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Entrevista Canalla

25 de Enero de 2021

Paula Navarro, la entrenadora tricampeona del fútbol chileno: “En Chile hay mucha gente chaquetera”

Con Santiago Morning, su equipo, se coronó campeona por tercera vez consecutiva. Es una de las figuras más exitosas de nuestro deporte y aquí se refiere a sus logros, a un accidente que tuvo, al fútbol, a la igualdad y al futuro constitucional.

Por

El día en que Santiago Morning salió tricampeón en el fútbol femenino, ese 20 de diciembre, Paula Navarro, su entrenadora, resbaló y quedó aturdida, a los pies de la ducha. Un rato antes, en medio de alaridos, le habían vaciado tres coolers llenos de hielo en la nuca, esa ceremonia de matiz vikingo en que a la heroína, en broma, le enfrían las palpitaciones. Entonces, ella había ido a los camarines a limpiarse. A instalarse ante un chorro de agua tibia.

-Y no sé cómo… me caí- desliza Paula, la tricampeona

-…y me pegué en la ceja- recuerda.

La entrenadora, tal vez, caminaba por el camarín repasando la hazaña. El despliegue de las once elegidas, los dos golazos de la final. O los 48 goles en nueve partidos, el poderío letal de la armada bohemia. Tres títulos consecutivos, en fin, por lo tanto ahora su nombre va acompañado de una ovación. Lo cierto es que Paula Navarro iba flotando en dirección a una nube, cuando de pronto con un resbalón cayó al suelo. Y la hazaña se llenó de sangre. 

-La mascarilla me quedó toda roja.

-¿Qué recuerda?

-La sangre. No perdí el conocimiento.

La trasladaron hasta un doctor que sabía de cortes y de fútbol. El especialista solucionó la herida y le dijo, futbolizado:

-Muy bien, Paula.

-¿Por qué?

-Obtuvo los tres puntos.

Esa tarde Paula, en la cancha, se llevó los tres puntos del partido final. Y, para enfatizar la proeza, añadió los tres puntos de su ceja. El simbolismo de este accidente, sin querer, ha permitido coronar la epopeya. 

-En mi carrera yo he tenido sudor y lágrimas- confiesa la entrenadora.

-Le faltaba algo…

-La sangre- lanza, con firmeza, Paula Navarro.  

Tiene tres títulos bien transpirados. Su trayectoria parece intachable.  Ha vencido a Golliat. Ha vencido a los incrédulos. Pero quizás recién ahora pudo reunir oficialmente los tres pilares del empeño. 

Sangre, sudor y lágrimas.

Literalmente.

Con el buzo

Paula Navarro tiene 48 años, ostenta su licencia Pro Conmebol Número 489 que le permite ejercer libremente un rol futbolístico, y acumula doce años en Santiago Morning. Tiene tres títulos al hilo en el club, ha celebrado infinidad de goles y, además, en su vida, acumula varias quejas contra la desigualdad. 

-Necesitamos la igualdad- insiste ahora.

-¿Será posible llegar a ella?

-Tengo fe. Igual -dice, paradojalmente- la igualdad es difícil de lograr.

Ella, por su parte, ha obtenido la igualdad en su club. Paula tiene el mismo sueldo que el entrenador de los hombres. No dice la cifra, pero, de hecho, se opone a los excesos, al desnivel salarial, a un goleador recibiendo una mensualidad de 40 millones, en un país en que la mayoría gana 400 mil pesos. La igualdad, supone Paula, no es únicamente en los géneros. Es una filosofía global, una forma de concebir la convivencia.

-Me parece de mal gusto que se pague esa plata -resuelve.

Paula pide mesura y no titubea en golpear una mesa. Ella, de hecho, además de entrenar a 35 mujeres, forma parte del directorio de Santiago Morning. 

-Son puros hombres y yo.

-¿Cuál es su labor?

-Opinar de lo que ocurre en el fútbol.

-¿Y está Miguel Nasur?- preguntamos, pues, el mitológico dirigente es dueño del equipo. 

-Don Miguel me escucha con mucha atención.

¿Tiene fe en el futuro? “Tengo fe en la nueva Constitución”, responde.

Aquí a Paula se le desdibuja la objetividad, endulza el tono, achina la mirada y confiesa:

-Don Miguel es como un papá para mí.

Y, por su parte, es sabido que Miguel Nasur, el padre de Juan Miguel y de Sebastián Joao, cuando presenta a Paula Navarro a otras personas, dice:

-Les presento a Paula Navarro, ella es la hija que nunca tuve.

Son, futbolísticamente hablando, el papá y la hija. El papá la consiente y la reta; la hija le reclama y lo defiende. El papá, a veces, es enjuiciado por algunos periodistas: la hija, entonces, alza la voz. Y dice: 

-En Chile hay mucha gente chaquetera…

-¿A qué apunta?

-Se quedan con las cosas malas. Don Miguel puede que haya cometido errores, como todas las personas, pero ha hecho cosas realmente buenas. Y yo soy de las que se quedan con las cosas buenas. La tendencia, claro, es pensar que él puede ser mafioso. Eso es ignorancia. Este país tiene que cambiar ese tipo de conductas, de hablar sin saber, de chaquetear…

Leve silencio. Sube el volumen. Sigue.

-¡Por eso los grandes ídolos de este país se tienen que ir a otro país!

-Puede tener razón- el reportero se suma.

-¡Mira el caso de Iván Zamorano!

-El capitán… -murmura el reportero, nostálgico.

-¡Y el Chino Ríos! 

-El Uno…

-¡Ambos se tuvieron que ir de Chile! Porque en este país no hay respeto por los ídolos. ¡Los que se deberían ir son los delincuentes!

Tras una pausa admite algo: 

-Tengo carácter.

-¿Cuánto?

-El suficiente para controlar un camarín de 35 futbolistas.

-¿Y cómo es su camarín?

-Tranquilo, como todos.

-¿Qué ocurre allí?

-Las chiquillas hacen lo mismo que los chiquillos. Ponen reggaetón, una grita, da la arenga. Otras se miran fijamente al espejo.

Tres de sus jugadoras salen a la cancha con los pómulos maquillados y la boca pintada, desafiantes. Las otras salen al natural, la cara mojada con agua de la llave, mentalizadas en clavarla en el ángulo.  

-Yo creo que los hombres son más vanidosos. 

Los crack se pintan un rulo, se rapan los costados del cráneo, celebran un penal ante el espejo. Ellas se amarran el pelo y se largan a correr.

-¿Persiste la discriminación en el fútbol?

-Todavía, puf.

-¿Por qué el fútbol de mujeres sigue tan por detrás del fútbol de hombres?

-El fútbol femenino no vende.

-Pero va en alza…

-No hay hinchas, aunque la transmisión de la final obtuvo 13 puntos de rating. Las marcas están donde están los hinchas. No hay plata.

“El fútbol femenino no vende”.

El reportero le comenta, abriendo impensadamente su interior, que su hija, una señorita estupenda, quiere ser futbolista cuando grande. Quiere ser como Rakitic, el actual jugador del Sevilla. Se duerme orando a Rakitic. Tiene un poster de Rakitic con cara concentrada enfrentando a un delantero. Una vez dijo que amaba a Rakitic y cerró con un portazo su pieza. El reportero, oficiando ya como un suegro simbólico de Iván Rakitic, no sabe, en concreto, qué pudo haber visto su hija, su diosa, en ese centrocampista que carece de gol. Pero, como sea, para ella todo es el fútbol. 

-Hay muchas niñitas que quieren ser futbolistas.

-Pero -aclaramos- ella no tiene dónde jugar… no hay fútbol para niñitas…

-Y si hay cuesta caro. Y las canchas también son caras.

-Y está el estigma, Paula…

-¿Cuál?- pregunta intrigada.

-Hay mentes retorcidas que piensan que las niñitas que practiquen fútbol se tornarán ahombradas…

-Claro… 

Y agrega:

-Y por supuesto, igual hay que pensar que toda mujer que practique deporte, el deporte que sea, va a perder feminidad.

-¿Por qué?

-Porque aumenta su masa muscular. Cambia el cuerpo. Pero eso no implica nada más.

-¿Le gusta la sociedad?- pregunta de pronto el reportero.

-Tiene que cambiar.

-¿Tiene fe en el futuro?

-Tengo fe en la nueva Constitución.

Y, como es habitual apuntarlo en estos cuestionarios, ésta es la frase que Paula Navarro sueña con ver escrita en el futuro texto constitucional:

“No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran”.

La entrenadora piensa que ese mensaje engloba su filosofía. Allí hay respeto al planeta, a los animales, a los jóvenes. Allí hay sueldos iguales, empatía, comunidad.

Sin el buzo

Paula es la hija futbolística de Miguel Nasur y, a la vez, es la madre romántica de dos perros. 

-Mis momentos de ocio son cuando los paseo.

Paula, por otra parte, es la hija verídica de un mecánico y de una dueña de casa. Fue criada entre monjas, en San Joaquín. Tiene una hermana y un hermano militar que conduce helicópteros en momentos de catástrofes. Esto motiva, sin duda, a que Paula defienda la actividad abnegada de los aviadores. Paula, además del amor a su familia, está enamorada desde hace diecisiete años y con su pareja vive serenamente en Ñuñoa. A su pareja la mantiene en estricta reserva, como si fuera un estadio a puertas cerradas. 

-¿Qué hace durante el ocio?

-Cuando estoy relajada, veo deporte.

-¿Qué hace cuando está trabajando?

-Veo deporte.

-¿Hay algo más allá del deporte? 

-Es que no paro. Todo el rato estoy pensando en el deporte.

“Don Miguel es como un papá para mí”.

Dicen que esta entrenadora es el punto medio entre la inspiración y la disciplina, una parte de ella es Pep Guardiola y otra parte de ella es Margaret Thatcher. La poética de la posesión de balón, mezclada con la puteada bien chillada. La verdad es que Paula Navarro es una mujer que a veces recibe los puntos sobre las cejas y otras veces pone los puntos sobre las íes.

-¿Qué opina de Chile?

-Es un país con esperanza, pero con ganas de hacer las cosas rápido.

Los dirigentes del fútbol, admite, también quieren las cosas rápido. Paula Navarro, a su vez, quiere sistematizar la gloria. Trabaja con un staff de doce personas, tiene cuatro doctores, examinan diariamente al plantel. 

-A mí- dice la entrenadora- ya me han hecho veinticinco PCR.

-¿Christiane Endler es brillante?

-De las mejores arqueras del mundo.

-¿Ella puede jugar en un equipo de hombres?

-No. La FIFA no quiere el fútbol mixto.

-¿Le cayó una lágrima cuando murió Maradona?

-No. Fue un gran jugador, pero yo creo que hoy a los ídolos se les exige ser integrales.

Y se refiere, luego, a algunas mujeres.

-¿Qué opina de Pamela Jiles

-Es muy auténtica para expresarse.

-¿Kathy Barriga?

-Muy camiseteada.

-¿Camila Vallejo?

-Una luchadora de causas perdidas.

-¿Isabel Allende?

-Una luchadora.

-¿Adriana Barrientos, la candidata a constituyente?

-Una buena modelo. 

Y se refiere, luego, a sus genios.

-¿Quién es el mejor de la historia?

-Messi.

-¿A quién admira?

-A Jill Ellis, la entrenadora de Estados Unidos.

Y, mientras mira el reloj, en plena cancha, sonríe la tricampeona, el hito táctico de nuestro fútbol. La mujer que pone dos delanteras arriba, que resguarda la mitad del campo, que evita los goles con cuatro en el fondo, que va de igual a igual con todas, con todos, con todes. En la cancha y en la vida. En el estadio y en la reunión de directorio. Nuestra Pep con sonrisa Pep. Nuestra Loca Bielsa dotada de mesura, de diseño de estrategias, de viajes por el mundo, con estudios en el F.C. Barcelona, en el Atlético de Madrid, en el INAF. La inspirada con voz de mando que fue felicitada por la Comisión de Mujeres y de Equidad de Género por sus logros deportivos.

-Quiero que mi club sea campeón del mundo -dice.

-Quiero que las mujeres estén en los cargos de poder -dice.

-Que se acabe la desigualdad -dice.

-Que haya más oportunidades para todos -dice.

-Y que mis jugadoras sean felices -concluye.

El tricampeonato ya pasó, ahora pone los ojos en la Libertadores. Su ceja, por lo demás, ya está sin parche. Hubo sangre, hubo sudor y hubo lágrimas. Pero ella –con o sin herida, con o sin puntos- se pone de pie, sonríe como Pep, dice “Hasta Luego”. Y sabe que ya todo empezó de nuevo.


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