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28 de Enero de 2021

Herna Rosas y el sueño de un restaurante de comida mapuche

Foto: Registro personal

A sus 74 años, habilitó un espacio de su casa en Puente Alto como local de comida mapuche, cuyas recetas domina desde que era una niña. Lo bautizó como Restaurant Ilihue en honor a su lugar de origen y a pesar de que todavía no puede abrirlo al público por la pandemia, logra mantener a flote su sueño preparando empanadas, sopaipillas y almuerzos para llevar.

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Herna Rosas (74) es mapuche y proviene de la zona de Lago Ranco. Allá vivió su infancia y aprendió a cocinar cuando tenía sólo ocho años. Su madre había muerto hace poco tiempo y como su papá trabajaba, debió aprender a hacerse cargo de sus tres hermanos. Los cuidó y cocinó para ellos durante mucho tiempo. Dice que hasta hoy la llaman para saber cómo está y la saludan para el día de la madre.

Cuando cumplió 15, se fue de su casa para casarse y armó su propio hogar en el sur. Pero luego de 23 años de matrimonio, decidió separarse e irse a Santiago con sus hijos. De lunes a viernes, trabajaba como asesora del hogar y los fines de semana se dedicaba a vender comida mapuche. “Cuando me quedaba sin trabajo, hacía costuras y sábanas para vender. Hasta la fecha confecciono costuras todavía. Siempre he buscado por todos los lados hasta salir adelante”, cuenta.

Las ganas de tener su propio restaurant donde sus clientes pudieran degustar la gastronomía mapuche siempre estuvieron ahí, pero sólo en 2019 el sueño pudo empezar a tomar forma. Ese año, ganó un concurso de la municipalidad y le cedieron un puesto en las cocinerías del Pueblito Las Vizcachas, donde alcanzó a trabajar un par de meses, pero por la pandemia ese plan se truncó.

Como tuvo que alejarse de su tradicional lugar de trabajo, habilitó su casa como local para seguir ofreciendo comidas. Como todavía no puede recibir público, recibe pedidos por Whatsapp, que luego son retirados por los clientes en su casa, donde atiende desde las 8:30 am hasta las 21 hrs. “Esta en la única parte donde sirven gastronomía mapuche aquí en Puente alto, no hay más. La gente está muy contenta con mi iniciativa y me dicen que hacía falta un lugar así”, cuenta Herna con orgullo.

Foto: Registro personal

¿Por qué quiso emprender con un local de comida mapuche?

-Porque me encanta cocinar, se cocinar muchos platos de comida mapuche: ofrezco empanadas de cochayuyo, cazuela con locro, catuto, muday, sopaipillas mapuche y muchas cosas. Además, hace cuatro años murió mi nieto regalón de un cáncer a los huesos. Él tenía recién 22 años y tengo la convicción que si él se hubiera alimentado mejor, eso se podría haber evitado. La comida mapuche es muy sana y es importante tener una buena alimentación para prevenir enfermedades. Me motiva que más personas empiecen a comer sano.

¿Cómo es su rutina de trabajo día a día?

-Todos los días me levanto a las 5 de la mañana. Estoy acostumbrada porque cuando vivía en el sur, en el campo, me levantaba a esa hora a sacarle la leche a las vacas. A esa hora hago el pan, que se hace con harina de maíz. También hago sopaipillas y alfajores mapuche. No suelo demorarme mucho en cocinar los pedidos, porque soy súper rápida. Luego atiendo hasta máximo las 9 de la noche.

Como todavía no puede recibir público, recibe pedidos por Whatsapp, que luego son retirados por los clientes en su casa, donde atiende desde las 8:30 am hasta las 21 hrs. “Esta en la única parte donde sirven gastronomía mapuche aquí en Puente alto, no hay más. La gente está muy contenta con mi iniciativa y me dicen que hacía falta un lugar así”, cuenta Herna con orgullo.

¿Qué otras comidas ofrece?

-Los platos son muy variados. Ofrezco catuto, harina tostada, milcao, mote. También café de trigo que es súper sano y que yo también lo tomo. También está el café de maqui que tiene muchas propiedades.  Pero lo que más vendo son las colaciones, que es lo más barato. Mi interés es poder seguir mostrando la gastronomía mapuche y promover el consumo de alimentos sanos.

Foto: Registro personal

¿Por qué su local se llama Ilihue?

-Porque en Lago Ranco, donde yo me crié, viví en un sector llamado Ilihue y el nombre es en honor a ese lugar. Esta es una palabra en mapudungun que significa lugar rocoso, con mucha madera y palos. En esos campos donde yo vivía, casi no se regaban las plantas porque todo se mantenía verde con las lluvias. También sacamos un sandwich con ese nombre, que lleva lomito de cerdo cocido con hierbabuena, palmitos, tomate y lechuga. Es grande, alcanza demás para dos personas.

UNA VIDA DURA

Cuando Herna se vino del sur, le tocó vivir con sus cinco hijos en una mediagua que tenía piso de tierra. Cuando no tenía suficiente dinero para vivir y en ocasiones el trabajo escaseaba, se las ingeniaba para que los platos de comida rindieran lo suficiente para toda la familia. Un par de veces, cuenta, se vio en la obligación de pedir dinero en la calle. “Yo sé lo que es pasar hambre y sed. Dios me está dando bendiciones ahora y por eso siempre trato de ayudar a la gente que lo necesita”, cuenta.

Además de enfrentar la muerte de su nieto, también tuvo que enfrentar hace algunos años la muerte de otros dos hijos.

¿Qué le dio fuerzas para salir adelante a pesar de todo?

-Yo siempre digo que me da para hacer un libro con todas las cosas que he pasado. El papá de mis hijos no me ayudó con nada, ni una goma de borrar para mis niñitos. Solita salí adelante, con harto esfuerzo y newen. Me dije que no podía seguir llorando por mis hijos y seguí trabajando en casas y vendiendo cosas. Había que salir adelante y me gusta sentir que lo he logrado. Aún tengo energía para seguir y tengo toda la fe de que todo me va a resultar bien.

¿Y qué opinan sus hijos que siga trabajando a su edad?

-Me dicen que no debería estar trabajando, que para qué trabajo tanto si ellos me pueden ayudar. Pero yo les digo que no. No quiero que me den porque me gusta trabajar. Yo soy independiente aún. Cuando sea una viejita que ya no pueda ni caminar, ahí sí recibiría su ayuda, pero ahora no. Si lo hicieran ahora, yo me quedaría en la cama o sentada en una silla sin moverme y eso sería una maldad, un daño que me van a hacer. Yo he trabajado toda una vida y estoy acostumbrada. Cuando ellos eran chicos, los días que tenía libre siempre los trabajaba vendiendo comida o si no de colera en la feria. 

“Solita salí adelante, con harto esfuerzo y newen. Me dije que no podía seguir llorando por mis hijos y seguí trabajando en casas y vendiendo cosas. Había que salir adelante y me gusta sentir que lo he logrado”.

¿Qué espera a futuro para su negocio?

-Espero que siga creciendo para poder darle trabajo a más personas. Hay mucha gente a quien ayudar, mujeres sin trabajo, jóvenes metidos en la droga o gente que roba. Creo que es importante darles la oportunidad de trabajar, que aprendan a alimentarse mejor y no andar comiendo comida chatarra. Ese es el interés de que mi negocio siga creciendo: darle trabajo a más gente que realmente lo necesita para que no tengan que andar pidiendo.

Datos de contacto del Restaurant Ilihue. Foto: Registro personal

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