa lo mismo. La comparación entre países es absurda y a la vez inevitable, lo hago a cada rato, y son países y momentos muy distintos, pero el presente parece igual de desastroso y el futuro igual de desafiante. No quisiera ser nunca como esa gente que mira su país con excesiva distancia o con falsa proximidad. 

El que hayan pasado ya tres años desde que estás en México, ¿ha influido en tu imaginario? ¿Será que ahora escribes en mexicano?

–Ya son cuatro años, sí. Mi manera de escribir es muy chilena, pero eso está cambiando y probablemente, seguirá cambiando. No sé qué va a pasar con mi acento, me influye cada día más la forma de hablar de mi hijo, que habla como las caricaturas que traducen en México, aunque nunca ha visto la tele… Igual me interesa, me gusta tener ese problema, me gusta perder la seguridad en las palabras, verme en la situación de construir una seguridad nueva o al menos intentarlo. 

A lo largo del libro se siente una hermosísima nostalgia ¿tuvo que ver en ella el hecho de que lo hayas escrito estando fuera de Chile? 

–No quería nostalgia de la mala, quiero decir, no quería que la nostalgia se volviera paralizante, enmudecedora, necesitaba proliferar, por eso fue bacán sentir que la novela agarraba vuelo, música, realidad. Lo pasé muy bien escribiendo este libro. Lo publiqué justo cuando empezó la pandemia, quizás por eso ahora me parece incluso más “novelesco”; abandono a los personajes a comienzos del 2014 y ahora siento que sucedió hace un siglo. De pronto pienso en qué andarán esos personajes ahora, qué habrá pasado con ellos. 

La novela es protagonizada por Gonzalo, un maipucino, que fue al Instituto Nacional, que después estudió Literatura y se hizo amigo de Nicanor Parra, Rosabetty Muñoz, Floridor Pérez y cuántos más. Esa es, exactamente, tu biografía. ¿”Poeta chileno” es una autoficción?

–No la veo muy autoficcional, aunque claro, como dices, es una novela apegada a la experiencia, que por momentos retrata una escena, un mundo que conozco bien, familiar en todos los sentidos. Me parezco más a Gonzalo, aunque mis personajes favoritos de la novela son Vicente y Pru y por supuesto la gata Oscuridad. En realidad, de todos los personajes, me siento más próximo al narrador, que no es un personaje propiamente, pero casi. 

Teniendo en cuenta que probablemente sigamos encerrados parte del año ¿cómo ves el panorama literario para el 2021?

–No sé, se me hace medio abstracto pensarlo así, como pronóstico. La verdad es que estoy muchísimo más preocupado de la nueva Constitución que del porvenir literario, será un año de discusiones intensas y espero que provechosas. Pero me gusta pensar que durante estos meses cruciales que empezaron con el estallido han nacido escritores, por así decirlo: me gusta pensar en adolescentes llenando a toda velocidad sus cuadernos y también en viejos que escriben por primera vez. Hay mucho que pensar y hacer y se me ocurre que escribir se volverá cada vez más necesario. 

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